Es que en ocasiones...Parece...











“Esto fue mas o menos
lo que me dijo”



- Cuando yo estaba “viviendo” entre ustedes, las pasiones devoraban mi ser.
Atormentado por muchas variables, que en ese entonces me consumían…Ya no tienen asidero en mí.
El cuadro moral en el que me encontraba sumido, me obligaba y me atenazaba; que en ese entonces creía firmemente en que debía ejercer mis acciones y mi forma de ser, en ese marco tan estrecho y asfixiante (creía o por lo menos todos los que me rodeaban, así me lo hacían creer.) pero en esta ocasión debo reconocerte…
¡Cuán equivocado y errado me encontraba!
…Cuantas acciones sin sentido alguno se cometen en ese cuadro tan agudo y degradante…
Y es hoy, después de haber pasado esa barrera en que nuestros mundos se encuentran apartados, cuando logro percibir muchas sensaciones que hoy en día, ¡que me hacen tenerme lástima!   -aclarándote esto: ¡Cómo me cuesta hacerme audible (y entendible) en ese mundo en el que antes yo mismo estaba…Y en el cual aún sigues tú!
Te he tratado de explicar muchas cosas, pero me doy cuenta, que para que me puedas oír, debo “entrar” en ese denso y espeso espacio, en el cual yo mismo llegué a considerar “mi mundo” (Siento un natural rechazo, a volver a entrar allí…Espero que lo asumas tal como te lo estoy expresando.)
Me doy cuenta de muchas cosas, las percibo y las asimilo en su justa medida   -no como antes-   lo reconozco.
No tengo espacio, no tengo limitación a nada.
Y ahora mismo, estoy haciendo un esfuerzo inaudito, solamente con la intensión de que me puedas por lo menos percibir.
Ya no puedo   -ni quiero-   volver a utilizar aquella forma como tú mismo me conociste.
Y no solamente tú, toda la gente que así me conocieron.
Ya mismo, te puedo afirmar que todo lo veo.
Todo lo oigo.
Lo percibo.
Pero ya no me abrasan las pasiones.
No hay tristezas, ni sombras a mí alrededor.
Ya no me limitan los llamados: “sentimientos”
No sabría expresarte   -en tu forma de “ver” y de “entender”-   lo que es mi intención de transmitírtelos, y me he dado cuenta de que mis sonidos, mis vibraciones…No te llegan.
Es por ello que me veo precisado a tratar de expresarte    -en tu muy limitado entendimiento-   y me doy cuenta de que ya no es lo mismo.
Existo en toda la Creación.
Ya nada me limita.
No tengo fin.
No ocupo el espacio de antes  (y esto me llena de alegría.), pero  te puedo afirmar que:
No tengo el hambre que antes sentía.
No me asedian las “necesidades corporales”
Mi cuerpo no me aprisiona.
Aspiro, expiro con total libertad   -pero no como tú crees que hago-   bueno a decir verdad, antes pensaba igual que tú…Cuando podíamos vernos y hablar.
¿Te recuerdas…?
…No. No creo que lo hagas, ya que en el nivel que me estoy expresando, tú no estás “consciente” como  deberías.
Pero no te preocupes, mas tarde o mas temprano, vendrás a las mismas…Digamos: “latitudes y longitudes”,  ¡es que me cuesta hacerme entender!
Y es claro, ya no vivimos en la “misma onda”
Antes creía firmemente en muchas cosas, que hoy mismo…Las desecho.
¿Y sabes el por qué…?
Porque son un lastre.
Es como cargar todo un edificio encima de mí    -tal como antes lo hacía yo mismo-    ya en este momento  -que no es el tuyo-    y en esta llamémosla: “dimensión”    lo tengo en un concepto   -por llamarlo de alguna forma-   en desuso,  porque sencillamente es pura banalidad.
Te quiero decir, que hoy contemplo desde mi ángulo de existencia,  todo cuanto pasa en cada uno de mis seres que en un tiempo me fueron tan importantes…Pero que ahora mismo, ya no lo son.
Ya ese mundo no es lo mío.
Me paseo en toda la  Creación, y entiendo que así como antes “creía”    -cuando “vivía” entre ustedes-    que todo lo que “veía” era todo lo que existía…Pero ya mi querido amigo, no lo veo así.
Quisiera transmitirte muchas cosas, que hoy en este instante, estoy experimentando         -pero me encuentro muy limitado-   mejor dicho: ¡tú lo estás!  
Y  a decir verdad, ahora mismo me cuesta volver a adaptarme a esta densidad.
Me siento sofocado. Asfixiado.
Me siento demasiado ajustado.
Y no me es agradable ya, permanecer en esta: tu vivencia.
Por ello mis expresiones me son muy “limitadas” (Tanta estrechez.) algo así como: No puedo hacerte entender lo que te quiero expresar.
Las mujeres que mas amé   -en ese vivir mío-   ya no las veo, ni percibo como tales.
Soy testigo de cada pensamiento, sentimiento y accionar de ellas.
Y sé, porque leo sus mentes, que saben   -o por lo menos, así se lo sospechan-   que las estoy vigilando.  “Eso  creen cada una de ellas” Mas sin embargo, no es así.
Tan sólo trato de protegerlas. De guiarlas.
Pero ya entendí…Creen que ya no existo.
Y como no me pueden ver, ya no pertenezco a su “modo de existir”
“Ver para creer”   (Antes pensaba igual.)
Ni me sienten. Sus sentidos   -al igual que los tuyos-   son muy cortos e inexpresivos.
No tienen la percepción que hoy mismo tengo   -y los entiendo-   ya que yo mismo viví así…Por muchos años.
Y como te dije hace un rato…Ya soy libre.
Vuelo como el aire.
Como el viento que nada lo contiene.
Como la luz que vibra a través de muchos mundos y cuerpos opacos   -aunque no la perciban como tal-   pero así son las cosas para mí, en estos momentos.
Mi visión es imperceptible para ti.
¡Cuánto lamento! Que no puedas acceder a mí   -actual-   modo de percibir. Te encuentras demasiado limitado    -yo antes, también lo estaba-    y  por esa razón he acudido a ti, en este momento en “que te encuentras dormido” y que en medio de tus ensoñaciones creerás que has soñado conmigo   -y ¡hasta es mejor que así te lo sigas creyendo!-    pues es mejor que sea así.
Solo deseo expresarte, que aunque no me veas, ni me oigas   -eso no quiere decir-   que no existo. Aunque en parte es dado, pero no comprobable. En fin, no me quiero enredar mas, tratando de hacerte fácil y entendible lo que deseo transmitirte. Sé feliz. No sé cómo lo podrás lograr. Tan solo te deseo que sigas los lineamientos de tu corazón y de tu entender. Quisiera ayudarte mas, pero como ves…Me cuesta mucho y temo que se desvíe mi intención inicial.
Trata por sobre todo: ¡Vive!
Y permite que los que te rodeen, no te tronchen tu camino   -o tú a ellos-    que cada uno ha de hacer, lo que le corresponda.
No soy juez, no soy parte, no soy mas que…
Un suspiro (Para algunos: “un recuerdo”), en esta inmensidad que aún   -aunque no te lo creas-   no conozco en su profundidad.
¡Hasta siempre!










© Bernardo Enrique López Baltodano 2015


Te pido Mi Señor y Mi Dios:
Que las pasiones y la avaricia
sean anuladas,
y su efecto  se vuelva en contra de ellos mismos
que las acciones de los que quieren destruir esta nación
para lucrarse y obtener mas dinero, mas poder, sin importarles para nada a nosotros, que somos Tú Pueblo.
Señor: ¡Mídelos y júzgalos con la severidad requerida!
Que el Espíritu Santo que mora en Ti,
sea esparcido a todos y cada uno de nosotros,
que sintamos Tú Presencia y Tú Poder.
Demuéstrales que Tú Palabra,
Tú Ley, Tus  Mandamientos no son letra muerta.
¡Haznos Justicia pronto, no te olvides de nosotros!
Hoy ellos, se ríen y gozan sin importarles el gran daño que nos hacen…Pero Tú los tienes medido.
No dudo esto.
¡Te pido Tú Bendición y Tú Amor para todos!
¡Amen!

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Bernardo Enrique López Baltodano (Belbaltodano): Un relato lleno de amor.




...La vida...La vida...



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“Tú eras un hombre ¡sucio!”





- Te voy a narrar varias cosas que me están pasando, y quizás sea, por esta cantidad de cervezas que nos estamos bebiendo (Que me está “aliviando o apartando” de mis propios dramas.) y por eso me voy a dar la libertad de contarte algunas de las “cuestiones” que me están pasando con mi esposa… - Miguel lo observó y no dijo nada   -sabiendo lo hermético que siempre ha sido José de las cosas de su vida íntima-    por lo que apuró su trago y le hizo señas de que pediría una nueva ronda.
Estaban en una tasca de clase media.
La música era muy amena.
El ambiente era muy propicio y se prestaba para pasar un rato distinto.
José hizo lo mismo, tomó su botella de cerveza y se tomó lo que quedaba en ella.
Tamborileó con sus dedos la mesa, tratando de seguir el ritmo musical. Se sentía bien.
Esperaron a que llegara el mesero, con las dos nuevas botellas, limpiara la mesa y retirara los dos vacíos.
Miguel levantó su botella y le dijo…
- ¡Arranca con “tus cuestiones”! – José le sonrió, aprovechó para tomarse un trago bien largo y comenzó de esta forma…
- …Bien sabes que no suelo hablar de mis cosas.
Pero en esta ocasión, te voy a contar “algunas cosillas” mas que todo por esa amistad que durante muchos años hemos mantenido. Y porque sé    -y me consta-    de que no vas a ir por allí, revelando lo que en secreto he mantenido…Hasta hoy… - El amigo en cuestión notó por el cambio del tono de voz de su acompañante de que la cuestión era muy seria…
Y se aprestó a escucharle con la mayor atención posible.
- En principio: No quiero que me interrumpas…
- Ok.
- No busco tus regaños…Ni comentarios negativos.
- Ok.
- Tan solo escúchame. Y quizás (solo “quizás”) si te pido tú opinión, entonces me la des; como lo que eres  ¡mi único amigo! (Pero por favor, no te me pongas pesado ¿ok?)
- Por supuesto, cuenta con eso.
- Bueno, aclarado todo, debo decirte que te voy a hablar de varias situaciones que me están ocurriendo en mi matrimonio.
Y cómo te lo dije: ¡Cero crítica! No quiero verme envuelto en situaciones desagradables, ¿ok?
- Ya me lo dijiste.
- He tenido muchas discusiones con mi esposa, y te he de confesar que…La estoy pasando, muy mal.
Me explico: En una conversación que tuvimos mientras yo limpiaba los platos después del almuerzo, ella me dijo:
“Tú eras un hombre muy sucio”   -Eso me sonó muy ofensivo y humillante-  (Y a decir verdad: No me recuerdo ¿cómo empezó esto…?)  pero traté de no entrar en una nueva discusión y le respondí…
“O sea que antes lo era y ¿ahora qué?   -A lo que me respondió: “Sí. Si lo fuiste. Pero ya conmigo, yo te enseñé a que fueras aseado”
¿O sea que antes no lo era?
No. Yo te enseñé a “ser aseado” -Fue su respuesta.
(No te lo voy a negar: ¡Me quedé muy molesto!)
Yo me dediqué a terminar de lavar los platos y se me quedó grabado en mi mente ese comentario.
Pensé que semanas atrás,    -en casa de uno de mis hijos-   él nos comentó: a su esposa, una amiga de ella y a mí, la experiencia que tuvo mientras vivía en una casa,   -él pasó unos dos meses, fuera de este país y alquiló una habitación en esa casa familiar-   y en ella un colega suyo   -músico-   vivía también allí, pero su esposa, no se bañaba y cargaba a sus hijos sucios y llenos de mocos.
Su esposa    -mi nuera-    le preguntó: ¿Pero no se baña?
- No. Ni baña a sus hijos, que se la pasan llenos de barro y orinados, porque para colmo duermen todos en un colchón matrimonial, tirados en el piso…
- ¿Pero ellos duermen juntos?  -Le preguntó la colega de mi nuera (Que cómo sabes es: educadora.)
- Ellos dos y sus dos hijos que son unos infantes.
- ¿Pero ella no se baña?  -Le volvió a preguntar.
- Ni siquiera se peina, anda toda despeinada y con las lagañas que le cubren sus ojos.
¡Toda sucia y hedionda!
¡Ah pero mi amigo no! ¡Ese se baña todos los días!
Y siempre lo vas a ver: ¡Bien vestido y afeitado!
Él no es como su mujer.   -Nos aseguró mi hijo, yo observé a la amiga de ellos, que meneaba con insistencia su cabeza y con sus manos hacía señas de inconformidad,  ¡hasta que reventó y le dijo!
- Pero si ese amigo tuyo, se acuesta con ella en ese colchón todo meado y sucio… ¡Es porque él mismo es también un sucio!   -Mi hijo le respondió…
- ¿Sucio? ¡Él se baña, se afeita y siempre lo vas a ver…Con su perfume! Él no es como ella.
- Te equivocas: ¡Un hombre limpio no se acuesta con una sucia, ¿y en un colchó meado?! ¡Eso jamás!
Mi hijo se quedó callado. Entendió que el razonamiento de su amiga, era inobjetable.
(Y esa conversación…Se me vino a mis recuerdos, y a decir verdad…Lo analicé mucho.)
…Y allí, mientras esta señora, me decía lo mismo…
¡No sé el por qué! Pero me dieron ganas de responderle… ¡Pues si yo fui “un hombre sucio…!
Usted querida amiga ¡también lo fue!
- Perdón… ¿Se lo dijiste?  - Le consultó Miguel quien ya no se contenía mas y explotó en su interrogante…
- Como te dije: “Me dieron ganas de responderle”
¡Pero no lo hice!
- ¿Y por qué no lo hiciste…?
- Migue…No quise entrar en discusión.
Y para decirte la verdad: ¡Sabía que no se lo iba a decir de “buena forma”! 
…Pero ten la plena seguridad, que en cualquier momento: ¡Se lo digo!
- Dime la verdad: ¿Le tienes miedo?
- No, no le tengo miedo. Pero es que no me gusta entrar en discusiones que sé que a la final…
Voy a perder.
- ¿Qué vas a perder…? ¿Por qué?
¡Te está ofendiendo!
¿No te das cuentas? – José se quedó pensativo.
Y no le respondió en el acto. Por su parte, su compañero lo miraba sin poder explicarse el por qué, él le toleraba eso…
- Veras…Si yo le respondo y entramos en una discusión. Yo voy a levantar mi voz, ella me va a responder igual. Y ya ese tipo de discusiones, lo hemos tenido en varias ocasiones.
Y créeme…A la final…Ella gana.
Ella es hipertensa. Y puede ser que a ella le dé algo…Aparte de que en este país, cualquier mujer te puede enviar preso, porque las leyes,  protegen es a ellas, y no a nosotros, los hombres.
Y además…Le van a creer es a ella y no a mí.
Por otra parte: Me va a botar de su casa.   -Recuerda que esa es, su casa-   y yo, pues tendré que irme a buscar en donde irme a vivir.
(No tengo ni en dónde caerme muerto.)
- ¿…Y….? ¡Tú eres hombre!
¿O es que ya te diste por vencido?
Mira, ningún ser humano tiene por qué aguantar humillaciones de nadie.
¡Y menos de su esposa!
- ¿Quieres saber “mi verdad”? – Le dijo en tono cansado José, mientras veía como con sus manos lo instaba su acompañante a que siguiera…
- …La verdad: ¡Es que no tengo a dónde irme a vivir!
- ¿Y no tienes dinero para pagar una habitación…?
- Si.
- Además, tú no estás ni cojo, ni manco, ni loco, como tampoco eres un tarado…
¡Tú puedes abrirte una nueva puerta!
No sé, busca a ver. Empieza a buscarte un mejor trabajo, a mirar por ahí, a ver si consigues una habitación. O quizás en casa de alguno de tus hijos, o de tu propia familia. ¡No sé!
- ¿Viste? – Le interrumpió molesto José, a lo cual su acompañante se quedó en vilo, viendo su molesta pregunta.
- Te dije: ¡Cero comentario! ¿Te lo dije o no…?
- Bueno, sí que me lo dijiste…Pero…
- Sé lo que tendré que hacer…Cuando lo tenga que hacer.
(Confía en mí. Además…Algo tendré que hacer.)
Mientras tanto,  ¡solamente te lo narré porque en primer lugar!  Me siento tranquilo. Sosegado.
Porque eres tú, mi amigo de muchos años, sé que algo tendré que hacer. Ya veré. Ya veré.-   Su oyente terminó su cerveza y le preguntó por señas si quería tomarse otra mas, y en vista de que él lo aprobó, llamó nuevamente al mesero y le hizo señas para que repitiera el pedido anterior.
Una vez que se hubo retirado el empleado, Migue levantó nuevamente su botella y le dijo, tomándole una de sus manos…
- Amigo, perdóname: ¡Nadie sabe las goteras de su propia casa…Tan solo él que la está “viviendo”!
…Y perdona mi exaltación. Sé que me lo advertiste antes de revelarme ese secreto.
…Yo quisiera ayudarte, pero en verdad…No puedo. Bien sabes cómo son las mujeres (son igualitas en cuanto a que “siempre” quieren “instruirte”  e indicarte cómo debes hacer las cosas.), y si te llevo a mi casa   -aunque sé que no me lo estás pidiendo-    (Ciertamente…Me traería problemas con ella…Es  así.)   Pero en verdad…Perdona mis comentarios.
…Pero no hay nada mas triste el que tú propia mujer te diga eso.   -No sabría, cómo actuaría yo, en tú lugar-   pero creo que eso es muy duro.
Y si me pides un consejo…
- Quise desahogarme… Muero solo. Bien sabes que mis cosas, no se las cuento a nadie. ¡Así soy yo!
¡Tengo un nudo en mi garganta!
Sé que debo morir callado.
(Nadie me va a comprender.)
Pero no pude aguantarme mas y por las confianza que te tengo…Te lo dije.
- ¡Y te agradezco tú confianza! Pero debe ser muy duro. No quisiera estar “en tu pellejo” -   José bajó su cabeza, y no le comentó nada.
Pensaba en todas las veces que le ha tocado salir a vivir solo en una habitación.  -Es muy duro-  Vivir solo.
Y lo sabía por experiencia propia.
Siendo divorciado como lo era, y vuelto a casar. También meditó: “Una mujer cabe en cualquier casa” Pero un hombre solo…Apesta.
“Huele  a pescado en descomposición”
Produce desconfianza…
El hombre cuando se queda solo… ¡Espanta!
(Y cuando pierde su propia casa…Es un arrimado de cuidado.)
Además ya su madre, hace muchos años que ya había muerto. La única que con toda seguridad, le hubiese abierto las puertas de su casa.
¿Y a dónde podría alojarse?
Es muy duro, pero algo bueno en su camino saldrá…














© Bernardo Enrique López Baltodano 2015

¡Señor bendice a mi pueblo: Venezuela!
Tráenos la Paz,
llénanos de tus incontables bendiciones.
Nubes oscuras que nos presagian:
¡Guerra y Destrucción!
Guárdanos del Maligno,
que nuestra sangre propicia.
No se lo permitas
envía tus poderosos Ángeles.
Imparte tu Justicia, Mi Señor y Mi Dios.
Solo en Ti confío.
¡Gracias por escuchar esta plegaria!
Amen.

Te recomiendo:

Bernardo Enrique López Baltodano (Belbaltodano): ¡Un nuevo relato! Niñez abandonada...
http://belbaltodano.blogspot.com/2014/11/un-nuevo-relato-ninez-abandonada.html



Me encuentro en un sitio...Muy extraño...



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“Ensoñación…”





- En verdad Juan  ¡no sé! Como explicártelo, pero fue mas o menos así…
Me encontraba en un sitio totalmente nuevo y extraño para mí, algo lúgubre, sombrío pero es que no me sentía extraño, me refiero a que     -ciertamente no estaba a gusto-   pero mi incomodidad no era tan superlativa…
Es extraño. Era como si estuviese en una cueva, cuyo techo era abovedado…
O sea era curvo, no como el techo de una casa. En donde pude notar lo rústico y áspero de esas curvaturas…Era sin lugar a dudas, algo nuevo y extraño…Pero lo mas curioso es que en “ese preciso momento” me era algo así, como natural, no sé explicártelo de otra manera.
¡No me era ajeno, era muy común para mí!
¡Tendrás que tratar de interpretar  mis palabras…!
No tengo otra forma de expresarme.
Su humedad era asfixiante y notoria.
Con olores a pieles, a excrementos y a cosas en proceso de oxidación.
Todo se veía derruido, abandonado.
Pero allí convivían una cantidad de personas, que de repente emergían de algún recoveco o de alguna saliente…Y generalmente eran mujeres.
No recuerdo haber visto hombre alguno, aunque algo me decía que en efecto…
Allí estaban. En alguna parte.
Sentía su presencia, pero nunca los pude visualizar.
De repente un horrendo  sonido gutural se dejó sentir… ¡Nunca lo había escuchado!
Como una onda expansiva, que en la medida que se transmitía…Te entraba por tu piel, se introduce en tu torrente sanguíneo, en tus vísceras, en tu sistema nervioso, dejándote unas huellas indelebles. Que te duelen, te perturban. Te torturan.
Hubo un momento de desolación.
Mi sangre se me heló en alguna vena…
Mi presión sanguínea se detuvo…
Mi corazón comenzó a latir tal si fuese un tambor a todo vapor, retumbaba y sus arpegios eran golpes que recibía en mi tensión nerviosa.
Todos se quedaron tiesos. Nadie se movió.
En ese preciso instante no pude distinguir tan horrible cacofonía.
Era mas bien un estruendo.
Las paredes reproducían con increíble precisión, tan devastadoras corrientes sonoras…Hizo un profundo eco en lo mas profundo de mi propio ser.
Pienso que retumbó a varios kilómetros a la redonda.
Fue peor que el rugido de un león…
Y mira que escuchar ese sonido en campo abierto es… ¡Escalofriante!
Su eco, retumbaba a lo lejos.
Y su fuerza no disminuía. – José apagó su versión, sus ojos seguían con certeza absoluta el ritmo de esos acontecimientos.
Pero Juan había quedado con un mar de dudas, pero no quiso interrumpirlo   -se imaginaba ese extraño momento-  pero ya sin aguantarse, decidió interrumpir su largo silencio y le consultó…
- …Pero José, me dijiste que habían mujeres…
- Cierto.
- ¿Y ellas que hicieron…?
- Al principio se escondieron. Me quedé solo en medio de esa inmensidad. Pero una vez transcurridos unos minutos de intensa espera, en los cuales ni siquiera acerté a realizar movimiento alguno   -no te quiero mentir, estaba mortalmente perturbado-   pero en realidad: ¡Nada hice!
Poco a poco, las vi que empezaron a ejecutar sus labores, tal como si nada hubiese pasado.
Me le acerqué a una de ellas   -que en ningún momento se inmutó ante mi presencia-    y le consulté: ¿Qué era ese ruido tan ensordecedor…?   -Todavía retumbaba en mis tímpanos-   ella me miró y con la mayor naturalidad me dijo…
- Es el “Hombre Lobo”
- ¿Hombre Lobo? ¿Y me lo dices así…Sin anestesia alguna…? ¿No le tienen terror ustedes…? – Ella me miró extrañada, consultó con su mirada al resto que ya estaban acercándose y luego de unos minutos me dijo, sin mirarme, sino pendiente de algo…Que no supe de qué…
- Está amarrado.
- ¿Está amarrado? ¿En dónde…?
- Muy cerca. – Me respondió otra, mientras la que con la que me estaba hablando, ya no me prestaba atención alguna.
- ¿Cerca de qué…?
- De aquí mismo. – Me dijo sonriéndome.
Noté que todas las mujeres ya eran de edad media, no había ninguna jovencita.
Todas por su apariencia, ya conocían hombre. 
Desvié mi mirada y comencé a indagar mejor aquel nefasto sitio   -ni siquiera supe, ¿cómo había llegado allí?-   Las féminas vestían ropa con cuero de animales, ninguna se vestía con tela. Todas tenían una apariencia mas bien, grotescas, no vi “femineidad” alguna   -aunque se veía claramente que sí que lo eran-   pero no era el tipo de mujeres que normalmente he visto.
- ¿Será que estabas en “la era de las cavernas”? – Me preguntó José, y eso me hizo pensar muy bien la respuesta, ya que pensándolo mejor…Como que era cierto…
- Y lo mas curioso… - Le continué con mi relato-  era que todas ellas sabían todo, pero me guardaban a mí, su secreto.    –Y yo me lo sospechaba-   Así que intenté seguir indagando…Cuando de nuevo un chillido que penetró por mis oídos como daga ardiente, y que me desbarataba mi sentido auditivo y que me llegaba al mero centro de mi propio corazón, que se enterraba y me batía con una fuerza descomunal… ¡Hasta me hizo arrodillarme…! Estaba estupefacto…
…Cuando logré recuperarme…
Yacía en el suelo…Sudoroso.
Empapado en mis propias lágrimas que se confundían con mi sudor.
No supe distinguir si manaba sangre de mis oídos ya destrozados, o si era mi corazón el cual daba muestras muy fidedignas de que no podría seguir soportando ese suplicio…
Cuando logré izar mi cabeza…De nuevo me encontraba solo.
Poco a poco, las mujeres comenzaban a hacerse visibles…
- Ese era mi hijo… - Me dijo una mujer, y cuando la vi, le vi su melena toda desbocada.
Por dentadura, calzaba uno que otro diente, muy distante uno del otro. Me hablaba con pánico, pero con mucho orgullo.
- ¿Tú hijo…Eso…? – Ella no me escuchó   -o se hizo la que no me oyó-  La vi moverse con mucha soltura. Y al siguiente instante que le quise oír nuevamente, ya no la vi. Sencillamente se había esfumado.
- Todas las que ves acá…Somos madres.
Y hemos amarrado a nuestros hijos… - Me cantó una de ella, la cual no se me quiso acercar, me veía y me escuchaba de lejos…
- ¿Todas…?
- Todas. Incluyéndome. – Me dejó atónito, ya que ninguna se me negaba a ello.
Todas me miraban a prudente distancia.
Quise moverme y salir corriendo de tan nefasto lugar…Pero no pude.
Me sentí atado, amarrado, imposibilitado.
¡Me exasperaba esta situación en la que me encontraba sumido!
Luché y forcejee…Pero sencillamente no pude.
- Es inútil que lo sigas haciendo. – Escuché una voz muy clara y potente. Y no pertenecía a mujer alguna. Anonadado, me senté a digerir esas palabras ¿de dónde habrán brotado?   Si no veo a su autor, que claramente era la voz sorda y potente de un hombre. Un grupo de esas féminas, se agolpaban a mi alrededor, pero a prudente distancia.
- ¿Quién me habla? – Les pregunté, pensando que se escondía entre las mujeres.
Pero ellas me miraban con el terror reflejado en sus rostros, pero en aparente calma.
Comprendí que ninguna de ellas me aclararía ese acertijo. Poco a poco, se fueron apartando. Hasta quedarme nuevamente solo.
¿Qué me estará pasando en este mundo? – Me preguntaba una y otra vez.
Pero nada, ni nadie me ayudó a resolver esa incógnita. – Juan se me quedó mirando sin comprender nada.
Solo me miraba y de repente, me preguntó…
- ¿Y cómo terminó todo eso…? – Yo me quedé pensando y analizando, puesto que en verdad no supe responderle. Lo ignoro.
¿Será que son pensamientos muy “acendrados” en mi cerebro…?
…Serán pensamientos o cosas que de alguna forma se cristalizaron en mi mente…
¡No lo sé!  …Pero esa fue mi ensoñación.
Sin sentido lógico. Sin finalidad a la vista.
…Fue eso…Sencillamente.
¡Mis fuerzas se debilitaron de una forma muy mortal!











© Bernardo Enrique López Baltodano 2015


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El dolor de un Padre ante la ausencia de su hijo.



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“Al que mataron fue a mi hijo mayor…”






Venía cansado, hoy es lunes en este mes de agosto, cargando unas bolsas y venía del mercado, cuando vi a un señor que me pareció conocido; como en efecto lo era.
Me senté a su lado y en el acto nos reconocimos.
Estuvimos conversando sobre lo costoso que nos está resultando poder comprar nuestra comida.
Y viendo desde la comodidad de nuestros puestos, como eran de largas esas colas. Cómo discutían y se golpeaban mujeres con mujeres y hombres con hombres, y todo esto debido a la gravísima escasez de todo cuanto se requiera para poder subsistir en medio de este caótico país.
- ¿Ves lo que traigo aquí…? – Me dijo enseñándome una gran bolsa negra muy voluminosa por cierto.
- ¿Y qué lograste comprar…?
- Unos plátanos que mas bien parecen cambures.
Aquí llevo, a quince bolívares cada uno. Ya no se puede con esta inflación.
Todo está carísimo…Y no se consigue.
- ¿Y yo…? Qué salí al mercado “Las Pulgas” y me lo he andado hasta el final…
¡Y no le pude conseguir el alimento a mi perrita! ¡Qué barbaridad!
A veces pienso, soltarla…A ver si consigue comida por la calle… (¿Qué otra cosa puedo hacer? ¡No consigo comida para ella!)
- Mira yo prefiero la “cuarta república” ¡que esta vaina! Porque ciertamente que ahora gano mucho mas, pero ¿de qué me sirve…?
¡Todo está carísimo y nada se consigue! – Mientras hablábamos el resto de los pasajeros estaba cada uno en lo suyo. Pocos nos prestaban atención alguna.
En verdad, en esta época de “revolución” mas de uno la está pasando “las de Caín” porque andamos como loco buscando algo para poder comprar y aparte de que no hay…Lo poco lo están vendiendo a precios exorbitantes.
- ¡Logré conseguir este medio kilo de café a: 350 bolívares! – Le dije enseñándole el paquete, pero sin sacarlo de la bolsa, no vaya a ser que un guardia me lo quiera decomisar creyendo que estoy “bachaqueando” (un término acuñado a los que compran  a precio regulado y después va a venderlo  diez  veces mas caro. ..Hasta a “esto hemos llegado”)
El amigo en cuestión me dijo entre dientes…
- …Mejor cambiamos de tema…Veo a esos dos que nos están poniendo atención y pueden ser “sapos del gobiernos”  o como ellos prefieren llamarlos: “compatriotas  cooperantes” (¡Qué situación tan degradante lo que nos está costando co-existir!)
Disimuladamente observé y en efecto, eran dos que ya no nos perdían de vista.
- Cierto. Mejor hablamos de “lo bella que es la revolución bonita” – Él se sonrió y preferimos callarnos, ya que siendo un par de padres de familia…No nos vayan a desgraciar nuestras vidas.
En un momento comencé a charlarle, que en la época en que hacían las “barricadas” en las calles, me pareció haber visto a su hijo…Un mozalbete de pocos años, que iba con unos pantalones cortos y con una franela de colores y me respondió…
- ¡En cuanto me dijeron: Tú hijo está protestando en la avenida! ¿Sabes cuanto tenía de edad: ¡15 y medio años! Corrí y me lo traje a fuerza de garrote y cuando llegamos a la casa, le di “una cueriza” que el muchacho me acusó que me iba a denunciar al ministerio público por “maltrato infantil” y yo le dije:
- ¡Vaya y me acusa! Y dígales lo que yo lo hice, y les informaré el por qué le tuve que dar una paliza:  ¡Porque usted está quemando cauchos en la avenida!
¡…Y vamos a ver a quién van a dejar preso…!
- ¿Y qué te dijo el chavalo…?
- ¿Qué me va a decir? No tolero que ningún hijo mío vaya a hacer semejante locura. – Y callando de repente me dijo…Con sus ojos enrojecidos…
- A mi hijo mayor…Me lo mataron el 21 de sept. de 2. 014… - A mí se me aguaron los ojos, no pude soportar  tan nefasta noticia y apresurándole le dije…
- Por favor amigo. No me cuentes nada mas.
Que yo también soy padre.
Y me duele en el alma esto.
Tan sólo de pensar, que me pueda pasar esto a mí…
Por favor. No sigas. – En verdad, me dolío en lo mas profundo de mi ser. En un instante pasó por mi mente mi hijo mayor, Cristóbal que en función de músico siempre anda de un sitio a otro para ganarse el sustento diario.
O de mi otro hijo, Berny que siempre anda comprando y vendiendo o reparando relojes en todas partes.
¡¿Cuánto dolor debe sentir un padre, al perder a su hijo…?! (¡No es posible que te maten a tú hijo! ¡No Señor!)
…No quiero ni siquiera pensar en esto.
No creo que un padre pueda asumir este tema…
A mí en lo personal me produce mucho pesar.
Pero el amigo se quitó sus lentes, sacó su pañuelo y me dijo…Y con lágrimas en sus ojos, limpiándoselas con su pañuelo, prosiguió…
- …Ya eso pasó…
- Amigo mío…No me sigas diciendo nada mas.
No quiero estar en el lugar de un padre.
Y el sólo hecho, se me agúa mi corazón y se me constriñe todo. Lo siento en el alma.
Es un tema tabú para mí…Y te acompaño en tu dolor.
Por favor…No sigas… - Pero él hizo caso omiso a mi petición…
- Yo me levanto todos los días a las 4 a.m., y ese día 21 de sept. -era domingo-  (Este 21 de sept. próximo cumple su Aniversario - y cae en: lunes-  de su muy Sentida Partida.)
A él lo traía su transporte a las 4,40 y siempre llegaba y tocaba el portón…
Y era yo el que salía a recibirlo…
Ese día escuché el “tilín” del portón y corrí a abrirlo… ¡Era él! Una suave brisa me rozó por mi lado a su paso, mientras escuchaba: ¡Bendición papi!
¡Era mi hijo!
- ¿Y lo viste?
- Si. Pero de refilón. Y si pude escucharle,  el mismo timbre de voz. Y cuando me acuesto al lado de mi esposa, lo sentí, cuando su cuerpo se hundía en el colchón y cuando se abrazó conmigo…
¡Eso fue grande amigo!
Sentí el suave calor de su cuerpo, aunque ya sabía que ya él estaba muerto.
¡Pero lo sentí!
Y sus brazos rodearon mi cuerpo y su cara se posó al lado de la mía…Y así duramos hasta que me dormí. Me levanto siempre alrededor de las cinco y media, porque a esa hora comienzan a llegarme todos los periódicos y me tengo que levantar para recibirlos e irme a mi puesto de ventas.
- ¿Pero estás seguro de que lo viste…?
- Sí.
- ¿Y lo sentiste…?
- Por supuesto, la brisa y su aroma.
- ¿Y también lo oíste…?
- Y también, sé que espera que yo le imparta mi bendición. Y siento cuando entra a la casa.
Oigo como hace sus cosas, que regularmente hacia cuando llegaba en la madrugada.
- ¿De verdad…? ¡Qué maravilla!
¿Y qué sientes cuando eso pasa…?
- Siento un gozo. Una alegría desbordante.
No sé cómo explicártelo. Me siento: ¡Completo!
Pero a decir verdad, cuando lo veo es por fracciones de segundo, porque algo pasa y es cuando volteo a ver y ya no está.
- ¿Y cuánto tiempo te ha durado eso?
- Mas o menos…Un mes. Su primer mes después de su partida.
Es mas te voy a contar…Cuando llega la viuda y trae a su hijo    -mi nieto-   a él de pronto lo veo que se pone a reír y a reír, señalando una parte de la casa, generalmente en su cuarto. (Conque emoción lo veo… ¡Ríe y goza!)
Y el bebe dice…  “¡Papa, papa vení acá…”!  -Mi esposa nerviosa trata de corregirlo, pero yo la agarro y le hago señas de que guarde silencio, y le digo a su oído…
- Él está viendo a su papa. ¿No lo ves?
Siente el mismo gozo que yo siento, cuando lo logro ver. – Mi esposa comienza a llorar desconsoladamente, porque ella me asegura que nunca lo ha podido ni oír, ni ver, como mi nieto y yo lo hemos hecho.
¿Y qué puedo hacer…? Me lamento mucho que ella no pueda tener ese gozo…Pero yo sí que lo poseo.
¡Ni idea tienes cuando lo siento! (Y es cuando me viene a mi mente, cuando yo lo cargaba y lloraba, lo mecía entre mis brazos y le cantaba: “¡Arrurú mi niñito!” ¡Ay cuantos recuerdos me llegan de su infancia!)
Me provoca abrazarlo con tanta fuerza y ternura…
Mi pobre hijito que se me murió de esa forma…
(¿Qué será de él, cuando no lo veo, ni lo siento…?)
¡Sólo Dios sabe porque pasan las cosas!
Esta vida es muy corta .
Incongruente.
Grotesca y miserable.
No sabes cuánto tiempo te puede durar una alegría o un gozo. ¿No sabes cuánto me ha costado llevar a mis hijos, hasta dónde están…?  
…Bueno en tú caso, me doy cuenta de que tú sufres tal como todo buen padre lo hace.
No es fácil.
¡Pero te voy a contar…! Lo he visto en la esquina en donde me paro a vender las arepas…
En cierta ocasión estaba así…
Que nadie me llegaba a comprar nada.
Y yo estaba obstinado. Ya fastidiado, cuando de repente me llegó…
- ¡Bendición papi! – Yo asustado voltee a verlo, ¡claro que le reconocí su voz!
¿Pero cómo era él…?
¡Te juro que no pensaba en él!
El caso es que lo vi, venía muy sonriente y yo le dije…
- ¡Dios te bendiga hijito! ¿Y eso…Qué haces por acá…? – Y él señalándome a cuatro o cinco que venían con él, me dijo…
- Es que venimos por…  -¿Y vas a creer que me recuerdo del nombre qué me dice…?-  ¡No!
¡No he logrado saberlo!  …Pero uno o dos días después…Alguien conocido se muere.
¡Y así mismo pasó con su propio tío!
- ¿Pero lo viste?
- Tal como te estoy viendo ahora mismo. Pero en un instante después…Desaparece.
Algo pasa y miro a otra parte y cuando vuelvo…
¡Ya no está! ¡Se me fue!
Y eso me ha pasado en las últimas tres muertos         -entre ellos mi propio cuñado, su tío-  ¡eso me ha estado pasando!
- ¿Y ya no te llama en la madrugada…?
- No. No lo he vuelto a sentir.
Mira por lo que he visto y oído, y por  eso sé qué existe.
Y tal como te dije, yo he visto a mi hijo muerto acompañado de otros…Que al igual que él, ya han partido de este mundo.
No te puedo asegurar lo que no sé, pero de esto sí que los he visto…Y oído. ¡Doy fe de que eso es así como te lo estoy narrando!
No miento. No exagero.
Tampoco estoy “sugestionado”
Así que para mí…Existe otra dimensión.
Y no sé explicarte si es que están a un lado nuestro o encima o abajo. ¡Eso si que no lo sé!
No soy un letrado, ni profesional en nada…Solo soy un padre cuyo hijo mayor se me fue de repente.
Y en verdad aún no he tenido tiempo “para llorarlo”
mi mujer  ¡esa si que sufre!   -quizás el haberlo visto y hablado con su espíritu-    me “alivie” en algo su sentida partida… ¡Pienso!
Soy un padre herido. Y lamento que su propia madre no tenga esa virtud…Pero yo sí. ¡Gracias a Dios que lo he visto y oído!












© Bernardo Enrique López Baltodano 2015.-