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¡Cálmate Dago! Hay que esperar al resto. Ni Nemesio que iba de último ni el
mismo Abraham, conocían esa montaña.
Yo
era el que más la conocía y por supuesto, él mismo.
Seguimos.
En oscuridad total, cómo ya les dije.
Los
ruidos de la montaña se intensificaron, como también el frio.
Nos
cayó una tremenda lluvia. ¡Gotas del tamaño de mi puño! (…Y eso que mi mano es
grandísima… ¿La están viendo? ¿Verdad que es muy grande?)
De
ésa que te cala en los huesos y no te permite mover con libertad.
Nuestros
caballos se empantanaron. Estuvieron a punto de encabritarse. (Me da escalofríos
el recordarlo…)
Yo
les decía que debíamos ir, unidos.
Calladitos.
El
caso es que nos tuvimos que detener, la lluvia era muy intensa.
La
tierra se estaba encharcando. Todo era agua y el frio.
¡Imagínense! …No, ninguno de ustedes tiene la más mínima
idea de lo que les estoy contando… ¿Verdad…?
¡…Bueno
sigo con mi relato…!
Estábamos
como pollitos. Menos mal, que llevábamos nuestros abrigos.
¡Pero
eso fue bárbaro!
Mientras
duró la recia lluvia. Hubo algo parecido a un silencio nocturnal.
Se
escuchaba a toda sonoridad el bramido de las aguas impetuosas.
Creí
escuchar allá por lo lejos para mí, en ese momento.
La
intensidad de un tremendo rio impetuoso, con oleajes bravíos, violentos.
Y
esto lógicamente, me llenó de mucha pesadumbre y estupor.
Para
empeorar nuestra situación, nos cayó una densa y escalofriante neblina. ¡Qué
rayos! Si ya ni podíamos ver. (¡Ni idea tienen ustedes de lo mal que la
pasamos! …Y por las miradas de
zoquetes…)
Para
colmo de males. ¿Una gruesa neblina?
(¿Saben lo que es una: Neblina?)
¡Eso
es para locos! ¡La locura compañeros!
Yo
en lo personal, sentía que el abrigo que llevé era muy miserable.
¡Me
traspasaba el frio a millón!
Yo
no sé, si mis compañeros estaban iguales o peor que yo.
Es
más creo que estábamos igualitos.
¡Padeciendo
las de Caín! ¿…Y yo? ¡No me la tiro de
Caín!
¡Miren
eso es espantoso! ¿Ah no me creen? …Hay que vivirlo…
¡Esto
es para burros! ¡…Tampoco lo soy!
¿Ok?
Hubo
momentos en que no sentía a Nemesio, Abraham apareció a los minutos. Llamamos a
Nemesio. La fuerte caída de las aguas, alejaban nuestras voces.
No
nos habíamos dado cuenta que Nemesio no estaba.
¡Se
había quedado rezagado!
Al
final, se reportó.
Escuchamos
su voz y le gritamos para que se guiara hacia dónde estábamos esperándole.
Debía ser un árbol muy frondoso, ya que nos abrigó muy bien. Esperamos un buen
rato, y cuando ya amainó ese temporal.
Nos
quedamos a la expectativa. Dago, nos informó haber escuchado algo y por las
señas, nos informó que en la quebrada de arriba, lo había precisado.
Se
pueden imaginar: ¿…Qué el señor ha escuchado algo?
Si
desde que entramos en esa boca oscura y horrenda: Zumbidos (Horrendos... ¡casi
fantasmagórico!), crujidos y chasquidos de todo tipo (Se me antojaba que
andábamos en otra dimensión… ¡Todo extraño y macabro!), de todos los colores y
de todos los tamaños habidos y por haber
¿No
les parece algo de pura locura?
(¡Yo
lo certifico! ¡Ni idea tienen de las que nos tuvimos que pasar!)
¿Qué
ése mismo sátrapa, nos informe que algo ha oído?
Abraham,
me preguntó: ¿Cuál quebrada de arriba?
Nemesio,
tampoco la conocía y me preguntó: ¿Está muy lejos?
¡Imagínense!
Noche oscura. Frio intenso.
No
nos podíamos ver ni a centímetros. Tremendo aguacero nos cayó.
Yo
estaba titiritando del frio. Ya llevábamos unas cuantas horas, y ese miserable
nos informa que lo oyó.
¡Yo me precio de buen oído! (¡Y a ustedes les consta!
Yo soy un radar para escuchar hasta
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