"Asechanzas"
¿Por qué se ocultan de mí…Me tienen miedo acaso? – Lanzaba sus palabras a todas las direcciones y por respuesta recibía la agradable brisa.
No pudo ver ni a nadie como tampoco más que agua, los
escualos que pasaban rasantes a su lado,
cielo, pájaros que volaban a altas alturas y el cielo infinito.
Por lo
demás era silencio sepulcral.
- Por lo visto nunca nos podrás ver. Pero todos
nosotros estamos viéndote y escuchando.
Trató de volverse, pero en el movimiento brusco la tabla
estuvo a punto de irse a pico.
Con mucho esfuerzo trató de controlar el
equilibrio. Sus atacantes se agitaron nerviosamente en la creencia de que
pronto sería su comida.
- ¿Por qué no me ayudan? – Preguntaba al azar. Ya no miraba
para ubicar la extraña voz, más bien estaba preservando su vida.
Y pendiente de
sus depredadores los cuales con seguridad no perderían su oportunidad…si se les
llegara a presentar.
- ¿No ven lo urgido que estoy? ¿Qué están esperando…a qué me
caiga? – Sus molestas interrogaciones no obtuvieron la oportuna respuesta.
Al
contrario tuvo que enfocar toda su atención a sus posibles asesinos.
Comenzó a notar que su número multiplicaba.
Y ya eran
animales de muy gran tamaño.
Hasta llegó a sospechar que estuviesen las
poderosas Orcas…rondándole para tragarse sus carnes.
- Ellos son muchos y por lo visto debido al llamado,
están llegando más y más…
No pudo contenerse y comenzó a temblar con movimientos
espasmódicos e irreflexibles, ya que temía su pronto desenlace.
Aunado a las
constantes ondulaciones, casi pasaba desprevenido, pero sus atacantes si que lo
percibieron.
- Tienes mucha razón en temerles. Son unos
sanguinarios. No entienden de razones.
Él seguía temeroso de que en algún momento, se decidieran a
atacarlo y de esta forma terminaría su triste existencia.
Miraba con mucha
esperanza, en su forma de ver las cosas, ansiaba un hecho milagroso y de esta forma,
salir de allí preservando toda su integridad.
La brisa disipaba esta tensión.
Nada cambiaba, ni el
tiempo transcurrido el cual no lograba aplacar la terrible hambre que tenían
sus desesperados atacantes.
Ola tras ola. Brisa tras brisa.
Estaban llegando más
y más.
Pudo distinguir grandes orcas asesinas las cuales se posesionaban
a escasos metros, pero cuando éstas se movían causaban grandes oleadas las
cuales se precipitaban en su muy diminuta tabla.
- Se están preparando para el ataque… - Volvió
a escuchar ese trueno fuerte y sonoro.
- Y ustedes qué me dices que son muchos…
¿No pueden
ayudarme?
- Para poderte ayudar; tienes que ser uno de nosotros…
- ¿Tengo que ser uno de ustedes?
- ¡Por supuesto! Porque si no eres uno de nosotros…
¿Cómo te podemos ayudar?
- ¿…Pero, en dónde están…?
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