"Asechanzas"
Y así lo fui haciendo. Empecé por la cocina. Volví a la ventana en dónde minutos antes pude ver a los intrépidos caninos.
…Sí, allí continuaban. Rendidos a piernas sueltas. (¡Qué maravilla!)
¿Entonces…cómo pudo ocurrir eso que pasó?
Algo me hizo convencer que debía seguir. No debo distraerme. Recorriendo pulgada a pulgada todo el territorio interno. Procurando no perderme de nada. Vigilante de todo.
Buscando algo. Algo que estuviese fuera de lugar.
La sala seguía a oscuras. Me deslicé con sigilo. Cada paso lo meditaba, mi cabeza se deslizaba de lado a lado…incluyendo mi piso y mi techo.
¡Nada!
Revisé por cada mueble, en la creencia de que allí podría ocultarse…Nada.
Me quedaba el primer cuarto y la sala del baño.
Me metí en el baño, ya que me quedaba más cerca…Nada.
Pendiente siempre mirando hacia todas las direcciones.
Me quedaba la primera habitación. Lo único.
Entré rápidamente. Escrudiñé bien todo. El frente, la sala…los lados…Nada.
Corrí al baño, porque creí escuchar un ruido imperceptible pero como ya era media noche, los ruidos se magnifican. Al llegar…Nada.
¿Entonces…qué carajo pasó?
- ¡Ahora menos que entiendo!
¿Quién abrió la pesada puerta? La toqué, es maciza. Fuerte. Pesada.
O será mejor preguntar: ¿Qué pudo hacerlo?
- Todo está cerrado por dentro. Los perros están rendidos.
No veo actividad ni peatonal, ni vehicular.
Las ramas ni se mueven.
¿Qué estará pasando entonces?
Un rayo muy fuerte y devastador emergió desde mi espalda; de la cintura hacia arriba en mi médula espinal, hasta lo más alto de mi cerebro. Un pasmoso temblor agitó mi azotea.
Una especie de comezón irritó mi ser. Intenté rascarme mi cabeza, pero algo en mí desechó esta acción.  Sentí una fuerte punzada, al parecer se me estaba incendiando mi rascacielos.
Estaba próximo al paroxismo. Al abismo sin fin.
Ya mi intelecto se había quedado sin argumentos científicos a todo cuanto acontecía. Y entré en la fase de la sin razón.
Y sin el sentido lógico.
Un mundo tenebroso se abría ante mí.
Sentí algo muy frío que recorrió todo mi ser. Seguido de una oleada de calor infernal.
Me sentí sofocado.

¿Y ahora qué carajo me está pasando?  

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