"El pasajero
desconocido"
¡…Me
tuve que hacer el “pendejo”! ¡El bobalicón! ¡El gafote!
¿Qué
otra cosa podía hacer? – Fueron momentos muy penosos para mí.
Descubrí
que el mundo entero… ¡Se detuvo, así en seco!
Él
y sus guardaespaldas…Se rieron de mi ocurrencia.
…Me
hice el loco…Y se lo creyeron.
¡Todos
se reían de mí!
¡Prefiero
pasar aunque sea “rasante”, que morir en el intento!
¡…Qué
va! ¡A otro loco con ese hueso! ¿Venirme a “cortar” con “ese” vaso de cartón?
¿A
mí, a mí? ¡No chico!
He
visto con estos mismos ojos y he escuchado con estos oídos míos…
¡Muchísimas
cosas! ¡A otro perro con ese hueso! ¿A mí? ¡No que va
¿Y
por qué te estás creyendo que aún sigo vivito y coleando? ¡Por pendejo no habrá
de ser!
¡Se
lo negué muchas veces, es más le demostré que jamás escucho lo que no debo
escuchar!
¡…Gracias
a Dios! ¡Dios siempre ha estado conmigo!
¡Nunca me abandona!
…Que
se lo creyó… …Porque es un imbécil… ¡Se cree que tiene a Dios agarrado por…!
¡De
la qué me salvé! ¡Y no es la primera vez, como tampoco: la última!
Porque
una vez que quedó electo… ¡Ayyyy mi madre!
Uno
a uno, fueron desapareciendo las personas que de una u otra forma, le
obstaculizaron algo a él. …En fila india…uno…dos…tres… ¡y muchos mas!
Era
sanguinario el hombre… ¡Atila, el huno fue pendejo a su lado!
…Compañerito,
lo que oyeron estos oídos míos, es para “agarrar palco” ya que escuché en los
bajos fondos…Al poco tiempo de quedar electo y de estar fungiendo como máxima
autoridad en todo ese estado… ¡Me dejó “helado” y “boquiabierta”!
Comenzó
al “hedor” a denunciar a sus victimas. Desapariciones de: Hombres, mujeres,
viejos, viejas y hasta niñitos. ¡Eso fue espantoso!
…Y
no debo agregarte nada mas. ¡Tú propia vida y tu seguridad puede desaparecer…
¡Y
Dios no lo quiera! ¡Mis labios deben seguir: Sellados! ¡En boca cerrada, no
entran moscas!
Y al darme cuenta de esto…Comencé a separarme.
Primero un kilómetro y después…
Poco
a poco. ¡Zaperoco! ¡Vacié!
¡Ni
ideas tienes del peligro qué pasé! ¡Hoy te “puedo” narrar “algo de lo que pasó!
¡Algo!
Yo
conocí muchos secretos de él. ¡Toneladas! ¡Ufff ni idea tienes! Ni el mismo lo
supo…
¡Morirán
conmigo! (Perdóname, pero debo hacerlo así. No me insista, ni te me quedes
mirando con esa cara de…)
Diciendo
esto, un aparatoso frenazo, nos hizo perder nuestra compostura.
En
verdad, desconocía que estaba ocurriendo ahora. Quedamos en suspensos.
Todos
nos mirábamos sin entender ni comprender nada.
¿A
qué nueva desazón nos estaban llevando ahora?
III
“La Balacera”
Al
principio no entendíamos nada. Y el escándalo fue “in crecesdo”.
Tan
solo oíamos los terribles y nefastos “pepazos” que a pesar a pleno día fulguraban
con tanta fuerza, que obnubilaba mi visión.
¡Ah
qué belleza que presagia muertes!
¿Cómo
puede algo ser tan bello – y me refiero a la explosión en sí misma – traernos
tan nefastos resultados?
¡Nadie
podrá negar que con el estruendo despeja multicolores, dignos de admirar.
…Pero
hasta allí, ya que sus efectos nos son… ¡Demoledores!
Confieso
que en ese momentos, todo era confusión y esta a su vez, genera mucha dosis de
pánico, ya que al no saber qué es lo que está pasando, esto te deshabilita y te
produce mucha sensación de perdición.
El caso es que sencillamente, estábamos
asustados.
Aprehendidos
y desorientados en un mundo tan hostil, como ilógico.
¿Quiénes
eran y el por qué pasa lo que pasa?
La
sin razón de la desorientación.
Simplemente
no lo sabíamos.
Somos
inocentes, aunque nos demuestren ¡lo contrario!
Es
mas veníamos charlando de diferentes tópicos.
Pero afuera estaban muy activos… ¡Se estaban
cayendo a tiro limpio y parejo!
…Y
nosotros allí…A la buena de Dios. Incólumes.
¡Carne
de cañón!
No
habían pasado unos segundos cuando pudimos verlos…
Eran
los “buenos” contra los malos.
O
mejor dicho: Policías contra los delincuentes.
(Por
el uniforme que llevaban algunos de ellos es que pudimos diferenciar unos de
otros…
Por
si acaso.)
-
¿Qué está pasando? – Gritaban espantados muchos de los vecinos nuestros.
-
¿Qué que está pasando? ¡Hay una terrible balacera!
-
¿Nos están atacando a nosotros? – Acusó alguien. Sembró el pavor y lo
generalizó…
-
¡No, no es contra nosotros! No - Respondió otro.
-
¿Nos emboscaron? ¡Vamos directo al
“matadero”!
…Pero
por supuesto que caímos en una encrucijada de tiros locos.
Y
estamos en la mera mitad del medio…Presas fáciles de esos…
-
¡Nos van a joder! – Gritó uno que estaba allí.
-
¿Quedaremos como un “colador”? ¡No quiero morir tan joven!
-
¡Cuidado con una bala perdida! – Vociferaba otra ya fuera de sí misma.
El
chofer angustiado comenzaba a pegar alaridos, halándose las cuatro mechas que
aún conservaba en su pensera.
(Dándole
el “buen ejemplo” al pasaje en general.)
Las
mujeres que estaban allí gritaban y gemían, pero no querían perderse de nada
cuanto estuviese aconteciendo. ¡Qué graciositas!
Tremenda
incongruencia: Sabían y estaban consciente del tremendo lío en que habíamos
caído, pero a su vez su instinto de “chismosa” las mantenía en vilo, allí
desafiando las fuerzas de la violencia, simplemente por esa ansía de enterarse
para ir a echar “el chisme”.
Pronto
nos dio la impresión de que se acabaría ese tiroteo.
¡Qué
ingenuidad de mí parte! …Estoy por
reconocer, que me gusta la paz.
(¡Eso
era lo que yo ansiaba!)
En
cuestión de angustiosos segundos, que se transformaron en tiempos que no
querían pasar.
Aparecieron
unos carros de patrullas y una decena más de motorizados, que llegaban de todos
los lados.
(Nos
alegramos ya que pensábamos que ya se arreglaría ese incidente.)
-
¡Nos van a secuestrar! – Chilló un carricito.
-
¿Pedirán “rescate” por nosotros?
-
¿…Y lo pagarán…?
-
¿Saldremos en la tele?
-
¡No, saldremos en la última página de los periódicos!
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