- ¡Qué bien me siento! ¡Aleluya…Diosito…Te debo esta! Y
recuérdame…Para pagártela…Tu bien sabes, que no escatimaré en ello. ¡Y siempre pago y te consta! ¡No te quejes!
Pronto, volvió a su realidad. No aparecía ninguno de sus compinches.
- Menos mal…Que ninguno de esos inútiles me hayan visto. ¿O
sí? ¿Me habrán espiado?
Porque si llego a enterarme de esto. ¡No será por mi boca! Entonces
es posible que exista un miserable traidor. ¡Eso sí puede ser cierto! ¡Un Judas
y hablachento además!
…No veo a nadie…No. Seguramente, que se estarán drogando nuevamente.
Porque pensándolo bien, si alguno de ellos me espió… ¡Tendré que echármelo al
pico! ¡Nadie podrá dudar de mi hombría! ¡No seré el hazme reír de mis propios
hombres! ¡Nunca!
Así, que volviendo a su instante.
Arrugó nuevamente sus cejas. Chequeó su reloj y lo cotejó con la
luna. Era tarde.
- ¡Esto es intolerable…! Y no puedo permitir una situación como
ésta.
¿Pero que pudo haber pasado, si ése demonio, me hubiese atacado?
¡Claro, a mí es al que estaría persiguiendo! ¡Solamente a mí! ¿A
ellos…? ¡Jamás!
Bueno…tendré que serenarme nuevamente…
Como el sol de día.
Así, que tuvo que llamarse al orden. Además, se están portando muy
mal.
No podía darse ese lujo. Y seguramente que sus hombres, lo tomarían
como una señal de debilidad.
- ¡No puedo permitirme este lujo! Tendré que aparecer ante ellos tan frio y glacial, como siempre lo he hecho.
Seré nuevamente, tal como siempre he sido. ¡Un ser distante y ordenante! Ordeno
y espero resultados. Y así debe ser. Y lo ha sido desde que existimos nosotros,
esta casta de jefes guerreros ya que gracias a nosotros, este mundo ha cambiado
y seguirá cambiando.
Su sonrisa, desapareció de su rostro. Asumió nuevamente su traje de
déspota.
Nuevamente adusto y amargo. Y distante y apartado.
- …Debo más bien castigarlos. ¿Por qué razón, se aparecen a esta
hora? Y no debo dar muestras de ninguna alegría. ¡Más bien, me mal
interpretarán!
Esperó con gran impaciencia a que llegaran.
Rápidamente, se apersonaron.
Al llegar a su presencia
notaron que su capo, estaba más bien colérico.
Así que uno a uno, fue
ocupando una posición, cerca de él y en espera de que estallara en cólera de un
momento a otro.
- ¿Qué ha pasado? – Les preguntó de una forma estallante.
Sus hombres, se movieron nerviosamente a su alrededor.
- ¿Qué ha pasado…No me oyen? – Volvió a preguntar, arrastrando
voluntariamente silaba a silaba.
- …Cachirulo… - Intentó decir El Gordo.
- ¿Cómo me llamaste?
- …Perdón…Jefe… Je, je, je. Perdóneme…
- ¡Nadie tiene derecho a tutearme aquí! Y al primero que lo vuelva a
hacer… ¡Le abro la panza, tal como se lo hice a mi amigui…El Tuerto!
¿Estamos…? – La navaja, brillaba en medio de esa oscuridad
aberrante.
Todos sus hombres, instintivamente dieron un paso atrás.
El Avión, pegó no un paso…Más bien un salto largo. Sus ojos se
agrandaron y su terror, se le dibujó en todo su ser.
- ¿Qué les ordené a ustedes? – En esta ocasión, se les acercó en
forma amenazadora. Sus hombres, retrocedieron aún más.
- …Jefe…Perdón… - Suplicó El Temblao. Y pronto, su cuerpo, temblaba
de una forma exagerada.
El jefe, se complació con ese gesto.
Observó al Avión. Le alegró, el terror que se dibujaba en su rostro.
Observó al Avión. Le alegró, el terror que se dibujaba en su rostro.
El Gordo, se movía como las aguas del mar. Amorfas. Y eso, lo hizo
satisfacer más.
Contemplaba, que les infundía no miedo…Más bien: Pánico. Y pensó para sí mismo…
(¡Esto es un buen signo! Y mientras tiemblen ante mí…Me obedecerán
ciegamente.
¡Esto es muy bueno! Así me aseguro la lealtad de todos estos
cobardes.
¡Un jefe debe infundirle esto a su tropa!
¡Qué bien me siento!
…Esto me hace sentir…Como más grande.
Y me ratifica, que yo he sido predestinado por la oscuridad…
¡Para ser Grande!
Tengo por delante… ¡Todo!
Nada ni nadie, se me puede resistir.
¡Qué bien me siento!
Esta es mi tropa.
Con ellos podré conquistar el mundo.
¿Quién podrá oponérseme?
¿Quién?
¡Nadie!
-----Para mañana saldrá el cuento, ya lo estoy terminando-----
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