Maracay: La ciudad Jardín de Venezuela







“Por:  Los Cedros”





Transitaba en una de  esas  tardes  frescas  y agradables  por la avenida “Los Cedro”   y en la medida que voy  recorriéndola, comienzo a notar que el número de personas que por allí transitan va disminuyendo en forma vertiginosa.
Y algo muy curioso, el clima se hace mas  acentuado, sin embargo eso no es lo que mas me llama la atención, sino el cambio tan drástico en su follaje.
Y es que hasta hace muy pocos minutos, el sol era mas potente, pero se me hace que su intensidad va disminuyendo (se lo achaco a que la tarde va cediendo y en su lugar comienza a aflorar la luna, por alguna parte y viene reclamando su poderío.) esto lejos de amilanarme me está “reforzando” mi intención de seguir por esta misma ruta.
Me he desviado a la entrada del cementerio de esta hermosa ciudad de Maracay  sin embargo; no es mi finalidad inicial entrar,  tan solo forma parte del paisaje; ya que dirijo mis pasos mas bien hacia la avenida Aragua (la cual está bastante distante de allí) y como buen transeúnte giro mi cabeza hacia su entrada   -la cual he notado que está llena de gente, las cuales veo que  unas entran como también otras que ya salen, pero detallo que hay otros que allí están laborando, vendiendo u ofreciendo sus distintos productos a todo el que por allí pase-  y me llama la atención un señor que apenas me visualiza, a mí se me dirige diciéndome…
- Yo le puedo servir de baqueano  sí me lo permite…Claro está si el señor así me lo permite… - Su repentino interés me saca de mis pensamientos en los cuales me deleitaba y al instante le respondí…
- ¿Baqueano…Y para qué he de necesitarlo…? – El buen ofertante  no me miró, sino que me señaló hacia difusas partes y al instante me replicó…
- …En los caminos de mi Buen Dios…No todo está permitido…Hay hileras que conducen a Senderos… ¡Pero!  los hay que también conducen a despeñaderos… ¡Y!  Sería muy sabio mi buen ciudadano, si por mí se deja conducir… - Quedé atónito por su forma de hablar, pero en algo me encantó y para ser mas franco me dejé arrastrar por tan agradable sonido de su voz, la cual me presagiaba  que en nada perdería si acudiese a su llamado y me dejara por él arrastrar, a lo que le agregue…
- ¿…Y para dónde me habrá de llevar el buen caminante?
- Por los caminos del Bien y del Saber.
- ¿Y cuánto me ha de costar?
- Lo que Su Merced tenga a gusto dar.
- ¿Y cómo cuánto será? – Le pregunté. Y él sin mirarme, resolvió…
- No es Oro ni Plata, lo que a mí me llama. Es mas bien el placer de con usted andar. – Recuerdo que en ese preciso instante pensé: “Buen arrimador será, ¿pero a dónde me querrá llevar?
- ¿Le causa placer andar con un extraño, como yo…?
- En nada es extraño y pronto lo percibirá.
Y  nos morimos por servirle, deje en consecuencia de dudar, adéntrese  y no lo lamentará.
Mundos nuevos presenciará.
Horizontes nuevos ante su presencia se abrirán.
Que aunque lejos cree estar…Muy cerca lo tendrá.
Deje usted de dudar, y abrase con intensidad a nuevas aventuras por llegar. – Sin duda picó mi curiosidad y ya casi sin argumentos…
Le hice señas para que me indicara por donde deberíamos comenzar.
(…Pero… ¿Si nunca me ha de mirar…Cómo es que vio mi seña afirmativa…? Misterio he de descubrir…)
El buen ser, procedió a deslizarse hacia los adentros…
Pensé que me llevaría por las mismas vías, pero cuál fue mi sorpresa cuando abriéndose camino por entre unos arbustos (los cuales no había visto nunca) se deslizó haciéndome señas de que guardara silencio.
Al principio sentí varias dudas y estas fueron:
“No conozco este sendero”
…Y otro…
“¿Por qué me hace la seña del silencio, mientras andamos…?
Pero en verdad, mi curiosidad me consumió mis resistencias  y deseche  esos pensamientos.
¿Total?  ¿Qué importancia habrá ante un tremenda posibilidad de conocer nuevos mundos…?
Era aun de día y consideraba que daba tiempo para emprender esa agradable aventura.
Pronto se divisó ante mí…Un nuevo panorama.
Quedé abrumado. Extasiado. Me costaba creer…
Y maravillado exclamé…
- ¿A dónde me ha de llevar?
- A nuevas creaciones para usted…
Y le garantizo que de allí, jamás querrá salir.
Elementos de vida. Instancias de aventuras.
A estáticos sitios dentro de una cobertura armoniosa de milagros por ocurrir y que se suscita de una forma vertiginosa y de la cual en forma de caracol nos pueden transportar tanto para arriba como para abajo. – Por momentos me desconecté de la narración de mi improvisado guía, ya que dentro de mi se desarrollaba una guerra sin cuartel.
Porque… ¿En dónde estaré…?  …Y sin querer queriendo estaba  empezando a renovar…A innovar…Y mi inquietud se fue reflejando…
Ya que recuerdo que por la entrada principal del cementerio, que da con la avenida Los Cedros (en una de sus esquinas) andaba y de repente me encuentro en un espacioso mundo, en el cual no reconozco nada.
De atmósfera somnolienta y de andar lento.
Pareciera que el viento suave repiqueteara por aquellas laderas, por aquellos lares.
Todo en espejismo se me presentaba.
Extasiado me encontraba, mi asombro no podía ocultar.
Recuerdo que veía muchas personas, multitudes que transitaba por allí, pero ninguna andaba pendiente de su entorno. Era como una vía muy transitada, centenares y quizás miles de miles.
Agudicé mejor mi visión…Abrí todo lo que pude mis dos faros… 
¡Contemplé figuras muy borrosas! 
Pero algo en común tenían… 
¡No logré verles sus pies…!
Mi angustia apareció… 
¿Por qué…?
Estaba anonadado y perplejo.
Me costaba creer lo que veía. 
Y pensé en ese momento…
¿Estaré aun  en Maracay…?
No recuerdo haber transitado mucho tiempo…
Como tampoco cansancio tenía…
Luego, ¿cómo he llegado hasta aquí…?
Mis dudas se precipitaban y ya no recuerdo seguir escuchando a ese parlante anónimo que me servía de guía y que me abrió esas compuertas que sin saber, ni querer he trascendido.
Una honda preocupación embargó mi ser, sombras de intensas inestabilidades obnubilaron todo mi panorama…Comencé a inquietarme…Y el hombre así lo notó y me dijo…
- Si el Buen Ciudadano inquieto está…Puedo desandar lo ya andado y a su lugar de origen retornar…Usted me dirá… - El conductor no me miraba  -en ningún momento lo hizo-   y en ese instante de incertidumbre me hizo llegar…
- No todos los llamados…Habrán de acudir.
Ni a todos licito le será…Mejor que mejor, a su lugar lo he de llevar… - Y diciéndome esas palabras…Y  ¡Saz! En menos de un tic…tac.
¡Me sentí nuevamente en el Portal de la Entrada del Cementerio!    Apesadumbrado quedé.
Un mareo horrible atenazó mi cuerpo y pronto estuve por caer, pero alguna mano amiga  -la cual no vi-  impidió que cayese al pavimento.
- ¡Gracias, gracias! – Dije al instante.
Pero cuando me hube recuperado completamente   -lo cual duró unos segundos-  quise agradecer a esa mano amiga que en el momento mas indicado impidió que me diese un “tortazo”, pero a nadie cerca logré ver.
- …Pero si hace unos instantes esto estaba repleto… ¿A dónde se habrán ido…? – Y por mas que miré y re miré a todos los lados… ¡A nadie mas vi!
- ¡No lo puedo creer! – Me dije desconsolado- ¡Qué soledad tan espantosa, que hiere mi ser!
Estaba solo en toda esa periferia…
¡Y ni un solo carro transitó por ese  lar!
Y esa soledad me fue proverbial…
Íngrimo sentir me hizo. Contrariado quedé.
Esa es una vía muy transitada…
Pero en ese momento… ¡Solo el viento soplaba!
Ecos profundos y sinuosos me bordeaban.
…Ante todo esto, con miedo extremo pensé…
¡Mejor me marcho de estos lados y sin volver a mirar mi camino he de seguir!
…Y eso me tocó hacer. Lo confieso sin desdén.
Marché lo mas rápido que mis piernas pudieron y no me detuve hasta que llegué a la avenida Aragua. 
Y al llegar, sudoroso y muy temeroso me sentí muy calmo.
Otro mundo he atravesado.
Nunca podré entender ¿si era menester…Seguir allí o correr…?
Gracias a Dios…Que no lo he lamentado…
Pero es mejor que me vaya a mi casa…
Y mientras mas rápido llegue… ¡Mejor me será!
Desde ese entonces, he resuelto no volver a caminar de tarde por esos lares…
Mejor es que dé una vuelta y bordee esa entrada…
En la que distraídamente entré y de la que  ¡Gracias a Dios! Salir logré…



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