
“¡Dios
me libre!”




Realmente sus palabras habían sido muy duras
y ella las soportó con mucha entereza. Aunque las rechazaba, era su antigua
compañera, y se conocían de hacía muchísimo tiempo.
Migdalia se sentó pesadamente en una silla y
su “acusadora” corrió a prestarle su auxilio con la mayor prontitud.
Una vez sentada, le pasó una servilleta por
la frente.
- ¿Te sientes ya mejor? – Le preguntó al
verla que ya había sufrido una recaída.
- ¿Te traigo agua, café o algún jugo?
- No gracias. Ya se me está pasando.
- Perdóname que te lo haya dicho pero es que…
- En esta ocasión Migdalia la atajó…Levantando su brazo izquierdo le hizo señas
de que se aguantara, a que le diera tiempo suficiente como para reponerse y
seguir en su batalla.
- Mira amiguita…Yo te quiero mucho…
- ¡Yo también! – Le dijo firmemente Pilin a
su amiga, mientras que con la servilleta la utilizaba como un ventilador.
- Pedro no es mala persona…Tienes que
entenderlo…
- ¡Pero es que él es así!
- ¡Ay chica! ¡Ya déjalo en paz!
- ¿Qué lo deje en paz…? ¿Y cómo…?
…Ya verás que cuando nazca su hijo…
¡Volverá!
- ¿Después que te preñó…?
- Es que se puso muy nervioso…Los hombres son
así…
- ¿Irresponsables…?
- ¡Todos son iguales! …Pero dale tiempo y ya verás que cuando se le
pase el miedo…Ese regresa…
- ¿Qué todos los hombres son iguales?
¿Y tú padres es así…? – Migdalia levantó su
cara al instante y con movimientos muy fuertes le indicó que no y como para
reafirmar lo ya expresado, lo negaba con su mano derecha…
- Mi papi…Es mi papi…
- Porque también el mío no es así. Tu papa es
¡todo un hombre!
Y jamás
-que yo sepa- ha abandonado ni a
tu madre, como tampoco a ninguno de ustedes…
- Eso es muy cierto. – Le concedió en el
acto.
- ¡Entonces no me vengas con el mismo
cuentecito de que todos ellos son igualitos!
- …Es que tú no lo conoces, como yo le
conozco. ¡Son los nervios!
- ¿Nervios?
¿Y se puso “nervioso” cuándo te abrió las piernas…?
- ¡Ay chica, es que tú no conoces a los
hombres!
- Ya te dije que no todos son iguales.
- Ya verás cuando te toque a ti misma. Ya lo
verás…
- Lo único que yo veo es que: ¡te llegó con
florecitas, con invitaciones a comer por ahí…!
¿Y después…?
¡Vino a cobrar lo suyo!
¿Y después que se aprovechó de tu cuerpo…Qué
hizo?
¡Qué te dejó botada!
- …Bueno botada no me ha dejado…
- Te dejó y eso es lo único que importa.
¿O no? ¿También lo vas a excusar…?
- …Él volverá…
- ¡Claro que sí!
…Cuando ya haya nacido el bebé…
Y tú padre se haga cargo de su cuidado.
Cuando él vea que ya le compraron todos sus pañalitos, sus medicinas, su
comidita…
Él volverá…
¡Y zas!
Te vuelve a abrir las piernitas…
¡Y otro mas para el buche!
¿…Y después…Qué es lo que hará…?
¡Lo mismo!
¡…Se esconderá…!
- Así son ellos…Todos son igualitos…Pero él
volverá.
¡Y aquí mismo me ha de encontrar!
¡Porque yo lo amo!
Y por él me he enfrentado al mundo entero.
- Sí es muy cierto. ¿Y en dónde está él?
- ¡Ay chica no seas fastidiosa! Ya te dije
que él volverá…Ya lo verás…Ya lo verás…
Pilin la observó y prefirió callar al verla
que arrugaba su cara…
Seguramente por algún dolor.
Y no quiso seguir acrecentándole ese dolor.
La observó. Ya casi estaba por parir y a las primerizas…Hay que tenerles cuidado.
Puesto que la mujer embarazada…
Tiene un pie acá y otro…En la eternidad.
Y por eso calló.
(“No es conveniente” Es mejor dejarla quieta…Esta
discusión la incómoda demasiado…A ninguna nos gusta que nos griten la verdad…Y
menos en la cara…
Mejor me callo.) – La acomodó mejor en la
silla, buscó un taburete y le subió los pies.
La acomodó lo mejor que pudo y calló.
Y allí se quedó. Nerviosa.
Temiendo que su imprudencia le haya
precipitado situaciones muy malas en esa salud ya deteriorada. Después de todo…Seguía
siendo su amiga…
Y pasase lo que pasase…Igual seguiría allí: A
su lado.
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