En este día...









Estas palabras inconexas las leerá una multitud...Pero solo unos cuantos se podrán sentir aludidos.

Porque Hombres ¡hay muchos!
...Pero PADRE...Son apenas unos...Cuantos



...Un recuerdo añejado de mis años..









Padre es la brisa que refresca mis días,
es la luz que guía mi oscuridad,
es  la presencia que en adelante,  preservará mis senderos.
Padre es el suspiro de un niño abandonado,
que en los momentos mas triste le da su corazón 
para avanzar cada vez mas y mas.
Es una ilusión que en días aciagos
acampa en mis recuerdos.
Fuerza que me inspira y que no ceja, 
aun con el paso de los años.
Papá es una oración que tiene todos los elementos
con los que se nutrirá mi existencia.
Abuelo es la culminación de varias existencias
en un mismo cuerpo, en una sola encarnación.
Abuelo es la premisa que guía mis días...
...Y por eso, en la lentitud de mis años otoñales,
alzo en mi memoria aquellos recuerdos cuando mi viejo
en sus brazos me cargaba.
Padre soy cuando alzo a cada uno de mis hijos,
y en mis añoranzas suspiro por sus entelequias...
Abuelo engrandece mi existencia, cuando en mis brazos cargo
a cada uno de los frutos de mis hijos!
Es la culminación de algo que aun no he finiquitado.
Es la reminiscencia de lo que vino y por circunstancias...
Solo me han dejado...









Nota muy especial:

Entendiendo que al tratar temas donde el dinero esté inmerso; pues trae una cantidad de resquemores. (Hasta de sinsabores o molestias.)
Lo entiendo, pero la realidad circundante que impera actualmente en mi país: Venezuela (El cual considero que la inmensa mayoría sabe y hasta lo entiende, en consecuencia lo asume como tal.) me impide a mí en lo personal a obtener el dinero necesario para poder sostener mis gastos, por esta razón,  me veo en la imperiosa necesidad de tener que dirigirme a la consideración de cada uno de mis lectores.
También puedo expresarme de esta forma: Si usted amigo(a) lector(a) cree conveniente abonar o suministrar  lo que    
-a bien pueda-   de acuerdo a su conciencia  (y a su bolsillo o cartera) para que estas páginas en donde publico mis Cuentos, Relatos, Narraciones, Poemas y hasta Novelas puedan seguir saliendo como anteriormente lo hacía
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BOD
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Bernardo Enrique López Baltodano 
C.I. No.: 3. 932. 524
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Por su atención… ¡Un millón de GRACIAS!!



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Madrugada.





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Eran las 5 am








Los faroles iluminaban las calles, y había luz suficiente en los frentes de las casas, serían mas de las cuatro y media de esa madrugada.
Por allá a lo lejos se escuchan los sonidos habituales que a esa hora producen.
…Y yo voy pendiente de cada espacio oscuro, pues podía ser atacado por los ladrones que a esa hora pueden andar en sus asechanzas, por esos lados.
Mosca. Pendiente de todo mi entorno. Siento que andar solo, trae una serie de inconvenientes…Y este puede ser uno de ellos.
Transito obligado por las circunstancias, pues actualmente estoy trabajando vía internet con un portal de noticias mexicano  y debía conectarme a las cinco de la madrugada, y en mi casa no tengo el servicio de internet.
Mi amigo Leandro Perozo, me está dando la oportunidad de poder conectarme desde su casa…Pero debo acudir hacia allá. Distante unas cuantas cuadras de mi hogar. ¡Y bueno! ¿Qué otra cosa  podía hacer…? Cuestiones laborales.
Ando con sumo sigilo, pendiente de cualquier movimiento brusco.
…No es prudente circular por allí a esas horas…Pero…
¡Qué otra cosa podía hacer?  He de hacerlo.
Cada ruido es sometido por mi alerta temprana.
Es preciso andar vigilante todo el tiempo.
Es una zona un tanto desolada.
Y a esa hora, nadie caminaba por esos contornos.
La luz de la luna iluminaba los espacios vacios, a mi lado derecho contemplo un solar vacío, visualicé una cerca  elaborada con sobrantes de construcción, una entrada incógnita, y al final un espacio sumamente oscuro y lóbrego.
…Y de repente…Escucho unos extraños forcejeos. ¿Qué será…? Qué será…
Agudizo mejor mi campo visual y veo allá a lo lejos… ¡Qué es eso…?
Unas figuras masculinas. Pequeñas…Ha de ser por la distancia…
Danzan como si fuesen pequeños demonios, diablillos danzantes que portaban tridentes en sus manos. En son de guerra…Qué de visualizaciones tengo.
Oscilan en forma amenazante y desorganizada. Hasta parecen embriones o larvas…Emergentes de mundos insospechados.
A simple vista, producen mucha desazón… Susto. Incredulidad…
No logro ver bien. Pero lo que veo, me causa mucho estupor.
-      …Algo extraño pasa…Veo unas extrañas figuras… - Me digo mientras disminuyo mi andar. Algo me indica que debo andar con sigilo.
Unas figuras anónimas se agitan en movimientos un tanto peculiares, pero la violencia es su signo. Vacilantes. Veo que corren. Andan…
Intento enfocar mejor. Instintivamente disminuyo la velocidad de mis pasos.
-      ¿Qué será eso…? – Me digo entre dientes. Incrédulo sospecho lo peor.
Una figura porta algo voluminoso entre sus manos.
Corre de una dirección a otra. Se detiene.
Veo que emerge otra figura. A lo lejos interpreto que son figuras dantescas.
Un sudor frío, emerge por alguna parte de mi humanidad. Estoy indeciso.
¿Sigo…? ¿Me devuelvo…? ¡Qué ironía…Debía acudir a mi trabajo!
Me encuentro a menos de unos cien metros.
Portan algo parecido a enormes palos. Los agitan.
Veo que salen de una casa. Entran. Dejo de verlos.
(En un principio pensé…Y anhelé que fuese algo producido por el enorme sueño, ¿será una terrible pesadilla…? Decido seguir.)
¡Y de repente brotan como por generación espontanea!
Ahora ya son tres. Asumo que son hombres. De distintos tamaños.
(Me emociona…Pero es que al darme cuenta de que mi misma persona forma parte de todo esto…El estar consciente: Me causa estupor.)
Sigo disminuyendo mi marcha. Sujeto en mis manos mi mini laptop.
…Ya me encuentro a unos escasos sesenta metros…
Puedo ver que son hombres.
¡Síííí! ¡Sí! Son humanos, luego no son producto de mi imaginación.
Van vestidos de la cintura para abajo.
Noto que están violentos. El miedo emerge en sus rostros.
Pero entre ellos mismos se dan el valor requerido.
Descubro que llevan enormes varas. Uno lleva un trozo de hierro enorme.
Otro lleva algo parecido a un enorme rastrillo.
Los veo que se aúpan unos a otros. Como para darse el valor necesario.
-      ¡Hay que matarlo! – Escucho a lo lejos.
…Ya me encuentro a menos de treinta metros…
Corren y se meten por una de las calles. Me parecen etéreos.
Señalan por esa dirección. Corren en medio de sus gritos, profieren gritos.
Escucho: ¡Hay que matar a ese ladrón desgraciado!
Sigo andando. Ya estoy llegando a la esquina.
Veo que sale otro mas de la casa de Leandro Perozo,
¿De la casa a la cual voy? …Sí…Así parece ser.
…Qué extraño sortilegio…
El mismo común denominador…Miedo y cólera. Deseos de venganza.
En ese mismo instante, pasa a mi lado. No veo que perciba mi presencia.
Está absorto, obsesionado por agarrar al sujeto que les está haciendo daño.
-      ¿Qué pasó? – Le pregunté muy intrigado, pues salió de la casa del amigo Leandro.
-      Un ladrón. Lo estamos persiguiendo. Hay que matar a ese asqueroso. – Me dijo mientras continuaba en su camino, siempre pendiente de los compañeros que segundos antes habían acudido por esa misma calle.
Me apresuro a ingresar a la casa del amigo. Introduzco la llave y logro abrir el cerrojo y rápidamente me meto.
Y cuando cierro la puerta, escucho despavorido una voz masculina, que me grita…
-      ¿Quién es…Qué quiere…? – Atónito quedé pasmado.
Escuchaba la voz ronca, pero no lo veía por ninguna parte.
El hombre se desliza cerca de mí y fue cuando me reconoció y me dijo en tono muy nervioso…
-      ¡Ah es usted! ¿Y qué hace aquí a esta hora? – Reconocí al hombre.
Era uno que vivía en esa casa. Que al llegar a mas o menos unos cuatro metros me reconoció…
-      ¿Qué pasó…? Vengo a trabajar… – Le dije trémulamente, en medio de un momento muy impreciso, pues ya había llegado varias veces a esa hora, pero nunca me habían recibido así.
Por lo normal, llegaba y todos dormían. Pero hoy, no fue así.
-      Unos ladrones se metieron y robaron el auto de Hugo.
-      ¿Y cómo fue eso?
-      Yo estaba llegando en el preciso momento en que ese caco se encontraba dentro del carro de Hugo Rafael.
Y en cuanto lo vi, le pegué varios gritos y el muy mal parido, corrió.
Y en el acto comencé a gritar: ¡Ladrón! ¡Ladrón ¡Hugo Rafael se están robando tu carro!  Y se fue por el patio. Cuidado.
No vaya a ir allá. Creo que aun continúan allí.
-      ¿Y qué hace allí? – Le pregunté cuando lo reconocía,  era Rafael.
Portaba tres enormes varas, incluyendo una barra metálica de enormes dimensiones. Sus ojos brillaban en medio de la oscuridad, a pesar de ser de tez clara.
-      Estoy cuidando que no salga por el estacionamiento.
Porque si viene por aquí, pues lo estoy esperando para matar a ese malayo.
Cuidado. No vaya por allá. ¿No ve que allí puede estar ese tipo? – Yo le dije que casualmente era allí adonde tendría que ir,  el espacio que usualmente ocupo cuando me conecto a internet, por razones laborales debía acudir a esa hora, pues mi trabajo arranca a las cinco de esa madrugada.
Rafael me miraba como si yo fuese un bicho raro…Y de repente me espetó…
-      ¿Usted viene de lejos?
-      Vivo como a cuatro cuadras de acá…
-      …Usted no debería venir a esta hora. ¡Está exponiendo la vida misma!
Cuide su vida. No haga esto. Es mejor perder un buen trabajo…Y no la vida…
¡No lo haga! La vida es muy preciosa…  – Me lanzó esa advertencia premonitoria, mientras en eso vi que Hugo bajaba del primer piso, debía venir de su habitación.
-      ¿Y Perozo? – Gritó Hugo y sin esperar respuesta alguna, comenzó a llamarlo desde la puerta de entrada. Por cada una de sus ventanas.
-      ¡¡Perozo! – Escuché a Rafael que llamaba desde otro ángulo de esa inmensa propiedad.
Escucho el llamado como si fuese un pregón…Una y otra vez…Pero el amigo sigue sin aparecer.
Yo continué hacia el sector en donde usualmente laboro.
Y fue cuando vi el carro de Hugo Rafael Ariza. Encontré que tenía una puerta abierta y con el vidrio de su ventana casi abajo.
-      ¡¡¡Perozo!!! ¡¡¡Perozo!!! – Gritaban clamando por la presencia del dueño de la casa. Pero él seguía  sin  aparecer.
-      ¿Qué le robaron al carro? – Le pregunté a Hugo, quién en ese preciso instante revisaba su propiedad. Es un carro de cuatro puertas. Pequeño.
Con placas de taxi.
-      Se robaron el equipo de sonido. Me rompieron la consola. – Me dijo nada mas entrar. Vi la angustia reflejada en su rostro. Su impotencia.
Siguió chequeando para verificar que mas daño le habían causado.
-      ¡¡¡PEROZO!!! – Escuché a Rafael que golpeaba la reja de protección de una de las ventanas. Pero el amigo no daba muestras de andar despierto.
Ubiqué mi puesto y saqué mi mini y me conecté…Ya eran las 5,12 am.
Comencé con mi labor y trataba de andar siempre pendiente. Escuchaba allá a lo lejos, como los que perseguían al malhechor daban muestras de su persecución. Golpes secos retumbaban como un eco premonitorio.
Ladran perros allá, y por otro lado. Y luego silencio.
Amén de una bandada de perros y gatos que chillaban furiosamente, en las diferentes propiedades  se producían. La batida era exhaustiva.
Poco a poco, se fueron distanciando esos ruidos.
Ya era el silencio de cualquier amanecer.
…Pero después de eso…Los minutos seguían su recorrido.
Pronto comenzó a clarear. Otros sonidos dominaban el escenario.
Todo parecía indicar que los mal vivientes se habían dado a la fuga, con el fruto de sus saqueos.
Rafael con toda seguridad, ya  había abandonado su sitio de vigilancia.
Hugo ya había subido a su habitación…Y yo continuaba con mi labor, siempre pendiente de cada rincón. De cada ángulo de esa casa.
Ya para ese entonces, eran las siete de la mañana y fue cuando abrieron la puerta.
Era María la nuera de Leandro que salía con el cochecito de su hijito Luis Ángel.
Y cuando le narré todo lo que había ocurrido, corrió y llamó a su suegro.
Pronto vi a un somnoliento Leandro Perozo.
-      ¿Qué pasó?
-      Se metieron en tu propiedad. Robaron el carro de Hugo. – De inmediato miró hacia una de sus paredes y me dijo señalando…
-      ¡Se robaron las cornetas!  …Y dejaron los cables. Lo jalaron. Destruyeron sus cables. – Efectivamente, en la pared visualicé el espacio en donde hasta hacía poco estaban sus cornetas.
-      Tenían mas de 20 años colocadas allí. Y ya sé quién fue: ¡Williams!
Ese degenerado le di trabajo… ¡Y entró fue para planear ese robo! Desgraciado, malparido… - Dijo mascullando su cólera mientras chequeaba todo a su alrededor.
-      Cuando ese malayo vino, Hugo se le abrió y comenzó a regalarle ropa suya…Y mira con que le está pagando. La verdad es que hay unos tipos…Que lo que se merecen es… - No pronunció en palabras lo que andaba pensando, pero por sus gestos asumí que seguía muy molesto con esa persona, a la cual afirmaba que había violentado la paz de su casa.
Y yo me quedé allí sentado, trabajando, mientras él hacía un recorrido por su propiedad. Noté que se encontraba muy molesto.
Y mientras lo hacía…Las palabras lapidarias de Rafael…Bullían en mi mente…
“No lo haga. No exponga su vida. La vida es muy valiosa”







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