Cosas de este vivir...

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-     Me recuerdo como si esto hubiese pasado hace pocos segundos (Y es que el tiempo pasa…); cuando ambos sabemos que tiene ya mas de treinta largos años.
(Y es que esto pasa cuando uno ama a sus seres muy queridos…Y en esta ocasión: ¡Así lo afirmo!)
Porque ellos mueren, ¡cuando nos olvidamos de ellos!
Y eso en este caso muy específico: Lo dudo.
“El fósforo” fue     -¡y lo sigue siendo!-      un personaje que forma parte integral en nuestra infancia. (Además de otros mas…)
¿Cuántas y tantas veces nos vimos unido   -de una forma u otra-   con él…? (Y con tantos y tantos…)
¡Ya ni me acuerdo! Pero en mí está muy lúcida y fresquita su presencia.
¿Te recuerdas cuando empezó en sus andanzas de “vendedor de cigarrillos”? (¡Qué cómico!)
-     ¡¿Y cómo olvidarlo!?  Si me parece que fue ayer, cuando estábamos en la vereda de la urbanización Urdaneta  jugando creo que metras, y en eso se apareció.
Venía muy misterioso. Algo traía entre sus manos.
¡Una bolsa de papel! Y se me acercó   -muy misterioso-   y me susurró al oído: Tengo algo muy importante, que creo que te va a agradar. (¿…Y me quedé intrigado, qué será…?)
-     Si así era él. Siempre enigmático. Silencioso en sus cosas, no deseaba que nadie mas se enterara de lo que hacía…Él era así.
-     Si. Así era… - El zurdo se quedó mirando hacia la parte de arriba de un árbol frondoso, cuyas ramas se erguían con fuerza sobre una zona mas bien árida en vegetación.
Aníbal   -Que era con el que él charlaba-   se percató del  reciente enfoque de su amigo, y su curiosidad, se le vio incrementada, y por eso tocándole por su costilla izquierda le consultó…
-     ¿Qué hay allí…? – No se dio por aludido.
Y continuó impasible en su mirar, cada vez con mas insistencia…
Una suave brisa movió ligeramente el escenario.
Las inmensas ramas se movieron con esa pesadez que les otorgan las vivencias de muchos años.
Una cacofonía de pletóricos sueños se dispersó por doquier…
El suave y medroso sonido, el silbido del viento que se colaba entre esa arboleda, sin duda alguna, refrescó y renovó el ambiente.
Ambos detuvieron sus pensamientos y absorbieron todo el frescor que la naturaleza les presentaba.
(Sintieron una modorra…Una sensación que los arrullaba de nuevo…)
Pasado ese éxtasis…Su amigo volvió a la carga…
-     ¡Pero bueno! – Lo empujó con cierta fuerza, como para que este reaccionara y así poder intervenir él también.
-     Nada. Nada. He quedado enrevesado con la belleza de esta vegetación.
-     ¿Nada…De nada…? – Insistió sin tomar en cuenta la reflexión de su amigo.
-     ¿No te recuerdas cuando de niños, nosotros nos las manteníamos entre todas esas ramas…?
¡Qué de recuerdos albergo!
Y el quedar mirando cómo se mueven ese follaje, tan perezoso, tan ruidoso…Viene a mi mente, aquella época ¡tan agradable! – Y nuevamente se embarcó en uno de sus tantos embelesos.
Se situó cuando apenas contaba con algo así como unos diez años, “fosforo” era un tanto mayor que él y Aníbal;  otros mas que en ese preciso momento…Desfilaban por su mente.
Evocó cuando se subían todos ellos.
¡Cómo se escondían allí  mismos!
…La vez que uno de ellos (No se recordaba quién.) pero por esas cosas del destino, subió y subió hasta lo mas alto y una vez allí pudo apreciar la belleza…Se sentía importante.
Él veía a todos, pero nadie lo veía a él.
¡Y en esa exploración pudo verificar!
…Que desde esa misma posición podía ver a la perfección toda la pantalla del cine que quedaba a unos cinco kilómetros de allí… (¡Qué maravilloso descubrimiento!)
Y podía verlo: ¡Gratis!
Y corriendo se lo dijo al fosforo y este   -ni corto, ni perezoso- vio  ¡un tremendo negoción! 
Y de inmediato: Comenzó a cobrar a todos los amiguitos…
Y el que no le pagara: ¡No le permitía subir! (Era un turco)
Por supuesto que la subida era mucho mas barata, que ir a pagar la entrada (Además se podía ver las películas censuradas. ¡Y esas las cobraba mas cara, por cierto!)
Ah, qué de recuerdos… - Aníbal  lo miraba ya de muy mala forma y fue cuando se decidió contarle.
Y ambos comenzaron a rememorar. ¡Tantas y tantas vivencias!
Y pensar que ya la cantidad de amigos…Se habían disminuido.
Por ejemplo: “El fosforo” se les había perdido en el tiempo, debido a que sus padres decidieron mudarse…
Y después de eso poco supieron de él.
Aunque años mas tarde reapareció.
 Pero ya no era el mismo.
Era un tipo muy huraño. Mal encarado. Poco hablador.
Y en realidad, poco habló. Caminó en silencio.
Ciertamente no había ido en búsqueda de nadie en especial.
Y al cabo de un tiempo…Desapareció.
Poco después, alguien que lo conocía, les llegó con el cuento de que había caído en malos pasos.
Y en un atraco.
 Le pegaron un tiro. Y murió. Sólo. Sin nadie cercano a él.
En la mayor de las agonías. Así  había finalizado su existencia.
Ambos amigos, guardaron un silencio por el descanso del amigo ya caído.
Un minuto en solidaridad, por aquella infancia tan alegre.
Tan risueña. Pero ya cada uno tenía sus propias cosas a las cuales se dedicaban. Y lo sabían.
Pasado unos cuantos minutos más…Se despidieron.
Cada uno volvía a su propia realidad. Al presente acuciante.
A “ese día a día” que a muchos nos encajona y no nos hace disfrutar de las cosas mas elementales: Cómo nuestros recuerdos infantiles. Qué está allí. Silenciosos.
Con tanto bagaje…Que se nos pierde en lontananza…





















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Cuando la vida te arrastra...


          José del Carmen Sánchez  "don Carmelo"








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-      No encuentro la solución ideal a mí problema, Besnaldo.
Y por mas que me rompo la cabeza. Indagando. Consultando. ¡No lo he logrado!  …Me encuentro al borde del precipicio.
 ¡No sé qué hacer! – Así fue a manera de saludo, la forma como me invadió don Carmelo. (Me sorprendió… ¡De veras!)
Debo reconocer, que en un principio me alegro su visita tan intempestiva.
Pero pasado ya mi inicial alegría, lo contemplé y en verdad: Comenzó a angustiarme, su muy creciente decepción.
Ciertamente, no es la primera vez, que me aborda de esta forma tan singular, con lo que he conocido de él.
Pero es que, en esta ocasión, lo estoy notando muy abatido, cuando en fechas anteriores, siempre lo he visto muy dicharachero y hasta burlón…Y hoy, no lo aprecio igual.
(¡¿Porqué…?!)
-      ¿Y qué me le está pasando en el día de hoy…? ¿…Será que el intenso calor, se me le está subiendo a “la”  azotea…? – Él me miró detenidamente (Sospeché que mi comentario  “de la azotea” a lo mejor no fue de su agrado…Analicé…) suspiró y ya con un profundo cansancio en sus alicaídos ojos, bajó su mirada y con mucho fastidio, agregó…
-      …Será que al estar cerca a mis noventa años…Ya no estoy viendo las cosas: Igual. (¡Yo siempre he sido alegre!)
 ¿Será por eso…?
¡La verdad es, que no lo sé! Pero lo que sí sé y estoy segurísimo es que: ¡No me gusta lo que estoy viendo! (Y eso que ya estoy ciego de mi ojo derecho… ¿Será por eso? Que ya no logro ver igual que antes…Puede ser…Pero es que lo qué está pasando en Venezuela…Esa Revolución…Esa Constituyente…) Me está dejando muy pensativo. (Yo no quiero esto para mí país.) - Lo miro y lo re miro. Pues a mi sano entender…No es el mismo don Carmelo.
Algo debe andar rondando por sus alrededores.
Sus querencias. Sus pesares…Sus… (¡No lo sé!)
Y ese algo, debo identificarlo. Debo descubrirlo…
-      …Y de cuando a acá…Sus benditos (Primeros añitos…) noventa “primaveras” me  le están cayendo…Será que cómo cascadas se me le están acumulando… (Y me lo tienen: ¿Oprimido…?)
-      No te creáis…Tienen su peso. Quizás no en kilogramos, en cuanto a peso, se refiere.
Pero si debe tener su peso   -aunque sea imperceptible a nuestros ojos, muy humanos, por cierto-   ¡Qué sé yo…? 
Si tan sólo soy un humilde cristiano. Un “Pata en el piso”
A lo mejor estoy ofendiendo a la vida…Sin darme cuenta…
(Eso me lo pienso a cada instante. Porque esta vida; trae sus sorpresas, aunque uno se lo crea…Del todo.) Muy dubitativo este señor…Muy analizador…
(Este don Carmelo…Me está llegando filosófico…) Pensé…
En verdad; cuando se me presenta de esta forma: Me desarma. Ya me acostumbré a su forma jocosa, pero cuando está así. Mi vida, como que se me detiene. Me hace pensar en cosas: Que en verdad ¡no deseo pensar!
…Pero ante mí se yergue este anciano pensador. Filosofo en ocasiones muy traviesas.
-      ¿Y entonces qué…? – Le reté de una forma inusual.
Y él ni siquiera se dignó en mirarme, y parafraseando en su muy característica forma me dijo…
-      No sé. Sólo sé (¡Qué nada sé!), que no estoy en mí día. (Y esto no es de mí agrado…) ¡Pero algo debo hacer! – Y sin decirme palabra alguna…Se fue deslizando con esa su pesada forma de andar. Lo vi retirarse…Cómo las aguas vuelven al mar…Suave…Pero muy escandalosas…A su nivel…
Y no es que sea por algún sobre peso, no señor.
Si mas bien anda en su esqueleto, recubierto con su pellejo ya caduco.
Lo digo y lo pienso, porque quizás ya a  su muy avanzada edad cronológica, así lo determina.
 Y es que el peso de los años…Cómo que tiene su peso.
Y estos pesan mas que el sobre peso que un ciudadano pueda albergar.
(Estas son cosas que no se aprecian; si no con el correr de los años, uno va acumulando algo que se llama: experiencia. Cuantificable…Solo con el tiempo transcurrido.)
…Buena broma me está echando este viejecito…Que me está haciendo pensar, meditar, hundirme en aguas (profundas) pesadas, que en ocasiones son transparente, y que en otras no las logro percibir (aunque las sienta o no)…Son situaciones, estados en que caemos (o flotamos)…Sin darnos cuenta….
Pero que hemos de afrontar (y aunque pretendamos huir)…Mas tarde o quizás mas temprano. (Quizás; a lo mejor…Puede ser.)
No lo sé. Sólo lo pienso. Lo analizo. (Y es que me resisto a ello)
…Pero ha de ser…




Nota:
Reciban mi saludo muy fraternal: ¡Todos los pueblos oprimidos de este mundo!
Qué El Buen Dios nos guíe y nos oriente Por Siempre!
 ¡Saludo a todos los que me leer!
(Y a los que se interesan por mí... ¡Dios los Bendiga infinitamente!) 

Sábado; 29/07/2.017  En Maracaibo - Venezuela












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-         Por aquellas de las “casualidades” de esta vida…Te recuerdas  de aquel domingo, cercano a la media noche, y yo no podía dormir…
¿Te recuerdas…? – Miguel intentaba por sobre todos los medios que su amigo Juan se recordara. Pero era que este no se acordaba…
-         Yo no podía dormir…Y hastiado decidí salir al frente. Me paré en el portón de la casa. Y desde allí contemplé la calle…
-         Pero ¿En dónde fue eso…En qué época…?
-         Cuando vivía en “Ciudad Carmelín” en aquella fecha estaba desempleado…
-         ¡Ah ya sé! ¿y…Qué mas pasó…? – Juan lo detallaba como tratando de adivinar sus pensamientos, puesto que a su memoria le llegaron los hechos a los que se refería…
Pero: ¿Qué habrá de nuevo? Se inquietaba ante este súbito recuerdo… ¿Será qué le tocó vivir esa experiencia de nuevo…? Pensaba.
En esta ocasión, el rostro de su compañero de juerga, era mas angustiante, y este punto fue lo que lo inquietó aun  mas…Y por eso le hizo señas con sus manos para qué continuase…
-         Es que, para serte sincero, no te conté lo que continuaba de aquel episodio… (Son cosas que pasan…)
-         Bueno: ¡Arranca pues!
-         Esa noche en que me persiguieron los espíritus…Yo corrí hacía la casa y traté de abrir rápidamente la puerta de entrada (Y esto no te lo había querido contar…Bueno pero ahora si te lo voy a narrar. Espera un momento mas.)
…Y yo sentí que por dentro, había alguien que ¡me trancaba la puerta!
Yo empujaba para abrir y desde adentro una fuerza superior a la mía, intentaba cerrarme, ¡dejarme afuera! ¿Te imaginas esa angustia…?
…Sentía que me rasguñaban la espalda.
¡Qué me mordían!
-¡Y mientras tanto…Sentí que mi corazón se paralizaba!-
¡Qué me pateaban con cólera!
 (Y era cuando mas fuerza le daba. ¡Pujaba y pujaba!
…Pero no podía…)
Fue una guerra campal. Y así estuve presionando…Mientras tenía todo el cuero cabelludo, cómo lo tienen los pollos desplumados.
¡Hasta que al fin…!  Lo logré. Me esmeré y coloqué todas mis fuerzas.
Y vencí. – Recapituló unos segundos.
Por la expresión de su rostro…Seguía en esa faena infernal.
Luego exhaló pomposamente. Contuvo su respiro por unos segundos, para luego comenzar a aspirar…Primero lentamente, pero al final de una forma atribulada, y fue cuando arrancó en su relato…
¡Cuando ingresé a la sala…Mi hermano…Todo apagado!
Pareciese que entraba a una nevera industrial…
¡Frio! Espantosamente helado.
…Y esa soledad…Me daba la impresión de que entraba a una cueva profunda, lóbrega… ¡Qué impresión tan desagradable…! -  Se levantó de su asiento. Caminó de un lado a otro, sin dirección fija.
Se peinó con sus dedos.
Movía sus extremidades con mucho nerviosismo.
Juan le dijo con gesto: “Cálmate, cálmate. Que ya eso pasó”
Él lo miró fijamente y le deletreó como si estuviese musitando…
-         ¡Ni idea tienes lo que padecí, en aquel momento!
-         …Me lo imagino. Pero recuerda: Ya pasó.
-         ¿Tú…Crees eso…? – Por el sonido que utilizó y la expresión de vacío en su mirada…Juan tragó saliva.
Y pensó: “Broma. Esto cómo que pica y se extiende…”
-         Yo me quedé paralizado. Inmóvil. Cómo una estatua.
¡De repente me empujaron!
-         ¿Te empujaron: ¡Quién!? -  Ahora era Juan el que temblaba.
Y nada mas retraerse a aquella escena, en aquella fecha:
¿Pero por qué traer este recuerdo…?
(No supo su respuesta. Debía callar y permitir que se lo revelase…Claro: ¡Si era menester!)
Aguardó a que su narrador se sintiera en condiciones como para poder proseguir en su odisea…
-         Veía todo en penumbra. Como si estuviese congelado.
Mi respiración se me hizo pesada. Me costaba respirar.
Me dolían las articulaciones. Mis parpados se negaban a mantenerse abiertos. ¡Todo me dolía! Hasta mis vísceras me sonaban.
¡H o r r e n d o! (Es la palabra que se me ocurre, para poder describir ¡todo cuanto me pasó!)
-         Tranquilo pana… - Quiso calmarlo, pero ya su narrador se encontraba fuera de sí…Angustioso y  desvariando, continuó así…
-         No. No me puedo aquietar. ¡Pues estoy sintiendo eso ahora mismo!
-         ¿Lo estás sintiendo: “Ahora mismo” pero y por qué…?
-         El porqué, eso no lo sé. Pero de que lo estoy sintiendo… ¡Lo siento en carne viva!
…El caso es que…Luego pasaron cosas…
Que en verdad: ¡No me recuerdo muy bien! 
…Pero esa angustia, ese terror: ¡Lo estoy viviendo!
…Y eso me aterra… - Juan pudo comprobarlo…
Lo vio con ese tinte tan descolorido.
Sus labios los tenía morado. Tiritaba como un loco.
Sus ojos comenzaron a virar de un lado a otro.
Dándole la sensación de extravío. De zozobra. De perdición…
(…Me da la sensación de que mi amigo…No ha podido salir de ese limbo. ¡Cómo si lo mantuviesen amarrado! Atado a esa diabólica experiencia…) Meditaba en la soledad de su sitio. Sin atreverse a expresar nada…Sólo en silencio, lo contemplaba.















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