"M i c h e"
- ¡Mesonero! – Gritó de repente.
Los amigos se asustaron por el tono imperioso y por lo autoritario que se le veía.
Estuvieron a la expectativa.
Esperó a que se apersonara y cuando llegó, le gritó:
- ¡Ya basta! – El sirviente lo miró con angustia y bajando su cabeza asintió en señal de sumisión.
Dio la impresión de ponerse a llorar, estaba apesadumbrado…enajenado…sumido...con mucho decaimiento.
Se mantuvo en esa posición hasta que nuevamente recibió otra orden seca y fuerte…
- ¡Ya basta! – Le volvió a gritar.
Los chamacos se miraban entre sí…
No lograban discernir qué era lo que estaba pasando.
Absortos chequeaban todo, en espera de los acontecimientos…inexplicables para ellos.
El sabio se le notaba muy encolerizado.
Estaba rojo de la cólera. 
Y en sus arrebatos les infundía…temor…
- ¡Trae otras tres mas…Y me la pones a mí cuenta! – Giró a obedecer el mandato, sin levantar ni siquiera su mirada.
El hombre alto, lo chequeaba con ojos de águila y sin decir nada más, se despidió haciéndoles una reverencia y volvió a su mesa distante y oculta en uno de los rincones.
Pedro no entendió su proceder, así que se quedó pensando…
(¡Qué extraño es este personaje!
Primero ridiculiza a ese ridículo hombrecito…
Y después… ¡Desaparece!
¿Qué significado tendrá todo esto…?)
Se le escapó de su radio de visión…Se hizo etéreo.
Pero sin que ellos se percataran, apareció en un abrir y cerrar de ojos…
¡Estaba entre los dos!
Pedro pensó velozmente…
(¿…Perooo…no estaba allá en la esquina…?)
No disimulaba su aprehensión…  
Y sin darles tiempo de reaccionar les dijo, como en el mayor secreto del mundo…
- Les voy a echar un pequeño relato y en él ya verán el por qué de mí presencia entre ustedes… -
Pedro y José estaban intrigados…
Ellos ya lo hacían lejos y resulta que de repente…
¡Está entre ellos!
- …Aja…cuéntanos… - Alcanzó a susurrar José y acto seguido y sin que se percataran de ello…estaba sentado entre los dos…
Los dos se miraban sin lograr comprender todo cuanto ocurría a su alrededor…Y sin previo aviso.
- Hace mucho tiempo ya…
(Se quedó mirando hacia el infinito.
El tiempo dejó de transcurrir.
La brisa se contuvo.
Los visitantes contuvieron su respiración.
No sabían qué actitud o posición asumir.
Tan solo dejaron que todo transcurriera…Como debía ser…)
…Era apenas un mozalbete, era elegante, alto.
(Se levantó de su asiento y se irguió, cuan alto era.
Ellos calcularon asombrados que estaba alrededor de uno ochenta, pero asombrosamente su cuerpo se alargaba…Asustados asumieron que de seguir así llegaría hasta las altas ramas de aquella arboleda…
Pero… ¿Cuál arboleda?
¿No era que estaban en un solar tomándose unas cervecitas?
Y fue cuando se percataron de que estaban en medio de una inmensa arboleda.
Anonadados asumieron lo peor… ¡Estaban en plena selva!
¿Cómo lo lograría?
Los ojos de ambos estaban al borde del desquiciamiento.
¿Qué hacer ante todo esto?
Mutuamente se hicieron señas….
¡Era preciso mantener la calma!  …Y eso trataban de hacer.)
Ajeno a los angustiantes pensamientos, el catedrático no pareció darles ningún tipo de importancia a este par y continuó con toda la calma. Su parsimonia los angustiaba, arrancó después de una larga pausa, así….
- Entonces no tenía toda esta cantidad de arrugas…
(Y seguramente ustedes ni siquiera habían nacido aún)
…Andaba por estos predios… - Y levantando su cabeza, se extasió en su imaginación de todos los contornos aledaños a ellos mismos.
Temblaba de la emoción. Sus recuerdos eran muy vivos y significativos, para él…
- Entonces todo esto era monte y culebra…
¡Qué paz se respiraba en ese entonces! 
¡Árboles frondosos, hermosos…!
(Éstos se hicieron sentir, se movían acompasadamente)
¡Ah qué aroma tan hermoso! 
(Un sinfín de aromas y fragancias se dejaron sentir.)
Ya nada es igual. ¡Nunca!
(De repente…Todo desapareció.)
¡No existía la maldad, que hoy en día impera en nuestras vidas!
…Ese odio con que nos miramos hoy en día…No existía en ese  entonces… ¡No señor!
¡Todo era plenitud! ¡Felicidad!
Uno podía andar por todos esos montes, no existiendo ni siquiera este smog… 
¡Carros inmundos que contaminan todo nuestro aire! ¡Apestoso humo! ¡Eso es veneno, peligroso!
(Un fétido olor se dejó sentir con mucha intensidad)
¡Nos envenena hasta nuestra alma!
¿…Y aquí en dónde ahora estamos…?
¡Nada de esto había…!
¿Casas…Edificios…Carreteras…?
¡No, nada de eso!
Por estos lares, co-existían todo tipo de animales…
Aves grandotas…
(Pedro le pareció haber visto uno de ellos, que se escondía debajo de las mesas…Tan solo visualizaba su enorme pico.)
Monstruos alados…Unas botaban chorros de un metro de diámetro de fuego liquido…a espantosas temperaturas… ¡Magmas igneas!
(Un calor insoportable se dejaba sentir.
Pronto comenzaron a sudar copiosamente.
Era intolerable el estar allí.)
Todo quedaba en cenizas…o en sal…
(Ellos creyeron ser testigos después que el Ángel vengador quemó todo y la mujer de Lot, quedó hecha una estatua de sal.)
- ¡Ahhhhh qué de buenos fueron esos tiempos!
(Pero eso es para otra ocasión…es muy largo…en otra ocasión les echaré todos los relatos que en ese entonces ocurrieron… ¿OK?)
Los dos suspiraron de la emoción que sintieron cuando él produjo esas palabras. Descansaron. Su interlocutor interpretó sus movimientos, les hizo una señas de que se quedaran quietos y pasados unos espantosos minutos…Prosiguió… 
- …Mejor continúo con estas inhóspitas y salvajes tierras.
¡Aquí moró de todo!  - Su dedo era escrutador. Nuevamente los puso a la expectativa, a los dos. Y continuó…
- No tienen ni las mas mínima idea…
Engendros, endriagos, esperpentos.
(¡No! ¡No mas!  …Por favor…Ya creemos todo. ¡Ya plis!)  
- Unos volaban…
Alcanzaban grandes alturas…A pesar de su gran tamaño y peso.
¡Enormes rapaces!
(Pedro creyó ver que el pico que sobresalía en una de esas mesas…Estaba  tomando nueva vida y empuje…
La vio que se levantaba con una pasmosa tranquilidad. Amenazándolo y pendiente de él)
- ¡Tragaban…Sin masticar siquiera!
No sentían piedad alguna.
¡Gigantescas! Casi ni se podían divisar.
(Una vez que tomaban vuelo…Nadie se les podía acercar…
El ventarrón que generaban sus alas…Volaba árboles enteros, con toda y su raíz…)
Otros se arrastraban…Centenares de metros cubrían…
¿Y uno por dónde podía pasar? ¡Por ninguna parte!
(¡Ese pajarraco…Lo amenazaba…Lo miraba con ese ojo que parecía que se lo tragaba de un solo picotazo.
Pedro retrocedió, pero el universitario lo sujetó con fuerza y le impidió que huyera.)
- Ocupaban toda la extensión.
¡Provocaban pánico, el solamente verlos!
¡Gigantes y gruesotas!
¡Horrorosas de apariencias…Unas poseían largos colmillos, tal como los Tigres Dientes de Sables… ¿Los conocieron?
(Pedro estaba pendiente era de esa monstruosa “ave rapaz” y ya estaba sintiendo en su humanidad…

Esos vapores calientes que emanaba de su pico.) Poseído como estaba, veía al joven que estaba pendiente de otra cosa, menos de lo que él estaba narrando. Eso lo molestó aún mas.

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