...Un relato de amor...

“Después de mí… ¡Nadie mas!”

“Para amar  lo que  hace  falta es… ¡Amar!”

- ¿…Y…Ella…Aguantará…?

- …No lo garantizan, Miguel.

Tenemos que esperar.

- ¿Y Román?

- Alcides  la verdad, es que él es el único causante de todos los desastres de mi hermanita. ¿Supieron la última?

- No. – Respondió Susan.

- No, nada… - La secundó Adriana.

-  Mi hermana, estaba relativamente bien. 
Pero le llegó una llamada.

¡Yo Gracias a Dios! Estaba con ella.

Y en cuanto recibió esa llamada, me dijo:

“¡Rápido Ceci…Acompáñame! 

- ¿Y…Se fueron las dos? – Indagó Miguel. Cecilia, le asintió con un gesto en su cara.

- ¿Y quién le hizo esa llamada, Ceci? – Quiso saber Adriana.

- ¿Qué se yo? Por el sonido de la voz, era una mujer.

- El caso, es que salimos volando hacia la dirección. 
Mi hermana, iba electrizada.

Yo le pedí el volante  para manejar yo, ya que la vi, muy agitada.

Imagínense… ¡Con esa barriga!

- …Ajá… ¿Entonces?

- Susan, yo salí como loca.

¡Mi hermana, estaba como histérica!

Se detuvo para observar si le estaban poniendo atención a su relato.

Y se comprobó a sí misma, que todos estaban como cautivados.

Embelesados, pendientes de cada palabra que ella pronunciaba.

Así, que se tomó su tiempo.

Agarró el celular que tenía en su mano y se los mostró a todos.

Ellos asentían en señal, de que sí que lo estaban viendo y que seguramente fue por ése mismo aparato en que la voz femenina misteriosa,  transmitía las últimas noticias, sobre las andanzas del susodicho.

- ¿…Ceci…Fue por ése teléfono en el que recibió ese llamado? – Quiso aclarar Miguel.

- Sí, Migue…Es por éste…

- ¿…Y no saben…Quién es quién la llama, verdad Cecilia?

- …Adriana…Ése es un misterio…

- ¿Pero es una mujer? – Apostilló Alcides.

- Sí. Es una mujer, pero por más que le he preguntado. 
¡No me quiere responder!

- ¡Entonces…Es un misterio!

- ¡Así es Susan!

- …Pero lo curioso, es que esa misteriosa mujer, como que le sigue los pasos a Román. – Sostuvo Alcides, súbitamente. - …Y me pregunto… 
¿Cómo le hace, para denunciarle…Justo en el preciso momento?

- ¡Tiene una precisión…Increíble! – Sostuvo Miguel, muy convencido.

- …Y lo peor  es que yo mismo, al llegar al sitio junto a Gersy…Comienzo a tratar de identificar a la famosa informante…

¡Pero nunca la he podido descubrir!

¡Nunca…Se evapora como el aire…!

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