"Cachirulo"
- Hermano Jefe…  ¡Perdónele la vida a este miserable! – Le solicitó su hermano: Cachiporras.
Lo miró con los ojos encendidos en sangre, y dirigiéndose al resto, los amenazó:
- ¿Qué es ésta cobradera? ¿Ah? ¿Acaso se están creyendo que los voy a robar?
- ¡No jefecito, jamás he pensado en eso! – Proclamó El Temblao.
- ¡Ok! Te voy a perdonar tu miserable vida… ¡Por hoy! Y se los digo y aclaro a todos ustedes.
¡Conmigo no se me vengan con la cobradera! ¿Quieren real…? ¡Yo no soy un banco! Y bastante me jodo yo con ustedes, para que me vengan con esa mardita pedidera de billete. ¿Billete? ¡No hay! Y no me hagan arrechar, porque si no ¡No les pago un carajo! ¿Estamos?
- …Cómo usted mande, Comandante… - Le suplicaba El Temblao.
Continuaba apretándole el cuello con su navaja. Los demás, temblaban del temor que le tenían. Y al pasar un rato…Lo empujó con toda su fuerza.
- ¡No me jodan más! Mi paciencia es muy corta. ¡Y al próximo…Le saco las tripas! ¿Estamos?
- ¡Perdón! ¡Perdón mi Comandante en Jefe! – Le suplicaba El Temblao.
- Y ahora se me van todos. Y preséntense hoy mismo a las cinco de la tarde. ¡Sin falta! Porque el que falte hoy a su trabajo…No vivirá para contarlo. ¡Yo mismo en persona, lo perseguiré hasta el mismo fin del mundo! ¡Porque de mí, nadie se burla! ¿Estamos?
- ¡Si jefe! – Respondieron casi al unísono.
- ¡Fuera malagradecidos! ¡Malayos!
¿Qué se estarán creyendo que soy yo?
¿Un ladrón…Acaso?
¡A mí, se me respeta! ¡Yo soy todo un COMANDANTE EN JEFE!
¿Más grande que yo…? ¡NADIE!
- …No jefe…No…
- ¡A las cinco de la tarde en punto!
¡En punto!
¡Ah, y tráiganme algo de comer, que esté muy rico! ¡Fuera!
¿Hasta cuándo tendré que seguir aguantando tanta bajeza?
¿Hasta cuándo he de seguir soportando tanta estupidez?
¿No se dan cuenta? ¡Yo soy un Súper Dotado! ¡Un ser único e irrepetible!
¿Por qué estaré rodeado de tanta mediocridad? ¿Tanto lumpen asqueante me rodea?
¿Y por qué a mí se me pegan? ¡Los del barro vayan y se revuelcan en el primer chiquero que consigan! ¡La porquería de nada me sirve a mí! ¡Fuera y tráiganme mucho biyuyo!




















Cachirulo…en acción…
II


Ya habían transcurrido unos días, después de aquel holocausto.
La vida continúa. Cada nuevo día nos trae las nuevas expectativas, y al finalizar  lo que nos queda es descansar. ¿Pero cómo poder descansar, tras los hechos atroces ya acaecidos?
Toda la comunidad estaba en vilo. La sorpresa los dejó boquiabiertos y estupefactos.
Los vecinos circundantes…Estaban temerosos, por aquello de: “Cuando veas las barbas de tu vecino arder…”
La familia  victima de todos los vejámenes, yacían destrozados. Y no era para menos. Cuando lograron salir de la amnesia a la que fueron sometidos…Se encontraron con una muy cruda realidad.
Y no podían negarla. Por más que se esforzaban en superar todo aquello, no lo lograban hacer.
Y la policía  lo único que les respondía, era que estaban haciendo sus averiguaciones.
Que hay que tener paciencia. A la final esos hampones tarde o temprano, caerían en sus manos y que el peso de la ley…
…Caería implacablemente sobre ellos.
- ¡No habrá perdón! Uno a uno, caerán.
- Hay que tener paciencia. – Le decían al patriarca.
Mientras tanto su esposa e hijas, estaban sometidas a tratamiento siquiátrico y sicológico. Y todas sus pertenencias, simplemente: Destrozadas.
- …Nos mudaron y nos destrozaron.
Se lamentaban  horriblemente. Ninguno de los vecinos ni oyó, ni vio absolutamente nada.
La anomia era espeluznante.
La sin razón de la vida.
Sin fronteras entre lo absurdo y lo real.
¿Cómo pudo acontecer todo eso, sin que más nadie viera o supiera nada?
Toda una familia fue devastada.
El honor y el pudor femenino…

¿Qué estaba pasando?

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