“Encuentros
entre amigos”
Hoy me he
encontrado con mi amigo Carlo, realmente teníamos mucho tiempo que no nos
veíamos y ni siquiera habíamos hablado por teléfono –como usualmente hacemos-
pero bueno son esos tipos de encuentros en los cuales lo sorpresivo es lo que
impera.
Y me lo
conseguí de la forma mas inesperada, pues estaba caminando y caminando, sin
llevar un rumbo fijo, tan solo por el placer de despejar mi mente, cuando en
una esquina nos vimos –es mas, él fue el
que primero me captó- y en su forma muy
clásica de él mismo me saludó de la siguiente forma…
- ¡Epale
Carlos, amigo mío! ¿Cómo estás? – En verdad que me sorprendió -no esperaba tan grata sorpresa- y casi al
instante volví mi mirar y fue cuando lo vi.
Rozagante y
siempre con su sonrisa a “flor de piel” y se encontraba con su inseparable
esposa Tamara, la cual se unió a su
pareja con una amable sonrisa, a lo que me encontré precisado a una respuesta
oportuna…
- ¡Hola!
¿Cómo está esa parejita tan bella y feliz?
- Bien. – Me respondió
Tamara, adelantándose a su marido.
- ¡Te hemos
estado observando desde la lejanía…!
- ¿Cómo así…?
- Estamos viéndote
desde que apareciste por aquella esquina. – Me adelantó Tamara, señalándome la
última esquina en que me vieron aparecer.
- ¿No te
habías fijado? – Me preguntó Carlo con una sonrisa perenne en su cara. Me quedé
confuso y le respondí…
- No. No. La
verdad es que he venido muy concentrado.
- ¿Y en qué
mijito? – Me preguntó él.
- En cosas.
En situaciones. Tu sabes, siempre nos encontramos inmersos en situaciones, en
cada caso…En fin. La mente es libre y divaga y divaga.
- ¡Eso es muy
cierto! La mente nos lleva a estadios y situaciones en las cuales ¡ni cuenta
nos damos! Y por eso es muy bueno “educarla, controlarla” ya que al parecer es
ella la que nos zarandea de un sitio a otro.
Fíjate uno
debería tener como norma…Controlar nuestros pensamientos en cada instante…Me
refiero a que uno debería estar siempre “con la guardia en ALTO” para poder
mantener el control sobre nosotros mismos y esa mi querido amigo es una lucha
constante. Permanente y siempre presente. – El amigo Carlo es “un filósofo” y
en cada ocasión así me lo demuestra, pero por alguna razón -que desconozco- siempre se me olvida.
- …Ciertamente
Carlo. Es muy cierto.
¿Pero qué
podremos hacer…? ¡Ella siempre está al acecho! Y se nos aparece cuando menos la
esperemos y es que nos lleva “a su propio terreno” y cuando te vienes a
percatar… ¡Zas te tiene atrapado!
- Carlos “nunca
se puede bajar la guardia” y eso te lo tienes que grabar. Por ejemplo ahora. Tu
venías tan absorto en “tus elucubraciones” que ni cuenta te diste que ese tipo
que viene por allá… - Y me dijo señalándome a un individuo que trataba de
camuflarse “viendo” una vitrina, cuando a todas luces demostraba que no estaba
pendiente de eso. Yo volví mi mirada hacia la dirección señalada y lo vi –en verdad, lo reconozco- yo venía ni pendiente de ese pequeño detalle.
- Ese tipo te
ha venido siguiendo. ¡Y fue Tamara! La que me alertó de tu presencia y a ella
le llamó poderosamente su atención pues vio la insistencia de esa persona…Y por
lo visto ¡te ha estado siguiendo! ¿Y te diste cuenta de eso…?
- No. No. He
venido en “mi propia nube” – Se los dije a manera de disculpa, pues me dejaron
desarmados.
Y es que en
verdad en ese preciso instante en que me demostraron en la situación en que me
he visto envuelto un frío intenso me recorrió por toda mi espalda.
¿Me horroricé?
¡Pues claro que si! Y hasta me dije a mi mismo -¡tengo que poner atención a mi entorno!- pocas veces me he sentido desprotegido… ¡En
verdad que no!
Y para ser “sincero”
por lo menos conmigo mismo…
¡Siempre he
sido así! Despistado. Y si he de ser sincero; pues me lo confieso: ¡Soy un
despistado!
- ¡Qué broma
chico! Eso me pasa por andar envuelto en mis propios pensamientos. ¡Gracias a
ustedes que me están haciendo ver, y con ejemplo, mi proceder!
- ¡Dales las
gracias a Tamara! ¡Ella se percató primero que yo!
- ¡Gracias
amiga!
- Carlos yo
siempre ando pendiente. Y eso que te lo diga Carlo, pues siempre se lo ando recriminándoselo.
Él también es así. – Y volviéndose a su propio marido se lo hizo destacar- ¡Así
mismo eres tu! Y no me vengas a decir ¡que no!
- ¡Es cierto
Carlos! ¡Es muy cierto! Y mi linda y bella esposita dice la verdad ¡con todo
derecho! Créelo ¡que así es!
- …Bueno en
ese caso: ¿Un conejo llama orejón a un burro…?
- ¡Ja, ja,
ja, ja! ¡Así es! ¡Ella es la única que tiene los méritos suficientes como para
recriminarnos y hacernos ver en el error en que incurrimos!
- ¡Gracias
Tamara! – Me adelanté nuevamente.
- Pero en
verdad -y ahora fuera de chanza- uno debería estar “¡siempre mosca!” ¡Alerta! Porque
los “por sí acaso”
Son los que
siempre andan al acecho. Siempre pendiente de que bajemos nuestra guardia y
¡zas! nos aprehenden como suele suceder.
Y no te creas
Carlos -¡también estoy en esta
lucha!- pero no hay que desmayar nunca.
Siempre
alerta. Manteniendo la guardia ¡en alto!
Pendiente de
todo -tanto adentro de nosotros mismos,
como afuera, en nuestro entorno- mira que estamos rodeados de muchas: Hienas –
Lobos disfrazados de “mansas ovejitas” (Como ese tipo que te venía siguiendo…Y fíjate
que en cuanto se percató de que nosotros ya lo teníamos “avistado” que se hizo
el “yo no fui”)
Y me hicieron
reflexionar. Y tuve que admitirles que estaban en cien por ciento de razón.
- ¡Gracias a
Dios, que ustedes estaban por estos lados y que se percataron de esto…! – Volví
a mirar al individuo pero ya este estaba retrocediendo y haciendo el que no
era.
Lo vi huir de
una forma precipitada.
- ¿Te fijas
Carlos? – Me lo hizo saber Carlo.
En efecto, el
hombrecito…Se dirigía a otra dirección
-opuesta- a dónde nos
encontrábamos.
Bernardo Enrique López Baltodano.-
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