"Cachirulo"
La noticia fue de tremendo
impacto para los dos cansados gladiadores.
De inmediato la buena nueva, los volvió a la vida de una
forma instantánea. Y casi sin creerse, comenzaron a bailar y a cantar plenos de gozo.
- ¿Cinco…Para nosotros
dos, solitos?
- ¡Vayan y apúrense! Ya
pronto va a comenzar a amanecer y tenemos que salir de aquí con la oscuridad.
¡Apúrense!
Los vio correr, parecían
dos carajitos.
(¡Ah estos hijos míos! Se
contentan con un plato de tercera. ¡Pero así son ellos, de elementales! Y por
eso, les tolero sus malacrianzas. ¡Allá van…Contentísimos! ¡Pobrecitos…Se
conforman con la bazofia…!)
El Avión, delgado y ágil.
¿Ágil…El Avión? Más bien parecía una tortuga. Pero en esta ocasión, cosa muy
extraña…Cómo que le habían metido un
cohete por…
Más rápido es el Gordo.
Aunque ese grasero, se le bambolea de un lado, para el otro.
Chequeó la hora: 4, 15
a.m.
- ¡Malo, malo! Ya mi
reinado, se está acabando…
(¡Malo, malo…! Mi reinado
es de apenas unas cuantas horas…Debería de durarme…Mucho más, ya que casi ni
tiempo me da, de poder disfrutar de todas mis grandezas.
…Hoy por ejemplo…Estoy
realizado. Todo cuanto me he propuesto, me ha salido a las mil maravillas. Ya
comí. Tengo mi bolsa, repleta de oro, joyas, relojes…Dinero…
Hoy me fue requetebién.
Tengo que concentrarme, en los nuevos golpes…
…Tengo que pensar muy
bien, cada paso que voy dando.
Es cierto, que tengo mucha
gente que me está buscando mi caída, pero se van a quedar esperándola. ¡Soy
invencible! ¡En este negocio…Sigo siendo un Rey!)
Revisó su bolsa. Sí,
estaba full de billetes de todas las denominaciones.
Hasta las monedas, se
traía consigo.
Muchas prendas de oro.
Alhajas de calidad. Con
seguridad, no eran bisutería.
Chequeó con ojo clínico,
unos relojes. Le gustaban mucho. Se colocó uno. El más vistoso.
- Importado. ¡Debe costar
una fortuna! ¿Y esta cadena…?
Está pesadita…Debe ser de
oro de 18 quilates.
¿Cuánto me darán por esto?
De repente, creyó oír un
ruido. Guardó en su bolsa, todo ese botín. Hasta este momento, todo había ido a
pedir de boca.
(…Esperemos que no nos
vengan a echar a perder mi negocito…)
Sacó su navaja y se fue
deslizando, tenuemente.
Parecía un lince. Se
sentía seguro. Dos de sus hombres,
estaban haciendo guardia.
Y los restantes, estaban
en lo suyo.
- ¡A mí, nadie me
sorprende! – Caminó agazapado.
- ¿Quién está allí? –
Esperó. Nadie le contestó. Divisó a sus hombres. Todo estaba normal.
- ¿Será que los nervios…Me
están traicionando? – Agudizó su visión nocturna. Comprobó que el canino,
seguía en el mismo sitio. Le chequeó el trapo.
- ¡Todo bien! Caramba…Ya
el tiempo, está volando.
Mejor le voy diciendo, que
comiencen a carretear…
Esos televisores…Son Led.
Sí, es mejor, que comiencen a carretear…
Dentro de poco, la luna
comenzará a abandonarme…
¡Se me está acabando mi
tiempo!
Así, que se regresó y le
dijo a los que estaban haciendo guardia.
- Muchachos, mejor
comenzamos a llevarnos nuestras cositas… ¡Rápido, cuando doy una orden: Debe
ser obedecida en el acto! ¡Ya, ya está bueno! ¡Aprisa…Vámonos ya!
- Sí jefe. – Nerviosos
corrían y se apuraban unos a otros.
- Corran y llévense todo
lo que puedan. ¡Fuera! ¡Fuera! ¿No me oyen? ¡Corran!
Pronto, tenían todo
preparado.
- ¡Váyanse con lo que
tengan y vénganse rápidamente por el resto! ¡Aprisa! ¡Ya fuera!
Los vio partir. Y fue
cuando se acordó que El Avión y El Gordo, seguían fajados.
Y los fue a buscar.
- Ya está bueno mis
hijos…Vámonos.
- Jefe, un ratico más – Le
suplicó El Avión.
- Sí, jefe un ratico más…
- Le suplicó El Gordo.
- ¡No! Ya no tenemos
tiempo. ¡Vamos ya! ¡Fuera!
- …Un ratico más…Por
favor… - Suplicaba El Gordo.
- …Sí, jefe…Un poquito
más…Por favor… - Insistía El Avión
- ¡No! ¡Vámonos ya! – El
jefe era de malas pulgas y cuando decía: ¡Ya! Era que tenían que obedecerle en
el acto. Y en vista de que no le obedecieron, sacó a relucir su brillante
navaja y los amenazó a cada uno de ellos.
En el acto, se le bajó
todo, la libido de cada uno…cayó. Además, bajaron sus cabezas en señal de
sumisión.
Los dos hombres, se vieron
precisados a abandonar sus cometidos.
Al salir de la habitación,
les indicó un cúmulo de mercancía, que tenían que llevarse.
- ¡Apúrense, ya nos está
quedando poco tiempo! ¡Váyanse! ¡Largo! -
Se fueron corriendo, uno tras otro como si fueran hormiguitas, con su
carga en los hombros.
Los vio cuando comenzaron
a escalar cercas y con su botín que no lo soltaban bajo ninguna circunstancia.
En momentos llegó a pensar, que se caerían por efecto de lo pesado y voluminoso
de su carga, pero esto nunca llegó a ocurrir.
Chequeó nuevamente su
reloj.
Habían transcurridos, unos
diez minutos.
En ese momento, sí que
comenzó a ponerse nervioso.
A partir de ese momento,
cada segundo se transformaba tranquilamente en una larga y tediosa hora.
Revisó nuevamente…4; 26
a.m. ¿4; 26 a.m.? ¡Demasiado tarde!
Se entretuvo demasiado.
Se confío demasiado.
(¡Esto me pasa a mí, por
ser tan pendejo con estos! Pero ante otro gesto de desobediencia…Los rajo aquí
mismo…Y los dejo que se mueran como unos perros aquí mismo. ¡Conmigo no se
juega!
Ya lo verán…)
Fue muy indulgente, con
sus hombres.
¡Ellos disfrutaron por
demasiado tiempo!
- ¡Tienen que apurarse…Ya
casi está llegando a otro minuto más! ¡A fuera todos: Ya!
Comenzó a caminar en
círculos.
Monitoreaba todo. La suave
brisa, ya estaba siendo más fría. Abrió una de las bolsas, y descubrió un
suéter grueso y hermoso.
¡Nuevecito! Y sin pensárselo
más…Se lo puso.
- ¡Ya están llegando…!
¿Quiénes faltan?
- Jefe, El Avión y El Gordo…
- ¿Qué les pasó?
- Bueno jefe, usted sabe
como camina El Avión…
- ¿Y en dónde están?
- Cuando nosotros nos
veníamos, los vimos saliendo. Yo jefe, les dije: ¡Apúrense!
- Ajá Temblao y qué te
respondieron…
- ¡Qué ya se volvían!
- Hermano jefe, yo les
dije, que mejor nos apresuráramos. Ya se nos está agotando el tiempo…Y es muy
peligroso.
- ¡Eso Cachiporras! ¿Y qué
hicieron?
- Apuraron su paso. Ya no
deben tardar en venir.
- ¡Bueno, corran y sigan
carreteando! Mientras yo vigilo.
- ¡Gracias gran jefe!
El gran jefe, los
recriminaba con gestos. Rápidamente, se regresaban con otro cargamento.
El cargamento, consistía
en: Televisores, Microondas, Aparatos pequeños, Una nevera de esas de oficina,
Ropa a granel, sábanas, etc., etc.
Parecían hormiguitas.
Cuando los cuatro salían, aparecieron los dos que faltaban y sin perder ni un
segundo más, comenzaron a cargar más y más mercancía.
- Mi negocio, está
prosperando. ¡Éste fue un buen golpe! Tengo que seguir buscando e indagando.
Mañana o pasado, deben ir
mis compradores. Y en esta ocasión, si que tenemos que venderles.
¡Qué bien!
Cuando revisó nuevamente,
la hora…Transcurrió una media hora…
- …Ya van siendo las cinco
de la mañana…Esperaré la última…
En efecto se aparecieron, esta vez los seis en bloque.
Entraron y siguieron con
su labor recolectora.
Eso fue de una forma
rápida y efectiva.
Siendo las cinco de la
mañana…Ya todos, habían abandonado la propiedad.
Una hora ya peligrosa,
para ellos. Muchos madrugadores, salían de sus casas, para acudir a sus
respectivos trabajos.
Los gallos, cantaban sus
canciones matutinas.
Un nuevo y radiante día,
se deslumbraba.
Ya en las casas, se oía el
ruido en las cocinas.
El rico y oloroso
cafecito, se colaba en muchas casas. La alegría de un nuevo amanecer.
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