Todavía es domingo...Al menos en Venezuela.










Después de mí… ¡Nadie mas!
Domingo





- …Ella nos encargó a todos sus hijos…
No te dejaremos solo Romancito. – Clamaba Marisela.
- ¡Prométeme amiga mía, que no me van a dejar solo, con toda esta carga!
¡Prométemelo! (¡Es demasiado para mí solito! ¡Entiendanme por favor!)
- No te dejaremos solo, Romancito. – Le aseguró firmemente Marisela.
- ¿Y tú amigo mío, Alcides?
- Yo te acompaño en tu dolor.
Y tu dolor es mi dolor. Y tus hijos, serán mis hijos también.
- ¿Me lo juras?
- ¡Te lo juro!
- ¿Y tú Miguelino…Me juras que no me vas a dejar solo con todo esto? – Su angustia parecía muy real. ¡Estaba muy conmovido! 
(Bueno eso es lo que se dejaba ver.)
- Al igual, que ellos, también estaré contigo, en todo lo que pueda.
- ¿Me lo juras amigo? – Al parecer dudaba de la buena intención de los amigos de su esposa…
Ya fenecida.
- Te lo juro.
- ¿Y tú Susan? ¡Mi linda y bella Susan!
¿Me vas a acompañar tú también?
- Eso se lo prometí a Gersy.
- ¿Y a mí, me lo prometes?
- Sí.
- ¿Y tú Adriana?
- También Romancito, estaré todo lo que pueda contigo y con los niños. En honor a mi amiga, a mi compañera.
- ¿Cecilia…Espero, que tú no dejes solitos a tus sobrinos, verdad que no?
- Son mis sobrinos, los hijos de mi querida hermanita. ¿Cómo podré abandonarlos en estos momentos tan cruciales?
- ¿Y qué será de mi vida, a partir de ahora? 
Yo que siempre, he sido un burro trabajando, para poder darle todos los gustos y caprichos a mi linda esposa y la seguridad y el confort que el dinero, nos podría proporcionar.
¿Qué será de mí…Ya nadie me va a esperar, cuando llegue muy tarde en las noches?
¿Quién se apiadará de mí, a partir de ahora?
Mi vida, va a ser muy gris.
El único motivo, que me alegraba y me inspiraba a seguir trabajando, era ella.
¿Y ahora…Qué podré hacer yo? – (¡Pobrecito llorando en su amargura…!)
…Ella era toda mi vida. Ella estaba en todo.
Me tenía siempre mi ropita, siempre limpia, olorosa y perfectamente planchada  Mr. Smith, siempre me felicitaba y hasta le enviaba muchas felicitaciones a mi esposa.
¡Dios, porqué me tiene que estar pasando este desastre!
¿A quién he dañado yo?
¡Toda mi vida, siempre he tratado de complacer a todo el mundo!
Siempre, doblegándome para poder satisfacer a todos. 
¿Y venirme a pasar precisamente esto, a mí?
¿Esto es un castigo del cielo?
No puedo creerlo.
Yo siempre, he ayudado a todo a quién he podido.
¡Jamás he escatimado en gastos…Siempre haciéndole el bien!
Y sin mirar a quién.
¡Nunca me he propuesto dañar a nadie!
Ni siquiera a los animales.
He sido un pan de Dios.

Todos siempre han hecho conmigo, todo lo que han querido.


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