Domingo...21...Sept.





Un  día  cualquiera”



“Relatos de un jovencito…”

- …Recuerdo cuando apenas era un chavalito, de quizás unos…Once, ¡no! creo que doce años…Eran si acaso después del mediodía.
Y apenas estaba saliendo de mi escuela.
Fui uno de los últimos –eso creía, en ese momento- y al llegar al portón grande noté que ya no habían mas estudiantes –pues ya todos se habían ido- y en ese momento se me ocurrió mirar hacia la dirección en donde se marchaba una linda y hermosa compañera –Estudiaba sexto y yo apenas estaba en quinto de primaria- e iba a una cuadra…
¡Era Pilin! La chica mas bella del todo el colegio –yo lo aseguro- e ¡iba sola! ¿Sola?
¡Es mi oportunidad! ¡La voy a aprovechar!
¡Algo se me subió desde abajo hasta mi garganta! 
Y súbitamente se me atoró.
¡Mi corazón se aceleró a unos quinientos mil kilómetros por segundo!
¡Y comencé a temblar preso de una extraña emoción! ¡…Y me sentí a millón!
¡Mis piernas comenzaron a caminar detrás de ella! ¡Voy tras ella! –Me dije.
Seguramente ese torrente de adrenalina, me impulsó. ¡Y me vi acelerando el paso!
¡Ansiaba alcanzarla…Para decirle:
 Hola…Siempre te he amado! 
¡Dame una oportunidad!
¡Por favor…No camines tan rápido!
(Ella al parecer adivinó mis pensamientos –porque de una forma muy extraña se percató de que la estaba siguiendo- y se volvió para verme mejor.)
- ¡Oh no! –Exclamé aterrado- ¡No, no puede ser…
Me descubrió! 
– La reina al descubrirme...
¡Detuvo su rápido andar! Y se plantó a esperarme…
Y allí estaba…Me miraba…
¡A mí! ¿A…Mí…? ¡No puede ser!
¡No supe qué hacer! ¡Qué rayón…!
¿Y ahora cómo le explico que voy tras ella…?
No tengo excusa… ¿Y qué le puedo decir?
¡Me quedé mudo, sordo y quería estar ciego!
¿Y ahora qué puedo  hacer?
¡Qué me parta un rayo o que se abra ya mismo la tierra! – Me encontraba temblando con movimientos muy desordenados.
¡Hasta perdí mi don del habla! 
Mis quijadas tiritaban ¡sin poderlas controlar!
¡Comencé a sudar a borbotones!
¡…Y me detuve! ¡Me quedé mirando asombrado la mas alta rama que pude encontrar! 
Ella me miraba asombrada…
-Creo que quería charlar conmigo- Pero casi que me orino mi propio interior –y ¡mi pantalón también!
(Debo reconocer que soy muy timido. ¡Demasiado! 
Y no estaba preparado para esto.)
El caso es que así nos encontrábamos.
Ella esperándome… ¿Y yo?
Contemplando una rama que en nada me ayudaba, ¡porque ni pajarito tenía!
Debo reconocer que me sentí muy humillado.
No tuve el valor de llegar a ella.
Y así transcurrieron unos minutos –Y pude notar que me miraba- ¿Y a quién mas podía mirar…? 
¡No había nadie a varias cuadras!
…Pero se cansó de esperarme…
Y comenzó a caminar.
¡Me alegré! ¡Uf qué alivio!
Ya me empezaba a odiarme a mi mismo.
Por el ridículo espectáculo al que me estaba sometiendo esa ¡desgraciada timides mía!
Esperé a que se alejara unos metros y cuando ya me comprobé que se estaba yendo…
¡Me envalentoné y volví tras sus pasos!
- ¡Ahora si! ¡Ahora le llegaré y le confesaré mi Amor! ¡Porque la adoro!
¡Es la mujer mas linda que…!
-¡Horror…!- Me seguía con el rabillo del ojo…
Y de repente…Bajó la velocidad…
Y de repente…
Caminaba un pasito…Se detenía…
¿Y yo…Ahora qué hago?  
…Creí que me daría ¡un ataque al corazón! 
Todo se me nubló.
Instantaneamente me volví a llenar de terror.
¡No otra vez no! –Volví a despreciar mi timidez!
¿Hasta cuándo yo…?
Pero no pude disminuir mi marcha…
La alcancé en menos de… ¡Segundos….!
Y por el rabillo de mí propio ojo…
La vi, que me estaba esperando.
¡Quería hablar conmigo!
¿Conmigo…Y de qué? ¿Qué le puedo decir?
¡Si temblaba y estaba siendo presa de mi propio pánico! ¿Y…Y…? ¡No! ¡No!
¡Y fue cuando comencé a correr!
¡Y corrí y me le desperdigué en cuestión de…
No lo sé!
Había recorrido ya unos dos…Cinco o quizás ¡cien kilómetros! ¡Nunca lo supe!
¡Estaba jadeante!  …desmoralizado…Ya que había echado por la borda ¡la oportunidad de mi vida!
Mi respiración estaba profundamente acelerada. 
Tosí.
Me dio ataque de tos y de ¡nervios también!
Y cuando volví mi rostro…
¡Ya no la pude ver mas!
Con problema para poder respirar bien, me escondí detrás de una cerca…Hasta que pude recuperarme…
Comencé a analizarme. En verdad me provocaba caerme a cachetadas –y me dí ¡unas cuantas!- Pero ya no pude hacer mas nada.
Mis piernas me temblaban y casi que me orinaba… ¡Qué horror! ¡Qué humillado me sentía! ¡No puedo creer esto! He tenido que huirle ¿al Amor de mi vida?
¡No me lo puedo perdonar!
¡Me provoca guillotinarme, fusilarme o ahorcarme yo mismo! – Y sin que mas nadie me ayude-
Y en mis añoranzas me encontré haciéndome una muy formal promesa:
…Me comprometo a que la próxima vez, si tendré el valor necesario para decirle,
¡Para gritarle: Te amo! ¿Y qué…?
Pero la mera verdad es que no le temo a ella…
Le temo a mis temores, a mis miedos…
¡Perdoname…Pero la próxima vez, si que lo haré! 
¡Te lo juro!



Bernardo  Enrique  López  Baltodano – belbaltodano-

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