Una mirada...







“Su mirada”





Lo que me recuerdo fue que mientras estábamos celebrando en esa muy amena reunión, nos encontrábamos muy alegres.
                                              
Allí nos reunimos en el frente de la residencia familiar.
Todos alegres, brindábamos por una noche por lo demás muy placentera.
(Sin motivo aparente. Fue espontaneo.)
Pero algo me incomodaba.
No lograba acertar cuál era la causa.
Pero sin duda, me abrasaba por mi espalda.
Me rascaba la tela de mi camisa.  
No era comezón.
Comencé a sospechar, no era normal.
Es mas de repente se me desató.
Y me dije a mi mismo: ¿Pero cómo puede suceder esto…?
Toda la gente que está en esta reunión son familiares y si a cuentas vamos, el único extraño era yo.
Y me encontraba en la casa de mi novia.
Reunidos con sus hijos, y parientes cercanos de ella.
…Sin embargo esa “molestia” seguía persiguiéndome con insistencia.
Fue una sensación de que alguien me tenía fija su mirada…Sin saberlo.
¡Y cuando me llegó esa información a mi cerebro!  Comencé a poner atención.
Fui lo mas cauto y sigiloso que el caso ameritaba.
¡Y en un momento inesperado!
Mientras todos reían y celebraban…
¡Sentí como una flecha ardiente que me picaba por alguna parte de la tela…!
…Volví mi rostro en el acto…
¡Quedé anonadado! No lo podía aceptar.
…Me hice el desentendido y le sonreí…
Ella me miró con atención.
(…Me ruboricé… ¡Me sentí un tonto!)
Sin rehuir un solo instante.
(Mi sonrisa se congeló…)
No noté nada extraño. Su mirada no iba cargada con ningún tipo de resentimiento.
Ni recelo. Tan solo me miraba.
Sus grandes ojos, ni parpadearon.
Ni respondió a mi saludo.
¡Ni pestañeo siquiera!
De repente viró su atención a otra escena y se hizo partícipe de lo que acontecía, pero sin perder ni un solo instante de su elegancia.
…Pensé que eran ideas mías…
No le concedí mayor atención y me sumergí nuevamente en la emoción de una reunión familiar.
Ya habían transcurridos unas dos horas y muchas copas encimas, y vuelvo a sentir “esa sensación apremiante” y la busqué con la mirada…Y la encontré exactamente detrás de mí, a pocos metros.
Estaba sola. En esos momentos en que una reunión logra una pausa aparente y que cada quién se envuelve en otras menudencias.
No desvió en ningún momento su mirada.
Y al verme que me le acercaba, se cercioró de que nadie estuviera cerca. Se movió unos pasos y se dirigió a otra zona, en donde aparentemente no había mas nadie cerca.
La seguí con interés.
- Esta alegre la reunión… - Fue su comentario.
- Cierto. Todos la estamos disfrutando lo mejor que podemos. ¿Quieres que te sirva algo…Refresco, cerveza…? – No obtuve respuesta. Tan solo me miraba.
(…No supe ¡ni como pararme ante ella…!)
En su rostro no presagiaba emoción alguna.
(Algo debe estar pasando- me dije a mí mismo)
- ¿Tú amas a mi hermana…? – Su pregunta me dejó fuera de base.
Confieso que me dejó desarmado.
Pensé un instante, mientras hacía que revolvía el hielo en mi vaso, que contenía whisky.
- Si. – Le respondí sin entender el sentido de su pregunta. Me miró largamente sin pronunciar palabra ni gesto alguno, y luego dejó arrastrar sus siguientes palabras…
- Lo sé. Pero debes saber que aunque yo esté casada y amo a mi esposo.
Nunca le he sido infiel. Ni lo haré.
Bueno… - Guardó silencio sin bajarme ni un solo instante su mirada, luego dio un vistazo por toda la habitación, dio un paso atrás y caminó en semi circulo.
- Como dama que soy...Nada podemos hacer.
¿Yo, casada? Y muy bien casada.
¿Y tú de novio con mi hermana? Que también la amas. Y me consta. – Y después de meditarlo un largo rato, me dijo casi en susurro y retirándose…
- …Sigamos así. Nada ha pasado…Ni pasará.
Cada cual con lo suyo. – Y volviéndose a mí de repente me señaló con su mano derecha y me dijo como midiendo cada una de sus silabas…
¡Jamás hemos conversado! 
…Y esto nunca ha pasado… - Y por primera vez la vi partir visiblemente nerviosa.
He de confesar que los grados alcohólicos que
me estaban impidiendo mis movimientos normales, haciéndome torpe…
Fueron desapareciendo en una forma muy acelerada.
Partió de mi presencia. Me quedé solo en esa habitación que se me hizo inmensamente grande por primera vez.
Y como por arte de magia, comenzaron los muchachos a retozar por todos los rincones.
Busqué una silla, ya que requería recapitular paso a paso todo lo acontecido.
La conseguí y en el acto apareció mi novia siempre tan solicita y abnegada…
Que disipó el estupor que me había embargado unos segundos antes.
Venía a buscarme para que la acompañara a despedir a su hermana que ya le había anunciado que se retiraría.
Accedí.
La acompañé hasta el frente en donde ya todo el resto de su familia se encontraba rodeando a la hermana que se iba.
Los abrazos y besitos de rigor, pero cuando me llegó el turno…
Me detuvo extendiéndome su mano y despidiéndose con un formal y muy protocolar apretón ligero de manos.
(Sus dedos apenas rozaron la punta de los mío.)
- ¡Ha sido un placer! – Me dijo e inmediatamente abrazó y besó a su hermana.
Y me dio la espalda y se montó en su carro, lo encendió y partió en el acto. Todo normal.












© Bernardo Enrique López Baltodano 2015

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