“Vivir en mis recuerdos…”
- Anoche fui a una reunión, y en el transcurso
de la dichosa reunión pasaron un video sobre “la gaita” el cual es un
movimiento muy peculiar de esta zona de Venezuela.
Y mientras lo veía, me fui transportando a mis
años mozos. Y mientras todos los presentes cantaban, aplaudían y hasta lloraban
por las escenas del verdadero folklore de esta zona…Yo me escapaba a los años
70 y 80, cuando era apenas un jovencito en busca de un estilo de vida, que ya
estaba presenciando.
Y mientras en el mundo entero se desataba la “fiebre
del rock” con Los Beatles y otros conjuntos que ya han ido desapareciendo, en
esta zona del mundo vivíamos con ese Gran Cantor de la música zuliana: Ricardo
Aguirre un potente cantante que catapultó ese sentimiento muy vernáculo en este
sentir muy maracucho.
Sin duda ese son es genuino y muy propio de
esta tierra.
Y me recordé cuando en fecha decembrina salían
los alegres patinadores, que con su patín y andando siempre entre la muchachada
de esa época, recorrían grandes distancias o en ocasiones dentro del mismo
barrio o urbanización.
En mi caso muy particular, mi padre jamás
permitió que ni mi hermano mayor o alguna de mis hermanas participáramos en
esas incursiones, las cuales se prolongaban hasta el amanecer, y
curiosamente -y esto llegó a ser
tradicional- se robaban los litros de
leche que el lechero en aquellos días dejaban enfrente de la casa de sus
clientes.
Cosas curiosas, que con el correr del tiempo,
se transformaron en verdaderos “pregones de la gaita”
Recuerdo cuando recién comenzaban “la feria de
La Chinita” -La Virgen de Chiquinquirá- y era ya hasta una tradición el ir a escuchar
a los mejores conjuntos gaiteros que se desplegaban por las principales plazas
dentro de Maracaibo, casualmente para esta fecha…Siendo el 18 de noviembre el
Día de La Chinita.
Yo me escapaba de ese cerco que nos impuso mi
viejo; recuerdo que era el único de mis hermanos que de una forma u otra lo
lograba, él siempre andaba vigilante de cada uno de sus hijos.
En la casa del fondo de mi casa -para aquella época- recién estaba conformándose un conjunto de
gaita y yo para poder presenciarlos, me subía al techo y desde allí los
contemplaba…
Mientras mis viejos dormían plácidamente.
Al fondo habían árboles altos, a unos cinco metros de altura -quizás mas-
el caso es que una vez descubrí que en lo mas alto… ¡Podía ver y hasta
escuchar las películas que transmitían en el cine Lido!
Distante unos cuantos centenares de metros de
allí.
Y que cuando no soplaba viento… ¡Podía
escuchar!
Pronto hice mi pequeño negocio…Le cobraba a mis
amiguitos para que se pudieran encaramar y poder ver las películas “de gratis”…El
problema radicaba cuando soplaba mucho vientos, esas ramas se balanceaban
peligrosamente…El truco era quedarse “apelmazado” a esas dichosas ramas.
En una ocasión
-temí que el número de chavalitos que nos encontrábamos “encaramados”- hiciesen que se vencieran sus ramas, y por
defecto que nos cayéramos.
¡Gracias a Dios nunca ocurrió! Pero en
ocasiones… ¡Casi que llegaba al suelo!
¡Ah aquellos años, cuyos recuerdos fueron
avivados al escuchar ese video!
Fueron unos momentos que se quedaron plasmados
en lo mas profundos de mi ser, el ver y escuchar tanto a hombres como a
mujeres, cantando, bailando y viviendo ese son.
De ese ritmo emergieron artistas que se
acrisolaron tanto en calidad como en constancia. Y cuya fama ha trascendido
nuestras fronteras.
Celebro que así sea. Pues se lo merecen, son
tremendos cantantes cuyas potentes voces todavía repercuten en todo el
pentagrama musical.
Vaya a todos ellos -los que ya se fueron con su gaita a los
confines siderales- como a los que aún
quedan… Representantes de ese movimiento muy peculiar. Cuatro, tambora, furruco,
maracas -aunque en sus principios se
tocaban con los instrumentos que tuviesen en sus manos- ritmo en donde se
funden almas, corazones, sentimientos y mucha historia.
Mucho sentimientos, mucho son… ¡Esa es mi
gaita!
Bernardo E. López B.
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