Sucedió en: Punto Fijo - Falcón - Venezuela




Cerro Santa Ana - Peninsula Paraguaná






“En el cerro de Santa Ana”




- ¿Usted nunca ha ido al Cerro de Santa Ana? – Le preguntó el sr. Ali al huésped de su posada, allá por el sector Las Margaritas de Punto Fijo, a su recién inquilino Fernando.
- Ese cerro domina toda la Península de Paraguaná.
¡Es hermoso y muy turístico!
¿Nunca ha ido por esos lados?
- No. La verdad es que soy nuevo en este pueblo.
- Pues sépalo de una buena vez. Desde allá arriba, en lo mas alto…Se divisa todo. ¡Todo!
Desde la majestuosidad del mar Caribe, con sus olas perennes. ¡Y ese lejano mar…Que se pierde por allá por la tierra de la que me gustaría mucho viajar!
Incluyendo las islas: Aruba. Curazao. ¡Que son tan hermosas y exóticas!
¡Eso es muy agradable…Y esas mujeres de sonrisa muy fácil!
- Por lo que se ve… - Le asomó su arrendatario.
- Mire y ¡si le contara! – Carraspeó ostentosamente, se tomó un buche de cerveza.
Cerró sus ojos y comenzó de esta forma…
- Le voy a narrar no de las alturas.
Mas bien, en sus laderas. En sus faldas.
Donde hay frondosa vegetación.
Por otros lados grandes  piedras que hacen su escalar…Muy difícil.
No. No por el lado de Punto Fijo, mas bien bordeando su falda…Por allí va a encontrar unas cuevas…Enigmáticas, subyugantes…
¿Unas cuevas, me preguntará usted…?
¡Y yo se lo afirmo, si que las hay!
¡Unas cuevas que tienen kilómetros y kilómetros de longitud!  …Y eso es oscuro…Muy oscuro.
Usted nada ve.
¡Fácil es perderse! Y hay que entrar amarrado.
¡Si amarrado, me oyó bien!
¿Sabía eso usted?
- No. En verdad que no. – Le respondió mientras aprovechaba para tomarse otro trago de cerveza, ya que se encontraban en un lugar propicio para esos fines, muy cerca de la casa.
Poca gente estaba en ese momento.
El sr. Ali, aprovechó para tomarse otro nuevo sorbo y levantando su mano, llamó al mesonero y le dijo…
- ¡Tráiganos “dos juguitos” mas! – Y una vez que se hubo percatado de que su pedido era ya ejecutado, se volvió hacia su arrendatario y prosiguió…
- ¡Eso es bello!
¿Y hace un frío? ¡Brussss! ¡Brussss! – Y se estremeció como para acentuar aún mas su afirmación…
- ¡No, no señor!
¡Ese es un frío que le cala en sus huesos!  ¡Brussss!
Mire y usted me dirá: ¿Frío acá en la península…?
¡Y yo se lo afirmo! ¡De que hace frío…Lo hace!
¡Y bastante, que se lo afirmo yo! – Se detuvo en el momento en que les traían las dos nuevas botellas de cerveza y retiraban el vacío.
Se le quedó contemplando sin agregar comentario alguno.  Y cuando ya se hubo retirado el sirviente, hizo un gesto con su boca abierta…
- ¡Huasss! ¡Manjar de dioses!
¡Qué divino y sabroso es echarse unos traguitos, con esta cerveza tan fría!
¡Huasss! ¡Viva Dios! Que además del trabajo cotidiano, nos envía este elixir, para alegrar nuestros corazones.  Pero volvamos a nuestro tema…
¿Sabía que por esos lares…
Hay “leones americanos”?
- ¿Leones americanos? ¿Con melena y todo?
- …Pero mas chiquitos que los africanos.
Pero leones al fin. Y mantienen a raya a todas esas manadas de burros, ovejas y vacas que hay por esos lados.
¡Si señor!  Y los muy ladinos, no se dejan atrapar.
¡Son muy astutos!
…Pero le narraba de esas cuevas…
Y son mas profundas que las famosas “cuevas del guácharo” allá por el oriente de este país tan bello y hermoso que es: ¡Venezuela!
Le propongo que: ¡Brindemos por nuestra patria! – Los pocos asistentes levantaron sus botellas y brindaron en común.
- Mire usted. Yo he ido de caza por ese cerro.
Y así como se ve… ¡Es! 
Bello, majestuoso y enigmático también.
Y cuentan “las malas lenguas”  (Que la mía; no lo es.) que hasta “ese sitio” han avistado la presencia de eso que llaman “ovnis” y no son mas que naves de extraterrestres.
…Y cuentan que se han robado a las chicas mas bonitas de por esos lados… ¡Vacíes!
¿Usted no ha tenido contacto con algún que otro extra terrestre…? – El sr. Ali lo miró con esos ojos que tienen los que han consumido mucha caña.
Y de repente se le salió un involuntario hipo…
- ¡Perdóneme usted, no quise escupirle su cara! – Le dijo mientras volteaba su cara y estornudaba.
- ¡Yo vivo y muero en mi tierra falconiana!
¡Viva Punto Fijo! – Dijo levantándose y alzando con su mano derecha ondulante, la botella que ya había consumido en un solo trago y ya la llevaba por la mitad.
Fernando y el resto, lo imitó.
Y luego todos se sentaron plácidamente a seguir cada quien en lo suyo.
- Mire. – Le indicó a su acompañante- Ya como que estoy ebrio. Y es mejor que paguemos y nos vayamos.
Recuerde usted que ya es de noche…Y dos personas   -como usted y yo-  que ya hemos consumido ¡bastante! es mejor que se retiren.
¿No le parece? – Y diciendo esto.
Ordenó la cuenta para pagar todo el importe.









© Bernardo Enrique López Baltodano 2015

No hay comentarios:

Publicar un comentario