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“En la sombra”
En verdad no sabría decir qué hora es, presumo
que debe ser cerca de la medianoche y estoy manejando desde esta mañana… ¿Serán
cuántas horas…? Si salí a eso de las ocho de la mañana; almorcé a eso de las
tres de la tarde, y ni siquiera me he detenido a descansar; tan solo a pararme
a llenar el tanque de gasolina de mi carro.
…Entonces, deben ser muchas las horas que llevo
conduciendo y en esta oscuridad espantosa.
No veo luz cercana, miro al cielo y no logro
divisar ni una sola estrella. Entonces estoy en una noche sin luna y ando por
un territorio a oscuras. – Sus ojos se le cerraban solo, y en realidad estaba
sumamente agotado. Pero a lo lejos divisó una luz tenue.
Aceleró en su ansia de poder descansar.
En la medida que transcurrían los minutos -que le parecían una eternidad- se fue acercando.
Hizo esfuerzos sobrehumanos para no quedarse
dormido. Bostezaba a cada instante.
Se cacheteaba con insistencia su rostro y eso
era lo único que lo mantenía mas o menos “despierto”
¡Al fin! Divisó el sitio y en la medida que se
acercaba, mayor iluminación encontraba.
Se alegró y se animó.
- ¡Ojalá consiga en donde dormir! No aguanto
mas.
Pronto divisó los surtidores de una gasolinera.
Vio uno que otro carro. Y en la medida en que
se acercaba, comenzó a verificar a personas que por allí deambulaban.
- Aprovecharé para echar gasolina al carro.
Comeré un poco y espero conseguir una habitación. – Eran sus pensamientos
primarios.
Bajó la velocidad…A casi diez kilómetros por
hora, y el bombero le hizo señas para que se ubicara al lado del surtidor de
gasolina.
- ¿Cuánto?
- Llénelo. – Apagó el motor y le entregó la
llave. – Y chequéele el aceite, el agua y todo, por favor.
El hombre la recibió y procedió a abrir su
surtidor y llevar la manguera.
Lo observó por un instante, y luego procedió a
abrir la portezuela y se bajó. Se sentía muy pesado.
Le costó, pero cuanto puso sus dos pies sobre
el pavimento, se animó y salió. Se dirigió a un pipote que contenía agua y
hundió su cabeza en el.
- ¿Viene de muy lejos? – Le preguntó el
empleado.
- Muy lejos. Y llevo demasiado tiempo en el
volante.
¿Dónde está el sanitario? – El dependiente le
indicó con una mano mientras introducía la manguera y comenzaba a surtirle el
combustible.
El viajero arrastró sus pies y se dirigió hacia
el sanitario. No miraba nada en específico, tan solo deseaba despejar su vejiga…
Y absorto como iba, no se fijó que una joven lo
estaba siguiendo con su mirada y cuando pasó a su lado, ella se le adelantó y
le dijo…
- Buenas noches señor…
- ¡Ah buenas noches!
- ¿Usted me podría dar “la colita”?
- ¿Y para dónde vas…?
- Es que me voy a casar y me urge llegar a mi
casa.
- …Si me esperas unos minutos…
- No hay problema, yo lo esperaré cerca de su
auto.
- Pero también necesito: comer y descansar.
- No se preocupe, yo lo esperaré. – El viajero
no le prestó mucha atención y entró al sanitario.
Hizo su necesidad. Se enjuagó nuevamente su
cabeza. Y después de unos minutos salió.
- ¿Podría hacerme el favor de llevarme?
- Ah todavía estas por acá. ¡Si claro que si,
tan solo permíteme que coma algo! ¿Y qué hace sola una jovencita por estos
lados y de noche?
- Verá…Me llamo Verónica. Y soy una estudiante
y vengo saliendo de la universidad. El carro en donde venía tuvo un accidente y
no me quedó mas remedio que venirme a pie. Es que mañana me caso y necesito llegar a mi casa.
Por favor… ¡Lléveme!
- …Ya te dije que si. Pero al menos déjame comer.
Tomar café, algo.
Espérame por acá mismo que ya no tardo.
O entra conmigo y cenamos juntos. ¿Ya comiste?
- Si. Por mí no se preocupe, yo lo esperaré
cerca de su auto. – No le dio mayor importancia y en vista de que no le aceptó
la comida, procedió a entrar al restaurant y se sentó en la barra.
Pidió algo de comer y que le sirvieran café.
Distraídamente chequeó hacia la dirección de su
carro y vio que todavía el hombre seguía en su faena.
El mesonero se veía muy adormilado y comenzó a
buscarle conversación, como para despabilarse.
- ¿A cuánto queda de aquí la próxima bomba?
- Depende de adónde vaya.
- Bueno me dirijo a Maracaibo.
- En ese caso…A mas o menos unas cuatro o cinco
horas.
- ¿Y hay habitación disponible?
- No. Y por estos lados no hay. Pero puede
quedarse a dormir en su carro. Nosotros tenemos vigilancia y aquí nada malo le
podrá pasar.
- Me gustaría, pero no puedo.
- Con esa cara que tiene de cansancio, no creo
que pueda seguir mucho tiempo tras un volante, mire se puede acomodar por ese
lado, que hay sombra y nadie lo va a molestar. Y le diré al vigilante que le
esté echando una miradita, para que pueda dormir plácidamente.
- Me gustaría…Pero es que hay una chica que me
pidió una cola y… - El hombre se le quedó mirando fijamente y en el acto le
interrumpió para hacerle una pregunta…
- ¿Viene vestida con una blusa verde y pantalón
jean…?
- Si.
- Por casualidad ¿le dijo su nombre…?
- Si. Me dijo que se llama: Verónica.
- ¿Verónica…Otra vez…?
- Cómo ¿que “otra vez”?
- Le dijo ¿que mañana se va a casar?
- En efecto. – Contempló en el acto como el
hombre se le puso pálido y vio cuando corrió hacia la puerta…
- ¿Cuándo la vio?
- Hace minutos. Iba al baño y en el camino, me
llegó y me pidió el aventón… ¿Por qué? – El mesonero llamó al bombero y le
preguntó.
- No. No la he visto. – Los dos hombres se
miraron asombrados. Se les notaba muy angustiados.
- ¿Y qué es lo que pasa con esa jovencita? ¿Ya
se fue?
- No señor. Ella no está aquí. – Le dijo
visiblemente nervioso el de la barra.
- Ella…Ella murió en un accidente hace mas de
diez años. Y en noches como esta…Es cuando aparece…-
Pronto se vio interrumpido por el bombero,
quien con los ojos desorbitados les agregó…
- ¡Con razón, con razón!
- ¿Con razón qué?
- …Cuando llegó el señor y me habló…Yo sentí un
frio que recorrió por toda mi espalda.
¡El frio de la muerte!
- ¿Cómo es la cosa? Ustedes me están diciendo ¿que
hablé con “una muerta”?
- Así es. Y cuenta la leyenda que a los que los
que se la llevan…Aparecen muertos en la vera del camino…
- ¡Mejor se queda con nosotros! – Le recomendó
el bombero. Pronto la noticia se regó entre los escasos trabajadores de esa
estación gasolinera.
Todos se murmuraban entre si y lo miraban con
espanto.
- No es conveniente que siga. – Le aconsejó el
vigilante quien se había acercado al escuchar los rumores.
- ¡Pero si la vi y estaba viva! No puede ser
que ustedes me aseguren que ella está muerte. ¡No lo entiendo! – En verdad no
lo entendía, pero en verdad todos me lo aseguraban. Y me entró esa duda…Mis
piernas comenzaron a temblar de una forma por demás ostentosas. No supe qué
acción debía asumir. Me desconcertaron todo.
- ¡Ella se lleva a todos los hombres que se la llevan! – Le aseguró el dependiente
del restaurant.
- Háganos caso. Mejor es que se quede…
Debe ser que hoy se está cumpliendo un año mas
de su accidente. En efecto ella se casaba al día siguiente y por ese bendito
accidente… ¡Todos murieron! Y cuentan por allí…Que entre todos ellos hacen un festín
con el que se la lleve…
- Un frio espantoso me hizo tiritar. En efecto,
claro que temí por mi vida. El sueño se me espantó.
¿…Pero qué podía hacer…Continuar…?
…No creo mucho en fantasmas ni aparecidos…
…Pero ya como que no me están dando muchas
ganas de seguir en ese duro viajar…
Mi cuerpo me reclama descanso…
(Pero no con
ella…)