¡Ya les escribí este relato...Espero sea del agrado de todos!












Corto  en  relatos








“En  una  reunión”











Se encontraban  reunidos dos amigos, en la casa de la amiga, en su sala,  recibiendo sus muy atentas atenciones.
Afuera está cayendo un torrencial aguacero, la lluvia es muy intensa.












- Pues yo  ¡la verdad sea siempre dicha! – Decía Nerio mientras recibía una taza de un muy humeante café. Hizo una pausa, dio las respectivas gracias y esperó hasta que ya todos estuviesen  listos.
Aprovechó para echarle un pequeño sorbo…Estaba muy caliente esa taza.
- ¡Cómo les decía hasta hace poco! (¡Y te estoy muy agradecido Amelia… ¡Está muy caliente y rico!) – Y luego de hablarle por medio de sus gestos, se quedó pensativo y dijo…
- ¿Yo? De lo único que puedo hablar es de mi propia experiencia. Tengo tres hijos. Dos varones y una hembrita. Todos sanos, ¡Gracias a Dios!
Pero en lo que a mi concierne… ¡Ya cumplí con ellos!
Ahora me toca a mí. Disfrutar de esta vida tan hermosa. Y que hasta hace poco, no he podido disfrutar. ¡La vida es bella!
¡Pero! Ya estoy exhausto.
Que me mantenga ellos ahora. ¡Es justo!
¿Cierto…?
¿Total?
Ya están grandes.
Ya se saben defenderse muy bien.
¡Es el tiempo en que yo me dedique a…Descansar!
A vivir lo que nunca antes he podido hacer. ¡La buena vida! –  Intentó hacer el ademán de estirarse, pero casi que se le venía encima todo el dichoso tinto. Tuvo que enderezarse de inmediato.
…Pero algunas gotas cayeron sobre su humanidad, enturbiando su ropa.
- ¡Caras! – Gritó de dolor cuando sintió el caliente sobre su cuerpo.
- ¡Bien hecho! – Lo apremió Rolando, y hasta le aplaudió.
- ¡Qué lástima que no se te cayó todo! ¡Desgraciado!
- ¿Y por qué a mí? ¿Qué te he hecho para que me estés deseando el mal…? – Le encaró con violencia.
Su rostro se le surcó de vibrantes venas enardecidas.
Es increíble como a ciertos personajes, se le sube el enojo en cuestión de…Un instante.
- ¡Ah no…! Escándalos en mi propia casa  ¡no se la acepto a nadie! – Explotó  la dama en cuestión, el reciente pleito.
Ambos hombres se detuvieron en el acto y la miraron en medio de la sorpresa que les causó su rápida y muy oportuna intervención.
Nerio  aun portaba su taza   -apenas había tomado un pequeño sorbo-   mientras Rolando se puso amarillo de la vergüenza producida.
Pero fue suficiente. Ambos tomaron un segundo aliento y    -comprendiendo-      tratando de calmarse, aunque para Nerio le  resultó muy insultante las palabras del amigo en cuestión.
Cosa curiosa, hace apenas unos segundos todos ellos eran pura alegría y camaradería…Pero ese hechizo se había roto. Uno de ellos se sentía herido en su amor propio. Y no le toleraba    -para nada-    esa falta de respeto.
- ¿Ustedes vinieron a mi casa a pelear…? Porque si es así… ¡Se me van los dos rapidito! – La anfitriona se encontraba muy molesta y no perdía ocasión para dejarles bien sentado quien era la que mandaba en esa casa.
- Tan solo he dicho ¡y lo afirmo! Que ya estoy cansadísimo de estar trabajando y que de ahora en adelante, ¡me voy a dedicar a lo mío! …Allá aquellos “hipócritas, ¡y con cara de yo no fui”! –  Dijo tratando de serenarse, pero visiblemente molesto, en el tono en que se expresaba se le notaba rudeza y mucha firmeza.
Alzó su cabeza como para dejar bien sentado eso.
Y sin esperar respuesta alguna…Se marchó.
Tanto la dueña como Rolando, se quedaron estupefactos. Pero ninguno de los dos hizo el ademán necesario para retenerlo.
El otro, lo miró hasta con indignación, pero esperó hasta que este se hubo marchado.
Y sentándose de nuevo, tomó su taza de café y se la tomó de un solo sorbo.
- Ni siquiera se tomó su bebida… - Se lamentó ella, mientras movía su cabeza de un lado a otro.
- ¿Cómo va a decir eso…? ¡Qué ahora lo van a mantener sus hijos…? ¡Está loco! ¿Cuándo se ha visto semejante barbaridad…?
- …Bueno por lo menos su mujer…No lo va a mantener… - Dijo sonriente ella, mientras levantaba la taza del sitio en donde la había dejado.
- Mira mija…Es triste que un hombre en la plenitud de todas sus facultades ¡diga y afirme eso!
¡Pena debiera darle!
Yo tengo todos mis hijos. Jamás le permito a ninguno de ellos, que siquiera traiga algo a la mesa.
Soy yo el que lo hace.
- ¿O sea que si un hijo tuyo, trae algo…Tú no se lo aceptas…?
- No. – La dama prefirió quedarse callada, pero en su rostro se le reflejó otro tipo de asombro.
Y analizó en lo mas profundo de su corazón…
¿Cómo es esta “vida”? Uno alega que sus hijos deben mantenerlo.
Y ahora este viene y afirma… ¡Qué ni una sola bolsa de comida le acepta a ninguno de sus hijos!
¿Qué vida esta…?  
…Hay de todo en la Viña del Señor…































© Bernardo Enrique López Baltodano 2016









                                     
Nota:
        Internet utiliza cookies para optimizar la mejor experiencia al usuario en nuestro sitio web.       
Si continúa utilizando este sitio, asumiremos que está de acuerdo. ¡Gracias por su preferencia!

Un relato familiar.


                                   -Google imágenes-








Corto  en  relatos





Nota:   Como todo cuento o relato tiene un dejo de…Misterio, de realidad o de fantasía.
Es mi deseo plasmar en estas líneas…Otro de mis relatos…O quizás sea mejor definirlo como un Cuento.
En todo caso…Espero que sea de su agrado.









“¡No le levantes la mano!”










Cualquier parecido con la realidad o de la fantasía… ¡Es pura coincidencia!






El padre de Enrique, llegó en avanzado estado de embriaguez. Alterando la paz reinante a esa hora de la madrugada, momento en que toda su familia dormía plácidamente.
El ya denominado, se había pasado de tragos.
Llegó torpemente. Con escándalo y en forma muy violenta.
Pateaba toda puerta que se ponía delante de su intolerable proceder. No toleraba nada, venía incorporado por la ira. Se dirigió a su alcoba…
Y en un instante, levantó a su señora la cual dormía plácidamente, después de un agotador día laborable. La golpeaba a mansalva, en medio de sus ofensas sin sentido.
Pronto todo ese núcleo se despertó alarmado.
Los golpes, amenazas e improperios se dispersaron por todos lados. Esa placidez fue ingratamente interrumpida, por la acción de este señor.
Los perros comenzaron a ladrar.
Las hijas angustiadas lanzaban gritos de angustia. 
¡No sabían lo que les estaba ocurriendo!
Y para cuando llegaron al aposento de sus padres, descubrieron con terror de que su propio padre, estaba agrediendo sin piedad a su asustada progenitora.
Todo fue un desorden mayúsculo. Ninguno de esos chavalitos atinaba a  discernir cual era el quid de todo ese embrollo…Tan solo miraban aterrados, como su padre abofeteaba a su indefensa madre.
Como pudieron las hijas, se metieron entre los dos para impedir que siguiera maltratándola.
Lo que el dueño de la casa no se percató era de que su hijo: Enrique   -ya hecho un jovencito de unos 17 años, se estaba transformando en un hombrecito-    y al llegar, se percató de que su propio papa, su héroe…Estaba aplicando toda su potencia como hombre, desatando una andanada de insultos e improperios, acompañado de toda clase de golpes.
Instintivamente, el joven se interpuso.
Obligó con toda su fuerza, a contener esa furia irracional e incomprensible.
El hombre enceguecido, al ver una fuerza superior a la suya, se contuvo instintivamente.
Por instante quedó turbado…
Y al ver que era su propio vástago quien le levantaba su mano para golpearlo…Le exclamó:
- ¡No hijo, no me levantes tu mano! ¡Soy yo tú padre! No cometas el pecado capital de golpear ¡a tu propio padre! – El jovencito se contuvo, con la mano en alto. Su cólera se le estaba aplacando. Pero no permitiría por ninguna circunstancia, que nadie, ni siquiera su propio padre, le mancillara a su madre. ¡Jamás lo permitiría! Todos se quedaron estupefactos.
Era cierto.
El padre       -al parecer-         recuperaba su sindéresis y en medio de todo ese altercado, se deslizó rápidamente. Se escabulló. Desapareciendo de toda esa dantesca escena.
Fueron muy aprehensivos. Temerosos por que no atinaban a saber si ese desastre había concluido o si volvería vuelto una fiera irracional.
En su ausencia, se quedaron todos retratados.
Y el chamaco que había acudido en defensa de su propia madre, fue felicitado por todos.
Respiraba fuerte, sin sentido. Nervioso. Presentía lo peor, ansioso ansiaba que su padre ya los dejara tranquilos.
…Pero en lo mas profundo de su corazón…
Él sabía que había pecado. Le había levantado su mano en contra del autor de sus días.
Y en esa afrenta…Él había salido perdiendo.
…Temía el castigo Divino…No se lo perdonaría jamás. En silencio temblaba. Oscuros presagios se le afincaron en su tierna edad.
¡Jamás pudo superar este impasse!
A pesar de que todos le decían que había actuado en defensa de su propia progenitora.
Estas son cosas de la vida. En que los padres, por ignorancia someten a sus hijos a este tipo de traumas…Que ni los años podrán borrar.














© Bernardo Enrique López Baltodano 2016












                                     
Nota:
        Internet utiliza cookies para optimizar la mejor experiencia al usuario en nuestro sitio web.       

Si continúa utilizando este sitio, asumiremos que está de acuerdo. ¡Gracias por su preferencia!

REFLEXIONES.














“Reflexiones”








Estaba en un transporte público en esta ciudad llamada: Maracaibo.
Y dentro del agobiante calor y el sentirme apretujado en medio de muchos pasajeros que al igual que yo mismo, pues nos tenemos que desplazar de un sitio a otro.
Y en un momento de silencio, escuché la conversación de dos jóvenes, quienes iban también de pasajeros, y esto fue lo que escuché…
- Yo también me voy. Me toca. No puedo seguir en este drama. ¡Ya ni tengo ni para comer, mucho menos para vestirme…!
Como tampoco me alcanza ni para poder ¡tomarme una cervecita! – Le dijo uno que iba acompañando al chofer de esa unidad.
El chofer compartía su atención con las vicisitudes propias de la vía.
Una vez que hubo sorteado uno de los tantos escollos, se volvió y le replicó…
- Yo recién fui a Panamá. Allá estuve trabajando como “ayudante de cocina” y no me puedo quejar… - Inmediatamente su acompañante le replicó…
- ¿”Ayudante de cocina”…Y qué significa eso?
¿Qué hiciste cristiano?
- Bueno además de lavar platos, me tocaba pelar las verduras, las papas, las cebollas…Todo lo que había que hacer, son labores de un ayudante de cocina.
- ¿Y te fue bien…?
- Bueno, me daban “las tres papas” (En Venezuela el término “las tres papas”, significa que le daban la desayuno, comida y cena.) ¡Prácticamente nunca me tocó gastar nada en cuanto a comer se refiere! – Su amigo lanzó una bocanada de alivio, mientras le decía…
- ¡Guauuu! Entonces estuviste resuelto. ¿Y cómo hiciste para mantenerte allí…Me refiero cuánto cuesta mantenerse allí…? – El que fungía como conductor paró su unidad para que se bajaran unos pasajeros y cuando ya se hubo desocupado le expresó…
- Bueno eso de “la durmienda” (Relativo a: Sitio en donde quedarse a vivir…Mientras tanto.) lo tenía resuelto…Me quedé en el apartamento de mi cuñado. Y gracias a eso, no tuve que pagar nada. ¡Ni para la comida!
- ¡Pues ojalá a mí me vaya bien! Necesito una vez llegando poder conseguir “un trabajito” y ponerme a producir.
¡Es urgente enviarles dinero a mi mujer y mis hijos!
¡Es que no me alcanza lo que me estoy ganando acá! – Y escuchando esta breve conversación lo uní a diversos planteamientos…Y todos dicen lo mismo: La situación que está atravesando este país…Es caótica.
¿Hasta cuándo se tendrán que ir nuestros jóvenes…?
¿Hemos de quedar solamente los viejos viviendo aquí? ¿Qué futuro tendremos…?
Y lo mas grave es que mientras los que gobiernan gritan y vociferan a todos los vientos que aquí no está pasando nada.
Que aquí vivimos en una “eterna felicidad”
Otros aluden lo contrario.
Los bandos no se ponen de acuerdo.
Unos quieren dialogar.
Otros quieren el revocatorio.
Cada bando jala para su lado.
¿Y yo para cual lado debo ir…?
Pues la verdad, ¿para mí mi opción está muy clara! Y es esta…
No me alcanza el dinero que me gano.
Todo está sumamente caro. Cuando voy a comprar algo…O no lo consigo y cuando lo logro…No me alcanza lo que llevo en mis bolsillos.
Tan solo veo inmensas colas de “bachaqueros” que son muy asiduos.
Por cierto el término de: “bachaquero” para mí, está mal empleado. Pues al principio se le endosó a todos los que compraban algo…Y lo venden a 10 o mas veces su valor original.
En cambio nosotros…Y digo la inmensa mayoría, solamente compramos para poder alimentarnos.
…Pero ahora: ¡Todos somos bachaqueros!
Pues me ha tocado tener que hacer colas de mas de 3 o 4 horas para poder comprar: 2 kilos de harina para poder comer…Arepas.
Ya hasta mis perritos están sintiendo este canibalismo. Pues antes compraba: “Las sobritas”…Pero que ahora los comerciantes las están vendiendo a precios cada vez mas caros.
Ante este panorama tan desolador…
¡Es que no sé qué pueda hacer!
Dialogo o no dialogo.
Revocatorio o no revocatorio.
Lo que me interesa es que esta economía se “humanice” nos estamos volviendo nuestros propios destructores. Ya se está acabando aquel principio de “ayudar al prójimo”
¡Esto es una guerra…De todos contra todos!
¿Hasta cuándo esto…?
¿…Cuando habrá democracia en este país…?
…No lo sé…



Nota: Solo soy un Padre de familia. He trabajado decentemente toda mi vida. Y veo con estupor como mi propia familia está padeciendo todos estos rigores...Y yo no pueda hacer nada.
¡Es esta la situación que me da mucho coraje!
Ruego a Dios Todopoderoso que esto pase lo mas pronto posible. Y que todos recuperemos nuestra forma de vivir. Poder criar a nuestros hijos.
No creo en los políticos...Tampoco en los militares.
¡Qué Dios nos agarre confesados!
Que haya paz y concordia en este país.

Extrañada miraba por doquier.


   Un pueblo de leyendas y costumbres se abre paso, poco a poco pero lleno de espíritu: La Encantada, enclavada en la montaña, en pleno camino real, ...  "LA ENCANTADA"  HERMOSO PUEBLO ENCLAVADO EN EL ESTADO TÁCHIRA  -  VENEZUELA.-















Corto  en  relatos









“Sus ojitos parecían un par de perlas”









Extrañada miraba por doquier.
Pero en su extravío, a nadie veía.
Se la notaba desamparada
en medio de ese mundanal ruido.









Me encontraba caminando cuando la vi, y su reflejo inundó mi estancia.
Maravillado acudí a tan radiante criatura, que pese a su edad y tamaño, eclipsaba todo a su alrededor.
Estaba compungida y su estado anímico triste y desolado inundó mi humanidad, pronto me vi en la misma onda de tan excelso ejemplar.
Aunque a decir verdad, conmigo no era la cosa.
Pero es que obnubiló mi panorama.
Indeciso pero con premura inusitada, a su lado acudí. Sin saber si sería rechazado.
Y en la medida que me le acercaba pude admirar tan extremada belleza.
Sus ojos brillaban en medio de una catarata acuosa, que sin parar ni un instante, enturbiaba su visión.
Su cabellera era dorada. Su piel se le asemejaba a la tierra fructífera. Virgen en su totalidad.
Su rostro era angelical. Irradiando su inocencia.
Sus gestos así la delataban.
Su pasividad invitaba a la actividad.
Y yo pensé, en la medida que la contemplaba…
¿Será un ser angelical…?
¿Por qué su tristeza…?
¡Hasta las hermosas flores se oscurecían ante su presencia! Los pajarillos trinaban sin cesar.
Los follajes verdosos, amarillentos y hasta rojizos hacían un eco ante su presencia.
Un suave murmullo ancestral y melodioso impregnó todo el lar.
Pero al parecer, nada la perturbaba…
- ¿Por qué llora mi princesa…? – Le susurré al oído. Un perico me escuchó y ladeando su cabeza de un lado a otro, comenzó a moverse de manera inequívoca, mientras gritaba…
- ¡No! ¡No! – En ese instante me desarmó su reacción. Confieso que me dejó boquiabierto.
Y como respuesta, unos cuantos pajaritos de hermosos plumajes su vuelo alzaron.
- ¡Qué hermosura!- Pronuncié asombrado.
Mientras ese bello ser, dejaba de sollozar y encantada contemplaba extasiada.
Pronto unas hermosas melodías acompasaron unos ricos arpegios.
Melodías celestiales por alguna parte se deslizaron.
Toda escandalosa alegría surgió por doquier. Unas ardillas que hasta hace unos momentos eran anónimas, comenzaron a danzar locas en su frenesí.
Escuché unas alegres risotadas.
Gorjeaban unos ruiseñores.
Escuché gorjeos. Una trova de sutiles voces que asemejaron coros de otros mundos.
Con diapasones melodiosos que invitaban al relax.
Enturbiado ante tal espectáculo, me dediqué a tratar de ubicar el origen de cada copla, balada, cada entonación con vibración me extrapolaba a mundos deliciosos y soberbios.
Desconozco el tiempo transcurrido.
…Pero cuando recuperé mi atención…
Ya todos se habían ido. Y esa aparición también se deslizó por algún recoveco de extraña aparición.
Busqué un sitio en donde poderme sentar.
…Pero la magia también desapareció, por lo que no me quedó nada mas que retirarme también.
Desde ese entonces, me gusta pasar por el mismo sector, buscando la repetición de tan acogedor regocijo…Pero ya nada de eso encuentro.
Todo se desvaneció…Sin darme cuenta.

















© Bernardo Enrique López Baltodano 2016









                                     
Nota:
        Internet utiliza cookies para optimizar la mejor experiencia al usuario en nuestro sitio web.       

Si continúa utilizando este sitio, asumiremos que está de acuerdo. ¡Gracias por su preferencia!

Cuando estás absorto en tu mucho pensar...


                                                     -Google imágenes-









Corto  en  relatos








“Fue en un momento impreciso”









Porque cuando esto sucede, al principio importancia no le dí.
¡Pero después…?
Quise estar en donde no estaba…







No sé, cómo tampoco logro entender el por qué pasa lo que pasa. Estaba solo en la casa.
¡Tampoco logro asimilar esto: ¿Por qué a mí?!!
Y digo y afirmo esto, ya que de la manera mas tonta me pasó este “fenómeno” y lo catalogo así, puesto que no logro una explicación lógica, mas bien entraría en el mundo de la sinrazón y el sin sentido.
Todo me ocurrió de una manera un tanto sonsa y hasta sin importancia…Pero ¡me sucedió!
Y ese es un hecho cierto, para mí.
Estaba en la casa. Y decidí (me nació de repente) ponerme a leer una novela que ya llevaba un tiempo sin poder ni siquiera abrirlo, así que  lo busqué en el mismo sitio en donde suelo dejar los libros que aún no he leído; pero cosa curiosa, ¡no lo pude ubicar!  …Y lo busqué…Y rebusqué.
Reconozco que me encontraba fastidiado. Encendí el televisor, pero no encontré algo agradable para mí.
Hice lo mismo con el equipo de sonido, comencé a ir de una emisora a otra, tanto en am como en fm. Finalicé apagándolo.
Comencé con esa manía mía de ponerme a pensar y a meditar ¡hasta que ya muy molesto comencé a buscar ese dichoso libraco!
Me costó. Pero a la final lo logré capturar y es que estaba en el peor de los sitios, en donde nunca dejo nada pendiente por leer.
¡Pero lo logré!
Emocionado comencé a hojearlo.
¡No me recordaba en donde lo había dejado de leer! Por lo que lo volví a empezar.
Me encontraba embelesado en esa lectura, que poca importancia le presté a mi entorno.
Al principio fueron unos extraños sonidos.
De vez en cuando levantaba mis cejas para tratar de vistear…Pero en verdad: ¡No podía despegarme!
Pero “eso”  continuaba, solo que ahora los oía mas altos y disonantes. Como si le hubieran colocado unos parlantes muy poderosos.
¡Molesto ya, cerré el libro y me dediqué a chequear!  …Pero nada.
Fui a la nevera y comencé a buscar algo para tomar. Me decidí por tomarme unos sorbos de agua bien fría. Hice un bosquejo rápido, con la finalidad de volverme a enfrascar.
Todo estaba bajo control. Por lo que volvía a una de mis mayores delicias.
Y cuando ya estaba encaminado nuevamente en la trama de esa obra…
¡Vi una sombra negra que me pasó por un lado!
- ¡Chanfles! – Dije apartando de inmediato ese relato. Pero no logré ver nada mas.
Retorné. Me acomodé.
¡Y de repente veo una figura muy confusa y distorsionada!  Y pasaba a escasos tres metros de donde me encontraba sentado. Y me miraba fijamente. Y en su gesto, entendí o comprendí que no era de su agrado. ¡Eso me espelucó todo!
Pasmosamente lo contemplé.
No atinaba a dilucidar ¿qué cosa era “eso”?
Mi corazón se me aceleró de una forma rotunda, que me dio la impresión de que se me iba a salir.
Mi respiración se me detuvo en forma brusca.
Y lo que pasó después, pues en verdad no me recuerdo. Tan sólo sé que me encontraba en la calle. En la otra acera, enfrente de mi residencia.
Jadeaba como un loco. Y los vecinos que me vieron corrieron al verme en el estado de conmoción en que me encontraba sumergido.
Balbuceaba. Mis quijadas se estrellaban una encima de la otra. No logré decir una sola palabra coherente. ¡En fin! Tuve que dejar de leer.
Y como cosa curiosa…Jamás pude volver a encontrar tan excelente escritura.
¡No pude ubicarlo de nuevo!
























© Bernardo Enrique López Baltodano 2016












Nota:
        Internet utiliza cookies para optimizar la mejor experiencia al usuario en nuestro sitio web.       

Si continúa utilizando este sitio, asumiremos que está de acuerdo. ¡Gracias por su preferencia

Son muchos...Son demasiados...

Foto
                               Bernardo Enrique López Baltodano








Corto  en  relatos






“En medio de esta incertidumbre”









Me muevo entre esta inercia y esa incapacidad para producir el aliento requerido como para impulsar mi mundo.












Y es que me da coraje  ¡y mucho!
El contemplar que lo me bordea son océanos de tanta indiferencia…De desidia. De esa dejadez que me muele hasta mis propios tuétanos.
Esa soledad tan aberrante que  rompe mis tímpanos, porque me suena todo.
¡Es una imperfecta cacofonía!
Un caos en medio de una insuficiencia.
Una cascada de horrendos gestos que simulan sonido.
No le encuentro ninguna armonía.
No hay arpegios que engalanen mi alma.
Es esa sensación que me hace añicos.
Es una pesadumbre, un desaliento que desinfla mi propio espíritu.
Es “ese algo” que en verdad lo siento, que me carcome hasta mi aliento. Que vago por mundos de desconsuelos. De impiedad.
Es mi propio caos. Es una anarquía que envenena mis enredos dentro de una vorágine que despedaza todo cuanto encuentre.
La aceptación que no deseo.
Es vivir en un estadio, en el cual me parece vacío. Fatuo. Advenedizo.
Narciso en su simiente. Pero sin podio definido.
Inocuo. Es una especie de destierro, pero con mis mismas carnes, con esos huesos que ya no están prestos para seguir soportando el peso de mis años. Con esos nervios que se me están manteniendo muy nerviosos.
Próximo al paroxismo.
A ese encono, a ese frenesí.
Hasta el paroxismo me irrita. Me desquicia.
Me oscurece y me esclarece mis incertidumbres, mis zozobras. Mis aflicciones me causan muchas congojas, ya las lágrimas están demasiado prestas a brotar, mi voz se me quiebra y rompo a llorar. Porque últimamente he adquirido hasta eso. Mi fragilidad está muy presente.
Me siento ahora mas hombre que nunca, con la particularidad que mis padecimientos son mas profundos y propios a surgir, en medio de mis desesperanzas, mis desconsuelos y de mis tribulaciones. En efecto, soy muy proclive a lo que antes nunca fui. Pues era un ser muy duro de sentir lo que hoy estoy padeciendo.
De vivir en estas lides.
Posiblemente el arcano invisible insondable, subrepticio, reservado  y  silencioso esté marcando lo que no sé distinguir ni siquiera usando gafas… ¡Con una fuerte determinación!
En diversas ocasiones…Rompe mis moldes.
Desbarata todo lo que creo que es bueno para mí.
Su determinación no tiene fin, ni eco tampoco.
Me hace tragar, lo que nunca he deseado.
Es una fuerza que no sé si viene de un lado o de otro. Si viene de arriba o de abajo. Pero que me hace desistir de lo que mas anhelo.
Así funciona. No encuentro explicación alguna.
Pero que de una u otra forma, hace torcer mis decisiones. Hace mella mis querencias, con látigos no visibles, pero que sus efectos siento.
Porque es duro el hacerlo.
Me conduce con una magistral puntería, ¡nunca pensé estar donde me encuentro!
Mi soledad es mayúscula, aunque me la hace sentir minúscula, insignificante, efímera…
No encuentro asidero lógico, tan solo el que lo obedezca o no, no tiene sentido…Porque tarde o temprano…Allí nuevamente me conduce.
Es como una ruleta. No tengo poder para decidir.
Poco importa si me niego o rechazo.
Mi transitar al parecer…Ya no es mío.
Como mío tampoco es esta vida.
Que cuando me toque partir… ¡Nada mundano se vendrá conmigo!
Ni lo mucho, tampoco lo menos.
Ni este cuerpo. ¡Ni siquiera de estas vísceras!
No soy dueño ni de mis pulsaciones, ni el latir de este corazón…Que tampoco me pertenece.
Y si ni siquiera soy dueño, ni poseo estos pensamientos…Entonces…No sé qué hago aquí.
Vivir flotando entre la indecisión a la irresolución, a mis constantes titubeos a esa cantidad inmensa de perplejidad, de lo recóndito hasta lo hermético, de lo sibilino a lo impenetrable.
Ser nada y a la vez todo…No está en mí, como tampoco me pertenece. Es el ser, de no ser.























© Bernardo Enrique López Baltodano 2016












Nota:
        Internet utiliza cookies para optimizar la mejor experiencia al usuario en nuestro sitio web.       

Si continúa utilizando este sitio, asumiremos que está de acuerdo. ¡Gracias por su preferencia!