Pero su terrible enemigo…No ejecutaba ningún movimiento.
Le intrigaba, ese inmovilismo.
¿Por qué no le daba su certero golpe?
¿Por qué no lo cercenaba ya de una buena vez? Que no sea tan
cobarde…
¿Asustarme así en este momento en que me encuentro absolutamente
solo?
¿Y por qué no me ataca en el momento en que tengo a todos mis
hombres, ah?
¿Y si es un Dragón o un malévolo oculto…? ¡Y yo con una navajita
y una pistolita!
¿Cómo podría defenderme si me ataca, por ejemplo una gigantesca
araña pelúa y malvada?
¿Es esto correcto, ah? ¿Verdad qué no?
Eso no se le hace a un hombre. No es justo ni correcto.
Se prometió a sí mismo, que si salía de ésta…No haría hacer
sufrir a su próxima víctima.
Y si me tocara a mí, con gusto le doy todas las garantías de que
su muerte será no solamente segura sino que justa. En cuanto a lo doloroso, no
puedo dar garantías al respecto.
¡No era justo! ¡Ya acaba conmigo de una buena vez!
¡Es una verdadera cobardía, hacerme sufrir de esa forma!
(“¡Prometo, formalmente…Nunca más haré sufrir a mí próxima
víctima!
¡Esto no es Honroso!
A un hombre, siempre hay que darle una oportunidad. Y más si ese
hombre, soy yo.
¿Me estás viendo sufrir? ¡Qué valiente que eres!
¡Acaba conmigo ya de una buena vez! Aunque ni te creas que me
estás asustando.
¡Yo soy un Dios, en mi mundo! Y no es justo que me hagan sufrir
de esta forma.
¡Mátame ya!”)
El valiente jefe intentó
poner su diestra, para recibir el mamonazo de una vez por todas.
Y aunque quiso cerrar sus
parpados, no lo pudo lograr.
De repente, un ruido casi imperceptible se originó de alguna
parte.
Instintivamente, y temiendo siempre lo peor…Corrió de un lado a
otro…Y no para huir o esconderse, sino más bien para conseguir un mejor ángulo
para poder hacerle un mejor frente y poder combatir en posición ganadora, para
él.
- ¡Diosito…Diosito…!
Dirigió su mirada, hacia el sitio, que creía que se originaba
ese ruido.
Cerró sus ojitos y se hincó en posición de rezo.
Y de repente, percibió que ya los fulminantes ojos…Ya no lo
miraban.
¿Se escapó? ¿Acaso me tuvo horror al ver la velocidad de mis
desplazamientos?
¿Qué le habrá pasado entonces? ¿Te asusté, verdad?
Y hasta llegó a pensar para sí mismo:
“Y eso que no me dio tiempo de lanzarle una de mis maldiciones”
Y de una forma, casi inmediata, se percató que un gato huía…
- ¿Un minino? …Un inmundo
y despreciable…
¿UN MICIFÚ me tuvo aterrorizado…Un miserable y sucio?
¿…Un miserable…Un enano
miau, miau…?
El caza ratones, corrió despavorido. Como percibiendo, que si lo
lograba agarrar…Seguramente que lo despellejaría por su osadía.
¿Sería posible, que ese miserable pícaro, se percató del pánico
que sentía ese desdichado?
¿Será cierto?
¿Será que lo disfrutó?
¿Y que por esa sencilla razón, huía despavorido?
¿O es que verdaderamente, es un demonio y se apoderó de su
cuerpo?
…Es posible, todo en este mundo oscuro es: ¡Patas arribas!
- Me inclino a pensar…Qué un ánima en pena se apoderó de esa miserable existencia…O que
quizás un diablo que quiso jugarme una de esas jugarretas. Pero fracaso en su
intento.
Seguramente que fue así... ¿De qué otra forma, podría haber
sido? No encuentro otra remota explicación. No tiene lógica alguna. Ni creíble.
Y eso me podría explicar, el por qué, nunca se atrevió a
atacarme.
Con seguridad, que se atemorizó. Algo en mí, lo asustó.
¿Será qué pudo apreciar mi magnificencia? ¡Pues claro que si!
Es muy posible…Qué se pensaría…
…Si lo ataco…Me destrozaría…Mejor me quedo quietecito…
Así debió haber sido. Y por más, que me lo sigo pensando…
¡Es qué tuvo que ser así…Y no hay de otra! – Se complacía a sí mismo creyéndose su propia
explicación. Así que respiró profundamente…Ya no existía peligro alguno.
Respiró libremente.
Pronto, se sintió liberado. Ya nada le dolía.
Se alegró mucho el que pudiera volver a ser dueño de sus propios
movimientos.
Movía sus dedos, sus brazos, los dedos de sus pies recobraron
movimiento.
Movía sus extremidades.
- ¡Qué bien me siento! ¡Aleluya…Diosito…Te debo esta! Y
recuérdame…Para pagártela…Tu bien sabes, que no escatimaré en ello. ¡Y siempre pago y te consta! ¡No te quejes!
Pronto, volvió a su realidad. No aparecía ninguno de sus
compinches.
- Menos mal…Que ninguno de esos inútiles me hayan visto. ¿O
sí? ¿Me habrán espiado?
Porque si llego a enterarme de esto. ¡No será por mi boca!
Entonces es posible que exista un miserable traidor. ¡Eso sí puede ser cierto!
¡Un Judas y hablachento además!
…No veo a nadie…No. Seguramente, que se estarán drogando
nuevamente. Porque pensándolo bien, si alguno de ellos me espió… ¡Tendré que
echármelo al pico! ¡Nadie podrá dudar de mi hombría! ¡No seré el hazme reír de
mis propios hombres! ¡Nunca!
Así, que volviendo a su instante.
Arrugó nuevamente sus cejas. Chequeó su reloj y lo cotejó con la
luna. Era tarde.
Sábado; 04 - Dic -2. 014.-
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