"El pasajero
desconocido"                            
                                              
- ¿Enfrentar los hechos…? Siempre lo he hecho. – Le repliqué tratando de ser lo mas explicito posible, pero haciendo caso omiso a mis indicaciones, agregó…
- Y es bueno afrontarlos. Ya de una buena vez.
Nunca se sabe cuando vienen.
Por eso mi mensaje es: enfréntate a los hechos.
No los rehuyas. – Yo me le quedé mirando de frente.
Así sin corta pisas. De frente y sin miedo y le pregunté…
- ¿A qué viene todo esto?
- A nada. En verdad no es bueno que me mal interpretes.
Mira te he tomado mucho cariño, a pesar del poquísimo tiempo que tenemos de amigos. – Yo pensé…
(¿Amigos? ¿Acaso el gato es amigo del ratón?
¿Y a dónde me vendrá ahora este…?)
Pero eso no me dice nada a mí en lo personal.
Aunque a ustedes…Si que los impresiona.
Así que es mejor que continuemos con lo que te dicen…Los rostros…
Como también las hay…
¡Qué te dan escalofríos!
Son pavosas y te traen…  Nada bueno. Mas bien.
¡Muchas desgracias!
¿Estás consciente de esto?
…Y no estoy descubriendo ni el agua fría…
¡Como tampoco la caliente!
¿No te ha pasado qué cuando tú ves a alguna persona…?  …Y te ¿Parece conocida?
Y hasta te preguntas: ¿Dónde he visto esta cara?
¡Me parece harto conocida…! ¡Pero!
¿Adónde, adónde?
…Y le das y le das…
¡Pero nada!
Misión imposible.
Pues déjame decirte… Que a mi también me ha pasado.
Es una cosa que a algunos nos ha pasado, como a otros ¡Uf! A cada rato.
¡Pues resulta…Qué algo nos une con esa dichosa persona!
…Posiblemente fue tu pareja.
O tu Hijo.
O tú hermano.
¿Qué se yo…?
…Hay tantas cosas raras en este mundo.
Aunque a decir verdad, no a todos. – Extrañado yo le interrumpí ya que ese cambio de tono fue muy significativo…Para mi. Entonces le pregunté…
- Cómo es eso de: ¿No a todos?  
…Acaso tú tienes una varita mágica.
O la famosa ¿“bola de cristal”? – No se dignó a mirarme, y esta acción me molestó.
Sin embargo preferí ignorar su grosería, ya que le noté un gesto en su cara, que yo le interpreté como una “sonrisita” de triunfo.
- No necesito la “varita mágica”, como tampoco la “bola de cristal” – Y acompañaba sus palabras con la parodia tanto de la “varita”, como de la ya famosa “bola de cristal”.
Por alguna razón que desconozco, me sentí humillado.
Como si fuera un infante de brazos. No me gustó y se lo hice saber de esta forma…
- Me suena a “burlita” de tu parte. – Tampoco me miró. Pero en esta ocasión su sonrisita se quedó congelada en el tiempo.
Y al cabo de unos minutos y mirando hacia otra parte, me respondió…
- No me estoy burlando y mucho menos de ti.
¡Dios me salve de semejante osadía!
¡Jamás me burlaría de un dilecto amigo y menos de ti!
No pongas palabras en mi boca, que nunca pronunciaría.
He hecho una parodia tanto de la varita como de la bola de cristal, pero sin connotación personal peyorativa sobre tu persona o sobre la mía.
¡Por favor amigo mío, no me mal interpretes! – Casi terminando, alzó su voz y su faz me mostró indignación hacía mi.
Y me hizo sentir peor que peor. Era evidente de que lo molesté. No supe ni qué hacer, ni que decirle…Solamente pude balbucear….
- ….Perdón pues. No fue mi intención ser indiscreto. Y si mis palabras te han molestado u ofendido…
Te presento mis disculpas humildemente.
Es que me dio la impresión de que…
¡Bueno es mejor que pasemos la página y continuemos con nuestra amena conversa! – No estoy muy seguro, pero él volvió a mirar hacia afuera…Pero creí notar que se seguía riendo, con esa sonrisota de oreja a oreja. No obstante, preferí obviar esto.
Al poquito tiempo, me volvió a mirar, ya lo encontraba sereno y hablador tal como hasta hace poco lo estaba. Me dio un apretón en el hombro derecho y me dijo…
- ¡Amigo las apariencias siempre ENGAÑAN!
Mi consejo: No sigas cometiendo el error de “suponer” o de “creer”. Ya estás viendo que siempre sales choreto.
Evidencias. Tenlas siempre presentes.
Y cuando vayas a afirmar algo…
¡Hasta que no tengas los pelos en tu mano…
No te aventures a definir ¡su color!
¡Nunca afirmes que son negros…Hasta que no te cerciores de ello!
¡Never!
Me gustaría que asimilases cuanto te estoy diciendo.
Y ojala que mis palabras no caigan en saco roto.
…Como siempre.
Bueno, es mejor que no nos metamos en camisa de once varas y afrontemos lo que te venía comentando.
- ¿Lo de las caras o lo de las apariencias?
- Mejor enfoquémonos en lo de las caras…
- OK. Dale pues, ya que me parece muy interesante.
- ¡Por supuesto que es interesante! 
…Jamás pierdo mi tiempo en banalidades.
Me he dedicado toda mi vida, en descubrir los pequeños enigmas que nos azotan. Y este es uno de ellos.
Históricamente se ha escrito y dicho millones de veces, esta conseja: “La cara es el espejo del alma”
Y es muy cierto. Por la cara podemos descubrir el estado de ánimo de cualquier persona.
Podemos vislumbrar si es buena o mala persona.
Y si tiene buenas o malas intenciones.
Cuando miente o te está diciendo la verdad.
- Discúlpame, pero tú sabes cuando alguien te ¿está “cobeando” o no?
- ¿”Cobeando”? O sea ¿Mintiendo?
- ¡Exacto!
- ¡Por supuesto que si!
¡Conozco todos los rictus que el rostro humano puede producir! Su tiempo.  Su duración cuando miente, y también cuando habla con la verdad. ¡Todos los veo en el acto!
Su espacio.  Porque sabrás que hay un espacio muy bien definido.
Y tomarle su medida, es buena precaución.
Su intención. Son muchísimas. Hay que estar pendiente.
Para mí  el rostro de los humanos: Son un libro abierto.
Y tú harías muy bien en estudiar este “pequeño detallito”.
- ¡Claro! ¡Claro! – Le respondí como un autómata.
Pero en verdad que quede como: “un boludo”.
Pero me dio vergüenza demostrarme en toda mi ignorancia.
No supe manejar bien este asunto.
Presentí que él me estaba dejando su puerta abierta para que yo le pidiera que me transmitiese todos estos conocimientos tan preciados para cualquier ser.
…Y mas para mi que siempre me estoy llevando “tortazos” con tanta gente que aparenta una cosa y no tengo ese don del discernimiento como para descubrirlos.
Ardía en deseos locos por preguntarle, por insistirle y de reconocerle mi tremenda ignorancia al respecto…Pero mi bendito “orgullo” y por no quedar al descubierto…Me lo impidió.
Hoy lo reconozco. Y a decir verdad…
¡Me di unas cuantas cachetadas por “baboso”!

Pero ya hoy en día…Son tan solo recuerdos. 

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