La Villa de todos los Santos de Calabozo

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Estaba llegando a La Villa de todo los Santos de Calabozo, en ese inmenso, florido y muy prospero estado: Guárico,  en los llanos venezolanos.

Me encuentro a la entrada ese inmenso reservorio de agua.

Todo un bello espectáculo lacustre.

La brisa cargada de agua inundó mi cara y despejó ese enorme cansancio que tenía, después de recorrer centenares de kilómetros.

(Salí desde Guacara – edo. Carabobo…Atravesé el estado Aragua, entré por La Encrucijada de Aragua, pasé por Cagua, por Villa de Cura atravesé: San Juan de los Morros…Pasé por Ortiz…Dos Caminos…Y finalmente: Calabozo.)

Y cuando entro a la metrópoli, decidí irme primero al hotel.

Para cuando entro a mi habitación, me entró un intenso interés por ir a su plaza Bolívar.

(Así que me bañé, me vestí y fui…)

Cuando llego ya son alrededor de las seis de esa tarde y cuando logré llegar…No encuentro un sitio en donde aparcar mi carro.

Hay mucha gente. Muchos caminantes.

Muchos carros rondando la periferia.

Veo que la plaza está dotada de inmensa arboleda.

Asientos metálicos a la usanza muy antigua.

El clima es muy acogedor.

Siento esa fragancia que me acoge con gran beneplácito.

Ubico un asiento libre y voy hacía el.

En cuanto me siento, me dejo llevar por ese caudal histórico que porta ese sitio.

La guerra de la independencia. Por allá 1.8 y algo… (Rememoré algo de historia. Imaginando a los soldados de esa época.)

El tránsito de tantos soldados en la época del Libertador.

Y cuando estoy en ese trance tan acogedor…Siento que me tocan en el hombro…Y miro…

¡Un elemento vestido a la usanza de la Independencia me está apuntando con una lanza! (Me imagino que era igual a la que utilizaban los llaneros en la época de guerra…)

-      ¡Santo y seña!

“Y yo pensé: ¿Santo y seña…Qué es esto…?” Abrí mis ojos y fue cuando lo vi. Pegué un sobresalto.

Pues me causó mucho asombro. Ver a un elemento vestido en esa forma…No es nada agradable…

Recuerdo que acerté a decir…

-      ¡San Juan de los Morros! – El elemento me miraba con cara de pocos amigos. Sin embargo, mi rápida respuesta lo desarmó.

Y me preguntó aún con un dejo de desconfianza…

-      ¿Y qué hace su merced aquí…? ¿Acaso no sabe que a todos nos están esperando para la lucha?

-      ¿Y dónde va a ser ahora? – Le respondí en el mismo tono.

(O por lo menos traté de imitarlo…No estaba claro quién era: Podía ser un orate escapado de algún zaguán de esos que tanto abundan por la periferia.)

El hombre no me respondió.

Algún extraño sonido lo apartó de mi presencia.

Posó su mirada hacia su espalda y sin decir una sola palabra alguna…Corrió.

¡Y vi, que se refugió entre uno de las tantos frondosos árboles!

(Sí. Lo vi. Con estos mismos ojos que aun mantengo.)

No logre entender muy bien.

Pero se introdujo entre ese inmenso tronco.

No sé explicarme muy bien.

Me refiero; a que no me queda muy claro, si fue que la madera se abrió o él la atravesó.

Lo cierto del caso…Es que por allí desapareció.

Incrédulo me levanté y fui hasta el mismo sitio.

¡¿Era real todo esto?!

¿Será por aquí…? ¡No puedo creerlo!

(Menos mal que nadie me lo contó… ¡Yo mismo lo vi!)

Y en ese ínterin andaba cuando un hombre muy viejo, me observaba desde un sitio (Que no sé explicar cual…Si desde una panadería o del museo…) y fue tan insistente su mirada puesta en mi persona, que me voltee a verlo.

Un señor muy bien trajeado. Con una barba frondosa.

Con un bastón dorado que portaba con mucha elegancia.

Lo saludé y apenas me respondió con una grave inclinación de su cuerpo.

(Y me dije…No está trajeado tal como en esta época lo hacemos nosotros…Y ese bastón. Y esa barba…Humm esto me parece tan extraño…)

No obstante, seguí con mi pesquisa.

Y transcurrido unos segundos más…Quise dialogar con el buen Caballero.

¡Pero ya no estaba!  

Fue doble la impresión.

(Ahora me tocaba indagar…El de la lanza…El Caballero…

¿Dónde están ahora…? ¿Será que se ocultan de mí…Pero por qué?)

Una brisa intensa bordeó todo el escenario.

Y de repente comencé a escuchar el trinar de muchos pajarillos.

¡Ciertamente: Hasta ahora es que percibo este pequeño detalle!

Y vuelvo a sentir el bullicio.

Las personas comenzaban a bordearme desde varias partes.

…Y yo…Me quedé mas impresionado que antes.

¿Qué será lo que me pasó…? 

¿Será que vine en el momento y a la hora no indicada…En el sitio qué...?

Pensé que lo mejor que podía hacer…Era irme a otro sitio…

A pesar que algo muy dentro de mí, insistía en que nos quedáramos allí… (¿Quedarme allí…?  ¡Ni loco!)

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