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“Cuento impredecible”









“¡Sólo a mí me pasa esto!
¡Y no sé el por qué…!”
Cuando  momentos imprecisos se presentan.








Me encontraba ensimismado   -pensando solamente en mis cosas-   ¡cuando de repente! Escuché un horrible estruendo. Una explosión de funestos pensamientos. Increíble…
¡Cáspita! – Exclamé angustiado.
Quedé en una sola pieza.
No reaccioné en aparente movimiento, pero por dentro me consumía…Terribles sensaciones se apoderaron de este cuerpo.
Me encontraba  solo en mi estancia favorita, y era mas de media noche. Hora de augurios.
¿Buenos…? ¿Extraños…?  ¡Vamos a esperar!
De presagios inciertos.
Donde las conjeturas desdicen nuestros aciertos.
Tan solo había escuchado los sonidos propios de la noche, los grillos, algún pájaro nocturno…
Sin importancia alguna. Todo normal y bajo control.
Pero he de hacer notar, qué de repente, se hizo un silencio de esos que llaman “sepulcral” y para ser lo mas sincero posible  ¡no le di importancia alguna!  He de ser preciso: ¡No quise aceptarlo!
…Pero ese tremendo y mortífero temblor, me causó mucho desaliento, quedé muy inestable y pronto mi corazón comenzó a latir en forma espantosa y galopante,  ¿qué habrá acontecido?
¡…! ¿Y ahora qué…?
Que mi intelecto, no aceptó a analizar.
 Me quedé estático. Casi sin respirar.
En verdad, no supe     -en ese instante-   descifrar  qué era.
Mis sentidos se agudizaron.
Me tele transportaron.
Mi piel al instante se me puso brotada, áspera tal como la de los pollos.
Pensamientos oscuros e inquietantes me arroparon.
¿Qué habrá sucedido a mí alrededor…?
…No lo sé…
Muy intrigado y sobrecogido, me quedé.
Mis pupilas comenzaron a girar sin aparente orden y en una forma inusual.
¡Traté de controlarlas, pero me desobedecían!
No quería mirar, no deseaba enterarme de nada, pero algo muy dentro de mí,  ¡se puso en alerta roja!
Afiné mis oídos, pero nada percibieron.
Pronto pensé que lo que estaba escuchando eran las pisadas silentes de las hormigas o el susurrar perenne del agitar sus alas los zancudos ¡pero no puede ser, nunca los he escuchado! ¿Y por qué ahora…Por qué…?
A pesar de mi insistencia y premura: ¡Nada supe en verdad!
Fueron unos momentos muy inquisidores.
De mucha inestabilidad y zozobra.
Decidí quedarme sin movimiento, aparente.
Es mas, traté de pasar desapercibido ¡y hasta transparente! No deseaba perturbar en nada.
…Pero a pesar de mis titánicos esfuerzos…
¡Sentí algo a mi lado! ¿”Algo” a…?
¿Y qué es…?
…O ¿qué será…?
Presiento que es alguien que respira, puesto que siento leves movimientos calóricos en mi espalda, como frazadas que se esparcen por alguna parte de mi columna, y que me sube.
En momentos se me antoja que es caliente, pero al otro instante, se pone fría.
¡Cómo el respirar de un muerto!
¿Respirar de “un…”?
¡Pero si ellos no respiran…Están “sin signos aparentes”!
Y sin embargo, eso son las líneas que afloran en mi mente. ¡Y es que no puedo creerlo!
…Pero por allí van las cosas…
No obstante, me quedo silente. Sosegado.
Procurando que ni siquiera por  los latidos de mi corazón, delatar mi posición.
¡Pero otra vez, siento que he fracasado!
Comienzo a sentir con mucha insistencia esas oleadas de aire.  Frío y otra vez calor.
¡Ni qué decir! Mis piernita izquierda comienza a temblar…Siguiéndole mi otra pierna.
¡Qué de infortunios!
Mi estómago comienza con fuertes espasmos.
¡Qué de contagioso estoy!
Ya no los puedo controlar y comienzo a sentir ese dolor en esa parte de mi cuerpo.
Mi esfínter anal, comienza a resquebrajarse…
¡No! ¡No puede ser!
Trato de apretarlo, temiendo lo peor.
¡Desgracia la mía!
Al parecer no quieren  obedecerme.
¡Asqueante  sensación de hastío!
Temo lo peor. Un fuerte, desagradable y fétido olor nauseabundo me embarga.
…Y ahora te presentas… ¡Qué de cosas!
¿Seré yo mismo o…?
Trato de impedir lo mas inevitable y sumamente desagradable.
Mi hombría está de por medio.
Es preciso no fallar…En esta ocasión.
¡Siento que me están tocando por el hombro!
¿Será cierto o es producto de mi imaginación…?
¡No lo sé…Pero por lo que entiendo…Estoy en emergencia!
Mi corazón me anuncia que se va a explotar en miles de partecitas.
No lo puedo creer.
Pero ciertamente, alguien o algo me está tocando.
En un principio fue algo tenue, pero ya dejó la sutileza.
En este momento me está presionando.
Sus dedos los siento como unas brasas que corroen mis carnes y huesos.
Mis nervios ya están nerviosos.
Me quedo en una especie de limbo.
Estoy desubicado. Desvaído. Impreciso.
Procuro serenarme, negando en el acto todo cuanto me está ocurriendo.
Insisto en ignorar lo que ya es evidente.
¡No quiero estar consciente de nada!
Es inútil, quiero escapar…Pero todo mi cuerpo está rígido como una piedra.
Me siento como una estatua. Inmóvil.
Pero ese “algo o alguien” está muy insistente y me importuna con mucha premura.
Gira mi cuerpo con una facilidad asombrosa       -¡estoy anonadado!-   pronto me hace girar unos ciento ochenta grados de mi posición inicial.
Descubro que tengo mis ojos cerrados.
Me golpea levemente mi quijada, como reclamando mi plena atención.
No obstante, me niego a acceder a esa petición ¡o a cualquiera! No deseo tener ningún tipo de contacto… ¡No quiero, me niego a ello!
Sin embargo ¡una fuerza mas fuerte que la mía!
Me obliga a hacerlo. Abro mis ojos…
Con asombro descubro que tengo ante mí a una criatura de lo mas hermosa ¡Es un ángel?
¡Es una aparición celestial o demoniaca…?
Lo ignoro.
Tan solo sé, que me ha subyugado. Raptado.
Sus grandes ojos de una gama de azul, que por instantes se me asemejaba a  gemas de inconmensurable valor comercial.
¡Un momento! El color de su ojo izquierdo es distinto…Es de un rojo escarlata…
¡Qué gama tan asombrosa de matices!
Siento devaneos. Presiento que he perdido mi razón de ser.
Esas joyas que presencio…Originan cosas extrañas muy dentro de mí.
Hipnotizado estoy, al contemplar esa diversidad de colores.
De los mas intensos a los mas tenues.
¡Nunca había visto semejante esplendor!
Me quedo asombrado.
Aquellos ojos, me cautivaron.
¡Me poseyeron de una forma instantánea!
…Ya no me siento inquieto.
Me siento embobado.
Me han cautivado.
Ella me mira con mucha dulzura. Es muy tierna.
La suavidad de su mirar, me tiene ¡loco!
Los suspiros aparecen en escenas.
Mi corazón comienza con otro tipo de melodía, pero ya no hay espanto. No siento temor.
Ensimismado, me quedo quieto.
Tan solo me complazco en detallarla…
Cuando ella pestañea, rompe ese mágico instante y abre otro mas encantador que el primero. Y así sucesivamente.
¡Estoy enamorado, así de instantáneo soy!
Una nube soporta mi cuerpo y me siento flotar.
¡Dios mío…Tanta belleza junta!
Encantado como estoy, veo que sus labios se mueven…Como dos conchas de nácar.
Pero mis oídos no perciben sonido alguno…
¿Qué me pasará…?
Me preocupo en ese instante mismo.
Deseo escuchar esa voz…Qué seguramente será angelical.
Pero no sucede nada. Veo que todo comienza a marchar como si estuviese  “en cámara lenta”
Me inquieto, aunque algo me aquieta.
Lo percibo.
Cambia la intensidad de su mirada.
Me está escrutando…
¿Qué pensamientos se alojaran en esa bella cabecita…?
Pienso en flores, en gardenias, en pétalos con la mayor fragancia provenientes del edén…
En mis pensamientos afloran situaciones hermosas, radiantes, puras.
Aquietan e inspiran mi naturaleza.
Ciertamente, coincide con esa sensación de boyar…Qué tranquilidad me embarga en este momento.
¿Qué otra cosa puede pedir o esperar un mundano caballero…? Cómo en mi caso.
Tengo ante mí…Algo espectacular.
La mujer mas hermosa que la fragancia inspiradora de una torrente impetuosa que surca todo mi ser, me desdobla, me atraviesa y me posee con esa fuerza e ímpetu jamás vista por un individuo como lo represento: Yo.
Un hombrecito que hasta hace unos instantes temblaba como “un pollito remojado” pero que en este preciso instante, siento una fuerza arrolladora que sublimiza todo lo que hay en mi persona.
Me enerva y hasta me reconforta.
Siento la plenitud de mi esencia y mi propia naturaleza que brota sin cesar.
¡Qué resplandor, que inquietante y quieta ternura surge de semejante criatura!
Luego escucho un sonido que viene con notas armónicas dentro de un arpegio musical.
Literalmente no lo entiendo, pero luego se me traduce en sentimientos muy nobles.
De quieta quietud.
De energía potente y seductora.
Impulso y relajación.
Mis energías comienzan a flotar, por alguna zona que desconozco me viene esa fibra, esa garra…Que me soporta y me sostiene, en el aire siento su desgarre. Su resistencia.
Su frescura de ánimo estabilizador que tiende a adormecerme.
¡Dios qué me está pasando…?
Un frescor en forma de oleada, me entumece.
Me anestesia.
Siento que ya no poseo resistencia alguna.
Me entrego sin cesar y sin remedio alguno.
Ya mi conciencia ha quedado anulada.
Pierdo el sentido de pertenencia. De orfandad.
De amar. De estar.
Sencillamente…Me desprendo.
Sin dolor. Sin prisa alguna.
No me preocupa nada de nada.
Ya no siento angustia ni premura.
Lo ancho y lo vasto se hace en mí.
Floto sin flamear. Vivo sin coexistir.
Estoy donde no estoy.
Ya no tengo razón.
Estoy en un sopor, aunque no me siento.
No sé qué será de mí…
Mi esencia se confabula y se dispersa.
No tengo conciencia de energía, ni de esencia, ni de presencia como tampoco de ausencia.
Mejor me desprendo…
Eso ya no depende de mí…
Adiós sin despedida alguna.
Nadie ha de notarlo.
Me obnubila mi ausencia, luego ya no estoy aquí.
No me interesa saber mas.
Todo lo dicho, carece de importancia alguna.
No hay razón de ser…Su esencia se diluye.
Cuando transitar carece de sentir, de ver, de oír o de conciencia adquirir.
Todo se reduce al abandono. Al destierro.
Irse y no notarlo. Percibirlo. Mancar.
Importancia no tiene, cuando de afufar se trata. Pirarse.
Conceptos carentes de sentido, cuando desaparece la esencia del sentir.









© Bernardo Enrique López Baltodano 2016



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En mucho secreto te lo cuento ¡Nadie mas lo sabe, sólo tú y yo!


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“Relatos misteriosos”








“Te voy a contar esto…”







- Te voy a contar esto que me sucedió hace poco.
Pero espero que ¡a nadie mas se lo cuentes, ni siquiera a ti mismo! – Carlo me estaba hablando con mucha premura, y entiendo que si me cuenta lo que dice que me va a contar, es porque así lo cree necesario. Máxime viniendo de él mismo, un hombre tan misterioso y meticuloso con sus cosas.
Es muy serio en sus cuestiones.
No es exagerado, como tampoco mentiroso.
Le noté muy alterado, y es raro, ya que veníamos tranquilamente en mi carro charlando sobre cosas sin ninguna importancia, pero cuando me tocó tomar la calle lateral del mercado municipal, me di cuenta que algo en él, había cambiado.
Se puso rígido.
Algo nervioso.
No sé explicarme muy bien, ya que era yo quien venía manejando y por supuesto venía mas pendiente de la vía y de cualquier peatón loco que creyendo que mi carro es pequeño,  ¡se me atraviesa de repente!
Cómo creyendo o mofándose de que mi vehículo para nada le causaría daño alguno   -hay que ver la cantidad de locos que andan por todas estas vías-   en fin, decía que por andar pendiente de la carretera, no me fijé que de repente se me quedó callado el amigo en cuestión.
Y ya casi llegando a la esquina, me volteo hacia él     
-Ya alertado de ese ¡silencio que me causó mucha extrañeza!    y le pregunté…
- ¿Por qué ese silencio ¡así de repente!? – Pero en un principio no se dio por aludido. Si me fijé   -ya extrañado-   que se volvió con insistencia hacia una parte de esa calle, específicamente a la acera que le servía de limite a esa construcción,  casi a la mitad, debo reconocer que a esa hora que pasamos, estaba semi desértica. El caso es que de repente se dirigió a mí y cuando le vi su rostro, se lo noté muy alterado y sumido en un misticismo que me llamó poderosamente la atención.
- Cómo te decía…Te voy a contar lo que me pasó.
¡Y fue exactamente en ese sitio! – Me señaló el espacio que él presumía   -¡Al que le vi su insistencia mirando siempre allí!-  Y ya me estaba intrigando mucho, así que aminorando la velocidad de desplazamiento de mi coche, le volví a consultar…
- ¡Qué te pasó allí?
- Hace exactamente una semana, pasé caminando ¡por allí mismo!   -Y me señalaba tal como hacen los perros que están adiestrados para la cacería…Que se quedan inmóvil mientras su amo, prepara su escopeta.
Seguí la dirección que desde su dedo me señalaba, y debo aclarar que no me dio ninguna impresión, ya que lo vi sin ese desdén con que él lo apreciaba, volví a verlo y fue cuando me agregó…
- Mas o menos a esta misma hora ¿Qué hora es…?
- Son ya…Las seis y quince minutos de la tarde. – Le dije en cuanto chequee mi reloj de pulsera.
- Pues sería un poco mas tarde… ¡Quizás media hora mas tarde! – Lo vi muy destemplado, con una mirada muy posesiva, y a la vez muy extraviada.
Me miró fijamente   -¡cosa que me asustó mucho!-   y sin mayor preámbulo me musitó…
- Y estaba finiquitando los rayos solares, cayendo la luna. El caso es que toda esa cuadra estaba muy sola. ¡No veía a mas nadie por allí!
Caminaba un tanto nervioso   -ya sabes que me puede salir un atracador o algo parecido-   el caso es que andaba muy pendiente.
¡Cuando de repente me dan un fuerte golpe por la espalda, que me dejó privado, me sacó todo el aire!
Y me caí… - Con gestos muy expresivos me iba recreando cada movimiento que se vio precisado a ejecutar   -yo lo observaba asombrado, ya que su dramatismo me contagiaba-   Se inclinaba con gestos de dolor…
- ¡Cuando me di cuenta…Estaba tirado en la acera!
…Pero para ser mas sincero aun, no sentí el golpe        -de la caída, me refiero-     ya que muchos cuerpos diminutos soportaron el impacto.
Miré asombrado y pude ver…
¡Centenares de hombrecillos, muy diminutos!
¡Ínfimos!
…Entonces me pregunté: ¿Quién me habrá lanzado tan mortífero golpe?
¡Y rápidamente me volví sobre mis pasos!
Vi cómo se estaban cayendo como en un efecto de cascada…Una cantidad enorme  de esos mismos seres, que se habían encaramado uno encima de otro, como si fuese una pirámide. ¡Lo hicieron de esa forma!
- ¿Y tanta fuerza tenían, que te tumbaron de un solo golpe? – Comprendí que mi pregunta lo había desbalanceado, porque en el acto, se me puso serio y reflexivo y añadió…
- Ese sí que es un misterio para mí. Porque eran mas chiquitos que una falange de los dedos de mi mano.
¡No sé cómo explicarlo! 
Pero de que lo recibí: ¡lo recibí, es mas me dejó “privado”! Y por segundos, perdí el conocimiento, de lo duro que me pegaron.  - Y tuvo que ser cierto, ya que en ningún momento lo vi que dudara de algo.
Se quedó mirando durante un rato el sitio que ya me había señalado.
…Estaba muy extraño, como poseído por una fuerza extraña. Y el verlo así, me hizo pensar.
Y lentamente continuó su relato…
- Eso no sé cómo lo lograron, pero sí que lo sentí…
Cuando caí, sentí como una cantidad grande de manos, me sujetaban con fuerza.
Y de una forma extraordinaria, salieron corriendo y me transportaron por sitios dentro de ese mercado, que en verdad ¡nunca los había visto que existían!
El suelo es irregular, ya que presenta muchas aberturas. Tú sabes piso de cemento muy viejo y olvidado. Con muchos desniveles.
Me metieron por debajo del piso. ¡No sé cómo lo hicieron, pero por allí me metieron!
Sentí como rozaba mi cuerpo con el concreto duro y agreste, pero en ningún momento se detuvieron.
¡Pienso que me llevaban hacia lo mas profundo!
Oí cómo corría un líquido, que no sé precisarte cual era…Pienso en estos momentos que eran o las tuberías de agua o del desagüe, ¡o los dos a la vez!
Pronto todo se me hizo oscuro.
Sentí mucho terror, pensé que me iban a matar.
Intenté forcejear para liberarme…Pero era que me mantenían maniatado.
¡Todo fue muy rápido y veloz!
De repente me vi en un espacio totalmente distinto.
Espacioso y muy bien ventilado.
- ¿Pero dónde…Abajo…? – Le interrumpí con el afán de que me explicara mejor todo.
- Abajo. Muy profundo. Pero lo mas curioso es que en el camino, sentí que me faltaba el aire, pero allá abajo ¡todo cambió! Era muy bien ventilado. Espacioso.
Claro y nítido todo.
De pronto emergieron muchos pequeñines alados, de apariencia distinta  a los que ya te he contado.
¡Sí alados! Y parecían avispas.
¡Eran miles de bichos como esos!
Ronroneaban y me escrutaban con curiosidad.
Me tomaron por la cabeza, los brazos y los hombros.
¡Y de repente me vi, parado en mis dos piernas!
Como pude, intenté no perder el control.
Esa manada de seres alados, me seguían sosteniendo con mucha fuerza e impedían que me liberase.
Escuché unos extraños gorgoteos, que se me fueron haciendo comprensibles, mejor dicho: ¡Traducidos a mi lenguaje normal!
- ¿Y qué te decían…?
- Ya vas a saber, déjame que te vaya narrando.
- Ok. Ok.
- Pude escuchar claramente que me llamaban por mi nombre: ¡Carlo! Quédate tranquilo que no te vamos a hacer daño alguno.
Y yo les pregunté: ¿Quién me habla? – Porque eran centenares de sonidos raros para mí y además no pude ver a “una persona como tal” así que miraba a todos lados sin poder percibir una presencia como tal.
¡Somos muchos! No trates de mirarnos a los ojos.
No queremos que nos descubras. – Y yo me quedé sin entender nada, ya que me preguntaba…
¿De quién será esa voz…Qué me parece conocida…?
- ¿Y quién era…Lo pudiste ver? – Le hice esas preguntas mientras trataba de aparcar el carro, para poder ponerle mas atención, pero al ver lo que pretendía hacer  me gritó espantado…
- ¿Qué vas a hacer?
- ¡Estacionarme!
- ¿Estás loco? ¿No ves que pueden volver a salir?
¡Acelera, vámonos de este sitio endemoniado!
¡Dale rápido! – Instintivamente, hice lo que me estaba apremiando, ya que le vi en su rostro ese pánico que me contagió en el acto.
Al ver que yo me alejaba, volvió a mirar con mucha aprehensión y al recorrer mas de una cuadra, comenzó a aquietarse y a relajarse un poco mas, así que continuó con su relato…
- Si me vuelven a ver… ¡Me masacran!
Y ya me lo han advertido.
- ¿Entonces qué mas te pasó…?
- Yo estaba todo perplejo. Alelado pude comprobar que allá debajo de los cimientos…Existía toda una ciudad. ¡Tenían hasta caminos y carreteras!
Claro todo a su medida.
¡Pude apreciar hasta una plaza! y en ella, estaban una cantidad superior de seres de distintas apariencias de los que me habían  apresado.
Edificios enormes. Alumbrado con luz artificial.
Y todos me miraban con sumo interés.
¡Hasta me sentí un gigante en medio de tantos pequeñuelos!
El caso es que pude sujetarme bien, y me quedé parado en mis dos pies, pero seguía sujeto por ellos.
¡No temas! Por hoy no te vamos a hacer daño alguno.
¡Pero! Te hemos traído hasta nuestro reino, con la finalidad de que sepas que te hemos estado vigilando.
- ¿Vigilando, a mí…? ¿Y por qué?
- Queremos que nos sirvas de puente.
- ¿Puente…De qué…?
- De todos ustedes. Qué nos masacran y destruyen.
- ¿Yo? ¡Pero si ni siquiera los conozco!
Es mas: ¡Primera vez que los veo!
…Lo juro…Por ¡ese sol que aun nos ilumina!
- Ya estamos de noche. – Me respondieron.
- ¿De noche…Tan rápido…? – Pensaba que se estaban burlando de mí.
- Ya es mas de media noche.
- ¿Media noche? No lo entiendo.
Cuando ustedes me apresaron, apenas estaba cayendo el sol. ¡Y ustedes me han traído aquí prácticamente “volando”! – No me respondieron nada.
Presumí que quizás, había cometido una imprudencia, así que rápidamente les dije…
- Perdón, si me equivoqué.
- En efecto “acá es otro horario”
- ¿Otro horario? No entiendo.
- Mira te hemos traído para acá, para que alertes a los de tu misma especie…
¡No queremos que nos sigan dañando mas! – No entendí ni papa. No obstante, me hice el que los comprendía…Y me quedé en silencio escuchándole toda una gran cantidad de cosas, que ¡ahorita mismo! No me recuerdo. ¡Es la verdad!
Pronto sentí como un devaneo.
Y todo se me hizo borroso. Por micro instantes, perdí la noción. Pero allá por lo lejos, los escuchaba a todos ellos que se reían y se mofaban de mi posición.
En ese preciso momento, llegué a pensar que me iban a liquidar.
Pero hubo algo que me hizo ponerme “¡pila!”
- ¿Qué? – Le consulté ya que había captado mi atención plena.
- Escuché como un estruendo.
¡Algo grande y pesado hacia acto de presencia!
El piso retumbaba. La ventilación se hizo espesa.
Cómo pude, puse toda mi atención…
Miré hacia lontananza…
¿Sabes lo que era…?
- ¿Y cómo he de saberlo…? – Le espeté mi respuesta con esa interrogación imperativa. Él se sorprendió de mi acción y en el acto, respondió…
- ¡Venía una manada de elefantes de tamaños gigantes!
Y venían en son de guerra. Movían sus enormes trompas con mucha destrezas.
¡Pum! ¡Pum! Pareciese que estaba temblando.
Y arriba, volando. Venían enormes aves, que me parecieron antediluvianos.
¡Shhhhh!  ¡Shhhhhh! Ese sonido que me estaba reventando mis tímpanos.
Graznaban con sonidos estereotipados.
¡Muy difícil me resulta repetir esa cacofonía tan espeluznante y terrorífica!
Me causaban mucho dolor solamente el escucharlos.
…Yo me espanté. No supe reaccionar de la forma mas debida. ¡Pero perdí el conocimiento!
En verdad, no me queda claro si fue así o fue que me dieron otro duro golpe…El caso es que perdí el conocimiento.
- ¿Pero no pudiste ver cuántos elefantes eran…?
- ¡Centenares! Y encima de ellos, venían “jineteándolos” unos seres mucho mas grandes que yo, portaban armas de guerra que nunca en mi vida los había presenciado.
Y tenían varios ¡muchos brazos!  Y varias patas.
Les vi la cabeza muy grande y es que cuando pude afinar mejor mi vista…
¡Eran enormes cascos de guerra! Que portaban luces incandescentes.
Y que giraban como las luces de las ambulancias.
Venían en plan de ataque.
Te lo confieso: ¡Me aterroricé todo!
¡Estaba conmocionado y sin saber qué hacer!
Me quedé con la boca abierta. ¡No supe reaccionar!
Y lo mas curioso, es que percibí que detrás de toda esa tropa de ataque… ¡Venía algo mas mortífero que eso!
¡Esos eran como “la infantería” de ataque primario!
Estuve a punto de morir de un infarto fulminante.
Todo comenzó a girar dentro de mí.
Mi estómago parecía que se me reventaba.
¡Aquello fue indescriptible para mí!
¡Con decirte que de inmediato se deshicieron de mí!
…No me queda claro aún, pero el caso es que de repente me vi en la esquina de esa acera.
Me encontraba todo lleno de polvo y barro.
De inmediato me puse en pie ¡y patitas para qué te tengo?
- ¿Huiste?
- ¡A toda carrera! No me interesa saber mas nada.
Y desde ese mismo día…Prefiero caminar mas, pero me voy por otro lado. ¡Bien lejos de esa loquera!
Y lo que no entiendo es porque me eligen a mí para estas cosas ¡No me gustan!
Me producen muchos escalofríos.
- ¿Y no tienes curiosidad por saber nada mas…?
- ¿Yo? ¡Debes estar “loco de remate”!
Yo soy muy cobarde para esas cosas. – Me le quedé mirando sin poder entenderle, ya que si me hubiese pasado eso a mí…Con toda seguridad que la curiosidad me hubiera hecho volver.
¡Es mas, intenté convencerlo para devolvernos, pero no hubo forma ni manera de que lo aceptara!
¡No! ¡No! Y de allí no pude sacarlo.
- ¡Cobarde! – Le espeté colérico. Pero ni eso le hizo mella en su decisión.
- Por lo menos, enséñame el sitio exacto, que ¡yo sí que soy capaz de ir! – Pero no. El muy rastrero  se me negaba con toda su fuerza.
…La verdad es que si  Dios  no le dio cacho al burro, ¡fue por algo!
…Y no pasarme esas cosas a mí…
¡Qué me causa tanta emoción!
Me pone ¡a millón!
Qué eleva mi cantidad de adrenalina y me conmociona. Pero no me queda mas que intentarlo yo solo, ¡pero será en otra ocasión porque este miedoso  de pacotilla, no me deja hacerlo hoy mismo!
¡Me da una rabia!











© Bernardo Enrique López Baltodano 2016







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