Cachirulo
Ellos me han protegido de mis enemigos.
¡Hay mucha gente mala!
¡Mucho malandro suelto que me la tienen jurada!
Y yo no puedo darme el lujo, de andar por ahí, sin mi escolta.
- ¿Y cuántos tienes ahora?
- Poquitos…Allí mismo, puedes ver que no son muchos
…A lo sumo…Diez.
- ¿Diez?
- No me muevo solo, nunca.
Las calles son muy peligrosas.
Y debo cuidarme.
Y aunque tú no te lo creas…Me he creado muchos enemigos, por estar defendiendo a familias honestas y decentes como tú y tu familia.
Y gracias a esto, le he quitado a mucho vagabundo el que se aprovechen de gente buena y decente.
Como por ejemplo…Tú mismo y toda tu familia, por supuesto.
Y como comprenderás, esto no les gusta a esos matones.  
¡Ése es mi gran pecado!
- ¿Te has creado enemigos, por cuidarnos?
- ¡Pues claro!  …Y aunque te parezca mentira, pocos pero muy pocos se percatan...
Estas son cosas que poco saben mis clientes.
Pero  claro que al espantarlos, he tenido que caer en peleas contra esos delincuentes.
Y esto quiere decir: ¡Qué debo pelear con sus propios argumentos, con sus argucias…Valiéndome de cualquier estratagema que tú mismo, a pesar de tu experiencia y me refiero a que eres hombre y nosotros sabemos como es la calle. ¿Cierto?
- Cierto. – Le afirmó decididamente. 
El joven lo chequeó con mucho detenimiento.
Quería que sus palabras fueran bien entendidas.
Una vez que creyó que su amigo lo entendía.
Respiró hondo y después de una corta pausa, continuó…
- Mira, yo nunca te lo he contado. Pero a tu casa, se han intentado meter en varias ocasiones.
¿Y quién se los impide?
¡Éste, con quién  estás viendo y hablando!
¡Yo me he tenido que caer a golpe limpio y espantarlos para que te dejen tranquilo!
¿Y acaso te he importunado alguna vez?
- No.
- ¿Se han metido contigo o tu familia?
- No.
- ¿No duermes tranquilo, desde que te estoy cuidando?
- Claro que sí.
- Pues déjame contarte, que ya han sido no una…
¡Varias veces que he tenido que salir en tu defensa!
¿Y te lo he dicho alguna vez?
- La verdad, que no.
- ¿Te he estado cobrando demás?
- No.
- ¡Jamás te he molestado! ¡Nunca, pero jamás!
Pero mientras tú duermes plácidamente, con tu mujer y tus hijos…
Este pendejo, está velando por ti y por todos los que confían en mí.
Y por esa razón, tengo que rodearme de “Elementos como ésos” para poder preservar la paz en toda esta zona.
¿Qué más puedo hacer?
¡Tengo que llenarme mis manos de lodo y de inmundicia, para implantar la paz entre mis amigos!
¿Hay otra forma…Tú la conoces?
Porque yo no la conozco.
Y esta labor de guardián que tengo, por supuesto que me trae enemigos.
¡Todos los ladrones, violadores, asesinos y toda esa plaga que pulula por doquier!
Todos ellos, ven en mí… 
¿A quién? 
¡Al maldito! 
¡Al que les impide toda clase de fechorías! 
Al que les va a impedir todas sus tropelías.
¡A esos, yo les doy duro!
Y sin compasión.
¿Pero, por qué?
¡Porque son malvados, son unos malditos!
Y merecen que los maten a todos.
¡Así, te digo yo!
¡Hay que matarlos a todos, ya!
…Pero claro…Ellos me ven a mí, como el enemigo a vencer.
¿Entendiste?
 - ¡Claro que sí! – Respondió en forma categórica y concluyente.

- ¿No ves que yo les impido que hagan sus fechorías?
........Este relato seguirá...........Mañana......

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