“Conversaciones con don Carmelo”
Hoy: sábado 22 de marzo de 2014.-

- ¿No te conté sobre mi época de “peleón”? – Me dijo picaramente y tuteándome por vez primera, con gesto le respondí que no pero en forma gestual, y riéndose de él mismo arrancó así…
- Tendría en aquella época unos catorce años, y yo ¡era grandote…fuerte! y me creía mas poderoso que todos mis compañeros de estudios.
…Bueno yo era “el gallito del salón” y los tenía a todos “aperreados” ¡nadie podía conmigo! ¡a todos les caía a “corajazos” y los hacía llorar y corrían asustados de mí!
¡¡¡Fue mi época de “peleón”!!!
Y yo había descubierto que era la única forma de lograr que todos me respetaran… ¡Y hasta las carajitas gustaban de mí!
En esos momentos yo fui hasta el “galán deseado” por todas las mujeres. ¡Ah qué momentos aquellos! – Se soslayaba en sus recuerdos.
Se iba y por momentos llegué a pensar que ya hasta se le habían olvidados; pero como que si se recordara de mí presencia… ¡Volvía con mas ánimo! y agregaba…
- …Pero en esta vida, lo bueno ¡se acaba muy rápido!
El caso es que a la escuela, un carricito así de chiquitito… - Y me señaló con sus manos, llevándoselas a la altura de las primeras costillas, mientras su panza se movía con movimientos espasmódicos muy fuertes –pensé que le estaba dando algún tipo de ataque y me quedé a la expectativa- casi a los pocos segundos lo vi doblarse y sus piernas parecieron ser vencidas por los muchos años…
Me quedé algo asustado, y sin saber a qué atenerme…
¡Pero comprendí que se estaba muriendo de la risa!
¡Si en efecto…Descansé y me relajé!
Tuve que esperar a que se le pasara ese “espasmo de risitas” así que me armé de valor y una vez que me comprobé que no era nada malo…
Pues me contagié con solamente contemplarlo con el mayor beneplácito posible, me tocó esperarlo.
A los pocos minutos, cedió ese “espasmo” y ya su barriga no se mecía con tanto ímpetu. Se quitó sus lentes, los limpió ya que se le habían “nublado” por las lágrimas que brotaron de la mucha risa…Se secó los ojos, me miró y alzando su mano derecha me hizo señas de que lo esperara, que ya dentro de poco seguiría con su historia…
- ¡Ah, qué cosas tiene esta vida!
Yo si he vivido mi vida con mucha alegría.
Ciertamente que no todo ha sido “color de rosa” que digamos, pero si en términos generales: ¡La he disfrutado, mejor dicho…Todavía!
…Porque ¿Qué es la vida? 
…Una sucesión de días y de noches…Se va el sol y luego la luna. Hoy estoy vivo ¿Y mañana? ¡No lo se!
¡Ah yo tengo tantos recuerdos! 
…Que si yo fuera “un escritor” ¡varios libros saldrían!
¿Yo te conté acaso mi “experiencia como boxeador”?
- No.
- ¡Ya te la voy a echar!
- …Pero primero termíneme de echar el cuento aquel de su etapa de “peleón”
- ¿Yo: peleón” ¿Quieres saberla?
- …Bueno era esa la que me estaba contando…
- …Pero: ¿Cuál? Porque déjame decirte que en todos los años que tengo viviendo en esta tierra…Pues he tenido varias facetas. ¡Qué me recuerde yo! – Lo vi que se sumía en la incertidumbre y pensé para mí mismo: ¿Pero si se estaba “reventando” de la risa al recordarse de esa época, o no…?
Entonces pensé en aligerar su carga y procedí a recordarle…
- …Me estaba contando de sus años “mozos” allá en su escuelita…
- ¿Ah ya, de esa historia quieres saber? – Se quedó pensativo y entrelazó sus manos encima de su panza.
Cerró sus ojos.
Y yo hasta llegué a pensar: ¡Tan enterito que se veía…
Pero la memoria de corto plazo…Como que le está fallando…!
- ¡Ah, ya, ya! Bueno te voy a echar ese cuentecito…
Yo era un carajito de apenas unos…
- Catorce añitos…Ya esa parte me la contó…
- ¿Ah si? ¡Vos como que sabes mas que yo…! – Me dijo explotando de risas incontenibles.
Yo me le quedé mirando asombrado. Y él viendo en mi rostro el estupor, me dijo en medio de su risa…
- ¡Es que te quería “cazar” Claro que me recuerdo que te estaba echando ese cuento…Lo que quería saber era si me estabas poniendo atención o no… ¡Je,jejejeje!
Bueno ¿Ya te conté que era un chaparrito?
- Aja.
- ¡Es que me llegaba hasta aquí! – Y me volvió a señalar su costilla. – Y yo era: ¡Grandote! Fui muy prematuro en todo: ¡Mi mama me sacó de su vientre antes de los nueve meses!
¡Je, je, je, je, je!
Todas las mujeres me veían “Hermoso.”
(Ahora ya no. Estoy muy viejo y ¡hasta arrugado!)
El caso es que como él era nuevo en la escuela y yo lo veía flaquito…Huesudo…Chaparrito. ¡Me pareció una “papita”!
Cada vez que me le acercaba… ¡El me huía!  …Y yo me decía: “Este no es rival para mí.”
Es muy enano, flaquito, calladito y se me antojaba que era un “gallito de esos que son huidizos” (No corro peligro, ese no puede conmigo.) Me decía yo. Y eso me tranquilizaba…
Pero una buena mañana…Como que había venido “recargado” el alfeñique ese…Porque en esa ocasión: ¡No me huía!
Yo sin embargo, me envalentoné (¿Quién iba a temerle…?)
¡Y le busqué pelea! ¿Y…Quién carajo me incitó a retarlo…?
Mira… ¡Ese carricito se me paró y se me enfrentó!
¡Hasta allí me recuerdo yo!  Porque me ha dado una verdadera: ¡Golpiza! ¡Y me pegó hasta con los zapatos! ¡Me dio el primero en plena quijada…Y de allí en adelante…! Mis compañeros de siempre fueron los que me echaron el cuento… ¡Después!
¡Ji, ji, ji, ji, ji, ji! – Nuevamente volvió a sus espasmos de risas.
Me dio la impresión de que se iría a orinar en sus pantalones.
Y fue tanto lo que disfrutó que se tuvo que agarrar a la pared, puesto que ya creía que perdería su equilibrio.
Yo me reía, mas que nada por los gestos que hacía que por la historia misma. Gozaba al verlo en su “ataque.”
Aproveché para verificar mi entorno.
Miré hacia la avenida y comprobé que todo seguía normal. Hasta me puse a ver, si conocía a algún que otro transeúnte. ¡Pero que va!
No vi a nadie conocido.
Y en vista de que seguía riéndose, yo seguí mirando hacia otras partes, en espera de que finalizara y pudiera seguirme relatando su pasado.
Al cabo de unos minutos, se irguió. Aún seguía gozando de sus recuerdos y nuevamente se sacó sus lentes, los limpió con su pañuelito. Cuando hubo comprobado que ya estaban limpios, se enjugó sus lágrimas. Miró hacia la calle, saludó a varios de los que pasaban y finalmente se colocó sus lentes y guardó su pañuelo en el bolsillo trasero de su pantalón.
Aprovechó y se estiro la tela de sus piernas. Estiró varias veces ambas piernas. Y se puso en posición y continuó con su conversación…
- ¡Tuve como un mes convaleciente!
¿Qué salvaje era ese enano?
¿Y quién se lo iba a creer?

¡Yo! 

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