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“Corto en relatos
“Muy preocupado”
Ante la grave situación por la que estamos atravesando en esta
Venezuela del 2. 016, ando con la cabeza gacha.
Mis preocupaciones al ver como mis hijos están emigrando a países allende.
- Me contaba un amigo muy querido y apreciado, al cual he estado
notando cada día mas y mas delgaducho, hasta el extremo que ya estoy entrando
en mis sospechas: ¿Será que tiene la solitaria…?
- ¿De quién te estás refiriendo…? – Me consultó Juan mirándome como
si yo mismo fuese un extraterrestre o quizás un orate. Al principio me sentí
invadido y hasta impelido a responderle
-de la forma como en un primer
intento lo iba a hacer- pero reflexioné mejor y mirándole fijamente,
le respondí…
- Estoy hablando de nuestro común amigo…Federico.
- ¿Ah de Federico…? Y dime… ¿No sabes porque razón está tan
“delgaducho” él…? – Por la forma como me miró el ya mencionado, me di cuenta de
que algo no andaba muy bien que digamos.
- Bueno él me estuvo contando: Que tres de sus cuatro hijos se han
tenido que ir del país. Que ya no encuentran ni trabajo, como tampoco comida.
Qué están en el lastre. Que esto se está convirtiendo en un cementerio de
desastres y de locuras. – Pero mi explicación lejos de aclarar algunas cosas,
incendió su verbo y de una forma muy elocuente me interrumpió alegándome…
- Además: Déjame decirte…- Cuando vi la forma como me estaba
hablando y la parsimonia que empleaba…Caí en cuenta. ¡De verdad, este país ha
caído en el mayor de los desastres! Pero ya no pude contenerlo, pues esa carga
de impotencia que ha soportado tan estoicamente, la va a derramar en mí.
¡Y no puedo hacer nada…Me lo merezco! –Y andando en mis cavilaciones, el compañero
se me puso tal como se coloca el lanzador en un juego de béisbol. Me miró como
buscando mi lado débil y apuntando con toda su malicia comenzó a decirme…
- Mira en la urbanización en donde yo vivo. ¡Mas del ochenta por
ciento de los jóvenes, se han tenido que ir de este país! Conozco a una pareja
que ninguno de los dos cuenta con la pensión, ¡ninguno!
¡Y han tenido que hacer de todo!
Y están pasando todo tipo de calamidades.
Con decirte que dejan de comer ellos, para que puedan comer sus
hijos. Han tenido que vender su nevera. Su lavadora. Sus electrodomésticos.
El hombre se ha tenido que quedar con: 3 camisas y dos pantalones.
¡Porque el resto de su ropa lo ha tenido que “vender” para poder comer!
Un doctor que ya se ha jubilado, le suplicó a su nieto que se fue a
Panamá ¡que le consiga cualquier trabajo
y que si hay que picar carne, él lo hace!
¿Te has imaginado eso…? ¡Un profesional, con doctorado, PH y todas
esas “cosas que llaman: Diploma”! ¿Y de qué le sirven ahora…?
Casi todas las casas han colocado en el frente de sus casas…Sus
ropas usadas, sus trastes, sus televisores de ¡no sé cuántas pulgadas! Las
están rematando para poder comer.
¡Compañero…Este país entró en un canibalismo salvaje!
Aquí lo único que nos falta es que se aparezca “la pelona” y nos
lleve a todos al infierno…Pero no el de Dante.
- …Y yo que pensaba que era solamente yo… - Le dije para tratar de
mediar en algo. ¡Pues claro que yo mismo soy testigo de todo este desastre!
Ya lo que gano no me alcanza
¡para nada!
Esta inflación tan galopante, nos está dejando en el quiebre total.
…Pero… ¿Qué podemos hacer ya…?
- No seguir confiando nunca mas ni en los políticos y mucho menos en
los militares. ¡No hay Mesías, ni caudillo que venga a resolver esto! – Me
quedé meditando. Y para ser sincero, ya no quise quejarme mas, pues resulta que
muchos están en peor situación que la mía y que la del amigo en cuestión.
En lo personal, yo también he rebajado. No consigo el alimento
requerido. O no hay o no puedo adquirirlo.
…Para mi… ¡Es lo mismo!
Ya ni a mí mismo me puedo mantener.
No hay humanidad. No hay principio de nada.
Pienso…En esas parejas que tienen hijos chiquitos todavía…
¿Cómo harán…?
¿Cómo hacen para poder conseguirle leche o los pañales?
¿Qué estarán haciendo por esas pobres criaturas…?
…Mejor ni sigo ya pensando. Me siento abrumado. Ya ni dormir puedo.
Pienso en tantas familias que están perdiendo hasta su forma de caminar.
Y lo peor…Es que no le veo solución pronta a todo este drama…No lo
diviso.
© Bernardo Enrique López Baltodano 2016
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