“EL Guegüence”
…Se me está poniendo difícil
este animalito.
¿Por dónde le podré
entrar?
…Tengo que joderlo antes de
que me destruya…ya verás, tan sólo dame una sola oportunidad…
Si pudiera atacarlo por la
espalda, cuando esté desprevenido.
¡Pero está rodeado por sus
matones!
Y cualquiera de ellos, nada
más por ganarse su membresía es capaz de apuñalarme. Tengo que ser muy
precavido…)
Anda no seas malito, apiádate
de tu viejo compinche.
(¡Éste pingüino! No me está
dejando alternativa…Se me está poniendo muy difícil. ¿Por dónde me le podré
meter…?)
¿Recuerdas nuestras andanzas?
Recuerda que comenzamos juntos…
(…Yo tampoco me recuerdo…pero
algo se me ocurrirá.
No debo permitir que se me
despabile.
¿Total?
Es una bazofia. ¡Bruto
desgraciado!
…Pero él tiene el poder…De
aniquilarme, ¡Cuidado!)
En otras ocasiones te he
servido con mucho decoro.
¡Jamás te he fallado
anteriormente…!
Digo, no me recuerdo de nada
malo haya pasado entre nosotros dos.
Además yo te aprecio ¡qué
jode!
Y yo por ti, estoy dispuesto
a verguearme con el más “pintao” ¿Dígalo ahí?
¡Juntos hasta la sepultura!
Tú y yo, para los que salgan.
¡Como en los viejos tiempos
camarada!
¿…Me perdonarás esta?
¡Anda, es una pequeñez en
comparación con todo lo que ya hemos hecho por allí!
¿Estás viendo? No vale la
pena, cuentas con mi lealtad a prueba de balas.
Tu espalda, está más que
protegida conmigo.
(…Ojalá me crea. Aunque por
su semblante, no lo creo. ¡Créeme piltrafa humana!
…Creo que no he logrado ser
convincente.
Tendré que ponerme a llorar,
para ver si logro conmover a esta ¡mole de mier...!)
¡Nunca permitiré que te hagan
ningún tipo de daño!
¡Y él que se atreva…es mí
enemigo…y lo tiro a: matar!
¡Lo juro, por madrecita linda
y bella!
- …Eres muy hábil con esa
lengua…
- ¡Está a tu entero servicio!
¡Para lo que tú me mandes a hacer!
- ¡Ok, ok, cierras los ojos!
- ¿Me vas a mandar a
matar…?
…No te creo capaz de
semejante bajeza…apiádate de un pobre desgraciado como yo.
¡Que nunca le ha hecho mal a
nadie!
(¿Será capaz de eliminarme?
¿Tendrá el valor suficiente para esto?
¡Diosito lindo y querido…no
se lo permitas!
¡Jamás nadie me ha
asesinado…hasta ahora! ¿Lo hará…?)
- ¡Qué cierres tus ojos…O le
digo a éstos que lo hagan por ti! – Al notar que la amenaza era evidente, no le
quedó más remedio que obedecer.
En lo más profundo de su ser,
quiso activar el famoso “tercer ojo” pero que va.
No lo pudo lograr, así que se contentó con hacerle
caso.
(¡Ya me tronarán estos
malparidos! ¡No se atrevan a matarme…!
¡Cuidado con esas pistolas…se
les puede escapar un tiro!
¡No respondo de mí, si me
perforan mis carnitas tan sanitas!
¡Por favorcito…por lo qué más
quieran en esta vida!
…Perdonen a éste pobre e
insignificante ser, que nunca le ha hecho ningún mal a nadie.
¡De verdad, es que soy muy
inofensivo!
…Por favor no me hagan ningún
tipo de daño… ¡No! ¡Nooooooooo….!)
Escuchó pasos a su alrededor,
pero no se atrevió ni a entre abrir ninguno de sus ojos.
Al contrario se encogió como
si fuese una serpiente y aguardó.
Sospechó que nada bueno le
ocurriría, así que comenzó a orar, primero en silencio y como no se escuchaba,
lo ejecutaba en voz muy tenue.
Sintió pasos muy nerviosos,
una brisa producida por ese zigzagueo se le coló por su espalda.
Un frío muy intenso le erizó
todos los pelos, pero no se atrevió a enfrentarlo al contrario, procuró ponerse
más a resguardo.
Sigilosamente, como para no
llamar demasiado ni la atención y sin producir ningún tipo de sonido. Ansiaba
pasar desapercibido. Transparente.
(¡Dios hazme invisible! Qué
si tienen oídos…no me oigan.
Si tienen ojos… ¡Jamás me
puedan ver!
Que si…tienen cerebro…se
embrutezcan y se olviden de mí.
¡Qué jamás se recuerden que
yo existo!
…Qué pase
desapercibido…imperceptible…amorfo, sin olor y sin nada…hazme ese milagrito…tan
solo esto humildemente te pido.
Es más te lo voy a rogar. Y
si me lo concedes, te prometo, es más me comprometo conmigo mismo en que jamás,
nunca te podré olvidar.
¡Lo prometo!
Y recuerda, que mí palabra es
LEY. Aunque un poco devaluada…por razones obvias…)
Transcurrieron espeluznantes
espacios de tiempo. Pronto escuchó los pasos que se alejaban…Y luego el
silencio y pensó para sí mismo:
(¿Se habrán desaparecido esos
sátrapas?
¡Acémilas!
¿En dónde se habrán alojado?
Seguramente estarán esperando
el momento más preciso para caerme en gavilla…y siempre: ¡por la espalda y a
traición!
¿Por qué razón son tan
cobardes?
Yo podría aceptar una…pequeña
dosis de: Cobardía. ¿Pero tanta? Me dan nauseas y hasta ganas de vomitar.
…Y a todas estas… ¿Dónde
carajo están mis guerreros?
¡Claro me abandonan cuando
más los necesito!
Todo tengo que hacerlo
solamente yo.
¡Nadie se aparece para
echarme una manito!
Al contrario… ¡huyen
despavoridos! Cobardes. Gallináceas.
Estoy sumido entre la
inmundicia. ¡Necesito un ejército de exterminadores!
¡Salvajes que me obedezcan en
el acto! Y que no me dejen solito, a merced de mis múltiples abanicos de
nefastos y fastidiosos “bichitos”.
¡Degenerado…te aprovechas de
mis momentos de debilidad!
¿A qué no te hubieras
atrevido teniendo a mis depredadores cerca? ¿Verdad que no?
…Pero se aprovechan de mis
momentos de ocio. Son unos oportunistas.
Tendré que recobrar todo lo
que me ha quitado esta bestia.
¡Ladrón!
¡Holgazán, inútil!
¿Crees que te vas a quedar
con lo mío?
¡Jamás…nadie me ha
humillado…sin mi consentimiento!
Pero de que me va a pagar…
¡me la va a pagar!
El problema es como lo voy a
lograr…él es mucho más grande que yo.
¡Pero eso más nadie lo sabe!
¿Y cómo lograré que me lo devuelva?
Algo tendrá que ocurrírseme.
Ya veré la mejor forma de
lograrlo. Siempre me he salido con la mía y esta no será la excepción. Pero
debo reconocer que me será muy difícil. Corro peligro.
Y no debo permitir que mis
súbditos me vean así.)
Y sumido en sus cavilaciones,
no se percató de unos pasos presurosos que se le acercaban. (¿…Y ahora…quiénes
serán? ¿Los habrá invitados o vinieron a buscar las sobras?
¡…Cuidado que últimamente no
tengo mucha “paciencia que digamos!!!)
Nervioso trató de disipar sus
nervios. Suponía que era el enemigo, que seguramente volverían para seguirse
mofando y despojarle de lo poco que aún le quedaba.
Fueron momentos de mucha
tensión…Para él.
- ¡Es el Jefe! – Gritó el gordo haciéndole señas a sus
secuaces para que se acercaran a auxiliarlo. Y lo encontraron en una posición
no muy buena que digamos, tenía su pantalón a la rodilla, su ropa interior también
estaba como “desgarrada” y manchada de sangre contaminada con el lodo. Se le
notaba que lo habían fustigado.
Todo despeinado y sucio. Algo
extremadamente extraño, ya que él siempre se presentaba lo más pulcro posible.
Con su camisa y pantalón
impecable, sus zapatos muy bien lustrados, con su olor característico a perfume
barato, pero oloroso.
Mejor dicho con buen olor, en
cambio se veía como arrastrado, zarrapastroso.
El boxeador, se condolió
enormemente por su desastrosa apariencia.
Hasta estuvo con ganas hasta
de llorar, pero no lo hizo por razones obvias…Podrían dudar de su hombría.
- ¡Jefecito! ¿Qué me le ha
pasado? ¿Lo atropelló el tren? – La última pregunta fue más bien para él mismo,
y el gordo que lo escuchaba le ripostó:
- ¿Tren? ¿Qué tren? ¿Acaso en
tu miserable vida has visto uno?
- …Pues no, en verdad es que
nunca lo he visto…así…y me da como cosita.
Estoy acostumbrado a verlo:
Altivo, Potente, Poderoso y ahora…
- ¿Y qué le “habrán hecho”? –
Al decir esto, señalaba en forma por demás grosera y con mucha falta de
respeto, ya que se trataba del “honorable jefecito” y en principio, hay que
tenerle no respeto, pero si mucho miedo, es el jefe.
Hombre muy violento y
sanguinario. Todo lo sabían…pero este menso…
Estaba claro, que este
lugarteniente…no conocía de “cosas que el protocolo obliga” y es que el sentido
común…también lo resalta.
- Cállate gordo. No es de inteligente adelantar ningún comentario. Es más prudente no notar más que lo que no
está a la vista. – Le recomendó el pugilista, visiblemente perturbado
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