“Conversaciones con don Carmelo”
¡La vida…! ¡…La vida, mi “querido saltamontes”!
Nov…27…2.014.-
Pero lo cierto es que uno de esos individuos -con apariencia de indígena, feo para mi
gusto…(Y no te estoy diciendo, como tampoco quiero que me “mal interpretes”
puesto que ya te conozco y sé que eres…”de malos pensamientos”)- se abalanzó en medio de nosotros y con
pistola en mano…
¡Me miró y torciendo “su jeta”! (porque eso era lo que tenía…) y me
dijo…
- ¡La mujer que es ajena…Se respeta! – Todavía yo, le hice señas de
que no entendía lo que me quería decir y sin decirme mas nada… ¡Cerró sus ojos
y Pum, Pum!
- ¡Me pegó un pepazo!
- ¿Cómo sí? – Estaba perplejo. No entendí como una tan historia de
amor, fuera ese desenlace tan violento e inesperado.
- ¿Cómo? No entiendo. – Le volví a repetir con toda la insistencia
que ese caso ameritaba.
- ¡Qué esa bestia me pegó un pepazo!
- ¿…Con la pistola…? – No logré asimilar muy bien, y se me soltó esa
pregunta que al parecer era “medio tonta”. Pero ya era muy tarde, sus lentes se
le movían de la cólera repentina…
Temí que me diera ese mismo trato a mí…Y lo digo por mi imprudencia.
- ¿”Qué parte” es la que no E N T I E N D E S…? – Comprendí que se
me había alterado mi “echa cuentos”, me quedé sin respirar. Ni siquiera no me
moví…Y sin querer bajé mi vista al suelo mientras por dentro me decía…
(¡No pego una con este viejo! Y si me preocupo… ¿Es por qué me
preocupó…?
…Y si no le digo nada…Es porque no le digo nada.
¿Y entonces qué…? Mejor es que me haga “el yo no fui” y esperemos a
ver con qué me va a salir…)
En verdad no supe si me seguía “matando con su furiosa mirada”
(Pienso que se calmó a si mismo)
- ¿Qué es lo que no me entiendes…? – Su pregunta me la hizo
arrastrando silaba por silaba, sin importarle para nada mi intención.
- Lo que no entiendo es que si ese tipo lo amenazó con una pistola…
¿Por qué le dio un “pepazo”? En vez de pegarle: ¡Un tiro y ya!
- ¿…O sea que “problema” es semántico…?
- Semán… ¿Qué?
- Mira es mejor que dejemos eso de “¡ese tamaño!”
- …Bueno…Esa es mi impresión…Sin ofender, ¡claro está!
– En esta ocasión me miró con una mirada que hasta llegué a pensar
que sus espejuelos…Se le iban a fundir. Pero se contuvo. Cerró sus ojos, se
quitó sus lentes y procedió a limpiarlos con toda la parsimonia que el caso
ameritaba.
¡No supe ni qué decirle! Tan solo me quedé allí “como perro
regañado”
Comenzó a tararear una de sus musiquitas que tanto le agradaban. Se
guardó su pañuelo, se puso sus gafas, tosió y fue cuando arrancó de nuevo…
- ¡Compañero…Me da la impresión de que usted “me está tomando el pelo”!
- ¿Quién YO? ¡Soy incapaz!
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