"Mis reflexiones de hoy"



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“Mis reflexiones de hoy”



Hoy me monté en un autobús que venía con asientos disponibles. Aproveché y ocupé uno pegado a la ventana  -viendo a la calle-  y me acomodé plácidamente. En mis pensamientos venía repasando todas las diligencias que me proponía efectuar en el día de hoy.
Al cabo de un rato se sentó una señora ya de edad avanzada a mi lado.
Fue muy educada, y me saludó y me dio los buenos días.
Por aquello del mimetismo, se me ocurrió entablar con esa dama antañona y ella no me rehusó.
- Está haciendo un buen día, ¿verdad?
- En efecto señor. Así es. – Comprendí que no deseaba mucho entablar conversación alguna así que preferí seguir viendo la carretera.
Pero de repente se desató un problema  -el cual no entendí muy bien, ya he dicho que venía absorto contemplando la calle-  pero mi vecina si escuchó y de repente me comenzó a comentar.
- Lo que pasa señor…Es que esa señora la de la blusa roja, ha querido “pasarse de viva” y ha pretendido no pagar su pasaje.
El colector se lo ha reclamado y ella, comenzó a llorar alegando que es una mujer sola y que no tiene a nadie quien la mantenga.  ¿…Qué le parece…? – La escuché con atención pero en mi mente afloraron muchos pensamientos tales como: Ojalá consiga a alguien que me quiera mantener a mí.  –Y me reí de mis pensamientos-  “El hombre es el que siempre tiene que asumir ese rol, pero a nosotros… ¡Nadie nos mantiene!  …Bueno así es la vida…” Y tan absorto estaba que no me di cuenta que la buena vecina, me seguía hablando…Así que tuve que “clausurar mis elucubraciones” para atender a esa matrona.
- Mire señor…Usted no me lo está preguntando (Y no pretendo que me resuelva, pero…) y veo que usted es una persona de respeto y se le ve a leguas que es un ser educado. Y por esa razón me voy a atrever a dar mi opinión al respecto. – La miré pero en verdad, venía en “otra onda” y en verdad, no supe que era lo que iba a opinar; así que puse toda mi atención al respecto.
Ella tomó aliento y sacando su pañuelo se secó sus ojos  -fue cuando me di cuenta que venía llorando-  se secó su cara y lo guardó con nerviosismo dentro de su mano derecha. Miro al grupo de personas que aún seguían en esa discusión y volviendo a mí arrancó de esta forma…
- Yo tengo a mi marido y a todos mis hijos. Y hasta hace poco mi esposo  -que trabajaba y ganaba muy bien-  tuvo un accidente en su auto. ¡Quedó destruido y el Seguro declaró: “Perdida total”!
Y mi marido he tenido que meterlo en una clínica, la cual “se chupó” toda la cobertura.
¡Y no pudimos hacer nada! ¿Y qué pasó…?
Tuvimos que sacarlo de allí.
Pero el pobre no estaba sano. He tenido que recurrir a todos los medios. ¿Y hemos gastado? ¡Todo! Los ahorros. El plan de seguro. ¡Y nada! Tuve que entrarme en una querella legal con el Seguro (Porque no quieren pagar. Y se valen de artificios legales para eludir  el pago de la póliza),
con la empresa porque tampoco quieren pagar sus prestaciones…
¡Mire yo no encuentro a “qué  Santo prenderle una vela”!
Mi esposo ha empeorado…Nunca pudo recuperarse… ¡Y se me murió!
…Ahora lo que me ha quedado son: ¡Deudas!
¡A todo el mundo le debo dinero!
…Y esta situación tan grave que hay…No conseguía una urna… ¿Usted sabe eso…? ¡No se consiguen urnas!  
¿Y cómo lo podía enterrar!
Todos mis vecinos, mis familiares, amigos.
Todos me han ayudado. No me puedo quejar. Pero yo le pido a mi Dios: ¡Todos los días!
¡Señor! ¿Qué vas a hacer con nosotros?
…Tengo no sé cuántos días que ni como, ni duermo…Pensando y pensando…
Mi vida ha dado un cambio radical.
Hasta hace poco  -antes de ese dichoso accidente   -eramos una familia ejemplar-
¡Nada nos faltaba! Mi esposo cubría todo.
…Pero ya él se me fue…Ya no está.
Y todos los ahorros, la casa la tengo hipotecada… ¡Y no consigo nada!   -La dama calló…Y comenzó en mí una sucesiva variedad de sentimientos.
- ¡Pobrecita! – Pensé. Aunque no me atreví a manifestárselo. Me he quedado “en una sola pieza” y en ese preciso instante no atiné a “hacer o decirle algo” ya que me quedé petrificado. En verdad la vida se nos puede torcer de un momento a otro.
¡Qué de cambios y nos agarran “infraganti”!
¿Qué podemos hacer?
En realidad me atenazó…Y me quedé sin poder pronunciar palabra alguna.
La buena mujer, se enjugó nuevamente sus ojos. Lloraba quieta. Sin escandalo alguno.
Precisé que era muy bien educada.
- Perdóneme que se lo esté diciendo en este momento   -Y no le estoy pidiendo ningún tipo de ayuda- ¡Al contrario! Le agradezco que me escuche…
- Perdóneme usted…Pero es que no sé ni qué decirle…Ni que agregarle. Estoy en ¡un caos total!
- Lo sé. Y le veo en su rostro que se ha enternecido con mi problema. ¿Y qué puede hacer? Usted no me conoce. Primera vez que nos vemos. Mas bien discúlpeme por estarle planteando mi propio “infierno” y no es correcto. ¡Perdone mi desesperación!
- No mi doña…Como cree…Discúlpeme pero es que yo…
- Sabrá algo…
El contárselo ¡me ha ayudado a drenar tanto y tanto sufrimiento!
Y es que he llorado, padecido todo esto y no he tenido la oportunidad de poder…
Contarlo. Puesto que me he inhibido.
Por tonterías mías…No me haga caso por favor. – Y diciendo esto se levantó y de repente comenzó a caminar…Y no había caído en cuenta que estábamos en una parada.
Y me he quedado…Con la boca abierta.
No me quedó mas remedio que el contemplarla como se fue abriendo paso y descendiendo de la unidad, sin mirar a ninguna parte.
¡Qué sorpresa te da esta vida!
…Y no nos acostumbramos. Siempre vivimos pensando que todo lo tenemos “cuadrado” y que la vida la tenemos resuelta.
…Pero no nos hemos preparado para este tipo de incidentes.
…El que esté libre de culpas… 
¡Qué lance la primera piedra!



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