"Cachirulo"
- ¡Perfecto! Lo único
que me le hace falta, es cogerle el ruedo.
¿Cuántos son? Uno,
dos…Tres.
Por acá…Sí, hay otros
dos más.
Bueno, tengo que
buscar una bolsa y meterlos allí.
¡Me los llevo!
¿Tendrán camisas?
¡Averigüémoslo!
Aquí hay una
bolsa…Está repleta de: Pantalones, camisas…Medias…
¡Aleluya!
¡Aquí se armó un
limpio! ¡Ya hice mi comprita de ropa!
Y ropa de calidad. De
marca. ¡Qué bien!
Y así fue recorriendo.
Cuarto por cuarto.
Y era lo mismo.
Entraba, y el cuarto ordenado.
¿Y cuando salía? Todo
desordenado. Tirado y roto por doquier.
- ¡Jefe…Ya estamos
listos!
- ¿Ya Temblao?
- ¡Sí!
- ¿Y te gustó lo que
te preparé?
- ¡Claro, calidad,
calidad! ¡Gracias jefe!
- ¿Y a ti…Te gustó Atorao?
- ¡Calidad, calidad,
jefe!
- ¿Quedaron todos
satisfecho?
- ¡Sí, jefe! – Respondieron
como si fueran niñitos.
- Jefe… ¿Puedo
llevarme a una de ellas…?
- ¿…Llevarte a una de
éstas?
- ¿Estás loco hijito?
¿Y tanto te gustaron?
¿Pa Dónde Atorao?
- ¡Pa mi casa…Me gustó
muchísimo, jefe!
- ¿Pa tu casa? ¿Estás
goloso muchacho?
¿Y acaso, tienes en
donde tenerla?
- ¡Está muy buena!
- ¿Quedaste con
hambre, Atorao?
¿Acaso no quedaste ya
satisfecho…?
- Seguramente, que
dentro de poco tiempo…Me dará más ganas.
- ¡Estás goloso Atorao!
- Jefe…Lo bueno se
repite. ¿Dígalo ahí?
- Bueno, ya veremos.
De todos modos, si siguen conmigo… ¡Tendrán muchísimas más!
- ¡Claro que sí, jefe!
– Afirmó Er Kike.
- ¡Y si así llueve…Qué
no escampe, jefe! – Le aseguró El Temblao
- Bueno, vamos a
terminar nuestro trabajo. ¡A lo que vinimos!
- ¿Por dónde arranco
jefe? – Le preguntó El Atorao.
- Vete a llamar al
Gordo y al Avión.
Kike, vete con él y
sustituye al Avión.
- Ok jefe.
- Los demás, comiencen
desde arriba.
Atorao y tu
Cachiporras, vayan al último piso.
Ya saben, vayan
despacio. No tenemos prisa alguna.
Nada debe quedarse.
¡Arrasen con todo!
Todos corrieron a
obedecer las órdenes. Aguardó a que entraran El Avión y El Gordo.
El amorfo llegó por un
lado y su gordura, por el otro extremo. Se les notaba con mucho cansancio. Al
parecer la guardia y el sueño, estaban haciendo mella en su ánimo.
- ¿Ya me toca mi
turno, jefe?
- ¡Sí Gordo, ve!
- ¿Y a mí, me dejaron
algo?
- Allá arriba, tienen
todo. Son: ¡Cinco carnitas!
La noticia fue de
tremendo impacto para los dos cansados gladiadores.
De inmediato la buena nueva, los volvió a la vida de una
forma instantánea. Y casi sin creerse, comenzaron a bailar y a cantar plenos de gozo.
- ¿Cinco…Para nosotros
dos, solitos?
- ¡Vayan y apúrense!
Ya pronto va a comenzar a amanecer y tenemos que salir de aquí con la
oscuridad. ¡Apúrense!
Los vio correr,
parecían dos carajitos.
(¡Ah estos hijos míos!
Se contentan con un plato de tercera. ¡Pero así son ellos, de elementales! Y
por eso, les tolero sus malacrianzas. ¡Allá van…Contentísimos! ¡Pobrecitos…Se
conforman con la bazofia…!)
El Avión, delgado y
ágil. ¿Ágil…El Avión? Más bien parecía una tortuga. Pero en esta ocasión, cosa
muy extraña…Cómo que le habían metido un
cohete por…
Más rápido es el
Gordo. Aunque ese grasero, se le bambolea de un lado, para el otro.
Chequeó la hora: 4, 15
a.m.
- ¡Malo, malo! Ya mi
reinado, se está acabando…
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