En mucho secreto te lo cuento ¡Nadie mas lo sabe, sólo tú y yo!


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“Relatos misteriosos”








“Te voy a contar esto…”







- Te voy a contar esto que me sucedió hace poco.
Pero espero que ¡a nadie mas se lo cuentes, ni siquiera a ti mismo! – Carlo me estaba hablando con mucha premura, y entiendo que si me cuenta lo que dice que me va a contar, es porque así lo cree necesario. Máxime viniendo de él mismo, un hombre tan misterioso y meticuloso con sus cosas.
Es muy serio en sus cuestiones.
No es exagerado, como tampoco mentiroso.
Le noté muy alterado, y es raro, ya que veníamos tranquilamente en mi carro charlando sobre cosas sin ninguna importancia, pero cuando me tocó tomar la calle lateral del mercado municipal, me di cuenta que algo en él, había cambiado.
Se puso rígido.
Algo nervioso.
No sé explicarme muy bien, ya que era yo quien venía manejando y por supuesto venía mas pendiente de la vía y de cualquier peatón loco que creyendo que mi carro es pequeño,  ¡se me atraviesa de repente!
Cómo creyendo o mofándose de que mi vehículo para nada le causaría daño alguno   -hay que ver la cantidad de locos que andan por todas estas vías-   en fin, decía que por andar pendiente de la carretera, no me fijé que de repente se me quedó callado el amigo en cuestión.
Y ya casi llegando a la esquina, me volteo hacia él     
-Ya alertado de ese ¡silencio que me causó mucha extrañeza!    y le pregunté…
- ¿Por qué ese silencio ¡así de repente!? – Pero en un principio no se dio por aludido. Si me fijé   -ya extrañado-   que se volvió con insistencia hacia una parte de esa calle, específicamente a la acera que le servía de limite a esa construcción,  casi a la mitad, debo reconocer que a esa hora que pasamos, estaba semi desértica. El caso es que de repente se dirigió a mí y cuando le vi su rostro, se lo noté muy alterado y sumido en un misticismo que me llamó poderosamente la atención.
- Cómo te decía…Te voy a contar lo que me pasó.
¡Y fue exactamente en ese sitio! – Me señaló el espacio que él presumía   -¡Al que le vi su insistencia mirando siempre allí!-  Y ya me estaba intrigando mucho, así que aminorando la velocidad de desplazamiento de mi coche, le volví a consultar…
- ¡Qué te pasó allí?
- Hace exactamente una semana, pasé caminando ¡por allí mismo!   -Y me señalaba tal como hacen los perros que están adiestrados para la cacería…Que se quedan inmóvil mientras su amo, prepara su escopeta.
Seguí la dirección que desde su dedo me señalaba, y debo aclarar que no me dio ninguna impresión, ya que lo vi sin ese desdén con que él lo apreciaba, volví a verlo y fue cuando me agregó…
- Mas o menos a esta misma hora ¿Qué hora es…?
- Son ya…Las seis y quince minutos de la tarde. – Le dije en cuanto chequee mi reloj de pulsera.
- Pues sería un poco mas tarde… ¡Quizás media hora mas tarde! – Lo vi muy destemplado, con una mirada muy posesiva, y a la vez muy extraviada.
Me miró fijamente   -¡cosa que me asustó mucho!-   y sin mayor preámbulo me musitó…
- Y estaba finiquitando los rayos solares, cayendo la luna. El caso es que toda esa cuadra estaba muy sola. ¡No veía a mas nadie por allí!
Caminaba un tanto nervioso   -ya sabes que me puede salir un atracador o algo parecido-   el caso es que andaba muy pendiente.
¡Cuando de repente me dan un fuerte golpe por la espalda, que me dejó privado, me sacó todo el aire!
Y me caí… - Con gestos muy expresivos me iba recreando cada movimiento que se vio precisado a ejecutar   -yo lo observaba asombrado, ya que su dramatismo me contagiaba-   Se inclinaba con gestos de dolor…
- ¡Cuando me di cuenta…Estaba tirado en la acera!
…Pero para ser mas sincero aun, no sentí el golpe        -de la caída, me refiero-     ya que muchos cuerpos diminutos soportaron el impacto.
Miré asombrado y pude ver…
¡Centenares de hombrecillos, muy diminutos!
¡Ínfimos!
…Entonces me pregunté: ¿Quién me habrá lanzado tan mortífero golpe?
¡Y rápidamente me volví sobre mis pasos!
Vi cómo se estaban cayendo como en un efecto de cascada…Una cantidad enorme  de esos mismos seres, que se habían encaramado uno encima de otro, como si fuese una pirámide. ¡Lo hicieron de esa forma!
- ¿Y tanta fuerza tenían, que te tumbaron de un solo golpe? – Comprendí que mi pregunta lo había desbalanceado, porque en el acto, se me puso serio y reflexivo y añadió…
- Ese sí que es un misterio para mí. Porque eran mas chiquitos que una falange de los dedos de mi mano.
¡No sé cómo explicarlo! 
Pero de que lo recibí: ¡lo recibí, es mas me dejó “privado”! Y por segundos, perdí el conocimiento, de lo duro que me pegaron.  - Y tuvo que ser cierto, ya que en ningún momento lo vi que dudara de algo.
Se quedó mirando durante un rato el sitio que ya me había señalado.
…Estaba muy extraño, como poseído por una fuerza extraña. Y el verlo así, me hizo pensar.
Y lentamente continuó su relato…
- Eso no sé cómo lo lograron, pero sí que lo sentí…
Cuando caí, sentí como una cantidad grande de manos, me sujetaban con fuerza.
Y de una forma extraordinaria, salieron corriendo y me transportaron por sitios dentro de ese mercado, que en verdad ¡nunca los había visto que existían!
El suelo es irregular, ya que presenta muchas aberturas. Tú sabes piso de cemento muy viejo y olvidado. Con muchos desniveles.
Me metieron por debajo del piso. ¡No sé cómo lo hicieron, pero por allí me metieron!
Sentí como rozaba mi cuerpo con el concreto duro y agreste, pero en ningún momento se detuvieron.
¡Pienso que me llevaban hacia lo mas profundo!
Oí cómo corría un líquido, que no sé precisarte cual era…Pienso en estos momentos que eran o las tuberías de agua o del desagüe, ¡o los dos a la vez!
Pronto todo se me hizo oscuro.
Sentí mucho terror, pensé que me iban a matar.
Intenté forcejear para liberarme…Pero era que me mantenían maniatado.
¡Todo fue muy rápido y veloz!
De repente me vi en un espacio totalmente distinto.
Espacioso y muy bien ventilado.
- ¿Pero dónde…Abajo…? – Le interrumpí con el afán de que me explicara mejor todo.
- Abajo. Muy profundo. Pero lo mas curioso es que en el camino, sentí que me faltaba el aire, pero allá abajo ¡todo cambió! Era muy bien ventilado. Espacioso.
Claro y nítido todo.
De pronto emergieron muchos pequeñines alados, de apariencia distinta  a los que ya te he contado.
¡Sí alados! Y parecían avispas.
¡Eran miles de bichos como esos!
Ronroneaban y me escrutaban con curiosidad.
Me tomaron por la cabeza, los brazos y los hombros.
¡Y de repente me vi, parado en mis dos piernas!
Como pude, intenté no perder el control.
Esa manada de seres alados, me seguían sosteniendo con mucha fuerza e impedían que me liberase.
Escuché unos extraños gorgoteos, que se me fueron haciendo comprensibles, mejor dicho: ¡Traducidos a mi lenguaje normal!
- ¿Y qué te decían…?
- Ya vas a saber, déjame que te vaya narrando.
- Ok. Ok.
- Pude escuchar claramente que me llamaban por mi nombre: ¡Carlo! Quédate tranquilo que no te vamos a hacer daño alguno.
Y yo les pregunté: ¿Quién me habla? – Porque eran centenares de sonidos raros para mí y además no pude ver a “una persona como tal” así que miraba a todos lados sin poder percibir una presencia como tal.
¡Somos muchos! No trates de mirarnos a los ojos.
No queremos que nos descubras. – Y yo me quedé sin entender nada, ya que me preguntaba…
¿De quién será esa voz…Qué me parece conocida…?
- ¿Y quién era…Lo pudiste ver? – Le hice esas preguntas mientras trataba de aparcar el carro, para poder ponerle mas atención, pero al ver lo que pretendía hacer  me gritó espantado…
- ¿Qué vas a hacer?
- ¡Estacionarme!
- ¿Estás loco? ¿No ves que pueden volver a salir?
¡Acelera, vámonos de este sitio endemoniado!
¡Dale rápido! – Instintivamente, hice lo que me estaba apremiando, ya que le vi en su rostro ese pánico que me contagió en el acto.
Al ver que yo me alejaba, volvió a mirar con mucha aprehensión y al recorrer mas de una cuadra, comenzó a aquietarse y a relajarse un poco mas, así que continuó con su relato…
- Si me vuelven a ver… ¡Me masacran!
Y ya me lo han advertido.
- ¿Entonces qué mas te pasó…?
- Yo estaba todo perplejo. Alelado pude comprobar que allá debajo de los cimientos…Existía toda una ciudad. ¡Tenían hasta caminos y carreteras!
Claro todo a su medida.
¡Pude apreciar hasta una plaza! y en ella, estaban una cantidad superior de seres de distintas apariencias de los que me habían  apresado.
Edificios enormes. Alumbrado con luz artificial.
Y todos me miraban con sumo interés.
¡Hasta me sentí un gigante en medio de tantos pequeñuelos!
El caso es que pude sujetarme bien, y me quedé parado en mis dos pies, pero seguía sujeto por ellos.
¡No temas! Por hoy no te vamos a hacer daño alguno.
¡Pero! Te hemos traído hasta nuestro reino, con la finalidad de que sepas que te hemos estado vigilando.
- ¿Vigilando, a mí…? ¿Y por qué?
- Queremos que nos sirvas de puente.
- ¿Puente…De qué…?
- De todos ustedes. Qué nos masacran y destruyen.
- ¿Yo? ¡Pero si ni siquiera los conozco!
Es mas: ¡Primera vez que los veo!
…Lo juro…Por ¡ese sol que aun nos ilumina!
- Ya estamos de noche. – Me respondieron.
- ¿De noche…Tan rápido…? – Pensaba que se estaban burlando de mí.
- Ya es mas de media noche.
- ¿Media noche? No lo entiendo.
Cuando ustedes me apresaron, apenas estaba cayendo el sol. ¡Y ustedes me han traído aquí prácticamente “volando”! – No me respondieron nada.
Presumí que quizás, había cometido una imprudencia, así que rápidamente les dije…
- Perdón, si me equivoqué.
- En efecto “acá es otro horario”
- ¿Otro horario? No entiendo.
- Mira te hemos traído para acá, para que alertes a los de tu misma especie…
¡No queremos que nos sigan dañando mas! – No entendí ni papa. No obstante, me hice el que los comprendía…Y me quedé en silencio escuchándole toda una gran cantidad de cosas, que ¡ahorita mismo! No me recuerdo. ¡Es la verdad!
Pronto sentí como un devaneo.
Y todo se me hizo borroso. Por micro instantes, perdí la noción. Pero allá por lo lejos, los escuchaba a todos ellos que se reían y se mofaban de mi posición.
En ese preciso momento, llegué a pensar que me iban a liquidar.
Pero hubo algo que me hizo ponerme “¡pila!”
- ¿Qué? – Le consulté ya que había captado mi atención plena.
- Escuché como un estruendo.
¡Algo grande y pesado hacia acto de presencia!
El piso retumbaba. La ventilación se hizo espesa.
Cómo pude, puse toda mi atención…
Miré hacia lontananza…
¿Sabes lo que era…?
- ¿Y cómo he de saberlo…? – Le espeté mi respuesta con esa interrogación imperativa. Él se sorprendió de mi acción y en el acto, respondió…
- ¡Venía una manada de elefantes de tamaños gigantes!
Y venían en son de guerra. Movían sus enormes trompas con mucha destrezas.
¡Pum! ¡Pum! Pareciese que estaba temblando.
Y arriba, volando. Venían enormes aves, que me parecieron antediluvianos.
¡Shhhhh!  ¡Shhhhhh! Ese sonido que me estaba reventando mis tímpanos.
Graznaban con sonidos estereotipados.
¡Muy difícil me resulta repetir esa cacofonía tan espeluznante y terrorífica!
Me causaban mucho dolor solamente el escucharlos.
…Yo me espanté. No supe reaccionar de la forma mas debida. ¡Pero perdí el conocimiento!
En verdad, no me queda claro si fue así o fue que me dieron otro duro golpe…El caso es que perdí el conocimiento.
- ¿Pero no pudiste ver cuántos elefantes eran…?
- ¡Centenares! Y encima de ellos, venían “jineteándolos” unos seres mucho mas grandes que yo, portaban armas de guerra que nunca en mi vida los había presenciado.
Y tenían varios ¡muchos brazos!  Y varias patas.
Les vi la cabeza muy grande y es que cuando pude afinar mejor mi vista…
¡Eran enormes cascos de guerra! Que portaban luces incandescentes.
Y que giraban como las luces de las ambulancias.
Venían en plan de ataque.
Te lo confieso: ¡Me aterroricé todo!
¡Estaba conmocionado y sin saber qué hacer!
Me quedé con la boca abierta. ¡No supe reaccionar!
Y lo mas curioso, es que percibí que detrás de toda esa tropa de ataque… ¡Venía algo mas mortífero que eso!
¡Esos eran como “la infantería” de ataque primario!
Estuve a punto de morir de un infarto fulminante.
Todo comenzó a girar dentro de mí.
Mi estómago parecía que se me reventaba.
¡Aquello fue indescriptible para mí!
¡Con decirte que de inmediato se deshicieron de mí!
…No me queda claro aún, pero el caso es que de repente me vi en la esquina de esa acera.
Me encontraba todo lleno de polvo y barro.
De inmediato me puse en pie ¡y patitas para qué te tengo?
- ¿Huiste?
- ¡A toda carrera! No me interesa saber mas nada.
Y desde ese mismo día…Prefiero caminar mas, pero me voy por otro lado. ¡Bien lejos de esa loquera!
Y lo que no entiendo es porque me eligen a mí para estas cosas ¡No me gustan!
Me producen muchos escalofríos.
- ¿Y no tienes curiosidad por saber nada mas…?
- ¿Yo? ¡Debes estar “loco de remate”!
Yo soy muy cobarde para esas cosas. – Me le quedé mirando sin poder entenderle, ya que si me hubiese pasado eso a mí…Con toda seguridad que la curiosidad me hubiera hecho volver.
¡Es mas, intenté convencerlo para devolvernos, pero no hubo forma ni manera de que lo aceptara!
¡No! ¡No! Y de allí no pude sacarlo.
- ¡Cobarde! – Le espeté colérico. Pero ni eso le hizo mella en su decisión.
- Por lo menos, enséñame el sitio exacto, que ¡yo sí que soy capaz de ir! – Pero no. El muy rastrero  se me negaba con toda su fuerza.
…La verdad es que si  Dios  no le dio cacho al burro, ¡fue por algo!
…Y no pasarme esas cosas a mí…
¡Qué me causa tanta emoción!
Me pone ¡a millón!
Qué eleva mi cantidad de adrenalina y me conmociona. Pero no me queda mas que intentarlo yo solo, ¡pero será en otra ocasión porque este miedoso  de pacotilla, no me deja hacerlo hoy mismo!
¡Me da una rabia!











© Bernardo Enrique López Baltodano 2016







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