¿Cómo puedo creer, que sea él mismo quién decrete mi desgracia?
¿Cómo en mi sano juicio…Puedo aceptarlo?
¡Es imposible para mí, aceptar esta dicotomía!
Esto es inaceptable.
Y tan es así, que es como si yo pudiese aceptar la maldad dentro del amor.
O dentro del amor, que exista la maldad.
¿O eso es así?
¿Podré estar equivocada?
Y de ser cierto esto… ¿Quién podrá tener la verdad?
O podré lavarme las manos como lo hizo: Pilatos.
Hay muchas cosas  que para mí son una incógnita.
Pero de lo que sí es cierto  y de ello, yo  misma puedo dar fe…
Es de que una vez, tuve una familia bella.
Un marido  afectuoso y dedicado a mí y a mis hijos.
Un hombre excepcional.  Pero hoy en día, debo declarar que: Fue en un pasado.
¿Hoy? Ya no existe.
Lo que existe de mi marido, es una piltrafa humana.
Todo derruido. En ruinas.
Ya no tiene esa fuerza.
¿Para mí?
Ya no tengo futuro, solamente me acompaña: Mi pasado.
Soy una mujer  en la flor de mi vida. Pero sin futuro.
¿Mi futuro? Mi pasado.
¿Qué podré esperar ya de esta vida?
¿Qué podré aspirar? ¡Nada!
He sido violada, hasta la saciedad, al igual que mis hijas.
¿Puedo tener futuro?
Sí. Quizás salga preñada.
O tal vez, mis hijas.
¿Qué podremos parir?
¡Bestias deformes!
¡Engendros, piltrafas y remedos humanos!
¿Qué más puedo aspirar?
¿Ser la madre de semejantes engendros, que ni siquiera son de la naturaleza, sino de la bajeza humana?
¿Qué maravilla, saldrán de nuestros vientres?
…Perdónenme mis vecinos queridos…Perdónenme… ¡Me he extralimitado!
¿Los he ofendidos? ¿En verdad…?
¡Lo lamento muchísimo! Se y me consta, que de nada son culpables…
¡Al contrario…Han intentado ayudarnos…Perdónenme!
Soy un ser femenino, que anteriormente, gozaba de mi vida.
Hoy, sigo siendo femenina, pero con mucho dolor a cuesta.
La vida me ha llevado a una encrucijada, muy solitaria.
¿Mi marido?  …No sé, si logrará sobrevivir.
¡El pobre! Aunque, no fue violado…Actúa como tal.
Asume todo el dolor, todo el desgarro mío y de mis hijas.
…Y se siente culpable. ¿Culpable él, de qué?
Se lo he dicho una y mil veces  pero él, no lo acepta como tal.
¿Y cómo hacerle ver a alguien, que no acepta más nada, que lo que él mismo cree?
Es cierto, que no hay peor ciego, que el que no quiere ver.
Ramoncito fue todo para mí. Y hoy, que más lo necesito…Se me está hundiendo en el fango.
¿Y yo qué puedo hacer por él?
¿En qué más lo puedo ayudar?
¡Me estoy desgarrando, en trizas, en cintas! Estoy perdiendo mi esencia de mujer.
¿Y lo peor? Qué he intentado por sobre todo, ayudar a los míos.
…Pero, por primera vez en mi vida… ¡No he podido lograrlo!
A pesar de que los tengo tan cerquita de mí… 
¡Están muy alejados!
Y por más que les grito: ¡Aquí estoy! ¡A tú lado!
…O no me ven…O no me escuchan…O no me sienten…
¿Qué mal he hecho? ¡No lo sé! Y seguramente, que lo habré hecho…
Pero no he logrado descifrarlo. ¡Me es ajeno!
¡Amor, no me dejes! ¡Llévame contigo!  …No logro sentirlo.
No logro asirme ni a él, ni a mis hijas…
¡Estamos como enclaustrados, en nosotros mismos!
Nos vemos, pero no nos miramos…
Nos sentimos…Pero no logro palparlos. Es algo, imposible para mí, describirlos…
No sé  ni cómo decirlo, ni mucho menos  expresarlo.
- ¡Cómo mujer…Te entiendo Esther!  …Y me desespera  porque no consigo la forma, ni el medio, para que tú me puedas entender o asimilar. ¡Sufro mucho, al verlos así!
Mi marido Diego y yo, hemos estados muy quebrantados desde ese entonces.

¡No sé ni qué hacer, ni qué decir!



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