Dibujos Animados: Looney Tunes
“Las narraciones de:
Bernardo”
“Les voy a narrar esto…”
Porque cuando las cosas te van
a pasar… ¡Es que te
pasan!
…Y no
lo digo porque
soy pesimista.
¡No señor! Qué nadie diga
eso.
Pero
es que a veces…
Juan se encontraba en medio de su tribulación y con él se
encontraban sus dos grandes amigos: Carlo y Carlos, quiénes trataban
infructuosamente de enterarse del porqué de ese estado anímico en que se
encontraba sumido el amigo en cuestión. (Estaba muy trastornado. Su mirada era muy inestable. No había tranquilidad ni
sosiego.) Suspiró de repente y tomando aire de nuevo, les dijo…
- Ya les voy a narrar. Nomás déjenme que tome aliento,
porque la experiencia que me acaba de pasar… ¡Dios mío!
¡Me ha destrozado! Y en verdad, no le encuentro
explicación alguna. – Les hizo nuevamente señas con su mano, mientras procedía
a sentarse.
Estaban en la sala de la casa de Carlo, y era de día aún.
- Venía de hacer ¡una excelente venta! Y me disponía a ir
a mi carro, cuando entró una llamada a mi celular. Instintivamente tomé la
llamada.
Llevaba en mi otro brazo mi maletín.
…Y no me percato (Craso error de mi parte) de que detrás
de mí venía una señora muy menudita ella y por las señas me doy cuenta de que
es una ancianita. Venía con unas gafas de vidrios muy gruesos -por lo que asumí que ¡era cegata!- pero en verdad, no le di mayor
importancia.
Me quedé en mitad de la acera, atendiendo la llamada -que resultó ser ¡un número
equivocado!- y cuando cierro la
llamada. Me doy cuenta de que la viejita seguía muy pegadita a mí.
Y sin esperar nada mas, me dice…
- ¿Verdad que uno siente cuando alguien lo viene
siguiendo…? – Me dijo con una sonrisa en sus labios, mientras se me acercaba
demasiado a mí cuerpo -y traté de
apartarme- pero ella insistía. (Hasta
llegué a pensar: ¿Qué le ha picado a esta vieja, ah?) Y me doy cuenta de que estamos solos…No vi a
nadie mas cerca de nosotros. (¡Horror!)
- ¿Y por qué me dice eso señora…?
- Porque a mí me pasó lo mismo. Y cuando fui a ver… ¡No
había nadie!
Y me confié. ¡Y resulta que me salieron dos malhechores
de algún resquicio y zas!
Me amenazaron con una pistola y de un golpe, me
arrebataron de mi seno… ¡De este! – Me dijo informándome cuál era.
- ¡Y me sacaron un paquetico en el que tenía guardado
todo mi dinero! ¿Qué me le parece…? – Yo en verdad, me sentía incomodado y no
acerté a responderle, tan solo di unos dos pasos atrás, para quitármela de
encima…Y esa ancianita insistía y me dijo en voz baja, pero muy sonora y
decidida…
- ¡Esto es un atraco! ¿Ok? ¡Dame tu celular, tu reloj de
pulsera…Ah y tu maletín también! – Y acto seguido me lo quitó todo con
extraordinaria fuerza y resolución. ¡Y yo?
¡Me quedé pasmado!
Esa viejita me estaba atracando en plena vía.
¡Pasando carros de un lado a otro…Y nadie vio nada!
(¡Esto es acabo de mundo! Una noble viejecita…Me está
atracando…)
- Muévete. Y no me vayas a agarrar ninguno de mis senos,
porque comienzo a gritar desaforada como una loca y te acuso de ¡que me quieres
violar!
- ¿Y qué hiciste chico? – Le preguntó asombrado Carlo,
mirando sin entender nada al otro amigo.
- ¿Yo? ¡Entré en pánico! ¿Se imaginan que aparte de que
me está atracando, me acuse de que la quiero violar…?
¿A una miserable vejucona…Toda arrugada y maloliente…Ah?
(De repente me vi precisado y una voz que escuché
claramente: ¡Corre, huye antes que venga la policía y te lleven preso!) …Y eso
intenté hacerlo, cuando de repente se me apareció otra vieja (No sé de dónde…)
y comenzó a meterme sus manos en los bolsillos de mi pantalón y me sacó todo el
dinero que cargaba encima y empujándome gritó…
- ¡Auxilio, socorro! ¡Este ladrón me quiere violar!
- ¡Y a mí también! – Gritó el vejestorio que portaba unos
lentes horrorosos.
…El caso es que me vi corriendo como un desaforado. Como
un loco de remate.
Y corrí tanto…Que me he venido hasta acá a pie. …
¡He corrido mas de veinte kilómetros!
Y mi pregunta a ustedes dos es: ¿Qué hago ahora…? – Ambos
amigos se miraron y en su forma de hacerlo se traslucía de que este amigo en cuestión…
Algo no cuadraba bien. (Pero callaron.)
¿Cómo pudo sucederlo esto…?
¿Y a estas alturas de su vida…Y dos ancianitas…?
No atinaron a darle la respuesta ideal.
(Una tenue sonrisa se les dibujó en sus rostros, que intentaron
por sobre todo, que Juan no se diera por enterado.)
…Pero en el fondo…Ambos temieron lo peor…
© Bernardo Enrique López Baltodano 2016
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