"Me lo temía"







“Me lo temía”




¿Acaso desconoces mi procedencia?
(¿Procedencia…Y de dónde habrá venido “este”? Me inquietaba…)
¿Por qué me estás retando?  - Y yo me preguntaba  -internamente claro-  ¡A dios carajo!
¿Y a este que me le habrá  “picado”? – Porque era que no entendí el porqué de ese ataque tan intempestivo y despreciable.
…Y ¡se me hizo la luz en mí!
Y una incógnita se me estaba descifrando…
Y la analicé de esta forma: Si me hace ese tipo de pregunta puede ser por dos variantes:
Una: …Se encuentra perdido.
Y quiere aplicarme la estrategia del: “desconcierto”
Y dos: ¡Está asustado!
…Porque claro está y estemos consciente de esto: El que ¡va ganando no pregunta ni pide tregua!
Y es que el que tiene la ventaja a su lado…
¡La utiliza! ¿Y por qué de tanta preguntadera…Ah?
- ¿Y entonces qué…Qué…?
- Ya vas a ver mi linda niña. ¡Ya vas a ver!
¿Y quién carajo me hace tan estúpidas preguntas? – Me le encaré y oculté mi temor hacia “esa cosa” y en el acto…
¿Sabes lo que me hizo…?
- No. ¿Qué te hizo?
- ¡Ya lo vas a ver!
¡Abrió esas horrendas fauces!
Y de allí emergieron las siete plagas mas nauseabundas que te habrás podido imaginar.
¡Eso fue lo primero que percibí! 
…Y acto seguido… ¡Una llamarada ígnea!
- ¡Ay Dios! ¿Te atacó…?
- ¡Si! Esa bestia del Averno me atacó con mucha cobardía.
¡Con premeditación y alevosía! 
…Diría yo.
- ¿Y qué hiciste…?
- Ya te había dicho que lo que primeramente percibí fueron “esas siete “fragancias” horrendas” 
¿Te recuerdas?
Pues en el acto…Brinqué…Literalmente: ¡Volé! Hacía mi derecha…Y vine cayendo a unos doce metros…
Muy cerca de la cerca (Que divide las dos propiedades) del vecino.
Y en el acto…Todo quedó calcinado.
¡En polvo negro y humeante en cuestión de: Segundos!
No le dejé instante para que reaccionara…
Me le fui encima…
Brinqué unos quince metros…
Hasta su trompa…
Él asombrado me miró con desconcierto.
¡Es que jamás pensó que fuera a hacer eso!
¿Me estás entendiendo…?
¡Y zas! Le di con mi puño derecho (Bien sabes que esa es mi mano poderosa.)
Y ¡zas! Nuevamente le di con mi otro puño…
…Una…Dos…Tres…Cuatro.  ¡Muchas mas! 
Y es que ya no me podía detener.

Una y otra vez le daba con todas mis fuerzas. 
¡Y no me cansé!

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