Belbaltodano
Pasé
por una de estas calles de aspectos lóbregos e insípidos, me invitaron y sin
pensarlo ni dos veces, accedí casi en forma instantánea.
En
el fragor de las palabras y en el furor de mi efervescencia, me vi envuelto en
una situación novedosa e inimaginable.
Para
mí.
(Venía
tan envuelto en mis propias elucubraciones, muy propias de un ser tan
existencialista como hasta ahora mismo, lo he sido; Que por instantes me perdí
en mi propio entorno.
¡Cosa
rara para mí!)
-
¿Y en dónde estamos? – Pregunté ya que como había contado, estaba muy
emocionado y no me di cuenta de nada. (…Para variar…)
-
Estamos en mi camioneta – Me respondió algo molesto. (Yo lo miré de frente,
como para que se enterara de que ya me había enterado de su molestia)
-
¿Ah sí? ¿Acaso soy tan imberbe? ¿No puedo saber hacia dónde vamos? – En verdad
que me molestaba su actitud hacia mí.
-
¡Ah! Ok, vamos rodando hacia una hacienda muy bonita y exuberante. – En su
forma de responderme, sin mirarme y con total displicencia hacía mí, me tenía
irritado… (…Ya veré hasta dónde me quiere llevar este…)
-
¿Y eso? - Pregunté lacónicamente.
-
¿Te extraña? Ya dije que era una extensión de tierra, muy bella y exótica.
¿Qué
estabas, como de costumbre, en la luna?
- Me miraba con mucha sorna y esto ya me tenía ya molesto.
-
Sin ofender. Sin faltarme el respeto. Por favor. (¡…O me respetas por las
buenas…! O…es mejor que me calme…)
-
Ok., vamos hacia allá. A perseguir bichitos… - Siempre con una sonrisa burlona…
-
¿Cinegética? Y vamos a incursionar. ¿Qué, me pregunto yo?
-
¡Lo que se atraviese! – Al parecer está muy molesto.
-
Vamos a buscar venados. -Intervino Saulo – Esos son unos animalitos de cuatro
patas… (Te ves ridículo y baboso. En nada te queda bien esa mímica tan ridícula
y a destiempo. ¡Estúpido!)
¿Los
conoces? (¡Qué lástima no haber traído mi filmadora! ¡Qué ridiculez!)
¿Por
lo visto, nunca has participado en una…?
¿Verdad?
-
No. Nunca. – Le respondí ya con hastío. ¡Qué fastidio!
La noche avanzaba con increíble velocidad.
La
camioneta, iba a mediana velocidad.
En
ella estaban además de: Nuestro conductor, Saulo y estábamos con Solís.
La
conversación era muy fluida.
¿Los
temas? Variados.
Todos
son buenos conversadores.
Como
el tema que los unía era la montería, asomó el siguiente relato:
-
“En una de esas incursiones que habíamos realizado, era a la misma a la cual
nos dirigimos. Fuimos varios grupos.
Nos
unimos en aquella ocasión, ya que nos invitaron los vecinos, porque un león ó
una manada, los estaba diezmando.
Ya
las pérdidas ocasionadas por esos, los tenían fritos.
Según
nos dijeron; esas alimañas los tenían asolados.
Todos
los días, amanecían con reses descuartizadas.
Ocasionándoles
pérdidas millonarias.
Llegaron
hasta el punto de que ya los tenían sitiados hasta a ellos mismos.
Bueno,
para resumir: ¡Los mantenían sometidos a permanecer escondidos, temerosos de
que los aniquilaran!
¿Se
imaginan eso?
Ser
los dueños de extensos territorios y no poder ni siquiera: ¡Pasear!
Y
ante tanto desatino, es cuando comenzaron a preguntarse:
“No
podemos disfrutar de lo nuestro: ¿Por qué?
Un
depredador melenudo y con un gruñido muy poderoso, nos mantiene en la mayor indefensión.
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