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@Belbaltodano +BernardoEnriqueLópezBaltodano
Fui al hospital público, ya que me
habían informado que un amigo estaba hospitalizado allí. En cuanto me lo
informaron; pensé: “Pobrecillo. Venir a caer enfermo en estos momentos tan
bestiales. Ya que es conocido por todos, que no tienen ni gasa, ni agua
oxigenada. ¡Nada!
Los políticos se lo han llevado
todo. Son unos depredadores del Erario Público. Se llenan los bolsillos. Y nos
dejan a todos en el estero.
¡Qué lástima!” - E iba lamentando en todo el camino.
-
¡Qué
maluco es ser pobre en este país que lo
tratan de meter al comunismo! …Es muy
triste… - Rezongaba conmigo mismo, ya que no es prudente hacerlo con mas nadie.
Hay que cuidarse…
(He conocido muchos casos en los
que los familiares hasta han tenido que caer en manos de los prestamista -¡Empeñando
hasta su casa!- para poder hacerle
frente a todo cuanto medicamentos es requerido.
Pero… ¿Qué puedo hacer? ¡Solamente
lamentarme! Amargarme al ver cómo todos en este inmenso país…Nos están devorando.)
Pero: ¿qué podía hacer…? Total.
Todos estamos “pasando aceite” como esos carros viejitos, cuyo aceite es
quemado al instante, dejando botes de ese apestoso liquido maloliente y
apestoso en todo sitio en que lo estacionen.
Logré entrar. Y en verdad: El
espectáculo es muy deprimente. Desolador.
Sigo insistiendo mentalmente lo
mismo: ¿Cómo puede un país: ¡Tan rico en riquezas naturales! ¡Tan hermoso! Con
playas exquisitas. Con una población tan trabajadora y decente…Y venir a caer
en “esto”…?
Contemplo todo al ir transitando
por las distintas dependencias hospitalarias y en verdad: ¡Lo que me provoca es…Ponerme
a llorar!
A berrear como si fuese un ternero.
¡No puede ser posible!
…Pero es lo que estoy presenciando.
Pareciera que en vez de ser un
instituto hospitalario en tiempos de paz…Lo hubiesen transformado en una “Tienda
de campaña en tiempos de guerra”
Pero esta es la realidad con la que
todos nosotros, los que no estamos enchufados, ni pertenecemos a este gobierno déspota
y corrupto.
(¡Gracias a Dios, que ni siquiera
tengo trato con ninguno de ellos! ¡Ni los conozco, como tampoco pretendo ir a
conocerlos! …Por sus frutos los
conoceréis…Y estos son frutos de su “Revolución bonita”)
Trato de no seguir mirando mi
entorno…Porque me entristece mucho presenciar todo esto.
…Pero he de hacer “tripas corazón”
o algo parecido…
En eso escucho a un hombre muy
delgado, de tez blanca -pero quemado
por este sol muy tropical, por cierto-
que insistentemente reclama mi atención. Lo veo que está en una
situación muy deplorable.
Veo que no se suelta sus manos de
su estomago flácido. Pero manchado en un color ya negruzco -asumo que es su propia sangre- pues lo veo que se está desangrando.
-
Por
el Amor a Dios…Ayúdeme… - Escucho su voz muy quebrada. Suplicante y expectante.
Acudo a él -Pero yo no soy Médico- Me digo a mi mismo. Pero aun así…Me acerco.
-
Señor…Ayúdeme.
Por el Amor a Dios. Qué alguien se conduele de este pobre hombre. – Ya estoy a
su lado, y sin quererlo me mancha con su sangre.
-
Señor.
Yo soy venezolano. Nacido y criado aquí. – Estaba ansioso porque alguien le
escuchase, aunque ninguno de los internos, pareciera condolerse de ese espectáculo
tan deprimente.
Me armé del valor necesario y
estuve presto, aunque sea para escucharlo y no sé…
(¡Qué impotencia tan enorme!
Entiendo y sufro con su dolor, pero ¿Qué puedo hacer yo…?)
-
Yo
no soy un mendigo. Soy un Padre de familia. Que caí en la desgracia.
Perdí mi empleo, ¿y sabe por qué?
Porque fui a comprar la leche de mi menor hija, ¡de apenas seis meses de edad!
Y resulta que los bandidos, esos
desgraciados, ¡le habían echado cal!
¿Usted sabe eso? ¡Cal! La cal que se utiliza para albañilería.
Esos muertos de hambre, le echaron
eso. ¡Desgraciados! ¡Malditos!
No les interesa la salud de nadie.
Solo les interesa llenarse sus bolsillos a costa del pueblo. No somos nada
señor.
Y mi esposa le hizo su teterito y
se lo dio.
¿Y qué íbamos a saber que llevaba
ese veneno?
Y a partir de esto…Comenzó mi desgracia.
He tenido que hipotecar mi rancho,
vender mi casa.
¡Regalar prácticamente todo lo que
tenía…!
Para recibir una tontería para
poder hacerle frente a tantos medicamentos. Esto no es vida, señor. Y me
disculpa que le esté contando mis problemas. Pero aquí nadie se conduele de mí.
¿Y sabe el por qué? …Porque ya no tengo dinero…Por eso. – Hizo un
silencio prolongado. Pienso que los dolores lo tienen atenazado.
Pobrecito este Padre de familia.
¡Qué situación la que estamos padeciendo
todos!
(Soy sincero: ¡Mi deseo era salir:
Volando. Esfumarme de ese antro de pobreza y de tristezas! …Pero era que me sujetaba como si yo le
representase a él, su tabla de salvación. ¡Vaya “tabla de salvación: Yo!)
Ya toda mi ropa estaba contaminada
con su sangre.
Por primera vez en mi vida, me veo
en este vía crucis.
Los minutos sobrepasaban en medio
de la crudeza humana.
Imbuido en tanta miseria humana. En
la mayor de las degradaciones que humano alguno…Se ve sometido a caer…
-
Pero
esto debo resolverlo yo mismo. Yo no puedo aumentar las desgracias a mi señora.
¡Pobrecita ella! …Pero me han herido de
gravedad…Ya mis fuerzas me fallan. Mi visión se me está nublando.
¿Sabe por qué estoy así…Herido…Agonizando
ya…? – Con mucho dolor intenté responderle. Pero era que mi corazón lo tenía
hecho añicos.
¡No supe, ni pude articular palabra
alguna…Ni siquiera un suspiro!
-
Me
he dado a la tarea de estar mendigando.
De montarme en los buses, en todos
los que me consigo en la calle. Para contarles mi drama. Para que me ayuden…Con
un bolívar aunque sea…Y cuando me bajé de un autobús…Unos asesinos. Me
siguieron.
Me despojaron de todo el dinero que
había logrado reunir.
Y como les presenté resistencia. Me
apuñalaron. Una y otra vez.
Me han matado amigo. Me han quitado
la oportunidad de poder seguir ayudando a mi hija y a mi esposa.
…Y ahora… ¿Qué puedo hacer…? Voy a
morir, desangrado. Sólo. Triste. ¡Gracias a Dios que me ha enviado a uno de sus
ángeles!
¡Ayúdeme! – Le escuchaba su ya
menguada voz pidiéndome auxilio.
Y yo gritaba: ¡Enfermera!
¡Enfermero! ¡Doctor! ¡Auxilio!
Pero al igual que al agonizante ser…A
mí tampoco me escuchaban.
…Del resto…Ya no puedo seguir…
En mis brazos quedó…
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