Hablaba...Y en su mundo "viajaba"


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“…Me dijo:…”





En  una  conversación  silenciosa  en  donde impera   el   doble  lenguaje










Estando los dos “charladores” en una de las esquina de una plaza muy concurrida   -que por el azar de la vida misma-   se encontraron, mientras uno venía, el otro iba en dirección opuesta. Se saludaron muy amablemente, e inmediatamente el mayor de los dos le propuso el siguiente tema:
- Tratemos en esta ocasión: El arte del hablar.
- ¿El arte del hablar? Me suena como a un “Tratado de la forma de transmitir nuestras ideas” ¿Cierto?
- Bueno es conveniente destacar…Que no todo lo que se diga, se piensa… - Juan pronunció estas palabras e inmediatamente hizo  “enmarcar” las cejas de su acompañante, quien al escuchar estas palabras, hizo además un ademan de inconformidad y no contento con lo pronunciado, echó un paso hacia atrás en señal abiertamente de desconcierto.
El que ya había pronunciado esas palabras, revisó al instante en su memoria lo que ya había pronunciado y en el acto, le agregó…
- ¿En qué he sido “imprudente”? – Miguel que ya se encontraba a mas de dos metros de distancia de su interrogador, se rascó la cabeza, bajando y subiéndola susurró…
- Es que eso me parece un galimatías…
- ¿Galimatías…En qué…?
- …Pero pensándomelo mejor: ¡De repente tienes razón! Ya que en muchas ocasiones  hablamos en forma precipitada   -mas por los instintos-   que por la razón misma. Y por eso es que caemos en el campo de la imprudencia.
- Ciertamente. Es un hecho cierto, el que cuando nos comunicamos, no siempre decimos: Ni lo que pensamos, ni lo que sentimos…En ocasiones es para despistar a todos “los despistados” – Juan le lanzó estas sus premisas, mientras contemplaba alelado arriba en la parte superior de aquella arboleda, que dominaba el paisaje del sitio en donde estaban.
Siguiéndole su dirección, Miguel lo imitó y comenzó a “chequear” el origen de ese desvío de la atención de su hablador.
- No somos como los pájaros   -que entre paréntesis-  no sé lo que se charlan entre ellos, pero me parecen muy ilustradores. No los veo, discutir, como tampoco concederle la razón a nadie…Mas bien los noto como si no le “pararan” a nada ni a nadie.
- No lo creo   -aunque en ocasiones sí-   pero es un hecho muy común…Pero no los veo en franca rebeldía… - Miguel observó a una pareja de palomas, que se cucuruteaban en un profundo tema, que por los signos presagiaban una unión entre sí.
- Ya me gustaría que nosotros los humanos, dijéramos sí, cuando queremos decir que sí.
Y que dijéramos que no, cuando realmente queremos expresar eso: No.
…Pero es virtud en nosotros, enmarañarnos en sofismas y en cosas sin sentido y sin dirección aparente. – Miguel dejó de seguir el accionar de esas aves, y posó su atención a una pareja al parecer “enamorados”   -pues se miraban de una forma rara, entre sí-    las detalló y volviéndose hacia su interlocutor le dijo…
- Aunque es el mismo lenguaje entre los que aparentar estar “enamorados” – Juan siguió la dirección de la mirada de su amigo y descubrió que los susodichos, estaban en una posición similar a aquellas aves, que se susurraban algo entre ellas mismas…Pero en su idioma, que es muy especial.
- En ocasiones nos mimetizamos con nuestro entorno. – Le dijo mientras su mente viajaba a espacios no conocidos por su acompañante, quien así lo percibió y en vista de que a sí mismo, se comprobó que Miguel viajaba a espacios interplanetarios…Desconocidos por él, le agregó…
- Así es. Nos refugiamos en nuestras “zonas desconocidas” y en las cuales…Nos perdemos cuando no nos interesa estar, en donde estamos… -
Acto seguido abandonó su presencia manifiesta e hizo lo mismo que Miguel, pero en cuerpo presente…
















© Bernardo Enrique López Baltodano 2016





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