"Esto es mío...
Y aquello también"


- ¡Ay no chico! No me vengas a decir que vamos a salir para hablar de él. No señor.
- ¿Y todavía quieres salir?
- Pues claro. Todavía corre sangre por mis venas.
Y mucha. Quiero que me lleves.
O vamos a una frutería.
O me llevas a tomar algo…
O…no sé adónde me podrás…”Llevar”…
- …Bueno. ¿Dónde queda esa frutería?
- Vamos yo te indico. – El se dirigió a su carro y ella se le puso a su lado.
Caminaron en silencio.
Le rozaba su mano a la de él, en una forma “natural”
- Esta bonita la noche…
- Si es cierto. ¿Mira la luna? – Le indicó a ella.
Se detuvieron y miraron detenidamente…
- Aja. Es luna llena.
- Hoy es una noche peligrosa. – Le indicó.
Ella sonrió y mirándolo en una forma dual, ya que insistía en ver al hermoso astro en toda su plenitud.
- ¿Es peligrosa…?
- Así cuentan.
- ¿Y por qué?
- Es la noche en que se desatan los “Hombres-Lobos”
- ¡Uy qué miedo!
Menos mal que voy acompañada de todo un “Guerrero”
¡Un macho que me demostrará todo su “valor”!
¡Y claro yo me dejaré someter por  el mío!
- No te juegues. Cuentan que en noches como estas.
Todos estamos peligrando.
- A mí que me coma el lobo.
¡Soy toda tuya!
- Niña. Estás muy solícita.
- No me importa, que me coma mi “lobo”.
Estoy presta. – Llegaron al vehículo.
El le abrió la puerta y ella entró.
Se acomodó pomposamente en su asiento.
Y esperó a que diera la vuelta y abriera su portezuela.
Se chequeó por el espejo.
Se retocó su cabello.
Abrió y cerró sus parpados.
Abrió su cartera y sacó su labial.
Se untó con movimientos muy provocativos.
Mientras este hizo el que no veía esos gestos de coquetería femenina.
Seleccionó la llave correcta.
Disimuladamente la miró de reojo. Vio que se sonreía…
Con la llave en la mano, la introdujo distraídamente.
Le dio media vuelta y encendió el motor.
Comprobó que su puerta estuviera bien cerrada.
Después chequeó la de su copiloto.
Verificó que todo estaba bien.
Miró por el retrovisor. Luego por el espejo de su puerta.
Cuando ya estuvo seguro de que no había novedad alguna, puso la velocidad de retroceso.
Insistió en que todo estuviera en correcta posición.
Su carro anduvo si acaso un metro a lo sumo dos, midió la distancia con relación al carro que estaba delante del suyo, dobló y fue saliendo con sumo cuidado.
Una vez andando en la vía y sin peligro inminente, soltó un suspiro.
- ¿Suspiras por mí?
- ¿Suspiro…De que hablas mujer?
- Lanzaste un suspiro y quiero saber si era para mí…
- ¿Suspiré yo?
- Aja.
- Seguramente fue algo sin intención alguna.
- Ah yo pensé…
- No. Lo hago de una forma natural. Discúlpame.
- Pues no te disculpo. Al menos que lo hayas hecho en mí honor.
- ¿En tu honor?
- ¡Ay son cosas de chicas!
- ¿De chicas?
- Si. Yo soy una chica.
¿O no puedo ser…Tú chica?
- Podrías, si.
- ¿Entonces…Para qué vamos a ir a la frutería…?
- ¿Qué…Ya no quieres ir?
- Si hay algo mejor. ¿Para qué vamos a ir?
- ¿Cómo qué?
- …Solos tú y yo…
- Bueno si, vamos a ir solos tú y yo…A la frutería que me hablaste ¿O no?
- …Tú eres… ¿O te haces…?
- …No te entiendo mujer.
- Tampoco te entiendo hombre. – Buscó dónde detenerse.
No hablaron nada.
Encontró un sitio y se estacionó.
Esperaron hasta que todo estuviera en orden.
- Aja, mi bella dama. ¿Qué es lo que está pasando? – Ella lo contempló en silencio.
Y luego como si nada estuviera pasando, ella volvió su rostro hacia todas partes, como para cerciorarse en qué sitio exactamente se encontraban.
Y señalándole un sitio agregó…
- Ese sitio me trae muchos recuerdos…
- ¿Si? ¿Qué recuerdos serán?
- Muchos. Sobre todo de mi familia. Sabes yo toda mi vida la he vivido en este pueblucho.
Estoy obstinada de estar aquí.
¡Cuánto no daría porque se me presentara un Galán y me sacara de todo esto!
- ¿Y a dónde te gustaría vivir?
- En una Gran Ciudad.
¡Con Grandes Edificios! ¡Muchos Mall!
Cosmopolita. Full de gentes. Todas alegres y felices.
De esas en las que habiten de muchos países.
Y que hablen varios idiomas.
Que sean Altos, Elegantes.
Buenos  mozos. ¡Qué sean unos Toros!  …De fuertes….
Gringos. Que me enseñen el inglés.
Europeos. Me gustaría aprender…Francés…
Alemanes. ¡Esos anglosajones!
Rusos. ¡Fuertes como los osos polares!
De ojos verdes. Amarillos. Verdes o azules.
Azul como el océano.
- ¿Y qué le harías a ellos?
- ¡Me los comería…Todas las noches!  …Y también de día…
Le pediría que me saquen todos los días. Que me lleven a conocer…Francia…Paris…Italia…Roma…Inglaterra…Londres…Que me lleven todas las noches a todos los sitios nocturnos. Que me saquen a…Desayunar…Almorzar y  a cenar, y después…
- …Pero eso tiene su costo…
- ¡Yo lo pago! Se lo daría todas las veces que me lo pidan:
¡Pero que me saquen!
- Estás muy ansiosa.
- ¡Tengo hambre de…!
Me siento viva.
Aún tengo mucho que dar.
Pero aquí en este pueblo…
En esa casa…
Con ese ancianito degenerado….
- …Pero…No entiendo. ¿No es tu marido?
- ¡Para mi mala suerte, si que lo es!
- ¿Te casaste con él?
- Si.
- ¿Te obligaron acaso?
- Es una historia muy larga. Muy penosa.
- ¿Y no quieres contármela?
- Bueno. Pero me tendrás que prometer…
Que me recompensarás… ¿OK?
- ¿Y qué te gustaría?
- Ya tú lo sabes…
- ¿Qué te saque de acá?
- Podría ser…
- Bueno. Te prometo que si la historia es buena. Algo inventaremos.
- ¿Me lo prometes?
- Prometido. Empieza ya…
- ¿Palabra de Caballero a una Dama?
- Exactamente.
- Bueno, empezaré por contarte lo siguiente:
Para mi no es fácil hablar de estas cuestiones que me causan mucha tristeza. ¡Es que me da mucha pena!
…Y ciertamente, apenas nos estamos conociendo y no se, cómo lo podrás tomar tú…A lo mejor pensaras que…
- Nada estoy pensando. Y por favor continúa.

Yo sabré entender y te agradezco este gesto de confianza hacia mí.- Él guardó silencio y le dio la oportunidad a que ella, tomara nuevamente el impulso necesario para seguirle narrando. 
Y esto sucedió tras unos instantes de silencio, ella mantenía su cabeza gacha y demostraba mucha vergüenza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario