- …Debe sentirse como en su propia casa – Agregó Carmen.
- A decir verdad, lo apreciamos mucho. Siempre ha sido muy detallista. A mi hija, siempre se le aparece con un ramo de  flores…
Al escuchar este comentario Gersy, sin querer comenzó a gemir y a llorar. Cuando la señora se dio cuenta, trato de justificarse, pero ya el daño estaba hecho.
- ¡Discúlpeme señora Gersy! …En verdad, no quise herirle sus sentimientos. Pero es la verdad.
Y por la verdad, murió Cristo.
- …Y por esta verdad, mi amiga Gersy está destrozada…
- ¿Y mi hija? ¿Y yo? ¿Y mi familia, cómo quedamos nosotros?
-- Ustedes deberían agradecernos a nosotros, que hemos venido a desenmascarar esta situación. ¿Se imaginan, si se hubiese  casados? – Le preguntó Carmen.
- ¡Sería un gran escándalo! – Convino la matrona.
-Y seguramente, “Él Gran Señor” se lavará nuevamente sus manos…Como siempre.
- Disculpe señora, ¿Pero usted no se cansa nunca?
- ¿Cansarme de qué? ¿Qué mal estoy haciendo con decir la verdad y nada más que la verdad?
¿Acaso los estoy ofendiendo a ustedes?
- …No a nosotros no… - Se apresuró Susan, ya que Carmen estaba al borde de la desesperación.
- …Doña, ¿Será que su esposo la está requiriendo allá? – Sugirió Miguel, adelantándose a sus amigas y colegas.
- ¿A quién,  a mí?
- …No los oigo desde hace unos minutos…
La doña, prestó atención. En efecto  ya su marido y Román, estaban en silencio.
- ¿Será qué…?   ¡No…No lo creo…!
- ¿No cree qué mi doña? – Ya estaba intrigado Miguel.
- ¡Ja! Ese maridito mío es capaz de…Estarle  secando el pelo, con la secadora de mi hija.
- ¡Señora!
- ¡Ay mija! Romancito se hace aquí: La pedicura, la manicure, se seca el cabello con la secadora de mi hija…
¡Hasta se lava sus dientes con el cepillo de cualquiera de nosotros!
¡De todo se hace! Hasta está dispuesto a que mi hija se haga un curso de peluquería…Solamente para que mi hija lo esté peluqueando y todo.
- ¿Ya estás chismeando nuevamente? – Le reclamó molesto su esposito que al llegar la vio muy emocionada hablando y hablando, mientras a él le tocaba la peor parte en todo ese embrollo.
- ¡Mijito…Qué carácter!
- ¿Por qué tienes que estar contando nuestras intimidades?
- ¡Tuyo no estoy hablándoles!
- ¿Y de quien pues?
- De Romancito. ¿Verdad papi, que Romancito se hace de todo aquí?
- ¿Y no estás viendo que la señora está sufriendo con tus cuentecitos?
- ¡Sorry! Y que conste, que no lo estoy haciendo para molestarla.
- ¿Y entonces para qué es?
- ¡Ay…No sé…Se me vino a mi cabecita y…! – Y de repente se dio cuenta que su esposo estaba nuevamente a su lado, entonces en forma muy descortés lo enfrentó así: ¿Y qué carrizo estás haciendo aquí?
- ¿No me dijiste que fuera a traerte al “Romancito”?
- ¡Sin ironías…Por favor!
- ¿Y no es que yo soy el macho de esta casa?
- …Y lo eres, solo que no sabes asumir tu propia realidad.
- …Ya está saliendo del baño…
- ¿Y se va a aparecer desnudo aquí?
- ¡…Es capaz!
Ya se escuchaba a Román cantando y muy feliz. Y por el sonido, ya estaba más cerca.
Y pronto arrancó con una bella canción muy venezolana:
-“Hoy todo me parece más bonito.
Hoy canta más alegre el ruiseñor.
Hoy siento la canción del arbolito
Y siento como brilla más el sol”
- ¿Estás contento mi Yernito? – Se preguntó en forma sarcástica e insolente.
“Estoy contento yo no sé
Lo que me pasa”
Tengo ganas de reír
Y de gozar”
- ¡Yernito! – Y como no le respondió, le gritó.
- ¡Ya voy, ya voy!
-“Hoy todo me parece más bonito.
Hoy canta más alegre el ruiseñor.
Hoy siento la canción del arbolito
Y siento como brilla más el sol
- ¡Te estamos esperando…!
- ¡Ya voy, ya voy!
“Estoy contento yo no sé
Lo que me pasa”
Tengo ganas de reír
Y de gozar”

- Vente pronto yernito… (¡Ay qué de gozadera con ese “Loco” Aunque esta gente se ponga como locos, a mí en lo personal, me sigue causando muchísima gracia!) – Paradójicamente la señora estaba disfrutando de todo ese drama.
- Primero, lo primero... ¡Voy a preparar un rico y suculento cafecito! ¿Quieren?

- ¡Sí yernito…! Prepara bastante café… (…Si supieras la “Grata” sorpresita que te tienen preparada… ¡Ja, ja, ja…Qué gozadera la mía!)




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