...En esto me encuentro ahora...


 

...En esto me encuentro escribiendo ahora...Al parecer es una novela o será un cuento...Con certeza: ¡Aún no lo sé! Pero cuando lo terminé...Ya lo sabré. ¿Quieren leer una partecita...?
¡Ahí les va!



III
En mi mundo inusual


Me encuentro en un sitio extraño, pero no por ello me siento mal; muy al contrario  –a pesar de que desconozco este sitio- algo me indica que en poco tiempo debo adaptarme y que con toda seguridad me voy a sentir a mis anchas  y que de este lugar no me querré marchar –eso espero- y bueno, exploraré sin cesar puesto que algo habrá para mí.
No veo a nadie conocido. Me atrae lo que veo…Debo seguir en mis investigaciones.
Es una hermosa ciudad. Veo rascacielos muy elevados –los cuales no me atrevo a contar sus pisos- se elevan y casi rozan con las nubes. ¡Qué nubes tan bellas! Poseen un verde blanco que las ornamentas y por centro una gama impresionantes de azules.
¡Es encantador! El clima es muy suave –calculo entre unos diez y ocho a veinte y dos grados centígrados- la arboleda es muy atrayente. Puedo verificar los distintos matices de verde. ¡Es impresionante!
Sus árboles son frondosos. Denotan que son muy viejos –no puedo verificar sus años- pero sin lugar a dudas; son majestuosos.
Las personas que veo transitando no miran a nadie. Parecen autómatas.
Me extraña apreciar esto. Muchas suben y muchas bajan, sus avenidas son todas curvas. Hondonadas pronunciadas. Muchas laderas.
Todo al parecer está en su justo lugar. No veo las calles sucias. Todo presagia que esta es una población muy bien preparada. Se visten con mucha elegancia y prestancia.
Es aún de mañana, ¡qué ambiente tan agradable siento! Respiro un oxigeno muy edificante. Me provoca salir a caminar.
Pero ahora que pienso esto… ¿En dónde estoy yo?
¡Ah! Estoy en un apartamento totalmente lujoso e inmenso.
¿Pero…Qué hago aquí?  Lo ignoro.
Pero desde acá estoy visualizando una vista panorámica muy hermosa. Me provoca suspirar –me siento muy bien- inhalo aire puro porque a pesar de que me encuentro en una macro ciudad el ambiente es  totalmente campestre.
Por un instante me inquieto –puesto que no sé de quién es este apartamento- y temo que me agreda –si no me conoce- o si por un accidente acá estoy.
Estoy en medio de una sala inmensa –le cálculo mas de cien metros cuadrados- quedo extasiado ¡qué de riquezas guarda este sitio! Veo hermosos y gigantescos cuadros enmarcados en excelentes marcos –muy lujosos y exóticos- muchos al parecer están revestido en oro puro ¿pero serán de oro…?
No tengo elementos que me indique ni lo contrario como tampoco que me lo afirmen.
Lo común allí es que son todos inmensos. Cubren paredes completas.
Son motivos diversos: Hermosas callejuelas, castillos del Medioevo,  pirámides que asumo que son del viejo Egipto –en su época- que me han dejado en una sola pieza… ¿Estaré en la residencia de algún altísimo mandatario?
Puedo apreciar entre mezclados entre esas obras de arte –grandes- armaduras que debieron pertenecer a una raza de gigantes –todas muy bien pulidas- y hasta me dieron la impresión de que aún estaban en uso.
¡He descubierto unas imágenes de hombres negros de la raza de enanos! Y me he acercado –ya que mi curiosidad supera mis buenos principios- ¡esto es maravilloso!
¿De dónde vendrán?
¡Pues de África! ¿De dónde mas?
¡Bueno menos mal que mis dudas son disueltas por mi mismo intelecto!
Me siento medio imbécil. Yo mismo me reprendo.
El caso es que me les he acercado –demasiado, diría yo- y he quedado anonadado…
¡Parecen que tienen vida propia!
¿Pero si tienen vida propia…Por qué están acá?
Ciertamente. Sus carnes no parecen disecadas –son muy reales- y lo único que les hace falta es que me hablen…
¡Retrocedí! Me impresionaron demasiado y esa posibilidad me espantó.
Así que de lejos –a lo sumo unos dos a tres metros- lo aprecié mejor.
Sus ojos seguían mi silueta –adónde fuera- no puedo creerlo –me dije muy bajito- si hasta pareciera que me están vigilando -¿serán ellos los que me están “mirando”?
…No me gustaba para nada esta opción.
Seguí en mi periplo –mi curiosidad crecía demasiado- caminé unos diez metros y pude descubrir una figura blanca –demasiado- levanté mi rostro y fijé mi atención…
¡Era  un enorme oso polar en dos patas y en posición de ataque!
- ¡Bestia lo mataron precisamente en el momento en que se prestaba a atacar! Razoné en voz baja. ¡Qué belleza de momia! Tan nítido, tan palpable…Que decidí mas bien irme a otro sector.
Me capturó una diversidad de al parecer eran unas estatuas –algunas de hombres gigantes- en sus vestimentas se podía notar –por lo menos yo lo noté- que eran de seres antiquísimos –unos se vestían de cueros, al parecer de mamut- portaban una especie de jabalina o de lanzas –no sé  precisar bien- pero estaban tal como si estuviesen vivos –y por su olor…muy desagradable, por cierto- me hicieron caer en cuenta de que “estaban vivos” y el reconocimiento de esto… ¡Me puso a temblar!
¡Y todas me miraban como si yo fuese el culpable de que estuvieran allí!
…Y por muchos instantes temblaba de terror –al pensar- que si esos “bichos” recobraran vida…Y me consiguieran a mí… ¡Mejor me retiro!
Y así lo hice. Me fui por un corredor muy amplio. En una de sus paredes pude apreciar diversos tipos de armas: Arcos –enormes- muy antiguos, acompañados de innumerables flechas.
Mas adelante pude ver enormes escudos –de diversos metales- y de distintos tamaños.
Y por la pared contraria…Imágenes de mujeres…Blancas, amarillas, verdes, azules y la mayor parte de ellas tal, como Dios las envió al mundo.
¡Ese realismo era lo que me mantenía en el mayor de los terrores!
Me sentía intimidado. “Como cucaracha en baile de gallina.”
Caminaba en puntillas, ya que temía que se fueran a despertar y al verme a mí, allí solito y extraño a todo eso… ¡Pues me despedazaran!
Miraba a todos lados tratando de precisar la puerta, para salir corriendo de allí.
Pero al parecer ¡la muy desgraciada! Se me escondía.
Entré a un área en dónde me quedé entrampado. De repente me encontraba en plena selva. ¡Hasta oía! El caer de alguna fuente de agua –muy cerca- y por lo impetuoso asumí que estaría ¡a menos de dos metros…!
Extremé mis cuidados, me encorvé y comencé a andar en puntillas -¿Pero si estoy en arena suelta?- así que preferí caminar normal, pero con cuidado.
No mas caminé si acaso tres pasos y de repente se abrió a mi vista un rio muy caudaloso que caía a raudales en medio de una catarata.
¡Me espanté! Nunca pensé encontrarme tremendo efecto.
Y me preguntaba en ese entonces… ¿Qué otra cosa me tendrán por ahí?
La brisa era intensa y me empapó casi de inmediato.
Sentí el vaho de la caída.
Por lo que pude –medio ver- ¡esa cascada es inmensa!




 

No hay comentarios:

Publicar un comentario