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“Así son las cosas…”




-         Mientras estemos a oscuras, nos vemos mucho más… - Vaticinó Juan mientras se arres costaba a su mecedora metálica, serían más o menos las seis de esa tarde; afuera de su casa, todos los chicos danzaban en sus múltiples juegos, mientras los adultos se congregaban en el frente de alguna de las casas.
Ya llevaban muchas horas sin el fluido eléctrico, mejor dicho: Varios días. Noche y día. Todos sacaban sus colchones, colchonetas y dormían en el frente de sus casas, pues el calor es insoportable adentro de sus viviendas.
-         …Es curioso, pero así son las cosas… - Se entretuvo mirando a su derecha, pues el sonido de un carro se avecinaba y quería saber quién podría ser.
María     -su esposa-     José, otro de sus vecinos se entretenía viendo los constantes juegos de sus menores hijos.
-         ¡Ay No! Ya esto es insoportable. – Se quejó amargamente su esposa, mientras José parecía no darle importancia alguna.
-         Ya mi casa la utilizo de puro adorno…Solamente de día…Y eso es porque no tenemos luz para nada… - Se quejaba la mujer sin cesar.
En eso vieron venir a Adrián, otro vecino quién ya comenzaba a sacar sus colchones, almohadas, sábanas y todos sus enseres…
-         ¿…Qué ya se van a acostar…?    Le preguntó Juan al verlos ya en su faena.
-         ¿Y qué más vamos a hacer? ¡Ya estamos como las gallinas! – Le respondió medio en serie y medio en broma.
-         Clo. Clo. – Todos reían de la ocurrencia.
Todos los presentes se sonrieron con mucho pesar…Es que hay verdades que…Molestan.
-         …Muy cierto. ¡Ya no soporto más esta situación! – Clamó angustiada María, mientras los que la oyeron se reían entre ellos.
Ya a esa hora, se veían todas las cuadras de esa populosa urbanización preparándose para una noche más…A oscuras.
-         Ya son varios días con este macanan… - Sentenció dubitativo José, mientras oteaba el cielo. - ¡Con esta vaina! – Suspiró con hastío. Luego mirando al cielo y a sus  alrededores anunció…
-         …Parece que no va a llover… (¡Gracias a Dios!)
-         ¡Y si llueve es peor! Con calor allá adentro, sin poder prender nada, pues nos tienen castigados al cortarnos el suministro del fluido  eléctrico… - Razonó Adrián, mientras bostezaba y se rascaba su panza.
-         …Tienes razón: ¡Mejor es que no llueva! (¡Ayyy papa!!!)
-         ¿Hasta cuándo durará este suplicio…? – Consultó Juan, pero ninguno atinó a responderle.
-         …Dicen por ahí que esta situación es para todo el mes de febrero…Marzo y  ¡pare usted de contar! - Se dejó escuchar a alguno de ellos.
Los demás omitieron ese comentario. (¡Ese es bien pavoso!)
-         Yo lo único que quiero es que me respondan… - José esperó hasta que todos los presentes pusieran atención a sus palabras y para cuando todos guardaron silencio…Agregó…
-         ¿Qué ha hecho este noble pueblo, cómo para merecer este suplicio, este yugo…? ¡Ya van: Ocho días sin luz!
-         …Y sin agua… - Agregó Adrián.
-         …Y la comida escasa… ¡Y bien costosa! – Agregaron por ahí.
-         Yo no sé. Lo único malo que he hecho es haber votado por esta gente. ¡Qué nos tiene “pasando aceite” a todos nosotros! – Opinó Miguel, otro vecino que estaba distante como unos seis metros.
Pronto todos guardaron silencio. Pues alguien anunciaba que pronto restablecerían el servicio eléctrico a toda la ciudad.
-         Nosotros no somos los únicos que nos cortaron ese servicio.
Tengo entendido que ya son varios estados en Venezuela. ¿Y qué ha pasado…? – Hizo su pregunta inquisitivamente, aguardó unos instantes para luego concluir con…
-         ¡Nada! Aquí nadie protesta. Nadie critica. ¡Todos somos como unas mansas ovejitas! – Un suspiro de obstinación se dejó sentir y se esparció como si fuese una bola de humo, cuyos efectos son…
-         ¿Y qué podemos hacer Juan…? – Le recriminó Adrián mientras tomaba a su hijita de apenas unos cinco años y la comenzó a cargar procurando que pronto se le durmiera…Para poder dormir ellos también.
-         Ya yo estoy que no valgo: ¡Ni medio!  Estoy agotado. ¡Ufff!
Sin poderme bañar. Sin afeitarme. Sucio. Hediondo a sudor. Tomando agua súper caliente...No somos nada. – Adrián se dedicó a tranquilizar a su hijita.
-         Imagínense ustedes…Después de más de cien horas in luz.
¿Qué nos queda a nosotros que “somos pueblo”? Esto no se le hace a un pueblo tan noble como este…“Pata en el piso” es en lo que nos están dejando esos muérganos, desgraciados…Malparidos. – Se quejó amargamente Julián desde la otra acera, en donde también comenzaban a prepararse para su propia faena para conciliar su sueño.
-         Por eso es que yo digo…Y lo sostengo: ¡Abajo los politiqueros!
-         No hombre ya este pueblo está acabado. – Le refutó Miguel, mientras José refunfuñaba desde su propio sitio.
-         ¿Ustedes saben a qué precio están vendiendo cada plátano…?
-         ¿A cuánto Adrián…? – Le preguntó Miguel, mientras todos se aprestaban a escuchar la nueva cifra…
-         Hace tres días, compré a: 900 bolívares… ¡Y Hoy! ¿Saben a cuánto?
-         ¡A cuánto chico! – Le recriminó  José ya molesto por tanta espera.
-         ¡A 2.000 bolívares…Cada uno! – Todos lanzaron un ¡Ah! De asombro, mientras él sin querer perder su primicia, les finalizó agregándoles…
-         ¡Y así se riquitichico! – Señaló su mano, reduciendo aún más su tamaño.
-         ¡O sea: Un cambur! – Ratificó uno de los presentes.
Hubo un silencio total. Que fue roto por Adrián, quién les informó…
-         ¡Eso no es nada! ¿Saben a cuanto están vendiendo un saco de los pequeños…De hielo…? ¡A 10 dólares! O su equivalente en moneda nacional…Pero al cambio de 4.000 ¡y dele!, cuando el Banco Central lo tiene a: 3.200. ¿Qué tal?
-         …Y nadie se queja… - Se lamentó Miguel.
-         …Si yo tuviese dinero…Lo compraría. ¡Ya estoy hastiado de estar tomando agua caliente! Esto no es justo. – Finalizó otro.
-         Por tipos como este – Dijo José señalándolo. - ¡Es que estamos como estamos! – Los demás poco caso le hicieron.
-         Debemos alzarnos. Debemos protestar. – Insistía María, mientras los demás se burlaban de ella.
-         Si claro. Mañana saldremos a protestar: ¡Porque ahora nos toca: Dormir! – María no le respondió la burla de Iván, otro de los vecinos.
-         ¿Y quién va a protestar…A quién…? Si allá en Caracas, los tipos del gobierno deben estar muy fresquitos, utilizando sus aires acondicionado, su agua abundante… ¡Todo!
Mientras que a nosotros… ¡Nos cargan fregados! – Los demás hablaban en monosílabos. Se notaba el cansancio de haber permanecidos más de ocho días  sin servicio de agua. Sin Luz. Con poca comida.
Ya el tiempo transcurría sin cesar, serían más de las siete y ya la oscuridad era manifiesta. Juan contemplaba a todos los miembros de su grupo familiar, se tranquilizaba el verlos jugando con sus vecinos, en santa paz. Claro que le angustiaba la situación. Pero: ¿Qué se podía hacer…?
Toda la muchachera…Jugaba en plena calle. La naturaleza les dotaba de un ambiente fresco, pues en la calle se sentía la frescura de la incipiente noche.
…Y de repente…Todos contuvieron la respiración…
-         …No puede ser… - Se escuchaba un rumor. Todos moscas.
Pendientes. Aguantaban la respiración.
-         ¿…Será cierto…? – Clamaba una fémina desesperada.
Un sonido…Casi común…Brotaba de un aparato eléctrico.
¡De repente un haz de luz!
-         ¿…Está llegando…? ¡No puede ser! – María contuvo su respiración. Pues ya llevaban muchas horas sin ese servicio…Tan precario en esos segundos.
-         ¡Síiiii! – Gritaban los chamos. - ¡Ya volvió! ¡Ya volvió! – Un alborozo se desató por todos lados.
-         ¡Volvió la luz!- Gritaban anhelantes. Pronto se iluminó todas las calles.
Pronto se hizo visible en el estado de abandono y de sumisión en que todos se encontraban.
…Y en menos de lo que canta un gallo…Todos. Absolutamente todos.
Cómo obedeciendo una orden dada…Recogieron todas sus pertenencias y corrían a encender sus aparatos de aire acondicionados. A conectar sus enseres eléctricos. A atender cada uno de los bombillos.
Pronto todo ese bullicio se transformó…En desierto.
Las calles ya mostraban el aspecto que solían tener…Después de medianoche. Ya todos se encontraban recluidos en sus hogares.
Pronto se restablecía…La normalidad.
…Pero transcurrido unas dos horas…Se volvió a ir.
-         ¡Oh…No! – Sollozaban algunos.
…Qué de cosa ¿No? Un silencio nocturnal fue roto a pedazos…
Adentro de cada casa, se comenzaban a escuchar maldiciones de todo tipo, cacerolazo.
Menos mal que en pocos segundos más…Volvió de nuevo.
-         ¡Volvió! ¡Volvió! – Chillaban los críos.
-         ¡Malayos! – Se escuchaba por doquier.
-         …Desgraciados…
-         ¿Por qué nos tratan así…?
-         ¿Hasta cuándo nos martirizan…? – Quejas de todo tipo.
Y ya agotados…Procedieron a dormir…La paz de nuevo.





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Mi comentario…Expresaré:

¡Gracias a todos!
Por su constante apoyo…
Ahora nuestros contactos difíciles son…
Con estos apagones que días enteros sin energía eléctrica nos dejan…
Por su constancia manifiesta…
Que en mis páginas pasean.
A  pesar de los pesares…
(¡…Y en medio de tanta oscurana…!)
Allí  están.
¿Cierto…?
¡Gracias de nuevo les doy!
En mí nombre personal y en el de toda mi familia.
Que acá en Venezuela aún nos mantenemos,
cada día menos en cantidad,
pero mucho en calidad.
Nuevamente: ¡Gracias a todos!







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Nota:
Para poder mantener estas publicaciones…Qué algún costo tendrá.
De acuerdo a su buena voluntad.
Acudo a su buena fe.
(Qué sé… ¡Que es muy Grande!)
Para exponer la precariedad reinante en mi país: Venezuela
Que ya es harto conocida. (Por lo que a detallar no entraré…)
Para su colaboración monetaria bien sea en: Euros, Dólares, Pesos (Argentinos, Colombianos, Mexicanos), Soles, o cualquier otra denominación o moneda…
¡Será muy bien recibida!
Anexo mis 2 cuentas corrientes en Venezuela:

Banco Mercantil                                                                           
Cuenta corriente No.:
0105005161 1051473624
Bernardo Enrique López Baltodano
C.I. No.: 3. 932. 524

-------------

Banco Occidental de Descuento:
Cuenta corriente No.:
0116020707 0004405544
Bernardo Enrique López Baltodano
C.I. No.: 3. 932. 524







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