Continúo con mi relato de ayer. Que aunque uno no se lo crean del todo, por supuesto que las condiciones en que se encuentra tu país siempre influyen en el ser.  
(Y es conveniente hacer las mismas aclaraciones que les hice ayer: Va sin corrección...Y aún no le he puesto... ¡¡¡Su nombre!!!)
(Otra aclaratoria...muy importante: Este es un Ejercicio Literario...)
 - Yo lavo todo lo de la casa, friego toda la loza. Recojo toda la ropa sucia y la lavo, la tiendo y después la plancho. Limpio toda la casa, por dentro y por fuera, recojo todo el sugiero que generan esos dos lindos perritos. A ver qué más…qué más: me la paso acomodando todo el desorden tuyo y el de los hijos, te atiendo a ti en todo lo que me pidas…cuando se tranca el fregadero te sirvo de fontanera, si algún bombillo se quema soy yo la que lo busco…y lo coloco. Salgo a hacer las compras, atiendo la escuela de cada uno de tus hijos…a ver…cuando hay una queja soy yo la que voy a atenderla…a ver…a ver; ¡Ah y además de todo eso! También salgo a trabajar. Me levanto primero que todos ustedes…me la paso despertándolos a cada uno, preparándole la ropita, bien lavadita y planchadita…y a ti después que logro despertarlos y sacarlos de la cama, me vengo contigo…mientras estoy cocinándoles el rico y suculento desayuno que cada uno exige que les sirva… ¿Se me habrá quedado algo más…qué será…?
Pedro quedó callado. No encontró argumento alguno. Y por esa razón, prefirió escapar su atención centrándose en lo que estaban haciendo sus hijos en el patio. Pudo ver que ya la perra estaba retozando alegremente. Todos corrían alegremente desenchufados con lo que estaban discutiendo sus padres.
- …Todo eso está bien… ¡Pero!
- ¿Pero quééééé?  ¡Más no puedo hacer! Ya hasta tengo ojeras. No estoy durmiendo bien. Me alimento poco, para no gastar más en comida…
- ¿No entiendes…?
- …No, no entiendo. – Soltó el trapo con que estaba secando todos sus cubiertos y platos. Se sentó a su frente y esperó.
Su esposo, comenzó a carraspear, sin atreverse a decírselo así de un solo
Sopetón.
- …Escúchame…la situación del país está muy delicada…
- ¿…Y yo…qué tengo que ver con eso? – Le espetó sin esperar a que él le comenzara a explicar.
- …Escúchame…
- Yo no tengo la culpa de todo este desbarajuste…
- Yo tampoco. – Le cortó él mirándola  fijamente a los ojos. Ambos mantuvieron sus férreas miradas, ya aquello se estaba llevando a otros derroteros.
- Mira mi linda…Se está rumorando mucho que en este país, se está enrumbando hacia el comunismo…
- A mí no me hables de política, que nada sé…Háblame de pañales cagados, de loza sucia, de ollas sucias…
- ¡Tienes que abrir tus sentidos!
- ¿Abrir mis…sentidos…?
- ¡Claro mujer! No podemos esconder nuestras cabezas como el avestruz. ¡Debemos estar pendiente de lo que está pasando en nuestro país! ¿No me entiendes?
- ¡Esos son cosas de hombres!
- ¿Cosas de hombres? ¿Acaso no te interesa saber…Qué pronto habrá escasez?
- ¿De qué mijito?
- ¡No vamos a tener ni papel sanitarios para limpiarnos después que hagamos pupo; por ejemplo!
¿Y con qué te vas a limpiar tú? ¿No te interesa, ah? ¿O es tema solamente para los hombres?
- …Eso si qué esta grave… - Reflexionó súbitamente la doña. Se quedó pensativa. Y al ver esto el hombre, cambió de postura, pero siempre combativo continuó informándole…
 - ¡Se están oyendo cosas horribles…cómo de: Revolución!
- ¿Revolución…Y de qué?
- ¡De comunismo! ¿No entiendes todavía?
- ¡Ah caracha negro! ¿Y a nosotros qué nos importa esa fulana “Revolución”?
- Nos importa por la sencilla razón de: ¡Qué estamos viviendo aquí en este bendito país!
- ¿Y por eso es que me estabas diciendo qué estabas en “Banca rota”?
- Aja.
- ¿…Pero si nosotros en nada nos metemos con la política, o si?
- Jamás he sido político ni nada parecido. ¡Y tú bien lo sabes mujer!
- …Entonces… ¿Cuál es el problema?
- ¿Qué cual es “Nuestro problema”? ¿Esto es lo qué me estás preguntando?
- Es que no entiendo nada. Nuestros problemas siempre los hemos solventado los dos. Es cierto que yo no gano mucho, pero uniéndolo al tuyo… ¡Siempre lo hemos superado! Y fíjate que ya casi ni salimos. Ya no hay comidas en la calle. Yo trato de comprarme mis pinturas y mis cositas de lo que yo misma me gano…para no serte más pesada tu carga…
- Pues te lo informo: ¡Dentro de poco, ya ni eso podrás comprar!
- ¡Ah no compañero, eso si que no! ¿Cómo que ya no me podré comprar eso? ¿Es qué ahora me lo vas a prohibir…también…?
- ¡Que no voy a ser yo!
- ¿Entonces quién? ¡Yo no me lo estoy robando!
- Estamos de acuerdo.
- No te estoy entendiendo ¡para nada!
- El gobierno dice que eso es un invento del: ¡Imperio! Y que por esa sencilla razón ya no lo van a traer más. Y que debemos emular a la isla que está en el “Mar de la Felicidad”
- ¿Qué debemos ir hacia allá? ¿O sea que en vez de ir hacía adelante…es hacia atrás? ¡Están locos! ¿A la libreta de racionamientos?
- Ujum…
- ¡Imagínate esto…qué maravilla!
- …El caso es que por los vientos que soplan…Pronto habrá desabastecimiento de ¡todo!
- ¡Bueno a comprar se ha dicho!
- ¿Y con qué dinero cristiana?
- ¿Cómo que con qué…? ¿Tú no estás trabajando?
- ¡Muy buena pregunta! Me: ¡BOTARON!
- ¿Cómo es la cosa? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué?
- ¡Ahora si logré toda tu atención! ¿Te recuerdas que te dije que estaba en: Banca Rota?
- Bueno si…pero nunca me imaginé que te hubieras ¡quedado sin empleo! ¿Y ahora qué será de nosotros?
- Bueno tendremos que aprender a ¡bailar pegao! – La esposa comenzó a buscar una olla y echándole agua, encendió la cocina y la puso a hervir. Nerviosa comenzó a buscar. Y era tal su presión que hasta se le había olvidado en dónde colocaba el café. Su marido viéndola en ese estado no le dijo nada, él tenía su propio calvario. Y desde que lo habían echado de su empleo, estuvo vagando y vagando. Caminando y pensando cómo podía sortear esta fatal noticia. Pero en resumidas cuentas…no pudo y por esa decisión retornó a su casa, para informárselo a su costilla.
El agua comenzó a hervir, y la doña aunque miraba en su dirección, no se percató de esto. Su esposo se percató y se levantó, buscó el café y cuando ya estaba abriendo el envase, ella reaccionó y se lo quitó de la mano, y le hizo señas de que se fuera a sentar.
- ¿Y cómo haremos para pagar nuestras deudas?
- Tendremos que renegociar…
- ¿Y los giros de la nevera?
…Y eso que aún no le hemos comprado su protector eléctrico…
¿Y los de la cocina?
¿Y el juego de ollas que íbamos a comprar…?
¿Y el pago del colegio de los muchachos?
¿Y el uniforme…Y lo que nos falta de los útiles escolares…?
¿Y con qué le pagaremos al portugués del abasto?
…Y recuerda que el mes pasado no le pagaste completo…
…Y tenemos que comprar…falta carne…pollo…arroz…verduras…
¿Y el pago del auto?
…Y aún no le has hecho su mantenimiento preventivo….
¿Y las mesadas de los críos?
…Y están esperando el aumento que tú mismo le ofreciste…
Y el vestido tan bello que prometiste…Tampoco me lo puedes… ¿Comprar?
 Y…Y…
- ¡Ya basta amor! ¿Me quieres matar? – Explotó angustiado ante aquella andanada de ¡Promesas que tendrán que ser incumplidas!

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