...Cuando un anciano ya no aguanta, no soporta...


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   “Corto  en  relatos”  





“¡Situaciones inexplicables!”





La repulsa  debería  ser nuestra  divisa  









Carlo se encontraba tomándose un ”agua de coco” y según me cuenta él, se encontraba debajo de la sombra de un gran árbol, y disfrutaba de su muy vigorizante bebida, cuando escuchó a lo lejos la voz de un hombre que clamaba, por curiosidad (Pensó que era algún predicador o profeta…), se dispuso a ubicar el sitio exacto y lo que este señor gritaba a los cuatro vientos.
Continuando con su relato, me dijo que tuvo que salir del abrigo en que se encontraba y transitó por espacio de unos sesenta metros, y pudo divisar a una pequeña aglomeración de personas de distintas edades y sexos, y esto fue lo que escuchó:
- ¡Amigos(as) en este momento me encuentro en una situación de precariedad!
¡Por culpa de los poderosos en este país, nos encontramos en minusvalía, todos nosotros!
Y afirmo que aunque mi familia y yo, nos las estamos viendo “negra”, también a ustedes como comunidad y personas, ¡también la estamos padeciendo! Porque aquí a ninguno de nosotros que ¡somos pueblo! Puede aprobar todas estas vagabunderías que “en nuestro nombre” los “grandes cacaos” de esta nación ejecutan.
¡Es inaceptable!
¡Merecen nuestro mas grande repudio y rechazo!
¡No debemos seguir permitiendo todos estos desmanes! – Y en la medida que lanzaba sus arengas movidas por su muy grande insatisfacción su voz se le resquebrajaba.
(Me confesó su extrañeza… ¿Un viejo protestando a viva voz…?)
El orador resultó ser un hombre muy delgado, de grandes ojeras, de profundas arrugas, de tez oscura. Portaba un sombrerito ya descolorido y desecho por su mucho uso.
Le calculó la edad, de acuerdo a su apariencia…De unos: ¡Setenta años!
Pero que aún conservaba el vigor necesario que le da su impotencia. Y aunque le temblaba su voz, la emitía con la suficiente potencia como para ser escuchada a unos cien metros de distancia a la redonda. El grupito se fue engrandeciendo.
Llamaba poderosamente la atención, el origen humilde de este ciudadano, que sin protección alguna y bajo ninguna membresía de algún partido político o “seguidores”    -por lo menos en apariencia-     se había decidido a lanzarse al ruedo en abierta oposición hacia los que él consideraba enemigos del pueblo.
Me comentó el amigo en cuestión, que de repente se comenzaron a escuchar sirenas de policías, que cada vez se hacían mas fuertes.
Él por precaución, decidió alejarse un poco.
¡Gracias a Dios que lo hizo a tiempo!
Ya que por todas partes, aparecieron policías de distintas instancias, acompañadas por miembros de las fuerzas armadas militares, quienes llegaron en forma violenta y sometieron por el “Imperio de las Armas” a esa población indefensa, les lanzaron gases lacrimógenos y todo tipo de armas…Para disolver a menos de cien personas que su único pecado, era pararse a escuchar a aquel longevo anciano, que les arengaba por su disconformidad por lo que estaba ocurriendo en su patria.
- ¡Qué aberración!  ¡Esto es inaudito! Son cosas que pasan. – Me comentó mientras estornudaba por los efectos de esa cantidad enorme y desproporcionada de gases a que se vio sometido él y todos los que estaban allí. ¡Increíble!
Sus ojos se encontraban llorosos y llenos de los hematomas que esos venenosos gases provocan  a los que se ven sometido a semejante escarnio.
- Es muy triste vivir en un país, como el nuestro.
En mala hora, tuve cuando me acerqué a escuchar lo que no debía escuchar, y ver.
- ¿Y qué le pasó a ese anciano “revoltoso”? – Le consulté.
- Pues no lo sé. Seguramente que lo habrán molido a palos. ¡Pobre hombre que a sus años…Tenga que recibir ese trato tan vejatorio!  ¡Pero este es el signo de estos tiempos! – Concluyó en medio de su impotencia.





“Cosas  que  nunca deberían  suceder
pero  es  que…Vivimos en 
un  mundo  en  reserva…Mas bien:
¡En reversa!
…Pero  es  este  mundo  el que  nos  ha  tocado  vivir…”






© Bernardo Enrique López Baltodano 2016        









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Nada está oculto...


                                  -Laguna de Zuata en los fértiles valles de: Aragua  - Venezuela -













“#Relatos cortos misteriosos”






“Charlando con Misterio”






Nos encontrábamos en medio de un camino muy abandonado y estaba con José   -que es un aprendiz de brujo-   y con Sebastián, su amigo de varios años.
Este  sostiene un tipo de personalidad, muy enigmática, misteriosa. Nebulosa y agreste.
Y a pesar de su hablar pausado, siempre da una nota o sensación de misticismo. Acostumbra a hablar, pero en el momento de cada pausa, se cerciora de que no “haya moros en la costa” y es quizás esa su forma de ser, que me produce esa horrible sensación de inestabilidad. Desasosiego.
- En este valle siempre suceden acontecimientos, que son dignos de tomar muy en cuenta. – Hizo de nuevo “esa” su pausa y silenciosamente, giró sus ojos a mas de doscientos grados, a ambos lados, continuando con el desplazamiento de su cabeza. Todo en silencio.
- En cada follaje, en cada hoja…Hay mundos que se entremezclan en forma por demás: Contumaz.
Existencias de las cuales debemos cuidarnos.
Y es que en esta aparente: Calma es el preludio de muchas cosas sin sentidos y sin razón de ser.
¡No debemos confiarnos en nada!
La muerte y la destrucción…Mora y ronda por doquier. Es menester estar siempre presto ante cualquier imprevisto. Y como se dice por allí: “en guerra avisada…No mata soldado y si los mata,
¡Es por descuidados!” – Sopesé cada intervalo entre sus silabas y frases.
Confieso que me causa escalofríos.
Y que me hizo meditar. Contemplé el paisaje y en verdad: ¡Quedé hipnotizado ante esa majestuosidad!
Y pensé: “Seguramente detrás de cada belleza y voluptuosidad…Algo nefasto se escurre…”
Y es que esa impresión me caló hasta lo mas hondo de mi humanidad, mi estómago se estremeció en forma por demás muy elocuente, y mis piernas se me pusieron “eléctricas”, mis manos no encontraban un asidero propio…
Su amigo asentía ante cada afirmación o negación de su “iluminado amigo” como queriendo reforzar con esa acción que lo dicho por este, tenía toda la validación de este mundo.
Una suave brisa acudió de repente y ayudó a despejar una cantidad enorme de fantasmas y de deformes apariciones que por alguna extraña razón, se habían quedado a escuchar esas palabras.
El sol de forma nerviosa, se escondió. Un manto de espesa oscuridad, se apropió de todo a su alrededor.
- ¿Ven…? Escuchen las voces que en la oscuridad, y en medio de este flamante día, nos quieren invocar…
Guarden silencio y propicien a sus sentidos para que agudicen esas premoniciones de las cuales todos, absolutamente TODOS hemos nacidos. – Y para ser sincero   -por lo menos a mí mismo-   yo estaba que no podía soportar mas…
Me provocaba salir espantado. Huir y desaparecer de todo eso. Y este extraño personaje, me miró en forma inquisitiva y me anunció en su habitual forma de expresión:
- Por mucho que corras, huir no podrás. Transitarás miles de kilómetros, a otras tierras irás, quizás no hablen nuestro idioma…Pero no te abandonaran.
…Es inútil resistirse ante lo inevitable. Aceptarlo o no, no es tu opción viable.
Es y así lo seguirá siendo… - Una percepción nefasta y lúgubre se apoderó de mi ser. Me quedé inútilmente postrado en medio de apariciones de escabrosos sentimientos. Una nube personal se me hizo en precipicios y hondonadas peligrosísimas.
¡Qué extraño es este sentir…!











© Bernardo Enrique López Baltodano 2016        









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Amigo(a) esto me pasó...


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“#Relatos cortos misteriosos”






“Estaba asomado a la ventana…”






…En ocasiones  pasa esto…






Era mas o menos las dos y media de la madrugada,
y me había quedado en vigilia con la finalidad de que como mi hijo y su familia se iban de viaje, pues me ofrecí a quedarme despierto…Y eso fue lo que hice.
Recuerdo que ya a eso de las doce y tanto…Escuché un silbido desgarrador, seguido de una risa escalofriante.
En principio asumí que era algo referente a la película que puse en la tv, por lo que no me causó extrañeza alguna.
Aunque a decir verdad, me llamó la atención.
Y ya a eso de diez para las dos de esa alba, silenciosa por lo demás, apagué el televisor y me dispuse a despertar a esa gente, pues se encontraban rendidos… ¡Claro el cansancio…!
Una vez que se hubieron espabilado, procedieron a recoger sus cosas, ir al baño, tomar café, y cosas por ese mismo estilo.
Cuando ya estuvieron listos, procedí a llamar por teléfono a una línea de taxis, como en efecto, me anunciaron que ya estaban enviando una unidad.
Todos se quedaron en el comedor mientras yo me dediqué a asomarme por la ventana de la sala, la que da a la avenida, en espera del dichoso vehículo.
Y en esa espera, vi de repente que transitó por esa via, una cantidad enorme de caninos, pero lo que me llamó poderosamente mi atención era que en el centro iba un animal de gran tamaño y de color muy oscuro, el cual en ningún momento se fijó en mí.
Pero los que marchaban pegados a mi cercado, me miraban fijamente. No emitieron ruido alguno.
Uno que otro me enseñaba sus enormes colmillos.
No lo voy a negar   -capturaron mi atención por esa forma de marchar…Parecían militares-    y tan absorto estaba que de repente escuché una voz clara y  fuerte, fue un sonido de una jovencita que pronunció…
- ¡Buenas noches! – Y ese saludo tan protocolar y alegre  -a la vez-   ¡logró romper ese embrujo! En el que me encontraba.
Casi al instante volví mi rostro a la sala   -al sitio en donde presumía que se originaba esa peculiar expresión-  Y cual mi sorpresa: ¡Nadie estaba allí!
Y de repente, vi una aparición muy fugaz, apenas pude verle una parte muy ínfima y fugaz de su espalda y su vestido…Que era de color oscuro.
¡Era una jovencita!
…No le pude ver su rostro, y lo que vi me sorprendió aún mas…Estaba atravesando la pared que da hacia el lateral del estacionamiento.
¿Atravesando la pared…De concreto sólido…?
¡Si! Y lo hizo a una velocidad…Muy rápida y precisa.
…Me quedé en una sola pieza…
¡No supe reaccionar de otra forma!
Tan solo le vi sus zapatos de tacones altos.
Instintivamente fijé mi atención hacia el frente en donde tan solo unos segundos antes, vi una procesión de canes…
¡Ni rastro de ninguno de ellos!
Y me pregunté: ¿Cómo pudo atravesar esa pared…?
Mi respiración se me hizo dificultosa. Sentí un pánico instantáneo.
Y casi al mismo tiempo: ¡Llegó el taxista!
Y en cuestión ¡de nada! Mi familia ya estaba apersonándose en la sala y comenzó la despedida.
Pronto se hubieron montado. Y la despedida, tuvo que ser rápida…A esa hora.
Dos y media de la alborada.
Una vez que se hubo retirado el carro, miré hacia la dirección a donde iba esa extraña procesión… ¡Nada!
…Corrí a meterme a la casa, y no le dije nada a mi esposa, la cual me notaba “algo extraño”










© Bernardo Enrique López Baltodano 2016        







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