"El Guegüence"
-
…Pero renaceré de mis propias cenizas, a las cuales me he visto obligado a
seguirte. ¿Acaso mi sacrificio de tener que vivir contigo en esa “Letrina” no
tiene precio para ti?
-
¡Claro que si!
-
¡Pero ya me verás! ¡Seré yo mismo quién
clausure semejante esperpento de lacra social! Me tocará a mí, hacer barrida y
mesa limpia. Tú aún no me has conocido en la plenitud de mi vasta y extensa…
¿Cómo podré decírtelo? Para qué me puedas entender… ¡En mi sapiencia infinita!
O sea que nunca se acaba. ¿Me entendiste?
- Si.
-
Bueno para que no te me pierdas y no hacerte muy larga tu poca comprensión…Te
decía y esta al igual que todas mis promesas… ¡Serán plenamente satisfechas!
Como siempre ha sido así. ¿No te ofrecí un chamaco?
- Si.
-
¡Pues promesa cumplida, allí lo tienes en tus brazos! ¿O no es así?
- ¡Gracias
papito!
- En
estos momentos me estoy fijando una meta, la cual no descansaremos ni un solo
instante para lograr mí cometido…y en ésto, tú me tendrás que apoyar. ¿Ok?
- Lo
que tú digas.
-
Construiré sobre esa inmundicia… ¡Tremendo rasca cielo!
Y será tan alta, que
tendré que comprar una escalera de esas inmensas…y si es necesario, pues me
compraré varias y las mandaré a unir… ¡Para que puedas subir tú…mi preciosa
princesita!
-
¡Ayyyy que bello! ¿Y harías eso por mí
mi bello? – Lo miraba extasiado mientras éste construía sus palacios de sueños.
- ¡Es
que tengo que hacerlo! ¿Sino cómo podrás apreciar mi grandeza?
-
¡Ayyyy qué bellas palabras! ¡Ya hasta te me estás graduando de poeta!
-
¿Poeta yo? ¡Ni Walt Whitman, ni Rubén Darío…ninguno de ésos, se me podrán
acercar!
No hay poético, ni poetiza que se me acerque en mi extensa verborrea
de sufridas expresiones de amor y del gozo.
¡Tú aún no me conoces en mi vasta vorágine de conocimientos incipientes
y aún no develados por mí! Y te confieso que en verdad, este cochino e inmundo
mundo conoce muy poco de mí y para que te enteres de una vez por todas: Cuando
llegue el momento indicado…
¡Me conocerán todos ustedes! ¡Ni un segundo antes!
-
¡Eres mi héroe!
- …Ya
me conocerás en mi grandeza…
-
¡Siempre he confiado en ti!
-
¿Segura?
-
Desde qué te conocí…me dije: ¡Éste es mi hombre!
- ¿Y
lo he sido?
-
¡Por supuesto que yes!
- ¿Y
estarías dispuesta a demostrármelo?
- Mi
lindo…si respiro solamente al verte. ¡Tú eres la razón principal de mis
desvelos!
No tengo vida, hasta que te tengo en mis brazos. Me derrito por ti.
- ¿Te
sacrificarías por mí?
-
¡Sí!
-
Claro, que si lo hago es por el bien de mi, digo de nosotros dos…
-
¡Tres! ¿O no quieres reconocer a tu propio hijo? Es sangre de tu propia
estirpe.
-
¡Claro…ya somos tres!
- Y
por ti, haría todo lo que sea necesario para poder hacerte feliz. ¿Acaso dudas
que te lo pueda negar?
¡Nunca! ¡Soy incapaz de negarme a un pedimento tuyo!
El
hombre la detalló bien. Guardó silencio y disfrutó de todas las promesas de su
señora. Cerró sus ojos y alzó su cara al cielo.
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