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“Corto en relatos”
“Me
encuentro…”
No
todo lo que brilla,
lo
hace por si misma…
En
ocasiones, son solamente vapores de una fantasía…Por demás inútil.
- Me encuentro en una rara sensación, en la que por mí
mismo no puedo clarificar nada de cuanto acontece a mí alrededor.
Es algo que no encuentro las palabras requeridas para
tratar de plasmar, todo lo que me está pasando. - Juan trataba, pero se le veía que tenía
serias dificultades para expresarse mejor. Se le notaba extraviado.
Carlo, su amigo lo escuchaba con profunda pena, ¡por
qué no conseguía el verdadero meollo de todo eso! Y esta situación lo estaba
alterando mucho. Contempló a su amigo de tantos y tantos años, lo conocía muy
bien como para determinar, qué algo muy extraño le estaba atormentando.
Juan respiró con algo de esfuerzo -aunque ya se le notaba un tanto
mejor- y era que al fin comenzaba a
sacar dentro de su propia marisma, esa espinita, ese escozor que tanto lo alteraba.
- Veras. – Comenzaba en su alocución, cuando de repente
se quedó callado…
(Está tratando de amoldar muy bien sus ideas.) –
Analizó en sus pensamientos, mientras lo contemplaba mientras callaba.
No intentó interrumpirlo, se limitó a escucharlo con la
mayor calma posible.
- …Es que son pequeñas cositas. Concatenadas una sobre
otra.
Y en ocasiones se superponen o chocan entre sí. Pero
trataré de ser conciso. Preciso.
Definitivamente tengo algunas situaciones que no me
parecen muy claras con mi esposa. – Carlo comprendió que era por allí por donde
venían todos estos desbarajustes.
Suspiró, elevó sus ojos al cielo y aguantó su gana de
hablar.
- En ocasiones. Y digo: ¡En ocasiones!
Ella me trata de una forma…Que es mejor que te vaya
contando caso por caso y así tú mismo podrás determinar si es que yo estoy
exagerando o no.
- Dale. – Le concedió mientras se acomodaba mejor en su
silla.
- En estos días, teníamos -y digo que “teníamos” porque en este
momento lo dudo y ¡mucho!- un negocio
pequeño. Pero ¡negocio al fin! Nos iban a dar un dinero y ella se adelanta, y
habla a mis espaldas.
Posteriormente, le digo, que me de dinero para ir yo al
centro a hacer unas compras.
No me responde nada. Va al baño y cuando sale, comienza
con esa vocecita tan angelical que tiene y me dice…
- Pide factura.
- ¿Factura y para qué…?
- Digo por si hay que hacer algún reclamo.
- ¿Y acaso te han dado alguna factura a ti…? ¿Por qué a
mí me lo estás condicionando…?
- ¿Y qué te respondió…?
- Que era por el bienestar de nosotros.
¡Ah pero ella nunca ha exigido ningún documento…!
¿Por qué a mí, sí…? – Su compañero pensó rápidamente… (¡Esto
está feo!) –pero no se atrevió a confesárselo.
Una sucesión de situaciones inconexas desfilaron por su
cabeza. Pero lo omitió.
Pensó que era mejor no intervenir en pleito entre
marido y mujer. Pero ¡claro que quedó preocupado! No le cuadraba para nada todo
esto. Observaba a su amigo y lo veía muy contrariado. No quiso echarle mas leña
al fuego.
© Bernardo Enrique López Baltodano 2016
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