El viejo de la montaña -- II Parte y su final...








- Bueno…Eso te hice pensar…Y por lo visto ni cuenta te diste. Por lo que: te engañé. – Acto seguido el viajero comenzó a escuchar todo lo que le estaba “adivinando” ese señor que antes le parecía muy lejano, pero que ahora con el paso de lo que le narraba…Se le hacía mas “intimo” enigmático y su tono misterioso en cierta forma lo alarmaba, su corazón se le aceleraba y se le desaceleraba.
Sentimientos yuxtapuestos merodeaban en lo mas profundo de su propio ser.
En verdad, este tipo de persona, era novedoso en su vida, un tanto monótona y enclavada en sus propios oficios.
Su piel se le erizaba, “como piel de gallina” y sus espasmos eran incontrolables para él.
- Pero lo que no logro captar   -y me perdona-   es ¿cómo logró “hipnotizarme”?   Eso es lo que no logro entender muy bien.  -  En verdad se encontraba muy atolondrado.
Y ese fuerte olor a pollo asado, que hasta hace unos pocos minutos lo embargaba…
Ahora era solamente eso: Un olor agradable.
La charla continuó por espacio de una hora.
Su asombro iba tan en crecimiento, que llegó un momento en que ya todo se le  hizo “conocido” y hasta algo propio.
Vio como de repente el local se inundó de clientes.
Y algo si que le llamó poderosamente su atención.
Era que todos pasaban alrededor de ellos.
Nadie los perturbó.
Ni dieron muestras de tomarlos en cuenta.
Y cuando se levantó a pagar, el viejo de la montaña le aclaró…
- Nada has consumido. Nada debes.
- ¿Cómo que nada he consumido…Y el servicio y el refresco…? -  Se quedó parado en medio de ese gran salón, bullicioso y repleto de clientela.
El humo lo enceguecía y hasta llegó un instante en que ya le repugnaba. Era preciso salir de allí.
 Y cuando se hubo percatado ya estaban los dos cómodamente sentados en su propio carro.
- Un momento. Por favor, un momento. – Le indicó a un burlón viejo, quien no cesaba en su sonrisa pero sin mirarlo de frente.
- Yo estaba sentado…En esa silla. ¿Verdad? – No le respondió a pesar de que lo miraba con mucha insistencia.
- ¿Y por qué ahora estoy…? – De repente se volvió a percatar de que no andaba solo…
El viejo también estaba con él. Y él comenzó a hacer un pequeño recuento, pero como pensando pero en voz baja…Trataba por sobre todos los medios de encontrarle una lógica en medio de “esas cosas” que se suscitaron y que él no le encontraba su explicación lógica…A todo ese desbarajuste.
- ¡Estamos sentados en mi propio carro!
¿Cómo se montó, en qué momento…?
…No recuerdo haberme levantado…
Estoy muy confundido. Todo está pasando muy rápido.
¿Qué me está haciendo usted…?
- Nada te estoy haciendo. Te pedí que me llevaras a mi rancho, y es lo que estás haciendo. Nada mas.
Juan se encontró manejando su coche, por calles que no conocía.
Pero al parecer se le había despertado “un sentido de orientación” muy desconocido por él mismo…Hasta ese instante.
Pronto salieron de Calabozo. Todo lo que ya le era conocido, y se encontraba maravillado…Entraba en un mundo nuevo.
No reconocía ese camino. Sin embargo, no sentía temor alguno. El viejo ya parecía no prestarle mucha atención.
Circularon por espacio de mas de media hora.
No supo cómo,  pero llegó.
Se estacionó a un lado, y el viejo le indicó que mejor se estacionara por el frente y que él mismo le iba a abrir el portón, cosa que hizo.
Le indicó que se bajara y se sentara a un lado de un pequeño árbol que se encontraba al lado de una cerca de alambres de púas.
- …Pero no hay asientos… - Le indicó.
Fue testigo de cómo hizo un movimiento extraño de sus manos y le indicó…
- Allí hay, no una, sino dos sillas. Siéntate en la que está a la izquierda. La de color amarillo.
Juan posó nuevamente su mirada, y ¡descubrió!
…Que allí estaban.
- Que extraño. Allí no había nada, mas que tierra. – Y sin buscarle mas explicación procedió a sentarse.
Todo estaba a oscuras y de repente.
Todos los bombillos se encendieron.
Y el ranchito que se encontraba a oscuras, ahora resplandecía.
- Ya vengo. – Le indicó mientras se dirigía a su casita de lata. Abrió la puerta de lata y se escuchó música estridente adentro.
- Bájale el volumen. – Le indicó a alguien y entró.
- Juraría que todo esto estaba a oscuras. Y en silencio.
Lo juro.
Pero ahora por “arte de magia” todo está iluminado.
Se sentó y no se había acomodado muy bien cuando se le presentó una joven muy bella, con una taza de café hirviente.
- Aquí te envía tú amigo. – Le dijo mientras le entregaba la taza humeante. – Acabo de colar el café, lo hice cargado y sin azúcar, porque sé que así te gusta.
- Gracias. – Tomó con agrado la taza.
Pero pensó para sí mismo que era la primera vez que la veía…
Aunque ella lo trataba con mucha soltura. Pero en el fondo a él, no le parecía extraña esa cara.
- ¿En dónde la habré visto o conocido?
No lo sé. Pero me pareces conocida. – Le dijo a manera de agradecimiento. Ella lo contempló con esos ojos grandes y hermosos. Se río con él, pero  nada le agregó.
De repente, ella le dijo…
- Me tengo que ir. Debo plancharle la camisa a mi señor. –Y sin esperar mas nada, se marchó brincando y cantando.
La miró mientras ella se iba. El aroma lo tenía subyugado, estaba excelente. Cómo a él le encanta. Con el calor requerido siempre por él, sin azúcar. Cargado y fuerte.
Y no se percató que el viejo ya lo tenía a su lado.
- ¡Me asustó! ¿De dónde viene? – Le preguntó muy asustado.
- Te pasé por el frente y ni siquiera me viste.
¡¿Y cómo me vas a ver a mí…Viendo esa muñeca?! – Juan meneó su cabeza, cerrando sus ojos, trataba de recordar ese evento.
¡Pero no lo tenía guardado en su mente!
- Usted me sigue engañando…No lo vi.
Y me perdona, pero creo que usted me sigue “hipnotizando” – Le dijo lentamente mientras trataba de recordarse de todo, pero sus esfuerzos eran en vano.
¡No se acordaba!
- Yo no soy hipnotizador…Soy: ¡Brujo! Ya te lo dije.
Entiéndelo de una buena vez. A propósito.
Te tengo una sorpresa.
- ¿Otra mas? Si desde que lo he conocido me tiene y me mantiene en ascuas. Asustado. Nervioso puesto que no sé por dónde me va a salir. Mire…Usted no me es fácil.
Me sirvió la comida y después me informa que no fue usted.
Me hizo comer hasta quedar harto…
Y ahora me está diciendo que nunca he comido.
¡Y lo peor es que me sigo sintiendo lleno!
Se ha montado en mi carro y no recuerdo haberle abierto la puerta.
He llegado a este sitio…Y no ¡sé cómo lo hice!
Hemos llegado y todo estaba como “boca de lobo” y resulta que ahora parece que fuera de día.
Ha hecho aparecer sillas de donde no había nada.
Se me presenta esa belleza y ¡de repente lo tengo a mi lado! ¿Me quiere volver loco o qué?
…Y ahora me dice que me tiene una sorpresa…
Y me pregunto: ¿Qué nueva “cosa” será esa…? – El viejo ignoró todos los comentarios y le siguió hablando como si nada hubiese ocurrido.
- Hay muchas cosas en esta vida, que tú desconoces.
¡Déjate guiar por mí! Yo no te voy a hacer daño…
Y si quisiera hacértelo ¡te las haría! ¿Y qué…?
Tengo el poder necesario para hacer aparecer o desaparecer cualquier cosa.
¿Y si quieres te lo vuelvo a demostrar…?
- No gracias. Ya de sorpresas estoy hasta la coronilla.
…Por favor…
- Abre tu mente muchacho. Y te entiendo. Cuando tenía esa edad en la que tú andas ahora, yo era loco.
¡Hacía cada locura! Cargaba a todos asombrados.
¡Pero ya no! Cada paso que voy dando lo estudio.
Lo contemplo unos minutos antes y cuando ya estoy seguro… ¡Lo doy! – Y luego mirándolo fijamente le volvió a recordar…
- Te dije que te tengo una sorpresa…
- ¿Otra mas? Usted me va a venir matando de tanto susto que me ha pegado. Por favor, apiádese de mí…
¿Qué le hice, para que me haga todo esto?
- Nada malo te he hecho, ¡muchacho loco!
Al contrario te he salvado…
- ¿De qué…?
- En el sitio en que te ibas a meter, ¿te recuerdas?
Ese restaurante de mala muerte…El que estabas loquito por entrar…En esa esquina.
Pues allí mismo,  minutos después se desarrolló un tiroteo… ¡Y allí ibas a morir!
…Como un perro…Desangrado.
¡Yo te hice desviar y te atraje a mí! 
…Y lo peor es que ni cuentas te diste.
Pero no te preocupes…
Mas tarde o quizás mañana te enteraras o bien alguien te lo dirá, o por la radio darán el parte o aparecerá en el periódico…Pues hubo cinco muertos…
Ibas a ser el número: ¡Seis!
Yo te salvé de morir.
¿Y después dicen que solo los gatos tienen varias vidas? – Ya no lo miró mas y con gesto le hizo entender que entrara a su rancho y le entregara la taza a la chica.
Y como un autómata, se levantó en el acto.
Llegó a la puerta de lata, al abrirla escuchó una estridente música bailable. Y eso lo “capturó” pues se preguntaba:
¿Por qué desde afuera no se escuchaba nada…Si era la pared de zinc…?  
Y eran unas latas ya viejas. Derruidas y oxidadas
…No pudo razonarlo bien. No entendía nada, ya que el volumen era ensordecedor…Pero peor fue lo que pudo ver… ¡Lo dejó perplejo! 
Es mas lo hizo olvidar el estruendoso ruido.
…Vio un esqueleto…  ¿…Un esqueleto…? ¿Es posible?
¡Si, un esqueleto!
Y se movía al son de la música. Sus quijadas se abrían y cerraban al son de la melodía.
Pero… ¿Un esqueleto bailando…? ¡Jamás!
Esto si que no podía pasar nunca.
¡Pero allí estaba! 
Perplejo, su taza se le tambaleó y se cayó al suelo.
Estaba lívido. No pudo reaccionar a tiempo.
¡Esto era inaudito!
Se quedó con su boca abierta de par en par…Pero estático, no pudo moverse, ni correr despavorido.
Por inercia, la puerta se cerró sola.
Atrás tenía ya al brujo, que lo sostenía, para evitar que se desplomara en vilo.
Transcurrieron unos minutos en los cuales, no lograba asimilar el espanto del cual había presenciado.
Transcurrido unos instantes mas…
Pudo reaccionar, pero gagueaba.
No podía coordinar bien sus palabras.
A su lado estaban el brujo y la damisela.
Mostraban mucha preocupación.
- Respira. Toma tu tiempo. – Poco a poco, el joven viajero se fue recuperando. Hasta que al fin, lo pudieron sentar y de la mano el anciano lo hizo caminar.
No le hablaba, y le hacía gesto de que guardara silencio.
Y ya una vez repuesto, la joven le trajo agua y se tomó todo el vaso. Ya estaba recuperando su color de piel.
Sus pupilas seguían alborotadas.
Respiraba con mayor tranquilidad.
Sin querer, le miró los grandes senos a la asistente del viejo, ella se percató y le hizo un guiño al anciano.
- Ya. Ya. Quédate tranquilo, sino esta mujer te va a matar.
El joven se ruborizó, no pudo contenerlo.
- Bueno. Ya estás mas reposado. ¿Me puedes informar qué fue lo que te pasó, carrizo? – El joven pidió unos instantes mas para poder recuperar su equilibrio.
Una vez que ya lo dejaron solo, Se irguió. Tosió.
Caminó tranquilamente de un lado a otro.
Y luego siguiendo la instrucción de su mayor, se sentó en la silla que le ofrecía.
- ¿Ya? ¿Ya estás bien?
- Si me encuentro mejor.
- ¿Y qué fue lo que viste…?  ¡Mira que con otro susto de esos…Y te vas al otro lado! – Le advirtió seriamente.
Juan pensó muy bien lo que iba a decirles, pues recordó que la amiga minutos antes le había informado que iría a plancharle una camisa al señor…Y lo que él vio fue a un esqueleto…Bailando…Cantando y…Planchando…
…Temió que en ese mundo fantástico e irreal, al cual ese ser representado en forma de “viejo” le estaba mostrando, era algo súbito e inaccesible para él mismo, acostumbrado a ese mundo de formas y de lógicas.
¿Ese esqueleto…Era en verdad…Ella?
¿Y si fue “su imaginación?
Todo era posible, pero no se atrevió a hacerlo público, pues temía quedar en ridículo ya que el viejo y ella misma se iban a reír de sus cosas.
Así que algo tendría que decirles…Cosa que no lo comprometiera y menos aún que lo consideraran “un loco”
Así que comenzó a decirles…
- He tenido una baja…No sé si será de azúcar o de tensión. En verdad es mucha la tensión a que usted señor…Me ha sometido. Esto es algo nuevo para mí, y aún no he tenido el tiempo necesario para poder digerirla. – El brujo lo miró y dio la impresión de que no estaba satisfecho.
Lo escrutó con todos sus poderes y se comprobó lo que ya temía: ¡Había descubierto a la mujer…En esqueleto!
Pero que temía revelarlo. Estaba muy asustado.
Y lo aceptó, tal cual lo había auscultado.
Le hizo señas a su compañera de que todo estaba bien.
Decidió darle tiempo al tiempo.
Despejó la escena e hizo que la mujer, se encerrara en el rancho, para darle tiempo a que ese jovencito recapacitara y se tomara el ritmo de lo que le estaba tocando vivir.
Dejó transcurrir unos minutos, e hizo que se sentara, dejándolo solo.
Luego se le acercó y comenzó a reflexionar en voz audible, solamente para ese ser que se encontraba en un campo de guerra, en lo mas profundo de su ser y comenzó diciéndole…
- En el mundo en que tú te mueves: De formas y figuras, hay muchos mas, pero que te eran negados.
Te he mostrado…Apenas uno mas: El mío.
Mi mundo es mucho mas amplio que el tuyo.
Aunque tú no te lo creas. Pero es así.
Se me ha otorgado muchos poderes…Para ti, en este momento te es imposible asimilarlo como tal.
Veo que no estás preparado. Y que te he forzado demasiado. Por lo que estoy dispuesto a regresarte a tu propio mundo. Pero que debo decirte: Ya tú no podrás habitar ese mundo…Puesto que te he hecho atravesar el puente que te mantenía alejado.
Y ahora   -para tu desgracia- tendrás que  co-habitar en ambos. Tú veras.
- ¿Qué?
- O sigues en el mío…O te tocará “andar” en ambos.
En momentos vivirás enloquecido. Y en otros “añoraras” volver a este. Esa será tu decisión.
Te dije que te tengo un presente. Y te lo voy a exponer.
Si vuelves: Te regalaré a esa mujer. Será tuya.
Además serás bendecido con nuevos poderes.
…Pero no es tu tiempo. Hoy no quiero tu decisión.
Tiempo tendrás para ello.
Por hoy: te regresaré a tu mundo. – Y sin decirle mas, hizo unos pases con sus manos y dijo unas palabras muy en voz baja…
Y en el acto: Ya estaba en la habitación de su hotel.
Acostado.
“Tendrás un nuevo mañana. Muchas cosas buenas y otras tantas malas en tu porvenir” – Le dijo a la distancia…







© Bernardo Enrique López Baltodano 2015

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