...Otro relato nuevo.












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Mi acceso a mi cuenta (Blogs) por una u otra causa, se me ha hecho imposible. Tengo ya como una semana en que me han  incomunicado, y no sé decirles si es por problemas de esta época, o por el clima…
Lo cierto es que hasta hoy, he podido entrar.
A todos los que me siguen, saben muy bien que constantemente les he estado colocando alguno de mis manuscritos.
¡Gracias por la atención debida!  …Y no se olviden de mí.





 “Estamos en guerra invisible”






Estaba caminando bajo ese sol tan abrasivo y claudicante como el que sufrimos los que vivimos en esta ciudad llamada: Maracaibo, cuando se de repente veo a un amigo reciente.
Noto que él está muy meditabundo, con su cabeza gacha y me dio la terrible impresión de que se encontraba llorando.
Y eso fue lo que mas atrajo mi atención   -a decir verdad-   nunca lo he visto así y me sentí motivado a acercarme y hacerle compañía   -pues nunca sabemos cuándo nuestra presencia es necesaria o quizás una palabra a tiempo, no sé, pero decidí ir hacía él y  ¡me le acerqué!-    el caso es que estaba tan ensimismado, que nunca notó mi presencia   -y no quise interrumpirlo, tan solo me le puse a su lado para cuando "aterrizara" me viera que estaba a su lado-   así transcurrieron quizás unos diez minutos, ¡hasta que al fin, volvió en sí! 
Y con sorpresa, pegó un brinco y me miró tal como si yo mismo fuese “una aparición” y gritándome a manera de saludo, me expresó…
- ¡Bernardo! ¡Qué sorpresa, me asustaste muchacho! – Y luego mirando a todos lados me dijo, en secreto…
- ¿Cuándo llegaste? ¡Me asustaste, creí ver un fantasma!
- ¿Fantasma yo?
¿Tan horrible es mi presencia…?
Tengo mas o menos unos diez minutos, y no te quise interrumpir…Pero me llamó la atención el verte así, tan ensimismado y abstraído de la realidad.
…Y pensé… ”¡Este gran carajo se sacó el premio gordo de la lotería…!”
Y ahora no haya ¿qué hacer con tanto dinero…? 
Así que me acerqué…Para ver “si algo me cae a mí también…” – El hombre se me quedó mirando, pero ni siquiera una sonrisa le logré sacar…
Y eso me preocupó, así que insistí…
- Perdona mi indiscreción… ¿Pero tienes algún problema…?
¿O de “revolucionario” (frustrado.) que eres…Recuperaste la sindéresis y te pasaste a nuestro bando: “los escuálidos”? – Le pregunté muy extrañado ya que sé, que es  o era   -aún no lo sé-   partidario de tan nefasto gobierno.
Pero cosa extraña, y digo “extraña” porque anteriormente nos hubiéramos “encarnados” en una lucha sin cuartel…Pero en esta ocasión, simplemente no fue así.
Mas bien, guardó silencio y   -por lo visto-   no le interesó el tema. (¡Qué extraño! Pensé.)
Tragó saliva y me invitó a que me sentara a su lado. Mientras insistía en mirar a todos lados.
- ¿Tienes algún “lío de faldas”? – Le dije para disipar la dureza de su rostro, pero él se sonrió y me hizo señas con las manos de que no era ese el tema.
Quise insistir, pero algo en mí, me indicó que era mejor guardar silencio, y que ya “verá”  él si me cuenta o no, lo que lo atormenta.
…Así que me dediqué a contemplar a la gente que por esos lados transitaban.
Muchos lo saludaban   -era muy conocido, ya que fue dueño de una bodega cercana…
Que ya no existe, ya que  él se hastió de eso.-   Él respondía los saludos, con mucho desgano.
De repente se me quedó mirando muy fijamente y me adelantó…
- Vos sabeís que yo soy divorciado. Y que mi ex y yo, nos pasamos en una guerra perenne.
¿Lo sabías…? – En realidad, en alguna conversación ya pasada, algo me relató, y me dijo que eran irreconciliables.
Ellos procrearon a tres hijos   -ya todos mayores-   pero que ella es muy guerrera   -y él también-
Son como “el agua y el vinagre”, pero bueno en alguna época se habrán entendido, por qué sino ¿Cómo pudieron tener tres hijos…?
¡Me imagino! que en alguna época se habrán “amado” y que por alguna razón “se les volteó la tortilla” y ahora lo que los separa es ese odio visceral que ambos cultivan a la perfección.
(Y que ni siquiera la presencia de sus tres retoños, lima esa aspereza.)
¡Misterios de esta vida!   -Me dije en esa ocasión-   pero ya pensaba que como vivían separados…Poco contacto tenían…Pensé…  
Pero por lo que le oí, en esta ocasión…Como que la revolución sigue vigente.
- Ayer me visitó “la mujer esa”   -la madre de mis hijos-   ¡Chico y comenzamos a hablar bien!   Pero como nosotros siempre hemos tenido “una culebra enrollada” entre nosotros
¡Pues salió a relucir!  ¡Y ya ni siquiera me recuerdo cómo fue que empezó la cuestión!
El caso es que ella empezó a maldecirme a mí, a mí Santa Madre   -muerta-   a mi Padre         -muerto también-   a todos mis hermanos y a toda mi familia en general. (¡Y se revolvieron todos mis apellidos!)
¡Yo también comencé a devolverle cada insulto! ¡Uno  a uno!   -No me le iba a quedar callado-   Y ya basta eso de que cada vez me esté echándole peste a mis muertos. (Son mis familiares… ¡Ya basta de ofensas chico!)
¡Yo también le hice lo mismo  con los de ella!
¡No me aguanté mas! ¡Nos ofendimos!
¡Nos sacamos la generación entera   -cada uno-   y eso no le gusta a nadie, menos a mí!
La cuestión se fue subiendo, el calor de esa confrontación, cuando de repente se aparecieron: Su madre, su padre y sus hermanos   -ya fallecidos-  ¡Un montón de sus muertos se me aparecieron amenazantes! (Algunos los conocía y otros ¡nunca los había visto, hasta ese momento!)
…A mí se me subió la tensión o se me bajó…
¡Me asusté al verlos! (¿Te imaginas eso…?)
¡Y todos ellos venían “en son de guerra”!
¡Venían a “envainarme”, a acabar conmigo!
Y yo me les eché para atrás…
¡Le llegué con mi espalda a la pared!
Y hasta llegué a pensar…
¡Estos muertos han venido a ejecutarme ya mismo!
…Yo pensé y le pedí a mis muertos: “¡Vengan a ayudarme! porque esa manada de espíritus me van a volver un “puré…”
(Y no precisamente de patatas.)
Y allí pegado contra la pared, me tenían acorralado. Vi cómo se me acercaban todos ellos con el odio reflejado en sus rostros       -sé que te costará creerme esto y hasta llegaras a pensar que me estoy volviendo loco…Pero ¡te juro que así pasó!-  Guardó silencio por unos instantes, sus ojos los tenía brotados, pude ver que se encontraba en shock emocional, y por eso preferí callar y esperar a que él mismo se tomara todo el tiempo que él considerara necesario, para continuar con tan horrendo relato, como en efecto hizo, después de carraspear y mirar nuevamente a todos lados, fijó toda su atención en mí y continuó….
- Pensarás que me estoy volviendo loco…
- De ninguna manera, sigue, sigue…
- ¡Ya me “tenían frito”! y ya consideraba que me iban a llevar con ellos, cuando oigo un escándalo detrás de mí y veo que todos mis atacantes comenzaron a quedarse quietos y a retroceder un paso y luego otro…
(Fue un momento de estresante terror… ¡Para mí!)
Y yo me pregunté: ¿Será que mis muertos estarán llegando?  (Cosa que me causó mucha aprehensión, en mí…)
O alguien está entrando… (¡Qué de suspenso mi hermano!)
Fueron momentos muy escalofriantes…
Pero si noté que todos se quedaron estáticos.
En el mismo sitio (y en el mismo momento, con los mismos personajes…), pero ya no me miraban…Miraban a varias direcciones…
¡Pero ¿Quiénes son los que han acudido en mi ayuda…? ¡Dios mío, esto es para locos!
Pensaba en medio de mi aprehensión…
…Y de repente… (Y esto luego de micro segundos de mucha expectación.)
¡Vi a mi Padre! Luego a mi madre, a mis tíos    -todos ya muertos-  ¡Ah, vinieron en mi auxilio!   -Me dije en medio de un instante de alegría súbita que me dio-   Mi padre me dijo…
“¡Quedate quieto hijo, aquí nadie te va a hacer ningún daño!”  (No me da vergüenza alguna, el tener que reconocértelo…Pero estuve a punto de…Hacerme de “chorrito” allí mismo.)
¡Gracias papi! –Le dije emocionado-  ¡No te lo niego! (¡Ni te imaginas la emoción que me embargaba!)
¡…El alma volvió a mi cuerpo! (Todo volvió a tranquilizarme.)
Ya me sentía protegido.
Y no te sé decir cuánto tiempo duró ese encuentro, en que uno a uno se retaban, pero se quedaron así: ¡Cómo si fuesen unas “estatuas”!  (¿Ah, ya se les acabó “su valentía” en venirme a desbaratarme…?)
Pero de repente…Mi Padre se abalanzó sobre “mi ex suegro” Y comenzó esa batalla campal.
No sé cómo podré explicártelo.
Pero de repente, la mata frondosa de mango que tengo en mi patio…Comenzó a moverse de un lado a otro. Y sin decirte ninguna “palabra falsa o exagerada”  vi, con estos mismos ojos con los que te estoy mirando, como se mecía de un lado a otro. (Esto es apoteósico.)
¡Parecía que se iba a arrancar de raíz!
Llegaba desde lo mas alto (Que son varios metros.) hasta el mismo suelo.
Con decirte, que partió la cerca que da con la calle  ¡de un solo trancazo! 
Y luego se volvió a izar y partió el techo de mi propia casa…
¡Hizo trizas el techo y las dos paredes de uno de mis cuartos!
Aquello fue un pandemónium.
…Yo corrí a guarecerme, ante esa pelea de gigantes…
Varias ramas  -de las mas grandes y que estaban arriba-    se partieron como “galleticas”  ¡Eso fue horroroso!
- ¿De verdad? – Le dije asombrado…
- ¿Quieres ver los desastres…?  Ahora mismo tengo a varios albañiles, arreglando todo ese desastre.
- Bueno, en verdad, es que me has dejado “en una sola pieza”
- Nadie me podrá explicar con exactitud lo que allí ocurrió.
¡…Pero mis muertos acudieron en mi ayuda!
Y de allí nadie me podrá sacar. ¿Y para muestras…? Allá está todo destruido.
¡Eso es un desastre ahora mismo!
- ¿…Y cómo finalizó todo…?
- No lo sé. Lo único que te puedo decir…
Es que de repente: ¡Todo se aquietó!
¡La paz volvió!
- ¿Y tú ex?
- La vi corriendo. ¡No sé cómo hizo, pero se saltó una cerca que mide mas de dos metros de alto!
¡Ella misma lo hizo!
El caso es que cuando ella escapó…Todo se calmó.
…Ojalá no vuelva nunca mas.
¿…Podrás creerme…? – Me dijo mientras con sus ojos me escrutaba de una forma salvaje.
- Domingo…Aunque es muy extraño todo, pero no tengo forma de negarme ante la evidencia de tus palabras…
- ¿Si quieres vamos a mi casa…?
- ¿Y para qué?
- Para que veas que no te miento.
- Con tu palabra me basta. – Él pareció no muy convencido y me seguía insistiendo a que lo acompañara…Pero en mi mente: Me decía ¿Y si se vuelven a aparecer los contrincantes…Y yo allí…? ¡Zape, bien lejos con eso!












© Bernardo Enrique López Baltodano 2015

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Con mi hija: Cristina y sus niñas, mis nietas.










“Era muy oscuro…”






Era muy oscuro, como esas noches en que no puedes ver nada, ni siquiera tus propias manos. Que la neblinas obnubilan tu visión y parecieras que anduvieras caminando, pero sin pisar tierra sólida alguna.
Como cuando te dejas guiar por esas manos invisibles, en qué asumes lo que no te es dable, y andas por donde no sabes.
En esos momentos en que el calor no te abraza, ni el frío te rechaza.
Como cuando eres feliz sin saberlo, y las preocupaciones no hacen mella en tu ser.
Y me encontraba en un camino. No divisaba absolutamente nada. Reinaba la quietud, el no sé qué, pero que poco te importa.
De esa clase de estatismo en que te hace pensar siempre en lo peor, aunque poca importancia radica en tu ti.
Iba a tientas, y en lo mas profundo de mi ser, temía que se me atravesara una serpiente        -aunque a decir verdad, la ansiaba-   me sentía muy desconsolado. Me encontraba en medio de un ataque de locura repentina y por esa misma razón me lancé así de esa forma.
En esa clase de estado, en que poco te inspira, pero que te hace  andar, a seguir, no importando para nada…Lo que ha de ser.
Quería en lo mas profundo de mis pensamientos en que de ese camino, no regresara con vida. Ansiaba volar, sin saberlo.
Brotar de esta tierra árida en medio de sus enormes riquezas naturales.
Estaba desesperado. Agobiado. Atragantado.
Solo, triste y profundamente desairado.
Pateaba con furia loca la vera del camino.
Recuerdo que caminé a campo traviesa. Sin tomar ningún tipo de medida precautoria.
Traté de mirar al cielo infinito y recuerdo que comencé a lanzarle toda clase de imprecaciones al Dios en que hasta hace poco creía y le decía…
- Tú en quién siempre he confiado…Hoy me estás dejando absolutamente solo.
Tú que desde mi mas tierna edad, he seguido con devoción.
¿Por qué me castigas dejándome en este abandono…?
Y dime… ¿En qué te he ofendido para que me hagas esto…?
Todos tus mandamientos los he cumplido a cabalidad.
He ayunado y he ayudado al prójimo…
¿Y para qué me ha servido ese sacrificio…?
¿Acaso te estás burlando de este pobre ser…?
Ciertamente   -y bien lo sabes-   todo lo que he hecho es para ayudar a quién de mí requiera.
Pero ¿De qué me ha beneficiado esto…?
Mis propios amigos me dan la espalda.
De mí se mofan y se aprovechan.
Siento su profundo desprecio.
Me ofenden y hasta me retan.
¿Y qué les he hecho?
¿Acaso les he quitado algo?
¿Me he aprovechado de ellos…?
Ahora ellos se están uniendo en mi contra, me persiguen. Levantan falsos testimonios en mi contra. ¿Por qué?
Me quieren quitar mis tierras.
¿En qué les perjudico…?
¿Qué mal les he hecho…?
Ahora se unen y me roban mis cosechas.
Ellos se esconden en las sombras y a mis espaldas, buscan alianzas solo con la intención de destruirme…Y yo me pregunto Mi Señor…
Si tú todo lo sabes. Si todo lo oyes.
Si eres el Señor de todo, dueño y poseedor de todo lo que existe y lo que ya fue.
Si no se mueve una sola hoja de una planta, sin tú permiso… ¿Por qué se los permites?
¿Es que me estás entregando a mis enemigos?
¿Acaso te enorgulleces de sus falacias…?
¿Son mas poderosos que tú mismo?
…No aprecias mis sufrimientos.
¿O es que sus argumentos tumban mi posición Ante ti...?
Dime mi Buen Dios, porque mi sangre me hierve, mis brazos están inquietos y en lo mas dentro de mi ser: ¡Clama venganza!
El por qué respirando, me siento tan solo y abandonado, que en los momentos de desasosiego…Te busco y no te encuentro.
¿O es que ya me entregaste a mis enemigos?
…He de valer muy poco, cuando de ti me echas a las peores bestias para que me consuman.
Ellos nunca me han querido bien.
Y te consta, que la hipocresía ha sido su manera de acercarse a mí.
No han sido nunca de mi agrado y si los he aceptado es porque esgrimen tu Santo Nombre, y sabiendo como lo saben, de esto se han aprovechado.
Pero ya me tienen cansado. No los tolero mas.
O haces algo rápido o mis manos pronto se van a llenar de sangre. Caliente o tibia, fría o helada. Para mí serán igual.
Nunca se han interesado ni por mí, ni por las cosas que con tanto Amor me has dado.
Pero ya mi paciencia tiene su límite.
No los tolero mas. Mi paciencia se ha agotado.
Mi sangre al igual que mi espíritu pide: ¡Venganza!
Y tal como lo instauraste en tu Antiguo Testamento, hoy lo quiero esgrimir: “Ojo por ojo” No hay otra forma como tratar a esa gente.
Se meten en las tierras que tú me has regalado, se roban las frutas de mis plantas.
Se ensucian y sus porquerías me dejan.
Me hacen el reguero de su vaguedad.
Malbaratan el fruto que me has dado.
En la tierra dejan mis plantas mutiladas, la maldad que radica en sus corazones, me dejan sus desperdicios. Ya no lo soporto mas.
¡Señor hazme justicia!
Desbaratan mis matas mas productivas.
Todo el solar me lo dejan desolado.
Mis animales me los asesinan o me los dejan mutilados. No tienen piedad alguna. Y ese odio acumulado se lo cobran con lo mas valioso que me has otorgado.
¿Te recuerdas el carnero que me regalaste…?
Se lo han llevado, y para ello todo me lo han destrozado, he sabido que lo han destruido, para sus prácticas satánicas que ejecutan en la sombra de sus tierras, muy bien escondidas, y todo para hacerme el mal.
¿Podrá un ser humano ensañarse salvajemente a unos pobres animalitos?
¿…En dónde yace tu cólera…?
Porque eres tan lento para hacerme justicia.
Que de mí te olvidas. Y en el estero me dejas.
Me estás obligando a ejecutarlas yo, ya que al paso que van, me están destruyendo todo.
Pronto no me va a quedar ni siquiera una casa para guarecerme.
Me han roto las ventanas.
Las puertas me le han caído a piedra.
¿Qué ha de ser de mí, cuando ya solo esté…?
¿Es que acaso quieren mi vida, y tú se la has dado…?
Házmelo saber. Ya que es preciso para mí.
Desolado como estoy busco mi fin.
Te ruego que acabes con este mi suplicio.
Esto ya no es vida que me inspira.   
Y si en algo te he ofendido, entonces quítame tú mismo mi diario existir.
Porque grato no me es, ser mofa de todos.
Ahoga mi espíritu y no le des alimento a mi cuerpo.
Que mis pulmones no reciban mas de tu oxígeno.
Que mis piernas se nieguen a caminar.
Que mis brazos se sequen.
Que mi mente deje de emitir pensamientos. Que mi alma se espante de mí y vaya a algún sitio en donde sea bienvenida.
Ya no quiero seguir en esto.
Es muy vergonzoso.
Con llagas me siento, y aunque no las veo, con ellas me siento.
Presiento que la lepra se ha apoderado de mi cuerpo, poco a poco he de extinguirme.
Mas tu piedad invoco. Acaba de una vez por todos estos suplicios.
Ya  no me es grato este existir.
Espero ansioso ese momento.
Por ahora me regreso a mi casa, ya que ningún animal o bestia de esta noche sin luna ni siquiera me ha mordido. Aunque los he buscado, no los he podido encontrar.
En tus manos encomiendo nuevamente este existir   -aunque esperanza ya no me queden-   solo tú sabrás por qué sucede…lo que sucede.
Y si no ha sido así, no me queda nada mas que acostarme y esperar a tú  Ángel de la muerte, que tarde o temprano habrá de hacerlo.
Yo me sentaré o me acostaré a esperarlo, y ansío  que cuando mis ojos abran…Ya no esté aquí.









© Bernardo Enrique López Baltodano 2015



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...Cuando hablas...Lo que debes callar.


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“No te entiendo abuelito”
(…Continuación…Ver publicación anterior a esta.)



- No te entiendo abuelito. – Le dijo Vicky a su mayor, mientras sujetaba con fuerza su muñeca de trapo, el resto de sus primos la observaban con mucho detenimiento.
Su rostro denotaba desconcierto.
El anciano estaba leyendo un libro, y mientras lo hacía escuchaba los constantes secreteos que entre ellos se tramaban, y se le quedó mirando mientras la chiquitita lo observaba con sus grandes ojos negros, muy expresivos por cierto, se bamboleaba en su frente y esperaba con impaciencia la respuesta debida, y percatándose de lo importante que era su misión, de vez en cuando volteaba para verificar que sus primitos estuviesen allí, pendiente de su impaciencia.
Estos la instaban a que no desistiera.
- ¿Y qué es lo que no entiendes mi amorcito…?
- Ese relato tuyo…Eso del “viento negro” ¿Qué es eso…?  …Me confundes, mi papi nunca me ha hablado de eso. ¿Qué es…?
Ya nosotros hemos discutido esto y no logro entender.  Nos tienes confundidos a todos.
¿Podrías explicarme mejor…? – Ladeó su cabeza con toda su ternura, la muñeca se bamboleaba entre sus dos manos. El hombre suspiró ante la petición tan detallada.
Y comenzó a rebuscar las palabras que fuesen las mas adecuadas a esa mentalidad…Tan inocente.
- Lo que pasa abue, es que esa parte nosotros por mas que la hemos discutido…No logramos entenderla.  ¡Nadie nos ha hablado antes de eso! Y no la entendemos, por lo menos yo, no sé de qué nos estás hablando. – Intervino en su auxilio Jennifer, la mayor de todos ellos.
Con sus gestos le intentaba transmitir que no lograban entender del todo ese tipo de cuento que les había contado.
- Bueno, es que ese “viento negro” apareció de repente. Nadie lo había detallado.
- ¿Pero cómo pudo entrar, si todo estaba cerrado…? ¿Las puertas…? Cerradas.
¿Las ventanas…?  También.
¿Entonces…Por dónde entró…Cómo…?
Explicate mejor abuelito. – Se adelantó el único varoncito de ese quinteto de nietos.
El de mayor edad, los contemplaba con admiración. Por lo visto ese relato, los había puesto en litigio entre ellos mismos, ya que mientras él leía, oía y veía por el rabillo de sus ojos como se debatían entre ellos.
“En menudo problemita me he metido” – Pensó para sí mismo, puesto que no encontraba la mejor manera de explicarle a esas mentes que aunque eran infantiles…Debatían y se exponían entre ellos mismos los pro y los contras.
- …Bueno ese relato sucedió en verdad…
- ¿Pero cómo es “eso” de que se “transformó en hombre” y comenzó a asesinar de esa forma…? ¡Eso no lo logro entender! – El crío esgrimía sus argumentos, arrinconándolo y dejándolo prácticamente sin argumentos vitales…Debido a su escasa edad.
- Además… ¿Cómo es eso de que un niño de mas o menos nuestra edad, se haya transformado en el asesino de sus propios padres…? Me vas a perdonar abue, pero eso no me cabe en mí cabeza. – Le refutó muy decidida Jennifer, contando con la aprobación general del resto de sus primos e incluyendo a su hermanito, quien lo miraba de una forma retadora.
Todos estaban de acuerdo, que ese relato era muy fantasioso…Para ellos (Sospechaban que los estaba engañando y aprovechándose de que no sabían nada de ese tipo de tema.)
Se vio precisado a, en primera instancia tragar abundante saliva y luego a analizar lo que él debía contarles, de tal manera que sus nietos no lo tomen como un embustero.
- Pero sin embargo, a pesar de todos los razonamientos   -que por cierto, son muy buenos-    que me están dando ustedes, la verdadera verdad es que fue un hecho cierto.
No lo inventé. Ni me lo he imaginado.
- ¿Seguro…? – Se adelantó Vicky muy decidida a dilucidar ese misterioso misterio.
- ¿Y qué es “eso de camisa de fuerza”?
No lo entiendo. – Le preguntó Isabela otra de sus nietas, la cual también se mostraba enojada ya que no se creía del todo, la veracidad de lo que su abuelo les había contado.
- Camisa de fuerza, es una prenda muy fuerte que le colocan como si fuese una camisa, pero muy fuerte la tela, como la misma con que hacen las hamacas. ¿Las han visto?
- ¿La que tiene mi mami? – Le preguntó Estefany, otra de sus nietas.
- Del mismo tipo de tela. Es muy gruesa y fuerte y le colocan además unos amarres, de tal manera que cuando se la ponen a la persona, la someten e impiden que o se haga daño a él mismo o al resto.
- ¿Pero ese niñito se volvió loco entonces…? – Le consultó el varoncito.
- En efecto la utilizan a los que se vuelven locos. – Les convino a todos.
Se hizo un prudente silencio, por las miradas el viejo roble, entendió que esa generación de chiquillos se estaban comunicando, pero que él mismo no logró dilucidar.
Por lo que prefirió aguardar el curso lógico de los sucesos.
Ellos se hicieron una seña y se apartaron, se fueron a dialogar y a discutir entre ellos la continuación del mismo tema.
Hicieron una rueda, quedando Vicky   -la menor de todos ellos-   en el centro.
De vez en cuando alguno de ellos se volteaban para ver si su pariente los pillaba en sus secretos…
El hombre suspiró aliviado, y agradeció ese gesto, puesto que ya sus objeciones habían sido vencidas por el razonamiento tan lógico de su prole.
Pronto volvió a tomar su libro y haciendo que lo leía, seguía con interés el curso que estaba tomando entre esa gentecita menuda, pues seguía siendo de vital importancia entre ellos.
Se reía al ver la cara que ellos mostraban y de cuando en cuando, lo miraban como intentando entender la verdad de esos hechos, que a ellos en su imaginación infantil, no lograban determinar con la exactitud que ellos mismos esperaban.
“Eso me pasa por meterme en temas demasiado profundo para mis nietecitos” - Se consolaba a sí  mismo, mientras era testigo del debate que se estaba suscitando entre todos ellos.
Pero ya no podía hacer mas nada, tan solo seguirles la corriente con la finalidad de que se olvidaran de ese tipo de tema.








© Bernardo Enrique López Baltodano 2015


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